“Manual para mujeres de la limpieza”, el merecido e imparable éxito de Lucia Berlin. Gabinete de lectura con Laura Freixas
Reconozco que no tenía mucha curiosidad por
“Manual para mujeres de la limpieza” de Lucia Berlin, un libro puesto en mi
camino por el club de lectura de La Central en el que participo desde hace
tiempo. A finales de verano conocimos que era una de las lecturas para esta
edición pero yo estuve demorando su comienzo. El hecho de que nos recomendaran
dejar para el final el prólogo y el epílogo me llevó además a no buscar
información en la red sobre la autora. Al acercarse el momento de la sesión me
decidí por fin a empezarlo, iniciando un enamoramiento con una escritora fuera
de serie, tremendamente personal y con unas circunstancias vitales muy
peculiares que la convierten a su vez en todo un personaje. Una vez leído y
disfrutado el volumen con sus relatos publicado en España por Alfaguara, puedo
decir que por esta vez el “fenómeno Berlin” no es un boom inflado de aire. Lucia
Berlin es una escritora magnífica y sus relatos son un ejemplo para todos los
que intentamos escribir. Es fácil caer rendida ante esta narradora lúcida pero
optimista, que cuenta las situaciones más tristes y tremendas con fino humor,
comprensión y compasión.
Para nuestra sesión del Gabinete de lectura
contamos con la presencia de Laura Freixas, escritora, articulista y editora
nacida en Barcelona, que nos aportó cantidad de datos interesantes sobre la
autora y su “Manual para mujeres de la limpieza”, que Laura define en su web
como “un libro maravilloso, un descubrimiento, una joya”, algo con lo que estoy
totalmente de acuerdo, al igual que todos los lectores del libro con los que he
hablado.
Freixas comenzó encuadrando a Lucia Berlin “en
la generación de narradoras y poetas anglosajonas nacidas en torno a la década
de los 30” del pasado siglo, la primera generación de mujeres “modernas”, ya
fuera de la época victoriana y que inauguraron una nueva condición cultural. Según
Freixas, estudiosa de la literatura femenina, esta generación de mujeres se vio
envuelta en una contradicción. “Por un lado se encontraban inmersas en una
sociedad individualista, competitiva, donde todo el mundo buscaba su proyecto
personal, por otro se sumergieron en el mundo de la maternidad y la familia,
con valores contrarios a los individuales predominantes”. La autora de “El
silencio de las madres” destacó que todas ellas tuvieron que lidiar, con mayor
o menor drama, con la contradicción entre ser madres y ocuparse de su propio
proyecto profesional y vital. Algunas lo vivieron de una forma incluso trágica.
Entre las escritoras de esta generación nuestra
invitada destacó nombres como Silvia Plath, Doris Lessing, Penelope Mortimer,
Marilyn French (“Sólo para mujeres”), Sue Kaufman (“Diario de un ama de casa
desquiciada”) o Edna O’Brien (autora de la trilogía “Las chicas del campo”, “La
chica de ojos verdes” y “Chicas felizmente casadas”). Todas ellas fueron
escritoras y mujeres que experimentaron una alegría y una sensación de libertad
nueva, disfrutaron de la libertad sexual, de la universidad, del trabajo fuera
de casa, pero al mismo tiempo tuvieron que pagar un alto precio por ello. Los
escritos de Lucia Berlin rebosan humanidad, alegría de vivir, conciencia y
lucidez sobre la muerte, compasión. Nunca cae en el dramatismo, todo lo
contrario, un finísimo sentido del humor y el “carpe diem” empapan su
literatura.
La vida de la autora de “Manual para
mujeres de la limpieza” fue tremendamente agitada. Sus peripecias vitales marcaron
a fuego su obra, los personajes de sus cuentos beben de ella misma y de la
gente que la rodeó: su abuelo, su madre, su hermana, familiares, amores, sus
maridos, sus hijos, sus jefes y compañeros de trabajo. La escritora nació en
Alaska, aunque de niña vivió en lugares como Idaho o Kentucky, debido al
trabajo de su padre, ingeniero de minas. La guerra la llevó a vivir con sus
abuelos junto a su madre y su hermana, dos mujeres fundamentales en su
producción. Lucia vivió desde niña los problemas de alcoholismo de su abuelo, de
su madre y de su tío, uno de sus familiares más queridos. Tras el regreso de su
padre la familia marchó a Chile, donde la autora vivió como una señorita de
clase alta. Regresó después a Estados Unidos, donde vivió en diferentes estados
y también pasó largas temporadas en México. Se casó tres veces, tuvo cuatro
hijos, antes de los cuarenta se había divorciado de su tercer marido y ya nunca
volvió a casarse. Sus maridos fueron artistas, un escultor y dos músicos de
jazz, uno de ellos heroinómano. Tras su tercer divorcio tuvo que realizar todo
tipo de trabajos para sacar a sus hijos adelante, lidiando con su alcoholismo,
del que pudo escapar finalmente, con una grave enfermedad de espalda y en sus
últimos años con un delicado problema respiratorio.
En cuanto al contexto social y cultural, como
destaca Laura Freixas, Lucia Berlin fue una mujer nacida en una familia de
clase media que recibió una buena educación, pero al mismo tiempo tuvo una gran
variedad de experiencias vitales poco usuales, lo que le llevó a escribir sobre
temas poco habituales en literatura, “convirtiendo sus escritos en originales y
únicos”. Hubo “desclasamiento y diferentes choques culturales en su vida, lo
que le dio una mirada crítica pero al mismo tiempo le llevó a ofrecer en sus
relatos una complicidad llena de humanidad”. En sus cuentos “la vida cotidiana
está llena de referencias cultas sin llegar a ser pedante”.
La humanidad de Lucia viene en gran medida
de sus experiencias vitales, algunas extremas. Su alcoholismo, fracasos
amorosos, maternidad en solitario, su complicada infancia, el cuidado de su
hermana enferma de cáncer. Pero en especial su peculiar mirada llega de los
diferentes trabajos que desempeñó: recepcionista, enfermera, limpiadora,
profesora de escritura. Lucia conoció la calle, trató con la gente corriente,
vivió la vida con intensidad, tocó fondo. Su obra destila, por todo ello,
verdad. En su literatura saca a flote el mundo de experiencias, inquietudes y
puntos de vista de las mujeres tratando temas como el embarazo, el aborto, el
cuidado de los enfermos, las relaciones amorosas, la unión con parejas
equivocadas. Aunque se ha comparado a Lucia Berlin con Carver, en nuestro
gabinete se la calificó de autora “chejoviana”, debido a la compasión que
muestra en sus relatos por el destino de la gente humilde y perdedora, sin
ridiculizar a sus personajes, observando en ocasiones desde fuera, pero muchas
otras siendo ella misma una de esas personas tal vez derrotadas pero que a
pesar de todo siguen adelante.
Es difícil encuadrar este libro en un
género literario concreto. “Manual para mujeres de la limpieza” no es un libro
de cuentos al uso. Para Laura Freixas es “bastante inclasificable”, con unos
relatos que no son del todo autónomos porque en ellos se repiten argumentos,
personajes, situaciones y escenarios. Tampoco llegan a formar un todo
completamente armado. “Se encuentra en el límite entre la autobiografía y la
autoficción”, considera Laura Freixas. Del estilo de Lucia Berlin se desprende
que “la autora escribe con total libertad, sin un plan determinado, lo que dota
a sus cuentos de una gran autenticidad y riqueza”.
El lenguaje es ajustado, certero, preciso,
con gran economía de medios pero a la vez muy potente. En muchos relatos Lucia
describe con sensualidad olores, sonidos, colores, contagiada probablemente por
sus vivencias en México. No obstante Lucia también sabe entretenerse en el
detalle, como prueba la maravillosa descripción de los protagonistas y del
apartamento de “A ver esa sonrisa”. Pero la autora es además experta en hacer
certeras descripciones con una breve frase o la recreación de un olor o una
imagen.
Las notas biográficas dicen que Lucia
escribió 77 cuentos, muchos de ellos recogidos en tres volúmenes de relatos publicados
en vida; su primer libro, “Angels Laundromat”, se publicó en 1981. Pero no
sería hasta años después de su muerte cuando la prestigiosa editorial Farrar
Straus and Giroux publicó su “Manual para mujeres de la limpieza” en 2015. Lo
siguiente ha sido un éxito arrollador en todo el mundo.
Todos los relatos del libro brillan sin
excepción, estos son algunos de mis preferidos:
Temps perdu, un maravilloso cuento sobre la
fascinación infantil y la amistad. No le sobra ni una coma, emocionante.
Bonetes azules, el amor en la madurez, las
vicisitudes de un fin de semana pasado con un complejo escritor, porque los
hombres son también muy difíciles de entender.
Manual para mujeres de la limpieza, sobre
su trabajo como empleada de hogar; me llama la atención cómo encuadra las
calles donde están de las casas que limpia, a través de las paradas de bus.
Mijito es un relato escalofriante sobre la
vida de los inmigrantes mexicanos. El sueño americano se torna en pesadilla,
bajo la mirada de una joven sin papeles que tiene que sacar adelante sola a su
bebé.
Buenos y malos refleja su adolescencia en
Chile, cuando estudiaba en un exclusivo colegio privado, y sus andanzas con una de sus
profesoras, una estadounidense de izquierdas, que intenta ayudar con poco acierto a los desfavorecidos.
502 describe el abismo del alcohol con
desgarradora economía de medios para explicar la relación de los hijos con la
madre alcohólica, su atención y su cuidado.
Luto, sobre su trabajo de señora de la
limpieza en la casa de un hombre viudo que acaba de fallecer y la llegada de los
hijos al que fuera hogar de la familia. Lleno de tristeza y al mismo tiempo de
ternura.
Hasta la vista, donde refleja su relación con
su tercer marido, su empatía y cierta comprensión a pesar de los pesares, ese
“pelillos a la mar” en unas complicadas relaciones que sólo alcanzan personas
muy especiales. Refleja con brillante brevedad la locura que envuelve el enamoramiento:
“Me flaqueaban las piernas, me daba vueltas la cabina telefónica”.
Espera un momento es uno de los relatos dedicados a enfermedad de su hermana. Un cuento bello sobre la compasión,
piedad, amor fraternal, superación del dolor, humor, la exuberancia de México, las
complejas relaciones familiares.
Una aventura amorosa está protagonizado por
una compañera de trabajo, entrañable en su intención de tener una aventura
fuera de su, por otra parte feliz, matrimonio.
A ver esa sonrisa narra la complicada
relación entre una mujer y un joven menor de edad. Cárcel, pasión, amor,
alcohol en un cuento con magníficas descripciones.
B.F. y yo, es el último relato que escribió;
la contratación de un albañil para hacer unas chapuzas nos conduce a una
reflexión sobre la enfermedad, la vejez y la soledad.
Lavandería Ángel es el relato que inicia el
libro; a partir de algo tan corriente como es llevar la ropa sucia a la
lavandería Lucia consigue un agudo relato llenos de detalles.
Diez días con Lucia Berlin y tengo claro
que me hubiera encantado ser amiga suya, tras quedarme atrapada por su mirada
inteligente, llena de humor, humanidad y respeto. Me hubiera gustado que me
contara tomándonos un café sobre sus hombres, sus matrimonios fracasados, su
buena relación con sus maridos (a pesar de todo), sus hijos, su alcoholismo, la
delgada línea entre la vida y la muerte, su relación con la familia, su lucha
incansable por salir adelante, sus trabajos. Me hubiera gustado preguntarle qué
se siente tras alcanzar un éxito estratosférico diez años después de morir.
Seguro que allá donde esté, se estará partiendo de risa. Maravillosa Lucia. No
dejéis de leer su “Manual para mujeres de la limpieza”.
Foto: bccbooks.org |
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