“Americanah”, inmigración, raza y feminismo de la mano de Chimamanda Ngozi Adichie
Llevaba mucho tiempo escuchando hablar de Chimamanda Ngozi Adichie, la escritora nigeriana que triunfa en todo el mundo. Tenía que leerla, pero entre tanta urgencia literaria siempre se quedaba pendiente “Americanah”. Finalmente, gracias al Gabinete de La Central he disfrutado de una lectura que fluye como un suspiro, un libro del que todos hablan, y con razón. Elvira Lindo, que ha escrito el prólogo para la traducción al español, fue la invitada para hablarnos de la tercera novela de la autora, publicada en 2013 y que recibió el National Book Critics Circle Award.
Recibimos a una Elvira Lindo vestida con una elegante blusa color champán y puños ribeteados de plata, que se muestra contenida en la expresión, levantando un dique a base de sonrisas medidas y pronunciación pausada, con el que intenta dominar la vivacidad y picardía que un día le conocimos. En ocasiones se le escapa el desparpajo madrileño, pero al momento, con un movimiento de esas manos adornadas por bellos anillos antiguos, vuelve a recomponerse. La escritora madrileña nos ofrece una entretenida y completa disertación sobre una novela y una autora que conoce bien. Raza, identidad, inmigración, feminismo, diáspora africana, derechos civiles, amor, son algunos de los temas de “Americanah”.
La novela refleja la experiencia de vivir en otros países y culturas. “Encuentro mucho en común con mi propia experiencia, no por el color de la piel sino en lo referido a las vivencias”, afirma la autora de “El otro barrio”, quien ha vivido varios años en Nueva York. Recuerda sus coincidencias con Chimamanda, las dos son mujeres, escritoras, llegadas desde países de tradiciones muy diferentes a las de Estados Unidos. Lindo destaca “la claridad” con la que escribe Chimamanda, abordando temas complejos de una forma que todo el mundo puede entender. “Me molesta no entender las cosas”, argumenta Lindo, para quien la lectura de esta novela “evita muchos años de observación” porque “lo cuenta muy bien”.
Nuestra lectura de “Americanah” ha coincidido con una visita a Barcelona de la escritora nigeriana, para protagonizar una conferencia en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), ante más de 700 personas. La autora ha copado inevitablemente la sección de cultura de los principales medios españoles. “Yo soy una contadora de historias. Me interesa la textura de la vida, no las teorías, porque la teoría achata a la gente, la hace plana. (…) No quiero descartar la teoría porque creo que te ayuda a ver, aunque no a ver completamente”, afirma en una entrevista para El País Semanal (domingo, 1 de octubre). Así lo entiende Elvira Lindo, para quien el libro ofrece una sensación “de familiaridad” por hacer entender tan claramente. Y es que no es fácil explicar la cultura americana. “Nos hemos educado con la cultura de Estados Unidos y al llegar hay cierta familiaridad, pero según vives allí lo vas desentendiendo todo”, explica Lindo. Porque la mirada de Chimamanda no es sólo literaria sino también es social y política. “Para mí, la literatura es una plataforma para tocar temas sociales, como la justicia social o el feminismo”, explica la autora de “Americanah”, aunque matiza que no se considera activista.
Es “Americanah” una obra que se lee con facilidad, que engancha con su estilo sencillo y directo. La autora demuestra que sabe dialogar muy bien. Como destaca Elvira Lindo “tiene muy buen oído para el idioma”. La historia es creíble y conmueve, puede interesar, conmover y ser entendida por gente de cualquier parte del mundo. En palabras de la propia autora, “Cualquier historia es universal si está bien contada”. Muy interesante también el uso que hace del blog, en realidad los dos blogs, de Ifemelu, la protagonista. Las entradas de blog sirven para exponer ideas y opiniones, que de otra forma lastrarían la narración. Así queda bien resuelto. Como destaca Elvira Lindo, “hay voluntad de que la entiendan, es universitaria pero no académica al uso”. La autora quiere explicar de manera clara situaciones que todos podemos reconocer. Recurre en ocasiones a un sentido del humor afilado e inteligente, que genera momentos realmente brillantes.
“Descubrí que era una mujer negra cuando llegué a Estados Unidos”, afirma Chimamanda. En el libro se plantea un interrogante, ¿qué es ser negro en Estados Unidos?, un tema aún a debate en aquel país. El conflicto, presente desde que comenzó la esclavitud, parecía resuelto tras obtener la población negra los derechos civiles, “pero lo que pasa después de obtenerlos no está contado”, reflexiona Lindo. El racismo tiene que ver con el poder de un grupo, y en EEUU son los blancos quienes detentan ese poder, escribe en “Americanah”. A través del libro ofrece una serie de ideas aparentemente sencillas que conllevan pensamientos muy profundos, su Hay que aspirar a lo blanco es desarrollado a través de un agudo sentido del humor, En EEUU todo el mundo aspira a ser un anglosajón protestante, ¿a qué aspiran los anglosajones protestantes?, ¿alguien lo sabe?
En Nigeria la raza es un tema que ni se plantea, allí la raza no tiene gancho. Tengo la sensación de que dejé de ser negra nada más apearme del avión en Lagos. Mujer, negra e inmigrante, la autora, al igual que su protagonista Ifemelu, tiene que desmentir una serie de tópicos con los blancos y también con los otros negros de Estados Unidos, como esa forma de entender a todos los africanos como una misma nación, donde todos tienen las mismas circunstancias. Como ciudadana nigeriana su idioma es el inglés, lo que supone para ella una ventaja. Al llegar a Estados Unidos toma conciencia de que no es afroamericana, un aspecto que la mayoría de nosotros nunca nos habríamos planteado. Elvira Lindo aprecia que esa diferencia se nota “incluso en el lenguaje corporal y la forma de hablar”, porque no vienen de la misma experiencia. La esclavitud es una herida que tiene Estados Unidos y que no se ha curado. Los negros africanos vienen de una cultura y unas experiencias completamente diferentes. La protagonista quiere reivindicarse como un ser humano, no todo el tiempo como alguien de un determinado continente o alguien un determinado color. En la historia de los países no se puede contar con una sola versión, que además es la versión que se ha dado desde Occidente, ellos mismos son quienes deben contar su propia historia. En Occidente lo mejor ya ha pasado, y por eso han de convertir el pasado en fetiche.
Otro de los temas del libro, quizá por el que más se pregunta a Chimamanda, es el feminismo. Autora de “Todos deberíamos ser feministas” (2012), charla TED (evento anual en el que algunos de los pensadores y emprendedores más importantes del mundo comparten ideas), que fue convertida en un pequeño y exitoso libro. “Mi sueño es que dentro de unos años no tengamos que hablar sobre feminismo porque ya haya igualdad”, afirma en sus entrevistas. Como mujer africana, se muestra muy crítica con el feminismo hegemónico, “El sexismo y el racismo existen en todo el mundo y las mujeres de países occidentales creen que están mejor que las del sur (…) Las mujeres occidentales deberían mirar bien en su propio entorno los problemas de género más que afuera; no hace falta ir a enseñar a ser feminista”.
“Americanah” es también una historia de inmigración, de comparación entre lo que encuentra en el país de acogida con su propio país y su propia cultura. Hoy en día la emigración es muy diferente a la de hace unas décadas, “Todo está más cerca y hay formas de comunicarse constantemente con el país de origen”, reflexiona Elvira Lindo. La protagonista de la novela puede volver a su país, no es una refugiada política, puede mantener los lazos con su gente si no los quiere romper. El inmigrante cuando regresa no acaba de ser de ninguno de los dos lugares, aunque ambos formarán ya parte de su identidad. Se sentía en paz por estar en Nigeria. Por fin su existencia se había desarrollado plenamente. La autora mantiene el compromiso con su sociedad de origen, vive parte del año en Lagos, no ha querido romper con su país, algo que “se echa en falta entre los emigrantes de países europeos”, matiza Lindo. Como inmigrante culta y con criterio, Ifemelu no está deslumbrada por la cultura de acogida, incluso se muestra muy crítica con aspectos que no le gustan, como la educación, Los profesores universitarios no eran intelectuales, no sentían curiosidad, plantaban sus imperturbables tiendas de conocimiento especializado y permanecían en ellas a resguardo. También la exasperan esos blancos progresistas y “enrollados”, que caen en el peor de los orientalismos, Una de esas personas que creía que algo era hermoso porque estaba hecho a mano por pobres en un país extranjero, esas personas que se han hecho una imagen del Negro Mágico, sabio y benévolo a perpetuidad, sometido a grandes sufrimientos, que Nunca se enfurece y siempre perdona toda clase de mierda racista.
La autora recuerda, contra el sentir habitual en los países de acogida, (más bien de recogida), que no sólo se emigra por guerra o hambre. Personas que se habían criado sin hambre y sin sed emigraban ilegalmente porque vivían empantanadas en la insatisfacción, ávidas de elección y certidumbre. Considero también muy interesante la historia de inmigración de Obinze, el primer amor de Ifemelu, como contrapunto a la de ella. Obinze emigra a Europa, concretamente al Reino Unido, y lo hace de manera ilegal, lo que convierte su experiencia en algo completamente diferente que lo que le sucede a la protagonista. Él tiene que enfrentarse constantemente al miedo a ser expulsado, sobrevivir con trabajos muy precarios y debe convivir con las mafias que rodean a la inmigración ilegal. Ese era el curso normal de la historia: la afluencia a Gran Bretaña de negros y morenos de países creados por Gran Bretaña.
El amor es otro de los temas que aparecen en “Americanah”. El gran amor de Ifemelu es Obinze, su novio de adolescencia; más tarde en EEUU Ifemelu se emparejará con un blanco adinerado y con síndrome de Peterpan y con un afroamericano intelectual. En el Gabinete de Lectura se expresó la opinión de que la historia de amor con Obinze baja un poco el tono del libro. También se vio al personaje del novio de juventud menos logrado que Ifemelu. Para mí, la autora “blanquea” la fortuna que Obinze consigue tan rápidamente; entiendo que para no hacerle demasiado indigno del amor de su protagonista. Ifemelu considera que un cierto autosabotaje planea en sus decisiones vitales, de alguna manera no cree merecer la felicidad. Piensa que algo falla en ella, una avidez, un desasosiego, la sensación de algo remoto e inaccesible. Como mujer intelectual, Ifemelu es una mujer crítica, inquieta, inconformista, y todo eso se traslada a su forma de ver el mundo y a su manera de vivir.
Y para finalizar quiero resaltar un aspecto que me interesa particularmente, las referencias a los cuidados de belleza de las mujeres negras, que yo conocí en España a partir del blog y canal de vídeo “Negra Flor”, de consejos sobre estética afro. Las peluquerías, los peinados afro, los maquillajes para la piel negra, la rebelión contra la tiranía de los alisadores de pelo, Alisarse el pelo es como estar en la cárcel, todo eso lo recoge Chimamanda en la novela, aspectos que en absoluto son intrascendentes, por el contrario tienen mucho de sociología y antropología.
Tan apasionante es la figura de Chimamanda Ngozi Adichie que ahora sólo nos queda seguir leyéndola.
Foto: Literatura Random House |
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