‘Pride’, el orgullo de los oprimidos
Las malvadas políticas de la Dama de
Hierro, la tremenda Margaret Thatcher, son una inagotable inspiración para
multitud de músicos, escritores o cineastas. A la para mí indiscutible “musa
del punk” le han compuesto infinidad de canciones en las que se le deseaban
todo tipo de males y se le dedicaban los peores epítetos, en consonancia con lo
poco que se cortan los británicos para la crítica. Una muestra muy reciente del
fantástico cine social británico basado en aquella dura época es la película
‘Pride’, del director Matthew Warchus, que cuenta con vibrantes
interpretaciones de veteranos y solventes actores británicos como Bill Nighy o
Imelda Staunton, junto a prometedores actores jóvenes.
La historia, de contenido social y político
con un toque de comedia, se desarrolla en los días de la conocida huelga de
mineros que puso en jaque al gobierno de Thatcher entre noviembre de 1984 y marzo
de 1985, aunque finalmente los mineros acabarían derrotados. Sin embargo, lo
hace desde un punto de partida novedoso. Se centra en la historia verídica del grupo
LGSM, Lesbians and Gays Support the Miners (grito de guerra que se escucha a lo
largo de la película), que desarrollaron una potente campaña a favor de los
mineros. A partir de la búsqueda aleatoria de un pueblo en Gales, la Liga
decide dirigir a ellos todo el dinero que consiguen recaudar, como caja de
resistencia para las familias de los mineros en huelga.
Pero enseguida surgirá la confrontación.
Mientras la Liga se limita a enviar dinero, son muy buenos recaudando, no
surgirán problemas. Pero cuando los muchachos, por completo comprometidos,
deciden ir al pueblo para conocer a los mineros los prejuicios saldrán a flote.
Surgirá el entendimiento pero también las diferencias en las relaciones entre
ambas comunidades, lesbianas y gays modernos y cosmopolitas que viven en
Londres, frente a bregados mineros de un pueblo de Gales y sus familias.
La película muestra, por suerte sin caer en
el pastiche, los sentimientos encontrados y a flor de piel que esta decisión
produce. Muchos miembros de la comunidad minera se sienten incómodos y rechazan
a los gays; la homofobia también está presente en aquellos hombres que luchan
por la igualdad y la justicia social. Al mismo tiempo muchos miembros de la
comunidad gay mostrarán su incomprensión y desacuerdo con los mineros, teniendo
en cuenta sus propios problemas de exclusión y la terrorífica enfermedad, el
SIDA, que empieza a aparecer causando los primeros muertos, además de las dificultades
para salir del armario, en especial en el ámbito familiar.
Finalmente con el encuentro ambas
comunidades saldrán reforzadas, aprendiendo unos de otros y comprendiendo que
los perjudicados por las decisiones arbitrarias, las políticas
ultracapitalistas y los prejuicios están en un mismo bando, sea cual sea su
causa; que aquello tan viejo de que la unión hace la fuerza es cierto... y que
nada anima tanto como una buena noche de juerga y baile con buenos amigos.
En cuanto a la banda sonora, no olvidemos
que corre el año 1984, buena música discotequera de la época, junto con
canciones tradicionales como ‘Bread and Roses’, o la “sindical” ‘There is Power
in a Union’ del combativo Billy Bragg.
VICTORY FOR THE MINERS. Y victoria para
todas las causas justas de la Tierra que luchan por los oprimidos que, no lo
olvidemos, en un momento dado podemos ser cualquiera de nosotros.
* ACTUALIZACION. Gracias a los amigos de Nodo50 por destacar nuestra reseña de Pride para Discos y otras pastas el 2 de mayo de 2015
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