Atrapada, un microrrelato con ilustración de Ana Müshell
Ilustración de Ana Müshell |
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Guitarras sucias. Distorsión.
Voz rota. “Aunque los platos pagues…”
Una vez más comenzaba la lista con Los
Enemigos. Una y otra y otra vez. Con ella dentro. La culpa era de Matías “el
manco”, un fino guitarrista reconvertido en técnico de sonido. Azote de los
pipas perezosos, le apodaban así por su endiablada pericia con las mesas de
mezclas. “Yo me quedé encerrado en una época”, confesaba Matías, mientras le
enviaba potentes canciones por aquel chat.
Pero quien quedó encerrada fue ella. Si al
menos la hubiera atrapado en el interior de una Jukebox. Una de aquellas
majestuosas cajas de música de elegantes cromados y luces de colores. Sin
embargo, no hubo suerte. Confinada en una fría lista de reproducción de
YouTube. “Mierda de nuevas tecnologías”, se lamentaba.
“Y
algunos frutales para que me abracen que sus tiernas raíces me comprendan”,
escupía Josele. Al menos las canciones eran de un gusto exquisito…
“Yo tengo amigos que no le recomendaría a
nadie”, le dijo en una ocasión. Peligroso Matías. A base de simpatía musical la
había metido allí. Porque estaba convencida de que él era el responsable del
encantamiento.
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Siempre
he pensado que mi forma de contar historias encaja mejor en formatos largos. He
escrito diversos relatos con el tema del Sahara Occidental de fondo. Gracias a
mi convivencia y amistad con saharauis en estos años he escuchado decenas de
historias y anécdotas que considero muy literarias. Al menos a mí me ha
inspirado numerosos relatos breves publicados en Delicias Saharauis y en el
blog Haz lo que debas. La amable invitación del periodista y escritor mexicano Pedro Escobar a participar en su
antología de relatos rock “Encore Trasatlántico” me descubrió que me siento
cómoda en la narrativa rock breve. La exploración de este territorio me ha
llevado más allá, jugando a reducir mi escritura a la mínima expresión: el
microrrelato. La excusa para llevar a cabo el reto de escribir una pieza tan breve
llegó de la mano de un concurso de microrrelatos rock. El hilo del que tirar
fueron las recomendaciones musicales a través de las redes y una canción de Los
Enemigos, “Me sobra carnaval”, que estaba escuchando mucho los días en que se
anunció el concurso.
Finalmente
no gané ni una mención en el concurso, pero pensé que mi relato merecía mejor
suerte. Pensé en encargar una ilustración para mi historia y me decidí por la
artista de Granada Ana Müshell, a quien descubrí por su portada para el libro de Juarma
“Poemas escritos a navajazos”. La única indicación que le hice a Ana fue que
dibujara lo que le sugiriera el relato. Y este es el magnífico
resultado. Absolutamente complacida.
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Visión
de la ilustradora, Ana Müshell
Desde
que leí el relato por primera vez visualicé un híbrido entre un bar vacío, con
una chica que buscaba siempre el mismo disco, una y otra vez, y que se quedaba
hasta que el bar cerraba escuchando la misma canción, y el interior de una casa
donde esa espera y repetición de canciones se traduce en una lista de Youtube,
y donde la primera canción la lleva de la mano a una copa de vino y una mesa de
mezclas imaginaria.
Ella
mira de frente, sin miedo, porque sabe lo que siente, lo que le hace sentir la
música, y concretamente esa canción. No es la primera vez que le pasa, por eso
se traslada mentalmente a una cita consigo misma (él aún no va a aparecer),
delante de alguna jukebox solitaria a recrearse en las charlas en las que sigue
atrapada, entre flores, humo, vino y esa canción de fondo.
(02/02/2018)
(02/02/2018)
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