Hanif Kureishi: Cuando encuentras una idea es como enamorarte, deseas escribirla
1991. Revista Ajoblanco, nº 34. La portada
con el ex líder de los Smiths, Morrissey, me lleva a adquirir la revista. El artículo
‘El nacimiento del punk’ sobre Hanif Kureishi y su novela ‘El buda de los
suburbios’ me interesa muchísimo. En la reproducción de un extracto del libro
me llama la atención una referencia a The Who y al inicio del punk en Londres.
Una novela que toca estos temas no puede estar mal.
1994. El 21 de marzo, según reza el ejemplar
que tengo en casa, compro “El buda de los suburbios”, desde entonces la he releído varias
veces.
2015, 23 de abril. Una intérprete deletrea mi
nombre: C-o-n-c-h-i, mientras Hanif Kureishi lo emborrona sobre el ejemplar de ‘El
Buda de los suburbios’ que lleva veintiún años conmigo. Varios días antes había
visto que Kureishi sería uno de los invitados estrella en el décimo aniversario
de La noche de los Libros, en la Real Casa de Correos. Objetivo: escucharle.
Nuestra celebración del Día del Libro
comenzó en la jaima Tuiza de Federico Guzmán en el Palacio de Cristal del
Retiro, donde mis queridos escritores saharauis Zahra Hasnaui y Bahía Awah
ofrecían su segundo recital de poesía. Una vez terminado, salimos corriendo del
Retiro hacia Sol, lo de Kureishi estaba previsto para las 9 y ya íbamos tarde.
Gracias a que el encuentro con la escritora
Amy Tan se había alargado, llegamos con tiempo para coger los aparatos para la
traducción, buscar un par de buenos asientos y preparar cámara, libreta y boli
para inmortalizar el evento.
Kureishi ya no parece el joven airado que
fue. Por muchos motivos, entre otros los sesenta años que ya ha cumplido, que
han acabado con su melena negra y tal vez, aunque no tanto, con su insolencia y
su socarronería. El escritor anglopakistaní luce ahora un pelo completamente
blanco cortado a cepillo, pero se mantiene en forma. Guapo, juvenil, se mostró amable
y colaborador, respondiendo con presteza y total lucidez a las preguntas que le
planteó Berna González Harbour, novelista y editora de Babelia. La charla
transcurrió por derroteros muy políticos, con un escritor que no se cortó un
pelo para hablar sobre creación, actualidad, la delgada línea que separa
realidad y ficción, las redes sociales, el dinero, la ola de neoliberalismo que
nos invade, los fundamentalismos, los jóvenes de hoy en día, los peligros del
capitalismo… Una charla vibrante, a la altura del personaje.
Aquí están las notas que tomé, recogidas de
la forma más exacta que la emoción de estar allí y la velocidad de mi escritura
me permitieron.
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR. Su mirada sobre
Londres en ‘El buda de los suburbios’ le hizo muy conocido y ganar el Premio
Whitbread.
HANIF KUREISHI. Empecé recogiendo el día a
día, la vida cotidiana: razas, pop, drogas, música. Mi padre era un inmigrante
indio y mi madre era blanca, pensé que tenía que contar esa historia, sobre lo
que estaba pasando en Gran Bretaña, en los años 50, 60 y 70. Aquello era algo
nuevo, el Imperio estaba llegando a Inglaterra, así que lo que pretendía era
plasmar la Gran Bretaña que se desarrollaba a mi alrededor. Era realismo social
pero también recogía la parte psicológica. En 'Mi hermosa lavandería' hay una
metáfora sobre el Thatcherismo y la historia de amor entre dos chicos. Se trata
de recoger historias personales, sueños y sentimientos de la gente, dentro de
un contexto público.
BGH. Son dos ambiciones en muchos de sus
libros, pero hay diferencias en el tono de algunos de ellos. Algunos desde el
humor, como en 'El Buda de los suburbios', pero en otros domina la densidad
como en 'Intimidad'. ¿Qué hay acerca de esos cambios de tono como escritor?
HK. Es divertido escribir humor pero a
veces lo que hay que contares bastante trágico, así que hay que utilizar
diferentes tonos. 'El Buda de los suburbios' es muy alegre, divertida y
optimista. Estoy orgulloso de mantener ese tono, asuntos serios en tono cómico,
pero a veces no puedo hacerlo así. 'Intimidad' necesitaba un tono duro, la
historia determina el tono en el que escribes. Hay que conseguir aunar ambas.
BGH. Estamos en un momento en que
triunfa la literatura de auto ficción, que lleva la realidad a la ficción.
Mostrar la propia vida descarnada y sin miedo a causar daño. Usted ya lo hizo
hace años en 'Intimidad'. ¿Ha lamentado exhibirse?
HK. Mis libros son ficción, novelas.
'Intimidad' es ficción, nunca me he expuesto. Soy consciente de que estamos en
el showbussines, escribimos para un público. Los escritores nos basamos en
ocasiones en cosas que nos han pasado. Incluso 'Intimidad' es fantasía, algunas
cosas me sucedieron y algunos sentimientos los sentí. Pero es in truco, un
juego, una fantasía. Cuando escribes se convierte en otra cosa, pasa a ser
ficción. Lo que me importan es lo que sienten los lectores, es irrelevante si
el escritor se expone o no.
BGH. Gunter Grass afirmaba que la
división entre ficción y no ficción no tiene sentido. ¿Su realidad es ficción o
su ficción es realidad?
HK. Sólo se trata de contar historias,
soñar historias, las conversaciones son historias. En realidad crecer en los
suburbios era muy aburrido, lo convierto en interesante para captar al público.
BGH. ¿Es usted un escritor que mira al
mundo, comprometido con lo que sucede? ¿Ve la escritura como una
responsabilidad?
HK. En la escritura no hay que seguir una
línea marcada, hay que ser libres y si es necesario molestar y enfadar a la
gente. No tengo responsabilidad, salvo ser el artista que soy. Mi
responsabilidad es intentar escribir con libertad. Hay que perder la vergüenza
y el miedo a ser juzgado cuando te conviertes en artista. Un artista verdadero
no debe sentir ese miedo, debe seguir adelante. Nunca sabes lo que la gente va
a pensar en realidad. Son los propios miedos los que hay que superar.
BGH. ¿Ha dejado de hacer algo por miedo a hacer
daño?
HK. Intento escribir buenos libros para el
público, eso es lo que debo hacer. No escribo para alguien en concreto. Si te
preocupa esto nunca vas a vivir con libertad. En la libertad de expresión está
la emoción. Ahí surge algo muy eléctrico como artista. Quieres estar en
vanguardia, emocionar, no tener miedo. No puedes ser un artista si te dedicas a
lo convencional.
BGH. En su libro 'El álbum negro' habla del
fundamentalismo islámico, la desafección de los jóvenes musulmanes. Parece que se
anticipó a lo que ha ocurrido después. ¿Qué ha fallado en nuestra sociedad?
HK. Fui a Pakistán a principios de los 80.
Mi familia estaba asustada con lo que estaba pasando entonces. En el 89 se creó
la fatwa contra Rushdie. En los 90 escribí 'El álbum negro' y una película
sobre el tema. Visité mezquitas y madrazas de Londres y me documente bastante.
Era dramático que los jóvenes se identificaran como musulmanes en lugar de cómo
asiáticos o negros. Aquello empezó a suceder tras la caída del comunismo. Se
unió el odio hacia el imperialismo de EEUU y un sentido muy radical del
islamismo, produciendo una mezcla tóxica de idealismo y utopía. Nadie escribía
entonces sobre ello. Es maravilloso que los jóvenes sean idealistas y quieran
cambiar el mundo, pero es terrible que los jóvenes tengan tan desilusión. El
capitalismo acabó con el idealismo. Todos los jóvenes deberían luchar y ser
seres políticos.
BGH. ¿Cuál es el polo de división hoy en día?
HK. Me preocupa mucho el capitalismo
extremo en el que vivimos, está destruyendo todo el entorno de Gran Bretaña en
el que crecí: el estado del bienestar, sindicatos, clase trabajadora, la
multiplicidad de ideas políticas… Ahora el futuro pertenece a los bancos, a las
entidades financieras, la sociedad sufre un endeudamiento eterno. Me asusta
cómo hemos evolucionado hacia la extrema derecha, creando inseguridad, elitismo
y desigualdad. En Europa tenemos que luchar por recuperar nuestros ideales.
- En el Londres en que creció la vía de
escape eran el arte, la música, el punk… En el Londres de hoy, en nuestro mundo
de hoy, ¿qué escapatoria hay?
HK. Fui afortunado por crecer en ese
periódico fantástico de explosión del rock. En los suburbios teníamos la
cultura de la música, podíamos ser artistas y eso nos permitió salir de los
suburbios. Luego nos metimos en el punk, había una escena muy viva en aquel momento.
Ahora la gente está muy amargada y es el mejor momento de volver a adquirir
compromiso político. Tengo mucha fe en la capacidad de los jóvenes de luchar
contra los gobiernos.
BGH. ¿Todos podemos ser artistas?
HK. Pienso en el lugar donde la gente
coloca a los escritores, nos idealizan. En algún sentido todos somos artistas,
con la capacidad de hacer cosas nuevas o hacer las cosas de diferente manera,
cada día. La creatividad está en la vida humana. Los artistas no son los únicos
que son creativos, estamos obligados, estamos condenados a la elección.
BGH. ¿Le preocupan los límites de sus
temas; tiene miedo de que se agoten?
HK. Mis libros han sido éxitos tocando
diferentes temas, en conjunto no parecen obras del mismo autor. Cuando te haces
mayor piensas de manera distinta. Sexo, raza, clase, envejecer, son mis temas.
Mis obras tienen similitudes pero no son lo mismo. No creo que se me hayan
acabado los temas, aún respiran. Espero seguir teniendo ideas que me entusiasmen
y me hagan escribir. Cuando la encuentras es como enamorarte, deseas
escribirla. Sigue sucediendo. Hacerse mayor es una de las cosas más
interesantes para escribir.
BGH. Me gustaría que hiciera una reflexión sobre
las series de TV, que hasta cierto punto están ocupando el lugar de la
literatura.
HK. Todo el mundo habla sobre las series y
no sobre la última novela de Milan Kundera. Eso es interesante. Por mi parte no voy a dedicar 50 horas a
escribir una serie pero muchos de mis amigos quieren escribir para la TV. La TV
tiene trucos para el escritor, que por otra parte no tiene el control, que
reside en los productores, el director o en los actores. Cuando escribes una
novela todo el poder es tuyo.
Entre las preguntas que se lanzaron por
parte del público asistente me interesó en especial la opinión de Hanif
Kureishi sobre las redes sociales y como “el exhibicionismo de los usuarios es
la última trampa del neoliberalismo, convirtiendo a las personas en productos”.
HK. Las redes sociales tienen una parte
buena, que es el acceso a la información. Pero es preocupante que la gente se
pase la vida ante una pantalla y tecleando mientras olvida la vida real,
compartir espacio físico, estar un cuerpo al lado de otro. No se puede condenar
la accesibilidad pero sí la falta de intimidad con otras personas. El
narcisismo es otro tipo de soledad, por el temor a entrar en contacto con una
persona real. La gente es así menos política, deja de actuar en grupo. El neoliberalismo destruye la solidaridad.
BGH. Esperamos que siga encontrando proyectos que
le enamoren a largo plazo.
HK. Todos los artistas que conozco nunca se
rinden, nunca paran, siguen teniendo la pasión y el entusiasmo de crear. No lo
pierdes si eres un artista de verdad. Y en la vida hay que encontrar la
verdadera pasión.
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