Indignada, rabiosa y triste
Por pura nostalgia, quiero dejar aquí un fragmento de “La Zancada del Deyar”, el libro que escribí sobre la vida agonizante de la civilización nómada en el Sáhara Occidental.
“Nunca he visto una belleza tan atronadora y tan quieta, nunca. En las Cuevas del Diablo, en el corazón de los galaba de Leyuad, la tierra, el desierto, es un segundo congelado del origen del mundo. Los redondos y pulidos corazones de piedra son una inmóvil ebullición. Ahora escribo estas notas desde un refugio primitivo en el que un antepasado dibujó una pareja de gigantes. Están aquí, enterrados, cerca de mí, algunos de ellos. Son las tumbas de una raza abrumadora, por su tamaño y por el peso de su recuerdo. Habub las ha medido a pasos, y al apartar una de las piedras caídas ha jugado, con el pie desnudo, con un escorpión de unos catorce centímetros, invitándole a atacar. Sus reflejos de combatiente son tan rápidos como fuerte es su brazo, con el que ahora mismo lanza piedras hacia un nido, colgado del techo de esta cueva primitiva. Cuando Limam y yo lo intentamos, nos reímos como locos por lo ridículo de nuestros tiros, y dejamos nuestras carcajadas atrapadas en las piedras imantadas, a la espera de que una contracción las libere y aumente la leyenda de estas cuevas, al llegar a los oídos de algún caminante del futuro.
Este lugar está lleno de misterio, miedo, grandeza, y valentía. Aquí mismo comenzó a tejerse el tapiz de la vida, la tela de la jaima primigenia que lanzó al hombre a la conquista del desierto. Estos hombres de la badía que llaman corazones a las montañas, los mojones del desierto, deberían llamar a estos Corazones de los Generosos ‘kilómetro cero’.
Anoche dormí en la cueva de los pastores de Belén, y ahora estoy en la cueva de los pastores de la civilización. Sobre mi cabeza, una jirafa pintada hace miles de años. En mi turbante negro, el olor del humo del año cero, del nacimiento de la era. Y ante nosotros, a la sombra de una talja, como su abuelo el camello, el Land Cruiser “Marianne Faithfull”, María, llena de fe, crucero del desierto, Sahara Cruiser, que nos permite viajar por el tiempo. Hamduliláh.”
Conozco y amo Tiris, la cueva del diablo, los imponentes mojones negros de Leyuad, los montes conocidos como “los gemelitos” o Tuama, o las tumbas de los gigantes “hilaliyin”, por el viaje de Gonzalo, las narraciones de Bahia y los poemas de mis amigos de la Generación de la Amistad.
Galb_Limam Boicha
A mis amigos Isabel y Gonzalo
Me pregunta un viajero
qué significa galb.
Digo yo, por ejemplo,
que Miyek es un lunar
en el vientre de la tierra.
Que Ziza, por ejemplo,
es pecho en lengua bereber,
y que el ala de una duna
puede tocar el mar del cielo.
Digo yo, por ejemplo,
que en los altos picos
de prismáticos amaneceres
-frotando su piel-
hay mucha vida dormida.
Que en la piedra pasajera
hay platillos estacionados,
islas que emergen
desde el océano de la nada.
Un galb puede ser, por ejemplo,
el nombre de una muchacha
esculpida
entre las pestañas de una cueva.
Como Tiris es el ombligo del
Sahara,
Galb es un corazón,
corazón de piedra
Tiris_Luali Lehsan
Quiero huir del vientre
de esta noche ajena.
Dormir un sueño
sin primaveras postergadas,
sin cláusulas de perdón incumplidas,
y despertarme en tu vientre, Tiris.
Espantar la soledad con un abanico
de versos inspirados por tu inmensidad.
Vaciar mi alma en la bondad de tu alma,
repasar la memoria del universo
en la poesía de tus paisajes
y escuchar el eco de tus montañas,
la gloria de tu pasado,
los ruidos de la infancia del mundo,
el galope de una caravana sobre el cristalino rostro
de tus llanuras
y sentir la paz que los dioses cincelaron con bondad
en tu rostro.
Tu rostro de mar al que se le congelaron las olas.
Tiris_Ali Salem Iselmu
Si llegas alguna vez
a una tierra lisa y blanca
acompañada de inmensas estatuas negras
y el andar pasivo de camellos y beduinos,
recuerda que existe una tierra sin amo y sin dueño,
espejo y alma de todo ser inocente.
Y yo, sin conocer Tiris, pero enamorada de tanta belleza, escribí, rendida, hace tiempo:
Y en la llanura de Tiris, lugar mágico, esencia de la auténtica saharauidad, se encuentran los montes de Leyuad, unos enormes bloques graníticos, de color negro, que emergen súbitamente de la llanura. Las pinturas rupestres que se encuentran en sus numerosas cuevas y cavidades, joyas de la humanidad víctimas también de este penoso conflicto que dura demasiado desde hace demasiado tiempo, demuestran que allí habitaron hace millones de años los antiguos pobladores del Sahara, se llamaran entonces como se llamaran aquellos hombres prehistóricos. Los majestuosos montes de Leyuad hermanos de otra otra montaña sagrada, el Uluru, ese enorme monolito rojizo en el centro de Australia, son hogar de la cueva del Diablo, desde donde se puede contemplar en todo su esplendor la inmensidad de esta basta llanura.
Demonios (yin), ecos del pasado, extraños lamentos, huellas prehistóricas y el sonido del silencio dominando hasta los propios pensamientos, hacen que durante siglos los viajeros, de la tierra y los venidos de lejanos lugares, se hayan sentido atraídos sin remedio por este paisaje de belleza extrema. Tiris es el ombligo del verdadero Sahara, la esencia del pueblo saharaui, la poesía, el nomadeo, la búsqueda de agua, los camellos, los pozos, la alegría de la lluvia y la desolación de la sequía, ir tras las nubes, la libertad, buscar los pastos, la música, la religión, la nostalgia de un feliz tiempo pasado.
Tan sólo con recitar los nombres de la tierra, en hasania se hacen evocadores poemas. Tiris la hermosa, novia de los poetas, envidiada por las mujeres más bellas. No te conozco pero cuánto te añoro.
No podemos dejar que esta barbarie quede impune. Los saharauis son víctimas por desgracia de demasiados crímenes, y este es de enorme gravedad. Somos depositarios de lo que nos dejaron nuestros antepasados. ¿Alguien puede imaginar que se pintara un graffiti en la Alambra, que se pintarrajeara el Moisés de Miguel Angel o que se rajara el Gernika de Picasso? Pues esto es lo mismo. Por favor, no lo dejemos pasar. Actuemos antes de que sea irrecuperable.
Ver más información sobre el expolio arqueológico saharaui
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