“Manual para mujeres de la limpieza”, el merecido e imparable éxito de Lucia Berlin. Gabinete de lectura con Laura Freixas

6:27 p. m. Conx Moya 0 Comments



Reconozco que no tenía mucha curiosidad por “Manual para mujeres de la limpieza” de Lucia Berlin, un libro puesto en mi camino por el club de lectura de La Central en el que participo desde hace tiempo. A finales de verano conocimos que era una de las lecturas para esta edición pero yo estuve demorando su comienzo. El hecho de que nos recomendaran dejar para el final el prólogo y el epílogo me llevó además a no buscar información en la red sobre la autora. Al acercarse el momento de la sesión me decidí por fin a empezarlo, iniciando un enamoramiento con una escritora fuera de serie, tremendamente personal y con unas circunstancias vitales muy peculiares que la convierten a su vez en todo un personaje. Una vez leído y disfrutado el volumen con sus relatos publicado en España por Alfaguara, puedo decir que por esta vez el “fenómeno Berlin” no es un boom inflado de aire. Lucia Berlin es una escritora magnífica y sus relatos son un ejemplo para todos los que intentamos escribir. Es fácil caer rendida ante esta narradora lúcida pero optimista, que cuenta las situaciones más tristes y tremendas con fino humor, comprensión y compasión.
Para nuestra sesión del Gabinete de lectura contamos con la presencia de Laura Freixas, escritora, articulista y editora nacida en Barcelona, que nos aportó cantidad de datos interesantes sobre la autora y su “Manual para mujeres de la limpieza”, que Laura define en su web como “un libro maravilloso, un descubrimiento, una joya”, algo con lo que estoy totalmente de acuerdo, al igual que todos los lectores del libro con los que he hablado.
Freixas comenzó encuadrando a Lucia Berlin “en la generación de narradoras y poetas anglosajonas nacidas en torno a la década de los 30” del pasado siglo, la primera generación de mujeres “modernas”, ya fuera de la época victoriana y que inauguraron una nueva condición cultural. Según Freixas, estudiosa de la literatura femenina, esta generación de mujeres se vio envuelta en una contradicción. “Por un lado se encontraban inmersas en una sociedad individualista, competitiva, donde todo el mundo buscaba su proyecto personal, por otro se sumergieron en el mundo de la maternidad y la familia, con valores contrarios a los individuales predominantes”. La autora de “El silencio de las madres” destacó que todas ellas tuvieron que lidiar, con mayor o menor drama, con la contradicción entre ser madres y ocuparse de su propio proyecto profesional y vital. Algunas lo vivieron de una forma incluso trágica.
Entre las escritoras de esta generación nuestra invitada destacó nombres como Silvia Plath, Doris Lessing, Penelope Mortimer, Marilyn French (“Sólo para mujeres”), Sue Kaufman (“Diario de un ama de casa desquiciada”) o Edna O’Brien (autora de la trilogía “Las chicas del campo”, “La chica de ojos verdes” y “Chicas felizmente casadas”). Todas ellas fueron escritoras y mujeres que experimentaron una alegría y una sensación de libertad nueva, disfrutaron de la libertad sexual, de la universidad, del trabajo fuera de casa, pero al mismo tiempo tuvieron que pagar un alto precio por ello. Los escritos de Lucia Berlin rebosan humanidad, alegría de vivir, conciencia y lucidez sobre la muerte, compasión. Nunca cae en el dramatismo, todo lo contrario, un finísimo sentido del humor y el “carpe diem” empapan su literatura.
La vida de la autora de “Manual para mujeres de la limpieza” fue tremendamente agitada. Sus peripecias vitales marcaron a fuego su obra, los personajes de sus cuentos beben de ella misma y de la gente que la rodeó: su abuelo, su madre, su hermana, familiares, amores, sus maridos, sus hijos, sus jefes y compañeros de trabajo. La escritora nació en Alaska, aunque de niña vivió en lugares como Idaho o Kentucky, debido al trabajo de su padre, ingeniero de minas. La guerra la llevó a vivir con sus abuelos junto a su madre y su hermana, dos mujeres fundamentales en su producción. Lucia vivió desde niña los problemas de alcoholismo de su abuelo, de su madre y de su tío, uno de sus familiares más queridos. Tras el regreso de su padre la familia marchó a Chile, donde la autora vivió como una señorita de clase alta. Regresó después a Estados Unidos, donde vivió en diferentes estados y también pasó largas temporadas en México. Se casó tres veces, tuvo cuatro hijos, antes de los cuarenta se había divorciado de su tercer marido y ya nunca volvió a casarse. Sus maridos fueron artistas, un escultor y dos músicos de jazz, uno de ellos heroinómano. Tras su tercer divorcio tuvo que realizar todo tipo de trabajos para sacar a sus hijos adelante, lidiando con su alcoholismo, del que pudo escapar finalmente, con una grave enfermedad de espalda y en sus últimos años con un delicado problema respiratorio.
En cuanto al contexto social y cultural, como destaca Laura Freixas, Lucia Berlin fue una mujer nacida en una familia de clase media que recibió una buena educación, pero al mismo tiempo tuvo una gran variedad de experiencias vitales poco usuales, lo que le llevó a escribir sobre temas poco habituales en literatura, “convirtiendo sus escritos en originales y únicos”. Hubo “desclasamiento y diferentes choques culturales en su vida, lo que le dio una mirada crítica pero al mismo tiempo le llevó a ofrecer en sus relatos una complicidad llena de humanidad”. En sus cuentos “la vida cotidiana está llena de referencias cultas sin llegar a ser pedante”.
La humanidad de Lucia viene en gran medida de sus experiencias vitales, algunas extremas. Su alcoholismo, fracasos amorosos, maternidad en solitario, su complicada infancia, el cuidado de su hermana enferma de cáncer. Pero en especial su peculiar mirada llega de los diferentes trabajos que desempeñó: recepcionista, enfermera, limpiadora, profesora de escritura. Lucia conoció la calle, trató con la gente corriente, vivió la vida con intensidad, tocó fondo. Su obra destila, por todo ello, verdad. En su literatura saca a flote el mundo de experiencias, inquietudes y puntos de vista de las mujeres tratando temas como el embarazo, el aborto, el cuidado de los enfermos, las relaciones amorosas, la unión con parejas equivocadas. Aunque se ha comparado a Lucia Berlin con Carver, en nuestro gabinete se la calificó de autora “chejoviana”, debido a la compasión que muestra en sus relatos por el destino de la gente humilde y perdedora, sin ridiculizar a sus personajes, observando en ocasiones desde fuera, pero muchas otras siendo ella misma una de esas personas tal vez derrotadas pero que a pesar de todo siguen adelante.
Es difícil encuadrar este libro en un género literario concreto. “Manual para mujeres de la limpieza” no es un libro de cuentos al uso. Para Laura Freixas es “bastante inclasificable”, con unos relatos que no son del todo autónomos porque en ellos se repiten argumentos, personajes, situaciones y escenarios. Tampoco llegan a formar un todo completamente armado. “Se encuentra en el límite entre la autobiografía y la autoficción”, considera Laura Freixas. Del estilo de Lucia Berlin se desprende que “la autora escribe con total libertad, sin un plan determinado, lo que dota a sus cuentos de una gran autenticidad y riqueza”.
El lenguaje es ajustado, certero, preciso, con gran economía de medios pero a la vez muy potente. En muchos relatos Lucia describe con sensualidad olores, sonidos, colores, contagiada probablemente por sus vivencias en México. No obstante Lucia también sabe entretenerse en el detalle, como prueba la maravillosa descripción de los protagonistas y del apartamento de “A ver esa sonrisa”. Pero la autora es además experta en hacer certeras descripciones con una breve frase o la recreación de un olor o una imagen.
Las notas biográficas dicen que Lucia escribió 77 cuentos, muchos de ellos recogidos en tres volúmenes de relatos publicados en vida; su primer libro, “Angels Laundromat”, se publicó en 1981. Pero no sería hasta años después de su muerte cuando la prestigiosa editorial Farrar Straus and Giroux publicó su “Manual para mujeres de la limpieza” en 2015. Lo siguiente ha sido un éxito arrollador en todo el mundo.
Todos los relatos del libro brillan sin excepción, estos son algunos de mis preferidos:
Temps perdu, un maravilloso cuento sobre la fascinación infantil y la amistad. No le sobra ni una coma, emocionante.
Bonetes azules, el amor en la madurez, las vicisitudes de un fin de semana pasado con un complejo escritor, porque los hombres son también muy difíciles de entender.
Manual para mujeres de la limpieza, sobre su trabajo como empleada de hogar; me llama la atención cómo encuadra las calles donde están de las casas que limpia, a través de las paradas de bus.
Mijito es un relato escalofriante sobre la vida de los inmigrantes mexicanos. El sueño americano se torna en pesadilla, bajo la mirada de una joven sin papeles que tiene que sacar adelante sola a su bebé.
Buenos y malos refleja su adolescencia en Chile, cuando estudiaba en un exclusivo colegio privado, y sus andanzas con una de sus profesoras, una estadounidense de izquierdas, que intenta ayudar con poco acierto a los desfavorecidos.
502 describe el abismo del alcohol con desgarradora economía de medios para explicar la relación de los hijos con la madre alcohólica, su atención y su cuidado.
Luto, sobre su trabajo de señora de la limpieza en la casa de un hombre viudo que acaba de fallecer y la llegada de los hijos al que fuera hogar de la familia. Lleno de tristeza y al mismo tiempo de ternura.
Hasta la vista, donde refleja su relación con su tercer marido, su empatía y cierta comprensión a pesar de los pesares, ese “pelillos a la mar” en unas complicadas relaciones que sólo alcanzan personas muy especiales. Refleja con brillante brevedad la locura que envuelve el enamoramiento: “Me flaqueaban las piernas, me daba vueltas la cabina telefónica”.
Espera un momento es uno de los relatos dedicados a enfermedad de su hermana. Un cuento bello sobre la compasión, piedad, amor fraternal, superación del dolor, humor, la exuberancia de México, las complejas relaciones familiares.
Una aventura amorosa está protagonizado por una compañera de trabajo, entrañable en su intención de tener una aventura fuera de su, por otra parte feliz, matrimonio.
A ver esa sonrisa narra la complicada relación entre una mujer y un joven menor de edad. Cárcel, pasión, amor, alcohol en un cuento con magníficas descripciones.
B.F. y yo, es el último relato que escribió; la contratación de un albañil para hacer unas chapuzas nos conduce a una reflexión sobre la enfermedad, la vejez y la soledad.
Lavandería Ángel es el relato que inicia el libro; a partir de algo tan corriente como es llevar la ropa sucia a la lavandería Lucia consigue un agudo relato llenos de detalles.
Diez días con Lucia Berlin y tengo claro que me hubiera encantado ser amiga suya, tras quedarme atrapada por su mirada inteligente, llena de humor, humanidad y respeto. Me hubiera gustado que me contara tomándonos un café sobre sus hombres, sus matrimonios fracasados, su buena relación con sus maridos (a pesar de todo), sus hijos, su alcoholismo, la delgada línea entre la vida y la muerte, su relación con la familia, su lucha incansable por salir adelante, sus trabajos. Me hubiera gustado preguntarle qué se siente tras alcanzar un éxito estratosférico diez años después de morir. Seguro que allá donde esté, se estará partiendo de risa. Maravillosa Lucia. No dejéis de leer su “Manual para mujeres de la limpieza”.
Foto: bccbooks.org

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