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Entrevista con George Harrison en El País Semanal. Noviembre de 1987.

GEORGE HARRISON EL PAIS SEMANAL NOVIEMBRE DE 1987
EL MITO QUIERE SER INVISIBLE

Texto: Javier Angulo  Fotografías: María Moreno

TranscripciónEmilio Jose Garcia Vílchez

Cuando acaba de aparecer en el mercado de compact disc toda la discografía de los Beatles, coincidiendo con los treinta años desde la constitución del grupo; cuando justamente se celebra el vigésimo quinto aniversario de la grabación del primer éxito, “Love Me Do”, y 17 años después de la separación del mítico cuarteto de Liverpool, su guitarra solista, George Harrison, vuelve a ser actualidad por la publicación de un disco. Se trata del primer álbum que graba desde 1982, cuando “desapareció” de la música para dedicarse, casi por completo, a la producción cinematográfica y a vivir la vida.

La entrevista está programada para las dos menos cuarto de la tarde en la sede de la compañía Handmade Films (Filmes Manufacturados), de la que es copropietario George Harrison. El edificio, de cinco plantas, está situado en el número 26 de Cadogan Square, en el corazón del elegante distrito de Belgravia. Ni en la puerta ni en el interior del edificio se observan medidas de seguridad. El acceso al vestíbulo resulta un ejercicio de habilidad para sortear cámaras, trípodes, focos y cajas de material diverso de equipos de radio y televisión de hasta cinco países europeos, que están citados en las horas siguientes para entrevistar al ex Beatle. El lanzamiento del nuevo disco, Cloud nine, que puede traducirse por la expresión castellana de El séptimo cielo, ha supuesto para Harrison un verdadero maratón de entrevistas con informadores de todos los países del mundo. Algo que contraviene su norma de no conceder entrevistas y que no ha roto en los últimos años. Entre las doce de la mañana y las siete de la tarde del día anterior ha recibido a siete informadores de otros tantos países del mundo.

Para ordenar ese tráfico de citas, la compañía que lanza el disco de George Harrison ha puesto a Jacqueline Ladent, una francesa puro nervio, bastante mandona, que habitualmente dirige las giras europeas de los cantantes de la firma discográfica. Y empiezan los problemas. Mister Harrison se retrasará “porque está atrapado en un atasco de tráfico”. No está prevista la presencia de un fotógrafo en la entrevista “porque a Mister Harrison no le gusta que le hagan fotos mientras conversa”.

En el salón no se cabe. Esperamos el ex Beatle periodistas de casi todos los países del Mercado Común. Los estadounidenses llegarán mañana. Jacqueline advierte que a Harrison no le gusta que le hagan preguntas sobre los Beatles y afirma enfáticamente que las ventas del nuevo disco no le preocupan demasiado a George “porque no necesita dinero”.

George Harrison llega finalmente a las dos y cuarto, conduciendo su aparatoso Mercedes Benz. Saluda con un “¡Hola!” en castellano y una sonrisa cortés. Hasta su despacho se llega a través de pasillos decorados con los carteles de las películas producidas por Handmade Films, entre ellas, la vida de Brian, Time bandits, Withnail and I o Mona Lisa. La habitación, pequeña y situada en planta baja, da directamente a un jardín con árboles. La pintura de las paredes es azul cielo, relajante. En la mesa, de diseño moderno, del despacho, delante del enorme desplegable publicitario con la portada del nuevo disco, hay, estratégicamente situado, un frutero con dos higos, dos plátanos y dos manzanas rojas y brillantes. Relucen como si fueran de cera. Son de verdad. En la mesa baja, frente al sofá, de un azul marino chillón, hay un bol con cacahuetes y pasas de Corinto y una taza de té con leche humeante. Encima de la mesa se mezclan revistas de diseño, de música y una especializada en encontrar colegio a los niños. Harrison tiene un hijo de nueve años, Dhani, de su segunda mujer, Olivia Arias, una norteamericana de origen mexicano, con la que se caso en 1978.

Harrison no es ni alto ni bajo, algo más de 1,70 de altura. Está muy delgado. Tiene arrugas en torno a los ojos y pronunciados surcos a ambos lados de la boca. Los 44 años (25 de febrero de 1943) se notan en un rostro de facciones difíciles, en el que se esparce una barba rala. Tiene el pelo algo canoso y disimula las incipientes entradas con un mechón de pelo que cae alborotado sobre la frente. La melena, corta, le monta sobre el cuello de la chaqueta.
Pese al calor de la calefacción, Harrison va forrado de ropa. Lleva una chaqueta de paño con dibujos de fantasía en tonos verdes, azules y mostazas, y debajo, un jersey grueso de pana color azul marino. Un pantalón vaquero negro desgastado y unas botas de tela impermeable completan la vestimenta. En el dedo corazón de la mano derecha reluce una gruesa sortija india dorada y de piedra negra.

George Harrison tiene una mirada profunda y sosegada, que posa sobre el interlocutor, al que escruta permanentemente. Habla lentamente, con voz grave y algo gangosa. Sonríe a menudo, y cuando ríe abiertamente no llega a descomponerse el rostro. Tiene fama de huraño, pero pretende ser simpático. Su actitud es la de alguien relajado. Ha perdido ese halo místico de los últimos años y resulta hasta apreciable. Al principio responde  forma algo fría y lacónica a las preguntas; luego se muestra más expresivo al referirse a su nuevo disco, y llega incluso a canturrear pasajes de sus canciones mientras rasguea una guitarra imaginaria. Al final, tras 50 minutos de charla, resulta casi cordial.

Harrison sólo se interrumpe cuando estalla el primer flash de la cámara. Durante los primeros 20 minutos de la entrevista, entre el ex Beatle y la fotógrafa se produce un diálogo sordo de duras miradas, que van dulcificándose a medida que pasa el tiempo. Finalmente, el ex Beatle hace un gesto expresivo, algo así como: “¡Me rindo!...., ¡haz las fotos que quieras!”.

George Harrison, que se considera a sí mismo una ex estrella pop, (“eso es para los jóvenes”), está feliz con el resultado del nuevo disco, el primero que graba desde 1982, en el que fracasó con el álbum Gone tropo, todavía impregnado de incienso indio. Desde la disolución de los Beatles – anunciada oficialmente por Paul McCartney en 1970 –, únicamente los dos triples álbumes All things must pass (1970) y Concierto por Bangladesh (1971) alcanzaron realmente el éxito.

Cloud nine es el trabajo de 70 días de grabación repartidos entre enero y agosto de este año. Para la rentreé, Harrison ha llamado a una serie de músicos, viejos amigos, como Elton John (piano), Eric Clapton (guitarras), Gary Wright (piano), Jim Keltner (batería), Ray Cooper (percusión y batería), Jim Horn (saxos), y sobre todo, Ringo Starr. Al grupo de amigos se ha incorporado en esta ocasión Jeff Lynne, cerebro de la Electric Light Orchestra (ELO), que ha tocado la guitarra, el bajo y teclados y ha ayudado a Harrison en la producción del disco.
Todo el álbum tiene un inequívoco sonido Beatle, hasta el punto que acaba casi siendo un homenaje – aunque no reconocido como tal por Harrison – a la música que hizo el grupo en los primeros tiempos. Una de las canciones del nuevo disco, When we was fab (Cuando éramos fabulosos) se refiere, con indudable nostalgia y una pizca de ironía, a aquella época en que “éramos fabulosos” y “lo hicimos todo”. La canción, con sonidos que recuerdan melodías de los Beatles como Strawberry fields forever y, especialmente I am the walrus, sugiere inmediatamente el estilo de John Lennon. Hay momentos incluso en que parece escucharse la voz del ex Beatle muerto.

(Javier) En Cloud nine hay canciones con el sonido y las armonías vocales de los primeros discos de los Beatles ¿Lo ha hecho usted a propósito?

(George) Si, suena a Beatles porque se oye la guitarra de 12 cuerdas. Ese es el tipo de guitarra que estaba en los discos antiguos de los Beatles. La guitarra eléctrica con la que aparezco en la portada del disco es con la que tocaba cuando los Beatles no éramos famosos y actuábamos en Hamburgo. La he recuperado y toco con ella algunas canciones. Se la compré a un marino americano. Años después se la regalé a nuestro amigo Klaus Voormann (el que diseñó la portada del álbum Revolver), quien, a su vez, se le había dado a una mujer de la que ahora está separado. En contraste con la música de esta generación, que ha nacido con la música heavy, me hacía ilusión hacer un disco de hoy, pero que permitirá a la gente joven conocer lo que se hacía a finales de los años sesenta. En el disco hay canciones con música similar a la que hicimos los Beatles a finales de los años sesenta. Lo he hecho intencionadamente. No quería hacer mi música para encajar con los gustos de la compañía discográfica o amoldarme a los gustos del mercado. Tampoco quería parecer heavy metal. No quiero ser infiel a mí mismo. Me gusta este disco…, es tan viejo que parece nuevo.

(Javier) Al escuchar el álbum Cloud nine se tiene la sensación de que estaba usted cómodo y feliz durante la grabación.

(George) Y así era, porque estaba con Eric, Elton, Ringo y otros amigos a los que conozco hace muchos años, con los que me enrollo muy bien, y con los que estaba tocando a gusto. Elton John me pidió participar en el disco cuando se enteró que iba a hacerlo. Es un tío muy gracioso y un gran músico de rock and roll. Y de Ringo, ¿qué voy a decir?. Hemos vivido y tocado mucho juntos. No necesito explicarle nada. Oye la canción y enseguida coge la onda. Somos bastante parecidos en la manera de ver la música. Seguimos estando muy compenetrados, y además, somos buenos amigos.

(Javier) Invitó usted a viejos amigos a la grabación, pero ¿invitó a Paul McCartney?.

(George) No, no invité a Paul.

(Javier) Usted ha declarado recientemente que es bueno envejecer; que es hora de madurar dignamente…

(George) Sí, porque, después de corretear tanto cuando eres joven, de vivir frenéticamente tantas cosas, realmente se necesita algo de paz. Cuando éramos Beatles vivíamos en un torbellino permanente, era de locos. Conocimos montones de gente y países y no pudimos enterarnos casi nada porque nunca tuvimos un momento de paz. Por eso, desde hace unos años intento enterarme de lo que pasa. Eso sería raro si sólo me  pasara a mí, pero es que todos estamos envejeciendo juntos. Ringo y Eric Clapton envejecen conmigo y se hacen más simpáticos. Siempre les consideré amigos, pero después de la locura de los años jóvenes los encuentras de nuevo, los recuperas, y son incluso mejores amigos. Otra cosa que me obliga a madurar es mi hijo Dhany. Pretendo dedicarle tiempo y ser un buen padre, ejercer de padre.

(Javier) ¿Y qué dice su hijo Dhani de su nueva música?

(George) Le gusta. Venía del colegio y oía cómo preparábamos las nuevas canciones. De cuando en cuando tocaba al piano pasajes de alguna de las canciones del disco. A él le gustaba la canción Got my mind set on you (Dejé mi mente puesta en ti), que compuso a finales de los años cincuenta Rudy Clark. Yo tenía ganas de grabarla desde que estaba en los Beatles. La compañía discográfica ha escogido esta canción para lanzarla en un disco single. Dhany quería que fuera en el single incluso antes de que termináramos de montarla.
(Javier) ¿Le preocupa conectar con los gustos musicales de la nueva generación, de la de los hijos de los fans de los Beatles?

(George) Eso pretendo. Deseo que los jóvenes de hoy entiendan lo que hago. Conocen mi nombre y el de los Beatles. Además creo que esta música es más fácil de entender que alguna de las músicas que se han hecho en los años ochenta.

(Javier) Usted influyó decisivamente para que los Beatles buscaran un camino más introspectivo, que derivó en el descubrimiento de la mística oriental y de la meditación transcendental. ¿Qué queda hoy de aquella etapa en su música y en su forma de vida?

(George) Es algo que sigo llevando dentro, pero no hablo tanto de ello como antes. En el nuevo disco no hay canciones proclamando esa manera de ver la vida, como hice antes en otros discos, pero está ahí dentro. Está en el espíritu de la letra de algunas canciones. Y realmente mantengo una determinada espiritualidad, se trata de cómo eres a diario, cómo puedes sentir con un ser humano y cómo puedes mejorar.

(Javier) “Dulce Señor, realmente quiero verte, quiero estar contigo…”, decía su canción My sweet Lord. ¿Todavía cree en un sweet Lord?

(George) ¡Oh, sí!. Absolutamente.

(Javier) Si volviera a escribir hoy la canción, ¿mantendría la misma letra?

(George) Mantendría la misma letra; creo que la letra es verdad. Cambiaría únicamente unas notas en la melodía (Risas).

NOTA: En 1976 un juez norteamericano condenó a Harrison a pagar una elevada indemnización por considerar que My sweet Lord, que incluía que se incluía en el triple álbum All things must pass, de 1970, era un plagio inconsciente de otra melodía.

(Javier) ¿Reza alguna vez?

(George) Seguro. Yo medito. Meditación es rezar, es simplemente el pensamiento hecho más fuerte por el corazón. En yoga aprendemos de los chacras en el cuerpo; es decir, puntos de energía en la cabeza, en la garganta, en el pecho, en el estómago y en la espina dorsal. El yoga es una ciencia para utilizar las energías, y el cuerpo es como un receptor y transmisor de energía. Y rezar es una manera de transmitir ciertos pensamientos, y la chacra del corazón hay que saber utilizarla. En meditación controlas la mente para dejar de pensar…se queda uno tranquilo.

(Javier) En This is love (Esto es amor), una de las canciones más bellas del nuevo álbum, habla de los alcohólicos anónimos. ¿Lucharía contra el consumo de drogas con la letra de sus canciones o a través de una campaña?

(George) No me importaría.

(Javier) Según reconocieron hace años, en declaraciones a diversos medios de comunicación, los Beatles consumieron drogas – especialmente marihuana y LSD – desde 1965 a 1967. Esta influencia es palpable en el álbum Sergeant Peppers Lonely Hearts Club Band, grabado en 1966. Su incursión a partir de ese año en el mundo de la meditación trascendental, ¿le ayudó a abandonar el consumo de drogas?

(George) Creo que sí. El descubrimiento de la LSD fue algo que no pudimos evitar, porque a John y a mi alguien nos lo hizo probar poniéndolo en nuestro café y no lo sabíamos.

NOTA: En todas las biografías sobre el grupo y en declaraciones posteriores de Lennon se insistió siempre en que esa persona que les introdujo en el consumo de ácidos en 1965 fue un dentista amigo de Harrison.
Después de pasar por la experiencia del LSD no vuelves a ser como antes, pierdes la noción del ego; cambias porque ves muchas otras cosas que antes no percibías. La LSD hace que tu percepción sea diferente. Pero creo que si no hubiera tomado LSD no habría tardado mucho más tiempo en llegar a una actitud espiritual. Después de la LSD me di cuenta de lo que era Dios. Pero como pasa con el alcohol y otras drogas, si se consume demasiado es cuando se enloquece.

(Javier) No ha podido usted abandonar el vicio del tabaco…¿sigue siendo vegetariano y ecologista?

(George) Ecologista sí, pero ya con pescado y pollo. No comí nada de carne desde 1966 hasta 1979. Todos esos años estuve malnutrido, porque no sabías qué comer para reemplazar las proteínas. A partir de 1979 empecé a viajar a las carreras de Fórmula 1 del Grand Prix y estaba en Madrid u otras capitales del mundo, y era difícil comer en restaurantes y hoteles. Si no vas a los restaurantes indios, donde puedes comer lentejas y verduras, no puedes seguir una dieta vegetariana. Así que empecé a comer pescado y pollo.

(Javier) Es muy conocida su afición por la jardinería, pero no tanto su pasión por la carreras de coches de Fórmula 1 ¿Ha conducido alguna vez un prototipo?

(George) Me chiflan las carreras de coches, y sobre todo, los de Fórmula 1. He viajado por todo el mundo para verlas. Me fascina todo ese circo que se monta en torno a ellas y, por supuesto, me apasiona la velocidad. Yo he corrido carreras de motos cuando era chaval. En 1960 conduje un coche de fórmula, uno del piloto Sterling Moss… Tengo fotos. Luego, en 1978, di 18 vueltas al circuito británico de Brands Hatch con el coche del piloto inglés John Surtees. A mí siempre me ha gustado ir rápido y tener coches potentes (ahora conduce entre otros un Mercedes, un Porsche deportivo modelo Turbo 944 y un Ferrari) pero cada vez se puede correr menos. Hay atascos en todas partes, hasta en las autopistas.

(Javier) Se sabe poco de usted. Para nuestra generación usted era poco conocido; el raro, el tímido, el enigmático y, a la vez, tranquilo. Esta imagen sigue en pie. ¿Realmente usted es así?

(George) ¿Quieres decir si soy callado?

(Javier) Era usted, en cierto modo, un personaje misterioso para nuestra generación.

(George) Esta era una imagen que se daba, pero yo era tan ruidoso como cualquiera de los otros en ese momento. Pero a lo mejor tienes que mirar los signos astrológicos de los Beatles para entenderlo. Yo soy Piscis; Ringo, Cáncer; Paul, Géminis, y John, Libra. Estúdialos y veras como la conjunción es especial. Yo, desde luego, he dicho siempre, y lo mantengo, que no tengo un concepto de mi persona ni intento dar una imagen determinada. Lo que soy realmente sólo yo lo sé.

(Javier) ¿Qué queda de aquel inconformista Harrison, que llevaba ya la melena, que luego popularizaron los Beatles, cuando iba al instituto? ¿Se siente hoy un burgués?

(George) Sigo siendo inconformista a mi modo, porque siempre, incluso en la época de los Beatles, logré conservar un poco de individualismo. No soy para nada un hombre convencional. Pero… yo no me siento de ninguna clase social; vengo de una clase trabajadora, y supongo que siempre será parte mía.

(Javier) Las publicaciones sensacionalistas le han presentado en los últimos años como un hombre solitario, huraño, atemorizado tras la muerte a tiros de John Lennon en diciembre de 1980.

(George) Eso es cosa de los chismosos. De cuando en cuando me viene a la mente, como un flash, la imagen de la muerte de John. Algunas veces me pasa cuando alguien desconocido se dirige a mi por sorpresa…Pero no se puede tener siempre miedo. Yo hago una vida bastante normal. Lo que no hago es ir a cócteles, fiestas y discotecas. Vengo aquí de cuando en cuando, salgo con amigos a cenar o ver un partido de criquet – como he hecho alguna vez últimamente con Elton o Eric – y viajo por todo el mundo para ver carreras de Fórmula 1.

(Javier) ¿Cómo le afectó la muerte de Lennon?

(George) No creo que nadie deba morir así de esa manera, a manos de una persona loca. A mí la muerte de John me afectó, como a la mayoría de la gente. Es tan triste que pasara así, que una persona pueda malgastar la vida de otra…Y cuando tienes un amigo durante tanto tiempo, naturalmente es como perder a un miembro de la familia, tu padre o un hermano.

(Javier) Aunque usted hizo bellas canciones como I need you (del álbum Help!), If I need someone (de Rubber Soul) o Taxman, lo cierto es que no colocó una canción suya en el número 1 de las ventas hasta que en 1969 grabó Something, en el casi ya mítico álbum Abbey Road, meses antes de la disolución del grupo ¿No cree que fue usted incomprendido y su talento desaprovechado en la época de los Beatles?

(George) Eso es cierto. Y ello porque John y Paul eran demasiado protagonistas y absorbentes y además tenían una unión especial  para escribir canciones. Incluso el que fue productor nuestro tantos años, George Martin, me ha pedido perdón públicamente luego, diciendo que lo único que lamenta de la época de los Beatles es que no supo ver que yo tenía que ofrecer mucho más de lo que él creía. Él me dijo por teléfono “¿Me perdonas George?”. De todas formas hay un momento para todo, y en ese momento yo estaba marginado. Pero a la vez ello me alegraba porque me permitía ver lo que nos estaba pasando desde los dos lados: desde el punto de vista del espectador y desde el lado de los Beatles. Yo podía conectar mejor con el público que John o Paul, ya que ellos eran demasiado estrellas.

(Javier) Recuerdo haber leído en la revista Rolling Stone unas declaraciones de John Lennon en las que afirmaba que usted era un hombre invisible entre dos egomaniacos.

(George) Es absolutamente cierto.

(Javier) En 1970, John Lennon grabó un álbum, Mother (Madre), en el que había una canción denominada God, que era como una letanía, que concluía con un “No creo en los Beatles”. Lennon explicó luego que lo que pretendía decir es que no creía en los mitos. ¿Usted cree en los que hicieron los Beatles?

(George) Bien…creo que no hicimos nada especial. Sólo escribimos unas melodías, y éramos un grupo de pop. Intentábamos hablar un poco sobre la paz y el amor…pero los Beatles no creo que fueran tan importantes como los demás, e incluso John, pensaron. Creo que John estuvo convencido de lo importante que fue aquello.

(Javier) ¿Y puede explicar qué pasó a partir de 1962 para que los Beatles se convirtieran en un fenómeno mundial de masas?

(George) Otra vez creo que tienes que mirar la carta astral, nuestros horóscopos; creo que debe tener algo que ver con algo más profundo, con el karma; algo referido a vidas anteriores. Eso y las energías entonces existentes en todo el mundo, que confluyeron en aquel momento. Nosotros fuimos el detonante, el impulso. No es fácil de explicar, pero creo que fue mágico. Ahora bien, aquello no fue tan importante como la gente cree. Fue importante por la música, y la ropa, y las actitudes…Respecto al universo, sólo fue una gotita.

(Javier) ¿Hay algo de cierto en los repetidos rumores sobre una posible vuelta de los Beatles? Se ha hablado de Elton John, e incluso del hijo de John Lennon, Julian, para sustituirle.

(George) Eso son historias; cada seis meses alguien inventa una historia de esas. No hay ninguna posibilidad de que los Beatles vuelvan a existir. Aquello acabo definitivamente, se terminaron…¡absolutamente!. Es mejor dejarlo como era.
NOTA: George Harrison no habla de Yoko Ono y prefiere no aclarar de quien fue la culpa de la separación de los Beatles.
Respecto a sus relaciones con Paul McCartney, responde de forma algo irónica:
Somos amigos…me ha estado mandando postales apremiándome para que le mande una copia de mi nuevo disco. Bien, se lo he mandado y no he vuelto a saber nada más de él.

(Javier) ¿Cómo lleva lo de ser un mito viviente?

(George) Bueno, es duro porque otras personas tienen un concepto de ti que normalmente no es real. No es difícil vivir. Además, no voy por la vida pensando que soy un mito.

(Javier) Usted declaró hace años que a los Beatles trató de utilizarles políticamente el premier laborista Harold Wilson. ¿No ha intentado nadie utilizarle a usted con los mismos fines?

(George) …..

(Javier) ¿Cuál es su impresión de la situación política en un Reino Unido gobernado por Margaret Thatcher?

(George) No entiendo por qué la gente tiene que meterse en grupos. Dicen: yo soy izquierdista, yo derechista, yo del centro, soy católico, soy protestante, soy negro y soy blanco. No entiendo por qué a todo el mundo le gusta encasillarse y encasillarse. Yo no siento esa necesidad. Nací de la clase obrera. Ahora gano dinero como para ser un conservador, pero todo lo que puedo decir de la política es que realmente lo ideal sería que se pudiera votar sobre cada asunto. Si yo quiero pagar menos impuestos, tengo que votar a Margaret Thatcher, pero la señora Thatcher quiere tener bombas y armas nucleares, y yo no quiero. Si voto al Partido Laborista porque quieren quitar las bombas, corro el peligro de que acaben por quitarme mi dinero y mi casa. No me gusta ninguno de ellos. No me gustan los políticos; todos son mentirosos y tramposos, y todos buscan exclusivamente su propio poder. Son gentes de mentes estrechas. A mí me gusta Greenpeace. Me gusta la gente que intenta parar la contaminación de los océanos y que intenta salvar los bosques y las especies animales. 

(Javier) ¿Cree que el Partido Laborista puede cambiar las cosas en el Reino Unido?

(George) No. El Partido Laborista es basura.

(Javier) En 1979 usted declaró a una revista española que le gustaría votar a un partido ecologista.

(George) Es cierto, en Holanda y en la República Federal de Alemania hay partidos verdes cada vez más fuertes. En el Reino Unido, los green (verdes) han empezado a caminar. Yo les voté hace cuatro años…, pero la señora Thatcher ganó.

(Javier) ¿Le preocupa la amenaza nuclear?

(George) Yo creo que los políticos son las personas más tontas porque, incluso después de todo este tiempo, como dice Bob Dylan, “¿cuántas veces debe mirar hacia arriba un hombre antes de ver el cielo?” ¿Cuántas veces tienen que ver el problema para entenderlo?. Es una idea pasada de moda tener miedo de los rusos, miedo de Norteamérica; todo es un rollo de los políticos, que nos han enseñado quienes son nuestros supuestos enemigos. Por eso me alegro de haber tomado LSD, porque me di cuenta que el único enemigo que realmente tenemos es nosotros mismos; que a veces el enemigo de nuestro país está dentro del país mismo, y es el propio Gobierno, en ocasiones, el enemigo del pueblo. Y que os rusos son tan simpáticos…Hay buenos rusos, buenos americanos, gente buena en todas partes. La amenaza nuclear no puedo comprenderla; me parece que si los políticos no ven los peligros y que no hay sentido en ello es que son idiotas y todos ellos necesitan una dosis de LSD.

(Javier) ¿Sigue usted la marcha de los problemas de segregación racial en Suráfrica y otros países?

(George) Nunca me han molestado las gentes de otro color. A mí me gusta la gente rosada, marrón, verde…cualquier gente; otra cosa es si son gente buena o mala; pueden ser blancos buenos y negros buenos, blancos malos y negros malos. Me gusta la integración, la mezcla de razas. Es como las flores en el jardín…puedes hacer nuevas flores híbridas…y son más bellas.

(Javier) Y, ¿cómo ve el problema del terrorismo?

(George) ¿Los vascos?

(Javier) Por ejemplo.

(George) Tenemos el mismo problema con Irlanda. ¿Qué quiere la gente? ¿Los vascos quieren ser un país separado?

(Javier) Una parte de los vascos quiere la independencia…

(George) Pero ¿qué pasa si la región vasca se separa de España? ¿Podría sobrevivir?. El País de Gales, Inglaterra, Escocia podrían ser países separados, pero no veo por qué ni para qué. ES como hacer de cada barrio o cada calle un mundo diferente…Todo debe ser más abierto en vez de cerrarse. Hay que ir a la unidad antes que a la división.

(Javier) Desde su posición económica privilegiada ¿cómo siente usted el problema de la pobreza en el mundo?

(George) A mí el tema me preocupa mucho, y si usted recuerda, hice un concierto de carácter benéfico con destino a la población de Bangladesh y se sacaron muchos millones de dólares con el disco y la película. Sobre el tema de la pobreza otra vez echo la culpa al Gobierno, que prefiere gastar todo ese dinero en armamento bélico. Se podría erradicar la pobreza del mundo en un mes si los Gobiernos fueran realmente humanitarios, si tuvieran algo de corazón y de alma, no habría pobreza. Podrían erradicarla con el coste de alguno de esos cohetes que a diario compran. Realmente, el hombre ha hecho el problema. Es la gente que tiene dinero la que sólo está interesada en ganar más dinero, la que trata de protegerlo con esta carrera de armamentos. Si no tuvieran miedo a perder algo de ese dinero, si creyeran en algo más profundo, podrían utilizar parte de ese dinero en hacer cosas prácticas, como por ejemplo, hacer del Sahara un bosque tropical húmedo. Aunque estamos a final de siglo, seguimos atrasados. Tenemos una tecnología fabulosa, pero resulta un atraso no haber logrado erradicar el hambre de una gran parte del mundo.

(Javier) Usted se ha referido a la amistad como una de las cosas más importantes por las que se puede seguir viviendo, y ha dado prueba de ello en sus relaciones con Eric Clapton. Su esposa, Pattie Boyd le dejó y se fue con él, su mejor amigo…

(George) Y nadie puede creer que seamos amigos…todos creen que debimos pelearnos. Él no está ya tampoco con mi ex esposa, su relación ha terminado. Eric y yo nunca hemos dejado de vernos. Los músicos somos personas raras, y con todas las experiencias que hemos tenido descubres que hay cosas que son realmente importantes, como es la amistad. Yo creo que el alma está en este cuerpo y pasa esta vida por un periodo limitado de tiempo. Todos tus amigos, la gente a quien quieres y a quien odias, son como las mismas almas que van y vienen. A veces tus amigos no son solamente gente a quien conoces en esta vida. Yo siento que Eric es como mi hermano. Estoy muy unido a él y le quiero como a mi familia. No creo que eso sea extraño. Creo que hay almas que están conectadas. Eso pasó con Lennon, McCartney, Ringo y yo…No es cosa fácil de entender. ¿Por qué esas cuatro personas nacieron en aquel lugar y se juntaron para esa única cosa…? Yo reconocí, la primera vez a Eric Clapton, la primera vez que le vi, como si le conociera de antes. No estaba seguro de en qué grupo trabajaba…simplemente había algo que me llamó la atención. Algo así pasó también con Ravi Shankar. Es algo místico. Así que ninguna esposa, mujer o guitarra se van a cruzar en nuestra amistad. Y me alegro que él lo reconozca también.

(Javier) En 1978 usted constituyó con su socio Denis O´Brien la compañía cinematográfica Handmade Films, que tuvo su gran éxito inicial en la producción de la película La vida de Brian, que les reportó beneficios de 35 millones de dólares. Desde ese año usted dedica cada vez más tiempo al mundo del cine. ¿En qué consiste su trabajo en la compañía?

(George) Somos especialmente una compañía productora, que se autofinancia suficientemente. El éxito de Handmade Films es que hemos apostado por guionistas y directores jóvenes y valientes. A veces viene a Handmade una película que ya está preparada para hacer y sólo la financiamos. Otras veces encargamos guiones de películas que tardan en hacerse hasta 3 años. Hay muchos proyectos en marcha. Solemos hacer películas de bajo presupuesto. En ocasiones no me intereso en una película hasta que comienza el rodaje y voy a ver las primeras pruebas; otras veces, ni acudo al set. Hay veces como el caso de la película de Madonna Shanghai Surprise, en la que además compongo la banda sonora. De todas formas, este año, con la grabación del disco, tengo un poco abandonada la compañía. Aquí hay buena gente. Además, yo no quiero venir a trabar a estas oficinas cada día…dejaría de ser una afición esto. No quiero hacer de ello una nueva profesión.

(Javier) Pero, ¿no le apetece ser director o actor en una de sus películas?

(George) No me importaría ser director. Yo nunca quise ser actor, actuar es el trabajo más aburrido del mundo. Realmente lo es. Te sientas por allí, siempre estás esperando hacer una escena. Es muy, muy aburrido.

(Javier) Pues yo conozco a bastantes mujeres que siempre han pensado que usted tiene el físico más interesante de los cuatro Beatles…

(George) No me gusta actuar…soy demasiado retraído. Yo preferiría ser invisible. Sería mejor.





John, Paul, George, Ringo… and Bert. Un musical sobre los Beatles


1974 fue el año en el que pareció que podría cumplirse el sueño más deseado por los fans de los Beatles, que volvieran a reunirse como grupo. Cuatro años después de la separación los cuatro sacaron disco y proseguían con sus carreras en solitario. 1974 fue el año en el que George salió de gira por Norteamérica y John y Paul iniciaron un acercamiento e incluso llegaron a tocar juntos, durante “el fin de semana perdido”, aquellos meses que John y Yoko pasaron separados. En 1974 también coincidieron dos musicales que tenían que ver con los Beatles. Uno se estrenó en el off Broadway de Nueva York, bajo el nombre Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band on the Road, inspirado libremente en algunas canciones de la banda. John Lennon asistió a un ensayo de la obra acompañado por May Pang y Peter Brown, el que fuera asistente de Brian Epstein y los Beatles hasta la disolución de la banda.

Sin embargo, quiero detenerme en el musical que se representó en Inglaterra. Titulado John, Paul, George, Ringo… and Bert, fue escrito por Willy Russell y se estrenó el 21 de mayo de 1974 en el Everyman Theatre de Liverpool. La obra contaba la historia de la banda desde sus inicios en The Cavern hasta su ruptura en 1970, a través de los ojos de un Beatle ficticio, Bert McGhee, expulsado por tocar el acorde equivocado, “confundió un acorde de A menor con un G de séptima”. Bert se convertía en fan del grupo y, desde la lejanía, seguía su imparable carrera. Una de las curiosidades de John, Paul, George, Ringo… and Bert residió en que las canciones de los Beatles eran interpretadas al piano por una mujer, la cantante y pianista Barbara Dickson. Nacida en Escocia en 1947, se convirtió en una figura conocida en el circuito folk británico de finales de la década de 1960, aunque su gran oportunidad llegó de la mano de Willy Russell, que entonces dirigía un club de folk en Liverpool. Russell mostró a Barbara Dickson un borrador de lo que se convertiría en el musical John, Paul, George, Ringo… and Bert y le propuso que interpretara la música. La cantante lo explicaba así en el diario Liverpool Echo: “Alan Dossor, el director artístico del Everyman Theatre, se mostró escéptico sobre que una cantante folk hiciera versiones de las canciones de los Beatles. Pero Willy [Russell] no quería cuatro tipos porque habría demasiadas comparaciones”. Los Beatles fueron interpretados por los actores Anthony Sher (Ringo Starr), Trevor Eve (Paul McCartney), Bernard Hill (John Lennon) y Philip Joseph (George Harrison), además de Robin Hooper (Brian Epstein) y George Costigan (Bert). Podemos hacernos una idea sobre cómo fueron las representaciones observando diferentes galerías de imágenes de la obra que aparecen en la red y en las que se ve a los actores vestidos con la icónica ropa de las diferentes etapas de su carrera, como las prendas de cuero que vestían en Hamburgo, los trajes de cuello redondo y los peinados moptop de sus primeros éxitos, los uniformes psicodélicos del Sgt. Pepper o la recordada ropa del concierto de la azotea. En las fotos se aprecia a los actores caracterizados para teatro con pelucas, narices y bigotes postizos y un maquillaje exagerado. Componen una imagen entre extraña y perturbadora, pero acorde a una representación teatral donde los personajes son vistos desde el patio de butacas.

El Everyman Theatre estaba considerado una institución teatral en Liverpool, aún tiene su sede en Hope Street, una zona del centro de la ciudad conocida por su ambiente bohemio. El edificio fue construido en 1837 como capilla y en 1912 pasó a ser un cine. Transformado en teatro en 1964, aquel espacio comunitario pronto fue reconocido por su talante innovador. El Everyman Theatre fue demolido en 2011 debido al mal estado en que se encontraba, y reabrió en 2014 tras ser completamente reconstruido. En 1970 Alan Dossor se había convertido en director artístico del teatro y apostó por una programación comprometida, buscando acercarse a “una audiencia joven, articulada y de clase trabajadora”. En el Edinburgh Fringe, un reconocido festival alternativo de artes escénicas, Dossor conoció al joven dramaturgo Willy Russel, un ex peluquero de señoras que se preparaba para convertirse en maestro. En enero de 1974 Dossor encargó a Russell, que siendo adolescente había visto actuar a los Beatles en The Cavern, una obra sobre ellos. Finalmente escribió y montó la obra en tan solo cuatro meses. Rusell reconocía que en aquella época la relación de los Beatles con Liverpool era muy diferente a la de ahora, cuando son uno de los principales activos de su ciudad natal. “Liverpool le había dado la espalda completamente a los Beatles, eran un grupo que se había separado, fin de la historia. En ese momento, no había idea de que alguna vez se convertirían en esta característica cultural masiva de la vida de Liverpool”, explicaba en 2006 en el libro Writing Liverpool: Essays and Interviews. No hay duda de que, en ese aspecto, Dossor fue un visionario y además eligió a un prometedor autor, que con los años escribió obras tan exitosas y recordadas como Educando a Rita, obra de teatro estrenada en 1980, adaptada al cine en 1983 y protagonizada por Michael Caine y Julie Walters, o Shirley Valentine, obra de teatro de 1986, estrenada en cine en 1989, donde fue protagonizada por Pauline Collins. John, Paul, George, Ringo… and Bert se representó en Liverpool durante ocho semanas con gran éxito de taquilla y reseñas positivas de la crítica. La gran acogida animó al productor teatral Michael Codron y a Robert Stigwood, empresario, productor y manager de los Bee Gees, a llevar el espectáculo a Londres. Se estrenó en el Lyric Theatre del West End el 15 de agosto de 1974, y estuvo en cartel durante un año. Tuvo además una buena acogida de la crítica y consiguió varios premios. En diciembre de 1974, obtuvo el premio al Mejor Musical de estreno en una encuesta entre varios críticos de teatro de Londres, realizada por la revista Plays and Players. En enero de 1975 ganó el premio Evening Standard al mejor musical de 1974.

Una obra de estas características tenía que crear, irremediablemente, polémica. Y llegó de la mano de George Harrison, el único Beatle que fue al teatro a verla. Hay informaciones contradictorias sobre cuándo vio George el musical, aunque hay quien lo fecha en octubre de 1974 en Londres. En una entrevista en el número de septiembre de 1975 de la revista Melody Maker se contaba que George había abandonado el teatro durante el intermedio de la obra. “No pudo soportar el dolor de verse a sí mismo durante los años de los Beatles, recreados de nuevo tan asombrosamente, preguntándose si el espectáculo era necesario. El primer Beatle en ver la obra había acudido persuadido por su íntimo amigo Derek Taylor”. El ex jefe de prensa de los Beatles, comentaba así el comportamiento de George: “Se le hizo muy duro verla y a mí se me hizo duro estar sentado a su lado. Fue un auténtico sufrimiento para él. No era de extrañar que no la disfrutara, después de todo, no se mostró muy entusiasmado con la historia de los Beatles mientras sucedía”. Según se cuenta, George pidió que retiraran del musical su canción “Here Comes The Sun”, que fue reemplazada por el tema de Lennon-McCartney “Good Day Sunshine”. Poniendo en contexto en qué momento se encontraba George, hay que recordar que Pattie Boyd acababa de abandonarle, se había marchado con Eric Clapton en julio de ese mismo año. La pérdida de su compañera se producía en uno de los momentos más desequilibrados de la vida de George, en medio de una profunda crisis espiritual, abusando de las drogas y el alcohol y con más trabajo del que podía acometer. George todavía recordaba con horror la obra cuando le preguntaron por ella en una extensa entrevista en la revista CREEM, publicada entre diciembre de 1987 y enero de 1988. En ella dedicó palabras muy duras a John, Paul, George, Ringo… and Bert: “(…) le dije [a Derek Taylor] que o nos marchábamos o saltaría hacia el escenario y estrangularía a esos tipos. Fue algo horrible. Todos esos idiotas actuando, como digo en “Devil’s Radio”, hablando de lo que no saben. Eran cotilleos, como una caricatura de los Beatles, tan inexacto que resultaba nauseabundo haber sido uno”, lamentaba.

Se cuenta que para el estreno John Lennon había enviado un mensaje grabado de buenos deseos dirigido “a Bert”, pero no volvió a mencionar la obra. Igual sucedió con Ringo Starr. A pesar de que la prensa de Liverpool afirmaba en agosto de 1974 que Paul McCartney había leído el guion de John, Paul, George, Ringo… and Bert y lo había aprobado, unos fragmentos de la obra que aparecieron posteriormente en la BBC le enfurecieron. Al parecer, la forma en que habían sido montados daba a entender que él era el causante de la ruptura de los Beatles. Parece que se la guardó y, cuando en abril de 1975 se anunció que Robert Stigwood produciría la adaptación cinematográfica de la obra, Paul lo bloqueó. Philip Norman afirma en su biografía de McCartney que Paul usó su influencia con Associated Television para impedir que el proyecto siguiera adelante. Stigwood perpetraría en 1978 aquel desatino protagonizado por los Bee Gees en la película Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, quien sabe si como venganza. Al menos hubo alguien cercano a la galaxia Beatle que no tuvo problemas con John, Paul, George, Ringo… and Bert. El hermano de Paul, Mike McCartney, afirmó que la obra valía la pena.

Cuando en 1975 la obra salió de gira por el país, el elenco cambió. La interpretación corrió entonces a cargo de Stephen Mackenna (John), George Panther (Ringo), Nigel Hughes (Paul) y Lloyd Johnston (George). Las canciones fueron interpretadas en aquella gira por Eileen Woodman, que había sido integrante de The She Trinity, un grupo pop de chicas activo durante la década de 1960. El papel de Bert recayó en alguien muy cercano a uno de los Beatles. Se trataba de Arthur Kelly, un amigo de infancia de George Harrison, con quien montó su primer grupo, The Rebels, y al que dedicó un homenaje en A Hard Day’s Night, en la escena en la que, tras ser preguntado por el nombre de su peinado, George respondía con un lacónico “Arthur”. Esa era la clase de bromas gamberras con las que tanto disfrutaba George y que incluso llegó más lejos. En diciembre de 1965 los cuatro Beatles hablaron para el Sunday Mirror con una entonces debutante Annie Nightingale sobre sus mejores amigos. George mencionó a Arthur Kelly, a quien conocía desde los doce años: “El resultado más divertido de mi amistad con Arthur es que la discoteca de Sybil Burton (primera esposa de Richard Burton) en Nueva York lleva su nombre, aunque ella no sabía el verdadero motivo en aquel momento”. George reconocía en la entrevista que los dos seguían siendo amigos. El propio Arthur contaría años más tarde que George le ayudó a encontrar trabajo como actor, pero el tiempo llevó a Arthur a distanciarse, finalmente incomodado por la enorme fama que había alcanzado su amigo. En una divertida pirueta del destino, el intérprete de Bert, aquel supuesto Beatle al expulsaban de la banda, pudo haber sido un Beatle en la vida real. Arthur contaba que conoció a Paul y John a través de George y salía con ellos en ocasiones. Según recordaba, George le ofreció que les acompañara a Hamburgo como bajista. Pero a los padres de Arthur no les pareció una buena idea y John Lennon animó a su amigo Stuart Sutcliffe a comprar un bajo con el dinero que había ganado tras vender uno de sus cuadros. El resto ya es historia de la música. Además de su interpretación de aquella especie de alter ego en John, Paul, George, Ringo… and Bert, Arthur Kelly ha tenido una larga, aunque discreta, carrera como actor.

Por si esto no fuera suficiente, también se editó un álbum con las canciones del musical, lanzado en 1974 por RSO Records, un sello discográfico fundado por el empresario del rock y de los musicales Robert Stigwood en 1973. La portada del disco fue diseñada por Antony Sher, un actor, escritor, pintor y director de teatro británico de origen sudafricano que tuvo relación en aquella época con el Everyman Theatre de Liverpool. Entre las canciones de los Beatles que aparecían en el disco, también interpretadas por Barbara Dickson, se encontraban “I Should Have Known Better”, “Your Mother Should Know”, “Penny Lane”, “The Long And Winding Road”, “Lucy In The Sky With Diamonds” o “Here Comes The Sun”, que sí salió en el disco aunque George Harrison la hubiera vetado en la obra de teatro.



*Fotos: Meet The Beatles For Real y Rubber Souls.

The Beatles La alucinante (para mí) historia de la portada de Revolver


Este 5 de agosto se cumplen 53 años de la publicación de “Revolver”, una de las obras cumbres de los Beatles. El séptimo álbum de estudio de la banda supuso tal vez un punto de inflexión hacia la experimentación y la psicodelia, tras el giro que habían dado con el “Rubber Soul”, el disco en que abandonaban definitivamente las canciones pop “bonitas”, optimistas y románticas para adentrarse en unos caminos ciertamente apasionantes en lo musical, vital y compositivo.
Considerado uno de los mejores álbumes de todos los tiempos, en “Revolver” hay una apabullante mezcla de estilos, saliendo mucho más que airosos en todos ellos, la psicodelia de «Tomorrow never knows», la música hindú de «Love you to», los arreglos de cuerda de «Eleonor Rigby» (siempre me conmoverá hasta las lágrimas), la delicadeza de «Here, There and Everywhere»… En fin, cómo seguir. Se considera un álbum experimental que sigue de absoluta actualidad en este 2019 que continúa mirando con asombro el trabajo de los cuatro muchachos, y con rendida admiración y gratitud por mi parte. Todos hemos leído sobre la influencia del LSD en alguna de las canciones y sobre las innovaciones técnicas que se introdujeron en la grabación de este disco. Los Beatles ya no grababan álbumes a toda prisa, tenían tiempo, dinero y poder para experimentar, investigar y recrearse hasta lograr el resultado deseado. Mucho tuvo que ver en esta grabación el ingeniero de sonido Geoff Emerick, fallecido el año pasado y del que os recomiendo si no lo habéis leído su libro “El sonido de los Beatles”, repleto de anécdotas y vivencias de su trabajo con el grupo.
Como anécdota, se cuenta que para el disco se barajaron nombres como “Abracadabra” (menos mal que no prosperó la idea), “Beatles On Safari”, “Bubble and Squeak”, “Free Wheelin’ Beatles” y “Magic Circles”. En julio, un mes antes de su publicación, se decidió el nombre por el que todos le conocemos, imposible imaginar otro, referido al parecer al giro del vinilo y no a una pistola.
Uno de los aspectos que a mí me llaman más la atención de “Revolver” es su portada, los que habéis leído algo mío sabréis que para mí el tema gráfico es algo muy importante. Debo decir que de pequeña esta cubierta me daba cierto mal rollo, con sus caras inquietantes, en especial la de George. Compré el CD hace unos cuantos años pero en 2012, cuando las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Londres volvieron a activar mi voracidad musical, encontré información muy interesante sobre cómo se gestó aquel icónico trabajo. Me quedé entonces con las ganas de escribir algo… y hasta hoy.  
La ilustración de la portada fue creada por el bajista, diseñador y fotógrafo alemán Klaus Voormann, uno de los viejos amigos de los Beatles de los días de Hamburgo. Me detendré más tarde en su figura y su relación con la banda pero ahora paso a hablar sobre el fascinante diseño que nos ocupa.
En un principio la idea era que se encargara de la portada Robert Freeman, cuyas fotografías ilustraron los discos “With the Beatles”, “Beatles for Sale”, Help! y Rubber Soul. Como curiosidad, tuve la inmensa suerte, desaprovechada, de conocer y entrevistar a Robert Freeman en 1995 durante la inauguración de una exposición suya en Madrid. Robert, amante de España y del flamenco, hablaba un correctísimo español y resultó ser un hombre absolutamente encantador. Me queda la pena de no haber hablado mucho más con él, mi timidez y la impresión de estar ante una figura como la suya me impidieron conversar más allá de las preguntas de la entrevista. La idea que Freeman presentó para el Revolver era una composición con diferentes imágenes de los cuatro que al girarse se fundían en una sola. Una idea que no entusiasmó a nadie y que se desechó. Freeman no volvería a trabajar con los Beatles aunque su relación siguió siendo buena.

Se le encargó entonces a Klaus Voorman, que se había trasladado a Londres. Su idea consistió en bocetar de memoria cuatro primeros planos de los miembros del grupo. Cuando trabajó sobre los retratos, tuvo problemas para dibujar a George, recortó los ojos y la boca de una foto suya y se los pegó al dibujo; creo que de ahí proviene el mal rollo que siempre me ha producido esa imagen de mi músico favorito.
A partir de las caras desarrolló un collage con pequeñas imágenes de los cuatro. Se dice que lo completó en la casa de John en Kenwood, recortando imágenes de periódicos y revistas. Así vemos a John con barba, a George con un salacot, a Ringo con un bañador a rayas de cuerpo entero en un extraño ángulo, además de una serie de pequeños dibujos.
Voorman temía la reacción de Brian Epstein y de la discográfica una vez presentada la obra. Sin embargo, les gustó. Y mucho. Un año después, en marzo de 1967 la portada de Revolver recibió un premio Grammy.
Para la contraportada se usó una foto en blanco y negro realizada por Robert Whitaker, donde los cuatro aparecen con gafas de sol. El CD que tengo en casa no tiene foto, tan sólo la lista de canciones sobre un fondo blanco. Whitaker fue el autor de las truculentas fotos de la “portada del carnicero” del álbum “Yesterday and Today”, otra historia maravillosa.
Y ahora voy con ese repaso a la fructífera relación de Klaus Voorman con los Beatles. Nacido en Berlín en 1938, recaló en Hamburgo en 1956 para estudiar en una escuela de arte. Allí conoció a la fotógrafa Astrid Kirchherr. La historia es sabida, conocieron a los Beatles en el club Kaiserkeller, durante la tremenda estancia del grupo en Hamburgo; se hicieron todos muy buenos amigos, Astrid les hizo fotos, se enamoró de Stuart Sutcliffe, amigo íntimo de John Lennon y bajista de The Silver Beatles por entonces y fueron novios hasta la repentina muerte de éste en 1962. Una de las historias más atractivas de la prehistoria Beatle y que se reflejó en una película de 1994, “Back Beat”, protagonizada por Stephen Dorff.
Voorman mantuvo siempre una estrecha relación con los miembros de la banda. Tocó el bajo en varios discos y conciertos de John, George y Ringo, formó parte de la Plastic Ono Band, participó en el Concierto por Bangladesh organizado por George Harrison en 1971 y formó parte de la banda del Concierto por George, el homenaje que se le hizo a Harrison en 2002, tras su muerte un año antes. Colaboró con ellos como artista gráfico en más ocasiones, por ejemplo en la cubierta del single de George «When We Was Fab» de 1988, para el que hizo un dibujo del estilo del de Revolver pero actualizado a los ochenta, o en el diseño de los tres álbumes de “The Beatles Anthology” de 1995 con un largo collage que representaba diferentes etapas del grupo.
Por último, mi agradecimiento al blog Beatles y solistas, de donde he sacado gran parte de la información y las fotos.

“La Guía” de José Luis Gilsanz, para saber todo sobre The Beatles


“Nunca discutas con un beatlémano, lleva razón siempre”, escuchado en la presentación de “La Guía The Beatles” en Madrid.
Mi primera pieza escrita para una radio profesional tuvo como protagonistas a The Beatles. Corría el verano de 1994 y yo era becaria en Las Mañanas de Radio Nacional. Se celebraba alguna convención Beatle, ahora no lo recuerdo bien, y elegí la noticia como tema para escribirle un texto al presentador, Salvador Barber, que cubría las vacaciones de Julio César Iglesias. Barber preguntó al salir del estudio quién lo había escrito. Resultó que le había gustado mucho. Debo decir que en su maravillosa voz de curtido hombre de radio mi pieza sonaba especialmente bien. Por entonces los Beatles eran ya una de mis bandas favoritas pero en aquella época aún pre Internet era muy complicado encontrar información sobre mis ídolos. Los pocos datos que tenía los conseguía a través de recortes de periódicos y revistas que iba atesorando con muchas ganas y el libro sobre la banda de Alan Dister, publicado en la colección Los Juglares de la editorial Júcar en 1974. Los años, la red, nuevos libros y el visionado de varios documentales me han permitido aumentar mi conocimiento sobre la banda más influyente de la historia.
Algo así, pero a lo bestia, lleva décadas haciendo el segoviano José Luis Gilsanz Román, autor de “La Guía The Beatles” publicada por Sílex Ediciones. Porque si de verdad queremos conocer todo, “y cuando digo todo, es todo” sobre los cuatro de Liverpool, este es nuestro libro. Un trabajo indispensable para beatlémanos, fans, seguidores, estudiosos de la banda o amantes de la buena música, que cuenta además con una preciosa portada diseñada por el artista Álvaro Ortega, en la que se recogen diferentes momentos de la breve e intensa carrera del grupo, desde la trepidante carrera del inicio de “A hard day’s night”, hasta el mítico concierto en la azotea de Apple Corps, del que han cumplido 50 años el pasado 30 de enero.
“No es un libro de lectura al uso”, en realidad se trata de una completísima guía repleta de datos y curiosidades para la que el autor ha hecho un trabajo de recopilación tremendo, porque aunque hoy en día exista Internet, no todo lo que aparece en el libro podemos encontrarlo en la red. Además su autor nos ofrece la información perfectamente recopilada y ordenada. José Luis explica que todos los datos que se ofrecen en “La Guía The Beatles” están contrastados a través de diferentes fuentes. El libro se cierra en 1970, año de la separación de la banda. Posterior a esa fecha sólo se ha incluido la discografía del grupo que se ha publicado tras de su separación. En el libro también se incluyen grabaciones en solitario anteriores a la ruptura y las grabaciones del Star-Club de Hamburgo recogidas en 1962 y publicadas en 1977.
José Luis Gilsanz explica que una parte importante de los datos empezó a recopilarlos en su juventud, mucho antes de que existiera Internet. Lamenta no haber podido ver a los Beatles en sus conciertos españoles del año 1965, “era aún un niño y vivía en Segovia”. Aunque ya era fan del grupo y siguió su estancia en nuestro país a través la atípica prensa musical de la época, en unos años en los que en España vendían más las versiones de los Mustangs que las grabaciones originales. Terrible. Hacia 1980 el autor se hizo con el primer libro en español dedicado al grupo, con lo que amplió su recopilación de datos sobre la banda.
“La Guía The Beatles” está repleta de datos apasionantes, curiosos, sugerentes o sorprendentes. Así, podemos encontrar detallada información sobre LPs, singles, conciertos, giras, películas, instrumentos, grabaciones, incluso un sinfín de curiosidades como las casas donde vivieron, sus apariciones radiofónicas, sus lugares en Londres, su estancia en España, o un completo listado de familiares, amigos, empleados o novias. Llena de curiosidades, como que en el total de la carrera de los Beatles hay más composiciones de Lennon que de MacCartney; o comparaciones entre la discografía oficial inglesa, con catorce discos, y la americana, con veintitrés. Resulta casi increíble el dato sobre la enorme cantidad de conciertos que ofrecieron, teniendo en cuenta que su última gira la hicieron en 1966. Agotador fue su nivel de trabajo, a los conciertos había que añadir las grabaciones de singles y discos y la composición, además de su participación en programas de radio y televisión, todo tipo de promociones y el rodaje de sus películas. Otra curiosidad es la grabación en un solo día de once temas o el día y medio en que tardaron en grabar un álbum completo. Brutal.
José Luis confiesa que sus principales fuentes para este trabajo han sido los libros “The Complete Beatles Chronicle” de Mark Lewisohn, “Los Beatles, día a día” de Barry Miles, “Revolution in the Head” de Ian MacDonald o las publicaciones sobre la banda de Jordi Sierra I Fabra. A partir de 1997 aparece un incipiente Internet que pronto se llenaría de información sobre nuestros héroes, pero para entonces José Luis explica que ya tenía muchos datos recopilados. También se ha apoyado para este trabajo en el Sergeant Beatles Fan Club de Zaragoza, que se disolvió en 2017, tras 25 años de intensa actividad y haber llegado a contar con más de 1.900 socios por todo el mundo.
En “La Guía The Beatles” lo podemos encontrar todo. Como explicaba Jesús Ordovas durante la presentación madrileña del libro, incluso una dirección que nos “contagiaría del genio Beatle”, el bar que está enfrente de donde se situaba el mítico The Cavern, que curiosamente aún existe y se llama Grapes (uvas). O, como también reflexionaba Ordovás, nos puede resultar muy útil para viajar a Liverpool sin andar merodeando para encontrar los lugares Beatles, tal y como le sucedió a él la primera vez que fue a hacer un reportaje a Liverpool con la tele: “no sabíamos dónde estaban las casas en las que vivieron los Beatles en su infancia y juventud, ni la calle Penny Lane, Strawberry Fields o St. Peter’s Church”. Todo lo podemos encontrar en “La Guía The Beatles”, una labor acometida por José Luis Gilsanz que realmente impresiona.
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“My Generation”. Festiva celebración de una década prodigiosa


El ya veterano festival de documentales In-Edit nos ofrece la posibilidad de ver en pantalla grande “My Generation”, hecho que coincide con la lectura de las primeras páginas del magnífico libro sobre The Kinks “Amanecer en Waterloo” (Manuel Recio e Iñaki García, editado por Silex), una de aquellas grandísimas bandas que surgieron durante la década prodigiosa que retrata el documental. Aquellos maravillosos sixties supusieron en Inglaterra una explosión de color que dinamitó década de los 50, marcada por la escasez y la posguerra.
Dirigido por David Batty y producido y narrado por el actor Michael Caine, “My Generation” realiza un amplio recorrido por la escena de la moda, fotografía, cine y música en el Londres de la década de los 60, una fascinante revolución cultural llevada a cabo por jóvenes, en muchos casos de clase trabajadora. Toda una década rebosante de optimismo, diversión, creación y de ruptura de reglas, que marcó los años de juventud de sus protagonistas, “los mejores años de nuestras vidas”, como afirma Michael Caine en un momento del documental.
Uno de los catalizadores de aquellos cambios fue la recuperación de la economía británica, tras la Segunda Guerra Mundial, que había dejado una Gran Bretaña devastada, y la dura posguerra que vivió la generación anterior a la de nuestros protagonistas. Roger Daltrey, cantante de The Who, explica que “todo era gris”, pero los jóvenes fueron los encargados de poner el color. Por primera vez el futuro iba a ser manejado por la gente joven. Se saltaban las reglas y rompían con lo establecido, se cuestionaron los valores morales de la anterior generación. La nueva generación se merendó con desparpajo a la de sus padres.
El delicioso montaje de “My Generation” muestra a un Michael Caine “saltando” entre pasado y presente con su característica picardía, al mezclar con acierto imágenes de su juventud con las actuales. Así, un joven Caine entra en un edificio y al traspasar la puerta aparece el Caine anciano o nos hace un guiño conduciendo aquel Aston Martin DB4 original de su película “Un trabajo en Italia” (1969). El actor introduce los testimonios (sólo en audio, no vemos su aspecto actual) de destacados protagonistas de aquel Swinging London, como el fotógrafo David Bailey, las diseñadoras Mary Quant (creadora de la minifalda) y Bárbara Hulanicki (artífice de la boutique BIBA), los músicos Paul McCartney y Roger Daltrey, la modelo Twiggy, el peluquero Vidal Sassoon, las cantantes Marianne Faithful y Sandie Shaw o la actriz Joan Collins. La ciudad de Londres se convierte en un personaje más del documental.
Michael Caine, que “no siempre fue Michael Caine”, nació con el nada sugerente nombre de Maurice Joseph Micklewhite. De origen humilde, su madre era limpiadora y su padre trabajaba en un puesto de pescado, era un poco mayor que aquellos jovenzuelos, nació en 1933 y como explica en la película ya había cumplido los treinta cuando todo estalló. Su origen y su marcado acento cockney, como se conoce a “los habitantes de los bajos fondos del East End” de Londres, habría sido un impedimento para dedicarse al cine. Pero en los dulces sixties todo era posible, incluso que aquel joven actor interpretara a un estirado oficial de clase alta en el filme “Zulú” (1964).
La calidad y variedad visual de “My Generation” deja apabullado al espectador. Una de las grandes bazas del documental es la ingente cantidad de material de archivo, en muchas ocasiones inédito, que han utilizado para su realización. La película tardó cinco años en terminarse, es de imaginar el arduo trabajo que se empleó en rastrear todo el material. Los números son apabullantes: “más de 1.500 horas de filmación, 500 horas de audio y decenas de miles de fotos fijas”, para lo que tuvieron que contactar con más de 500 personas y empresas.
La banda sonora juega un papel muy importante en la película, no en vano la música fue el detonante de la revolución cultural de los sesenta. Para una apasionada de aquellos ritmos, como lo soy yo, el documental supone perderse en la más surtida pastelería o en el país de las maravillas. La banda sonora es de super lujo y junta a los tres grupos más destacados de la época: The Who y My Generation (que da nombre al documental), The Rolling Stones con Satisfaction o Jumpin' Jack Flash y The Beatles, tocando en The Cavern uno de sus primeros temas Some Other Guy. También aparecen The Animals y su We Gotta Get Out Of This Place, Thunderclap Newman con Something In The Air, The Yardbirds, Jimi Hendrix, The Kinks con maravillas como Death End Street o Waterloo Sunset y Cream  entre otros, protagonistas de la llamada “invasión británica”, con la música pop británica convertida en un fenómeno de masas a nivel mundial. Las Escuelas de Arte jugaron también un papel muy importante en aquella explosión cultural. Músicos como John Lennon, Ray Davies o Pete Townshend pasaron por escuelas donde tomaron contacto con las artes gráficas y visuales.
Otro aspecto de aquel movimiento cultural fue el acceso de aquellos jóvenes a los medios de comunicación. Consiguieron protagonizar sonadas actuaciones en programas de televisión y ocupar cientos de horas de radio. En un primer momento la cadena pública BBC se resistió a dar espacio a aquellos alocados melenudos, surgiendo una serie de emisoras piratas donde se programaba con absoluto entusiasmo a las bandas jóvenes. “My Generation” se hace eco del caso de Radio Caroline, radio pirata que inició sus emisiones en marzo de 1964. Las imágenes de aquella radio pirata, montada en un barco anclado en aguas internacionales para evitar la persecución de las autoridades, remiten a la deliciosa película “Radio Encubierta” (“The Boat That Rocked” de Richard Curtis, 2009). Los disc jockeys eran a su vez pequeñas celebridades que congregaban ante sus emisiones a miles de seguidores de aquella música.
La moda también fue protagonista de la época. La década trajo la minifalda, creada por la joven diseñadora Mary Quant. Supuso un escándalo y en el documental vemos cómo los escaparates donde se exhibía aquella mínima pieza causaban gran expectación entre los transeúntes. Las chicas que mostraban las piernas eran vistas con los peores ojos entre los mayores. La revolución en el vestir trajo además los panties de colores, estampados psicodélicos, medias blancas de rejilla, zapatos con hebillas enormes, tacones imposibles, botas hasta más arriba de la rodilla, materiales nunca vistos en ropa como el plástico, atrevidos escotes, bisutería divertida y colorido maquillaje. También tuvo gran importancia en la estética de los jóvenes de los sesenta el peinado. El gran peluquero de la época fue Vidal Sasson y sus inconfundibles cortes geométricos. Considerado el padre de la peluquería moderna, su emblemático estilo fue la compañía perfecta para la moda pop. Llegaron las primeras supermodelos como la bella Jean Shrimpton, pareja y musa del fotógrafo David Bailey, y Leslie Lawson, más conocida como Twiggy, “ramita”, en alusión a su delgadez. En el documental aparecen numerosas imágenes y grabaciones a color de Twiggy, muchas de ellas inéditas, como las que recogen una visita de la modelo a EEUU, imágenes propiedad de Justin De Villeneuve, quien fuera su manager y pareja.
Aquel florecer de la moda supuso la apertura de numerosas tiendas y boutiques en Londres, como la Apple Boutique, propiedad de los Beatles, abierta en 1967 con una glamourosa fiesta en la que estuvieron presentes George Harrison y John Lennon. En una de las paredes de la tienda destacaba un enorme y colorido mural realizado por el colectivo artístico holandés The Fool, encargados también de pintar los famosos Mini de Harrison y el Rolls-Royce Phantom V de John Lennon. Otra de las tiendas más icónicas de aquella época fue la boutique BIBA, abierta en el barrio de Kensington en 1964 por la diseñadora polaca Barbara Hulanicki. El éxito de su ropa y complementos, mezcla de art-noveau y rock and roll, convirtió a BIBA en una atracción turística de la ciudad. El enorme éxito de la marca les llevó también a vender ropa para niños, libros, papelería, muebles e incluso comida. Se trataba de ropa a precios asequibles para jóvenes que arrasaban con todo lo que se vendía.
Aquella generación fue fotografiada por las mejores cámaras, destacando por encima de todos el fotógrafo David Bailey, que se convirtió en una celebridad a la altura de sus fotografiados. Todos los que fueron alguien en la década fueron inmortalizados por su cámara, las modelos, los rockeros, los actores. Suya es una inolvidable colección de retratos en blanco y negro, donde aparecen muchos de los protagonistas de “My Generation” como Michael Caine con gafas de pasta y un cigarrillo, unos trajeados Lennon y McCartney, Jagger con capucha de piel o un primer plano de The Who que estuvo varios años pegado a la pared de mi habitación durante mi adolescencia. Su figura inspiró la del protagonista de la película Blowup (1966), dirigida por Michelangelo Antonioni. Bailey, junto con otros fotógrafos como Terence Donovan y Brian Duffy, contribuyó a asentar la estética del Swinging London
Por poner algún pero a la cinta, “My Generation” adolece de ligereza y falta de análisis. Así, resulta un poco traída por los pelos la afirmación, en la que se sustenta parte del andamiaje del documental, de que aquella revolución la desencadenaron jóvenes de clase baja que se saltaron las rígidas normas que regían hasta entonces en el Reino Unido. Así, una de las protagonistas del documental es Marianne Faithfull, joven de la más alta sociedad inglesa, que fue musa de los Rolling Stones, además de cantante y actriz. Nacida en el barrio londinense de Hampstead, donde viven familias con gran poder adquisitivo y donde se concentra la mayor riqueza del país, su familia era noble, habiendo heredado ella misma el título de baronesa. Tal vez es el caso más extremo, pero es evidente que no todos los protagonistas de aquella prodigiosa explosión procedían de clase obrera.
Es cierto que antes de los sesenta las complicadas estructuras de clase eran las que marcaban hasta dónde podía llegar en la vida cada uno, la cuna era un aspecto determinante, quiénes eran los padres y dónde se había nacido. Pero surgen preguntas, ¿hasta qué punto eso se ha eliminado y ya no sucede?, ¿todo el mundo tiene hoy de verdad las mismas oportunidades?, ¿acaso no sigue siendo cierto que las únicas vías de ascenso social de los jóvenes de clase trabajadora son la música y el fútbol? Pero “My Generation” en ningún momento pretende ser un sesudo estudio, sino una obra entretenida con un brillante envoltorio. Y eso sí que lo consigue, resulta festiva, ligera y chispeante. Como lo fueron aquellos maravillosos años. O al menos lo parecieron.
Porque al final de la década el hedonismo y la alegría de vivir tomaron un giro más oscuro. Las drogas, entre otros motivos, fueron las causantes de que “el sueño acabara”. “My Generation” finaliza con la mayoría de nuestros héroes enredados en problemas derivados del consumo de sustancias, marihuana, pastillas (como las populares Purple Hearts) y LSD. El primero en visitar el calabozo por consumir fue el cantante Donovan, quien por cierto explica que George Harrison se apresuró a ofrecerle ayuda monetaria. Pronto llegaría la mediática detención de Keith Richards y Mick Jagger. Era febrero de 1967 y los Rolling celebraban una fiesta en la que también estaban, entre otros invitados, el creador de la portada del Sgt. Pepper’s Michael Cooper y George Harrison y su entonces esposa la modelo Pattie Boyd. En la casa de Richards irrumpió el polémico oficial de policía Norman Pilcher, que estaba a cargo de la Brigada Antidroga, cuyos métodos fueron muy criticados ya en la época. En la fiesta también se encontraba Marianne Faithfull, desnuda y envuelta en una piel de oso. Así la encontraron los policías y el escándalo costó a los dos Rolling un mes de cárcel. Como agradecimiento a sus fans por el apoyo que les prestaron en aquellos días, Jagger y Richards escribieron We love you, una canción que comienza con el sonido de la puerta de una celda cerrándose. Keith Richards explicó que aquello fue un “baño de realidad” con el que se dio cuenta que Londres no era la ciudad de las maravillas donde podían hacer lo que les diera la gana, tal y como habían creído.
Y llegaron las primeras bajas. Brian Jones, líder y guitarrista de los Rolling, fallecía en 1969 con 27 años, sólo una semana después de haber sido expulsado de la banda. Muchos afirman que los Rolling no volvieron a ser lo mismo sin él. Los Beatles también tuvieron sus escarceos con la droga, en el documental vemos a Paul McCartney confirmando en una entrevista que había tomado LSD “unas cuatro veces”, sufriendo a continuación la recriminación del periodista por contarlo, o a John Lennon afirmando que los cuatro “se ponían” pero él más que ninguno.
Los alegres sixties se desviaron hacia la psicodelia y los alucinógenos. Vietnam y las luchas por los derechos civiles que se disputaban en EEUU salpicaban de realidad la inocencia pop y el verano del amor. Pero esa ya es otra historia.