Flamin’ Groovies, viviendo el rock hasta el fin
Reconozco que no soy experta en los Flamin’
Groovies, aunque hay canciones suyas que me parecen maravillosas; es el caso de
‘I can’t hide’, luminoso tema que podría estar escuchando en bucle durante
horas. Fan total como soy de The Beatles, The Who, The Kinks y tantos otros
grupos indispensables de las décadas de los 60 y 70, cuando me enteré que
podíamos ver en sala de aforo medio a unos grandes, no muy famosos pero sí muy
grandes, de aquella época más que dorada, ni me lo pensé. Así que nos plantamos
en el concierto de Flamin’ Groovies en Madrid, consiguiendo ponernos en la
primera, primerísima fila, al lado del escenario.
Mi expectación por ver a los míticos Flamin’
Groovies era grande, en un concierto que nos ofrecía presenciar de cerca (no
podía imaginar cuanto) a una banda de tal calibre y con una formación casi al
completo de miembros fundadores de la banda. Algo impensable con cualquier otro
grupo de la época.
El primero en aparecer en el escenario fue Cyril
Jordan, fundador de la banda, vestido con un jersey de malla de camuflaje. El
mítico Cyril no paraba de moverse entre cables mientras afinaba una vistosa
guitarra transparente. Acto seguido hizo acto de presencia Chris Wilson, quien
entró en el grupo en 1971 tras la marcha del otro fundador, Roy Loney. Wilson
ha sido también miembro de los adoradísimos Barracudas. No en vano los Groovies
fueron los más británicos entre los músicos estadounidenses de la época.
Completaban la formación el bajista George Alexander, miembro original de la
banda y el joven Víctor Peñalosa a la batería.
Me impresionó el aspecto de los Flamin’
Groovies, rebasada la sesentena. La cercanía resaltaba las arrugas, la falta de
pelo, barriga, gafas de vista, las canas... Sentí una punzada de angustia,
¿serían capaces de tocar un concierto completo a buen ritmo? No en vano era
rock and roll de alto voltaje lo que nos traíamos entre manos. La cosa empezó
con fuerza y al tercer tema ya había caído MI ‘I can’t hide’. A partir de ahí
todo fue in crescendo. El público, me encantó ver muchas mujeres que no iban de
“acompañantes” si no que conocían y disfrutaban todas las canciones, le estaba
poniendo muchas ganas y los Groovies todavía más. Sentíamos muy cercanos su calor,
las sonrisas, los acordes y punteos de las guitarras, los gestos de gusto y
alegría de los músicos… Los Flamin’ Groovies ya no eran unos señores de mediana
edad sino los jóvenes eternos que siempre serán los auténticos músicos de rock.
Dos maravillosas horas de concierto que
finalizaron tras varios bises y salidas al escenario con una entregada versión
del ‘Jumpin’ Jack flash’ de esos señores que llenan estadios. Una noche
vibrante gracias a nuestros héroes, un sonriente y zen Cyril controlando lo que
sucedía sobre el escenario, un Chris Wilson entregadísimo en la voz y la
guitarra solista, y un elegante e impertérrito George Alexander, que terminó
feliz y desmelenado, cantando y soplando de cansancio y puro gusto. Viviendo el
rock hasta el fin; de eso se trata, ¿no?
Concierto Flamin’ Groovies. 11 de Junio,
2015. Teatro Barceló. Madrid
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