“Una habitación en Lavapiés” de Maya Vinuesa. La importancia de un proyecto propio
*Foto: Clara Obligado Escritura Creativa |
(28/01/2018) Una primera novela es algo muy serio.
Cuando vi en redes sociales que Maya Vinuesa publicaba un libro me alegré mucho
por ella. Una portada naif, colorista y atractiva, a cargo del diseñador
gráfico Andrés Marquínez Casas, acabó de decidirme a leer su novela, “Una
habitación en Lavapiés” de la traductora y escritora Maya Vinuesa. Publicar el
primer libro es algo tremendamente emocionante para los autores y Maya ha
conseguido hacerlo realidad gracias a Canalla Ediciones, una editorial independiente
y underground, que ha apostado por esta novela “urbana y contemporánea”, como
la define Inés Pradilla, su editora. Te
sienta bien el color amarillo, dice uno de los personajes de la novela a
Isabel, la protagonista. Y de amarillo se vistió Maya para la presentación de su
obra el pasado viernes 26 de enero en la librería Cervantes y Cía (Calle del Pez, 27).
Maya, integrante del Taller de Escritura
Creativa de Clara Obligado, confiesa que su participación en el taller le ha
dado un impulso decisivo para tomarse más en serio la escritura. El resultado
ha sido esta amena novela, que aborda con frescura un viaje hacia la identidad,
y se divide en dos partes, que transcurren a su vez en dos escenarios. La
primera parte, narrada en tercera persona, sucede en el barrio madrileño de
Lavapiés, e incluye un breve viaje al Bierzo que sirve de introducción al
diario de la tía abuela Dora. La segunda parte transcurre en Londres y está
narrada en primera persona.
La novela de Maya está repleta de
hedonismo, placer, comida, bebida, olores, sexo, como señala la escritora Isabel
Cienfuegos, encargada de la presentación de la novela. La autora explica que se
trata de una historia de iniciación, del momento en que se abandona la casa de
los padres. “Esa evolución que tiene lugar en la veintena, desde la educación
culposa a una vida más libre y responsable”. Otra evolución que sufre Isabel, la
protagonista, es pasar del deseo de ser mirada a la búsqueda de su propia identidad,
a través de un personaje del pasado en el que halla la respuesta que la lleva a
encontrarse a sí misma.
En la novela se abordan diferentes temas,
la multiculturalidad, el amor interracial, la mujer, la importancia de tener un
proyecto de vida propio, el viaje interior, la libertad, la creación. Isabel
Cienfuegos destaca que la novela aborda todos estos temas, profundos, desde la
anécdota y la vivencia. Así el libro, muy entretenido, se lee en un suspiro.
En efecto, en “Una habitación en Lavapiés”
la multiculturalidad ocupa un lugar destacado. Una palabra que “viene de la
sociología” y que como reflexiona Maya, “impone”. Prefiere hablar de “convivencia”,
hay amor pero también hay conflicto. El barrio de Lavapiés, en el corazón de
Madrid, tiene una tradición histórica de acoger a gente, antiguamente de otros
barrios y de otras provincias. A partir de los noventa se amplió la acogida a
gente de otros países, que comenzaron a habitar el barrio. En la actualidad
muchos de ellos han tenido hijos que han nacido en Madrid, las llamadas segundas generaciones. El libro
recoge la revolución cultural que se gestó en Madrid en los años 90, y que Maya
vivió en primera persona como vecina de Lavapiés. Es interesante la mirada que
aparece cuando la protagonista viaja a Inglaterra, allí es vista como
“mediterránea” y concebida como una blanca “de tercera”.
“África sólo pide que lo dejemos en paz y celebremos
su belleza”. África es una presencia constante en la novela: los vecinos
africanos de Lavapiés, el novio guineano de la tía abuela Dora, o la escritora
ghanesa que resulta determinante para la protagonista. En el libro Maya tira de
un hilo muy interesante, y que yo desconocía, los fernandinos, un grupo social
de la Guinea Española que vivió en Fernando Poo, de ascendencia de Sierra Leona
y Nigeria, eran peones en las plantaciones de cacao. Sus descendientes formaron
una burguesía culta de terratenientes y comerciantes, constituyendo un grupo
étnico diferenciado, con apellidos ingleses en muchos casos, y con un dialecto
propio, el pichinglis. El personaje fernandino, Eduardo, supone una vuelta de
tuerca a la visión colonial eurocentrista. En este caso el habitante de la
colonia es culto, tiene dinero y viene a España a estudiar Derecho. Sin embargo,
en la España de los 50 no estaba bien vista una élite entre los “nativos” y
tampoco las relaciones interraciales. La novela aborda un tema tan escasamente
tratado como es el colonialismo español en África, en concreto en Guinea
Ecuatorial, la que fuera provincia española a partir de 1958 junto con el
Sahara Occidental.
Maya dirige su mirada hacia mujeres de
otras épocas, mujeres que han marcado el camino pero siempre han estado
relegadas en los márgenes. Ahora es el momento de descubrirlas después de haber
pasado desapercibidas tantos años. También mira a esas mujeres a las que se
tachaba de “locas” cuando decidían vivir libres y salirse de la norma
establecida. Como le ocurre en la novela a la tía abuela Dora.
De la mano de una mujer africana, Isabel aprenderá
que la identidad pasa por tener un proyecto propio. El personaje que abre los
ojos a la protagonista es una intelectual africana que conoce en Londres y que
le descubre a Ama Ata Aidoo, escritora y activista por la independencia de
Ghana, de la que se ha declarado admiradora la conocida escritora Chimamanda
Ngozi Adichie. Hija, hazte un favor a ti misma: piensa en lo que quieres
hacer y lucha por ello, le dice. Maya confiesa que la escritura de ese
episodio le resultó especialmente grata, en la que “una intelectual africana le
pregunta por su proyecto personal”. Así culmina un viaje interior que la desequilibra
pero que a la vez la hará encontrarse a sí misma, Tú también emprendiste un viaje y perdiste el juicio, como debe ser en
todo trayecto significativo. Pero no estás loca, le dice uno de los
personajes. Romper el estereotipo de recurrir a la locura para etiquetar a la
mujer que quiere volar libre.
Su trabajo de traductora se refleja en el
libro. La protagonista también lo es. Traduce mediocres libros de viajes en una
editorial no demasiado conocida y cae en la tentación de “adornar” los textos
que traduce con párrafos de su entera cosecha. Así introduce el interesante
tema de la tergiversación en la traducción. Maya confiesa que esto sucede “aunque
todo tiene un límite”. Y es que “la traducción tiene una parte de creación”.
Como ejemplo, la famosa y ardua traducción al inglés de “Las mil y una noches”
por parte del capitán Richard Francis Burton, llena de controversia y añadidos.
La maestra de Maya, la escritora Clara
Obligado, destacó durante la presentación tres de los epígrafes que inician los
distintos capítulos de la novela. Precisamente una de las citas que más me
llamaron la atención leyendo el libro es una de las leídas por Clara: “Las
cosas que sueñas se cumplen a veces. Y las sobrevives” (Zhivka Baltadzhieva, poeta
búlgara residente en Madrid). Porque a veces lo imaginado acaba siendo real. Un
honor haber compartido con Maya el nacimiento de su primera novela.
0 comentarios:
Publicar un comentario