'Las señoritas de escasos medios', de Muriel Spark, fascinante micromundo femenino de posguerra
Este año 2016 se han cumplido diez años de
la muerte de la escritora Muriel Spark y por primera vez he leído un libro de
esta autora nacida en Edimburgo en 1918. La ocasión llegaba a través del
Gabinete de lectura de La Central que coordina Jesús Casals, donde hemos leído ‘Las
señoritas de escasos medios’, publicada por Impedimenta. Se acercó a hablarnos
del libro su traductora, Gabriela Bustelo.
Tras remarcar que la impulsora de las
publicaciones en Impedimenta de una serie de autoras inglesas es la escritora Pilar
Adón, Bustelo nos confesó que “la traducción de esta novela fue una propuesta
del editor, Enrique Redel”. Se trata de una novela que ella no conocía pero le
ha gustado especialmente. Considera que las novelas de Spark, no así sus ensayos,
han envejecido muy bien. Prueba de ello son las continuas reediciones de sus
libros.
De Spark, quien “elegía muy bien sus
títulos”, se alaba en especial su originalidad y su sentido del humor. Se la
emparenta “con Jean Austen por los ambientes cerrados donde transcurren sus
obras y por convertir lo ordinario en extraordinario”. En la narración
sobrevuela una pequeña intriga, “que hace que el lector no pueda parar de leer”.
La vida de Muriel Spark fue apasionante. Se
casó muy joven y se fue a Zimbabue. Sin embargo, su matrimonio duró poco y Spark
regresó a Inglaterra. Dijo que lo mejor que le había dejado su marido fue “el
apellido” (en realidad ella se llamaba Muriel Sarah Camberg). Tuvo un único
hijo de aquel matrimonio y su relación con él siempre fue mala, ambos tuvieron
además diferencias religiosas. Llegó a trabajar en el contraespionaje bélico.
Viajó mucho y tuvo algunos amoríos. Vivió sus últimos treinta años en
Florencia. En sus novelas se repiten personajes femeninos intelectuales. Ella
también tuvo que buscarse la vida como las chicas de la novela; desempeñó todas
las labores que pueden hacerse en una editorial. Muriel Spark se convirtió al
catolicismo en 1954, su padre era judío y su madre presbiteriana, y ella
siempre tuvo una relación muy particular con la religión.
‘Las señoritas de escasos medios’ refleja
con sentido del humor e ironía el mundo femenino de una residencia para chicas
“de escasos medios” durante la época del fin de la Segunda Guerra Mundial y la
dura y llena de escasez posguerra posterior. Comienza con una breve pero
brillante descripción de cómo era el Londres de la postguerra: “Hace tiempo,
en 1945, toda la buena gente era pobre, salvo contadas excepciones. Las calles
de las ciudades eran una sucesión de edificios en mal estado o sin arreglo
posible, zonas bombardeadas llenas de escombros (…)”. La historia comienza años
después la postguerra, momento en que se desarrolla la acción, con una llamada
telefónica y un “Tengo que contarte una cosa”. Después pasamos al año 1945, al Club
May of Teck, un club para chicas solteras menores de treinta años, aunque en él
permanecen tres solteras que rayan la cincuentena y que se han quedado viviendo
allí. Spark fue precursora de los saltos temporales, los resuelve muy bien, su
utilización del flashforward da modernidad a la forma de narrar. Hay pequeños
saltos adelante cuando se informa de que uno de los personajes principales ha
fallecido. Esta información “del futuro” se ofrece salpicada en pequeñas pinceladas
a lo largo de la narración, pero ese adelanto no quita interés a la trama.
La novela no presenta escenarios fuera de
la residencia, toda la acción transcurre allí, donde se despliega el micromundo
femenino de las chicas que allí habitan: sus amoríos, la búsqueda de trabajo,
la fe, sus relaciones entre ellas y con los hombres, sus estrecheces, su feminidad,
el racionamiento, su esfuerzo por labrarse un futuro o sus problemas con el
peso y la dieta (algo que parecía obsesionar a la autora) aunque “los dos
temas preferidos eran el amor y el dinero”. Con pocas pinceladas consigue
retratar a los personajes a la perfección, de ahí lo logradas que son sus
novelas corales. Las protagonistas principales son las señoritas que habitan la
residencia: Jean, joven con aspiraciones intelectuales, “considerada lista”
en la residencia, proyecto de esas mujeres intelectuales que Spark incluía en
sus novelas, orgullosa de su trabajo mal pagado en una editorial por el
“prestigio”, los contactos y la posición que le puede aportar, lo ve como una
puerta al mundo de la cultura y la intelectualidad; Joanna, hija de un párroco
rural, inteligente y de sentimientos “tan profundos como sombríos”,
dedicada a dar clases de elocuencia, vagamente relacionada con el amor a través
de algún sacristán; Selina, “extremadamente guapa”, delgadísima, cuya
belleza le permite hacer acopio de artículos racionados como jabón; o Anne, la
segunda joven más delgada, propietaria del vestido Schiaparelli, que tendrá
cierta importancia en la trama.
Los hombres son presentados como personajes
poco inteligentes. El editor lleva su negocio de forma un tanto desastrosa, sus
relaciones matrimoniales no son mucho mejores. Por el club pasan además chicos “el
joven de turno que pasaba por allí”, como Nicholas, anarquista, intento de
intelectual que no pasa mucho más allá de la fachada, con un libro que es poco
menos que bazofia, pero cuyas ínfulas intelectuales y el aura de romanticismo y
peligro que irradian sus simpatías anarquistas atraen a Jean. Spark también
mira divertida la relación entre ellos: “Él con el hastío de un filósofo,
ella con entusiasmo de una bohemia neófita”. Jean, quien “mientras buscaba
marido se entretenía con intelectuales jóvenes”, cree ingenuamente que sus
aspiraciones intelectuales le harán interesante ante el escritor anarquista,
cuando él en realidad, como todos los hombres, lo que quiere es evidentemente
estar con “la más guapa”, Selina, que no le proporciona conversación pero sí
belleza. La inconsistencia intelectual de Nicholas se demuestra en sus
bandazos, de anarquista a misionero en África.
Bajo una apariencia formal simple, según Bustelo
“la autora es una narradora controladora y dictatorial, su voz omnisciente está
siempre presente”. Su estilo es muy personal y ha envejecido muy bien; las
suyas son “novelas atemporales, sus historias son muy humanas, sobre temas que
no pasan de moda, que siempre están de actualidad”, en palabras de la
traductora. Los diálogos son impecables y en ellos también presente está la
autora. El final de la novela es “inesperado, con tono siniestro y un toque de
surrealismo”. Es un final largo en extensión, en comparación con la brevedad
con que se desarrolla el resto de la novela.
Ofrece también una mirada crítica hacia el
mundo editorial, que tan bien conocía Spark como escritora y por haber
trabajado en editoriales. En concreto se burla de la figura de los editores,
también de algunos autores “poetas en virtud de que escribir poesía era lo
único consistente que habían hecho en su vida”, y a la relación entre autor
y editor. “Hay editores que intentan hacerse amigos de sus autores y hay
editores que intentan hacer autores a sus amigos”.
Según Bustelo de alguna manera las obras de
Spark “tienen que ver con la metaficción, lo que sucedía en su vida se refleja
en sus novelas”. La traductora considera a Spark “una precursora de la
metaficción”.
Además de traductora de inglés, Gabriela Bustelo
estudió filología y es escritora. En 1996 publicó en Anagrama ‘Veo veo’, que
recibió elogios de Francisco Umbral. Se la incluyó junto con escritores como
Jose Ángel Mañas, Ray Loriga o Agustín Fernández-Mallo entre el grupo de
escritores de vanguardia de mediados de los 90. Además se considera a Bustelo junto
con Lucía Etxeberria como las únicas representantes femeninas de lo que se
denominó la Generación X literaria. Otras novelas suyas son ‘Planeta Hembra (2001)’
y ‘La historia de siempre jamás’ (2007). Actualmente tiene una tribuna de
opinión en el diario digital Vozpópuli. Pasó su infancia entre París y
Washington. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de
Madrid, comenzó su carrera de traducción a mitad de carrera con ‘El libro de la
selva’, de Rudyard Kipling. Para Impedimenta ha traducido además de ‘Las
señoritas de escasos medios’, ‘Escritos irreverentes’, de Mark Twain, libro
cuya lectura recomienda.
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