Bookstock, literatura, rock e independientes en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS)
Como
el blog inquieto que intentamos ser, nos trasladado a Sevilla para saber qué
era eso del Bookstock, anunciado como tres días de música y literatura y celebrado
en el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de
Sevilla), un lugar de referencia para
los que nos interesamos por el arte, los libros y la música.
El
I Festival Bookstock ha estado organizado por la revista JotDown, en
colaboración (además de con el Cicus) con el Instituto de la Cultura y las
Artes de Sevilla (ICAS) y la librería la ExtraVagante, y se ha desarrollado
entre el 16 y el 18 de septiembre.
Esto
es lo que dieron de sí las dos mesas que presenciamos.
“El boom de la literatura rock en España”
Partiendo de la premisa de que “nunca antes
se habían publicado tantos libros sobre música como ahora” y de que “ya no son
editoriales especializadas en música las que publican estos libros”, el viernes
por la tarde asistimos a una charla moderada por Fran G. Matute (Estado
Crítico), y que contó con J. S. Monfort, jefe de prensa de la editorial
Malpaso, una editorial que apuesta por publicaciones relacionadas con el rock y
Nani Castañeda, batería de Niños Mutantes y escritor, ha publicado “Mutante,
por la gracia de Dios” en Ediciones Chelsea.
En la charla se hizo referencia al nicho de
mercado de este tipo de literatura que ellos estiman en unos 4.000-5.000 lectores,
aunque yo creo que es menor. Mi opinión es que hay pocos lectores interesados
en la literatura rock porque en España no se aprecia ni se respeta el rock como
se debería ni hay una industria potente detrás. Tampoco existe un gran número
de lectores de literatura de cierta calidad. Un porcentaje muy elevado de
personas sólo compra un libro al año, normalmente de algún personaje mediático,
que ni siquiera suele ser escritor; un tipo de lectores que no se van a
interesar por una obra escrita en clave de rock. Pero por otra parte los libros
rock sí deberían contar con ese porcentaje de público al que sí le gusta esos
estilos musicales, personas que muchas veces también son lectores de obras de
una cierta calidad/complejidad, no del bestseller de turno.
En el transcurso de la charla salieron
muchas ideas y se ofrecieron diferentes pinceladas sobre libros y rock. Primero
habría que acotar qué se entiende por literatura rock, diferenciándola de los
libros como biografías, testimonios, cancioneros… Es complejo. En mi opinión
debemos referirnos a libros donde el rock tiene que ver con la narración,
libros protagonizados por músicos, o por bandas (imaginadas o no), también
podemos incluir literatura escrita por músicos. También se habló de autores “muy
rock”, aunque el rock no sea en sí una parte fundamental de sus libros. Es el
caso de Thomas Pynchon, que mencionó Fran G. Matute, “con una forma de escribir
muy psicodélica”, o Salinger “lanzando el puño a un periodista”, como recordó
Pepe Monfort, quien entiende por narración rock una “narración llena de ruido;
con gente, cervezas y un poco de música”. Para Monfort el rock es “una actitud
ante la vida”. “Hay personas muy rock y músicos con vidas muy ordenadas”,
reflexionó, considerando a Manuel Vilas como “un escritor con actitud rock”.
El jefe de prensa de Malpaso confirmó que hay
un interés cada vez mayor de las editoriales por el mundo del rock. “Antes se
hacían libros con ediciones menos cuidadas, recuerdo de las de Editorial Júcar,
ediciones sobre todo pensadas para fans”, explicó. Actualmente se busca cada
vez más que el libro rock sea también un “objeto bonito”. Fran Matute destacó
la dificultad de escribir sobre música, traspasar a palabras la música. “En
España se impone la idea de que la música rock es algo banal, por eso no se
valora en nuestro país, no se le da la entidad que merece”, opinó. Nani Castañeda
incidió en el poco interés en el rock que tienen la mayoría de literatos en
este país. “Hay muchos novelistas para los que el rock no ha sido algo vital.
Por otra parte hay cierto esnobismo entre escritores que prefieren referirse a
otras músicas, como el jazz o la clásica”. El batería de Niños Mutantes resaltó
que el despegue de la literatura rock se dio en el momento en que las primeras
generaciones de músicos rock empezaron a reflexionar sobre su propia historia, “El
propio relato del músico hablando y escribiendo sobre su experiencia tiene
mucha más emoción que una densa biografía realizada por otro”. Se refirió a que
existe una cierta separación entre las dos artes, literatura y música, aunque
hay músicos considerados como grandes letristas, como Bob Dylan, Leonard Cohen
o Jim Morrison. El caso contrario es menos habitual, Monfort nombró a Pablo
Ramos. Desde John Lennon, Morrissey o Micah P. Hinson, a los españoles Santi
Balmes de Love of Lesbian, César Strawberry, Albert Pla, Kike Babas o Sr.
Chinarro, hay numerosos casos de músicos que han escrito ensayos, poesía e
incluso novelas. Nani Castañeda, otro de los músicos que han visto un libro
suyo publicado, opinó que el rock puede ser muy literario, por el proceso
creativo que conlleva o las relaciones que surgen entre los músicos. “El mundo
del rock tiene sus sombras y sus luces, no es tan negro como lo cuentan. Es un
trabajo donde también hay que picar mucha piedra”. Apostó por normalizar el
rock, a lo que Monfort replicó que si se convierte “en algo normal puede acabar
perdiendo el interés”.
Durante la charla se hizo referencia a libros
escritos por músicos que han funcionado muy bien entre un público no
necesariamente interesado por la música, caso de “Instrumental” de James
Rodhes, o “Cosas que los nietos deberían saber” de Mark Oliver Everett, en los
que predomina la experiencia vital. Probablemente ahí radica su éxito, porque
el nicho de mercado de lectores del rock es limitado.
Los ponentes estuvieron de acuerdo en que
no se escribe mucha crónica o ensayo sobre rock en España, mientras sí se
publican en el mundo anglosajón. “En España faltan buenos ensayos sobre música.
Las editoriales probablemente tampoco demandan este tipo de literatura porque
no sale rentable”, opinó Fran Matute. Monfort recordó la colección Cara B de
Lengua de Trapo, de libros basados en discos, que realizó “un acercamiento
conceptual”, en palabras de Pepe Monfort. En esta colección salieron libros
como “Omega”, sobre el álbum de Morente y Lagartija Nick, “Honestidad brutal”,
sobre Calamaro o “Una semana en el motor de un autobús” dedicado a Los
Planetas. “Muchas veces los que se han acercado a la literatura musical lo han
hecho como fans, pero eso no quiere decir que sea más interesante o de más
calidad”, indicó Monfort.
Los participantes en la charla destacaron
que hay poca literatura rock novelada en España. Por mi parte añadiría que cada
vez hay más, muchas de ellas publicadas en editoriales pequeñas o incluso
autopublicadas, en definitiva son poco conocidas pero existen*. Para Pepe
Monfort hay que lograr “traspasar con esta literatura el umbral de los fans del
rock y llegar a otro tipo de público”. Por su parte Nani deseó que “el rock
esté presentecon naturalidad en las novelas, el género que la gente lee
mayoritariamente; el proceso de normalización debe fluir”. Como “pega” se
señaló en la mesa que en ocasiones las novelas rock pueden caer en obviedades. Hablaron
de tener cuidado con introducir muchas referencias rock, ya que puede terminar
mermando la calidad del texto, afirmación que yo no comparto del todo. “Rodrigo
Fresán es por ejemplo un autor que vive el rock desde un punto de vista muy
intelectual y da muchas referencias”, señaló Monfort.
Por mi parte salí de la charla con más
dudas ante las numerosas ideas planteadas, aunque a la vez reafirmando mi
opinión de que es un tipo de literatura muy interesante y que puede dar mucho de
sí. En España llevamos mucho tiempo de retraso en literatura rock, como en casi
todo, y nos encontramos con el problema de unos lectores poco amantes de novedades
y experimentación y, me temo, con muchas carencias musicales.
“El escritor ante la edición
independiente”
La tarde del sábado asistimos a una mesa a
tres bandas entre los escritores Miguel Ángel Hernández, Rebeca García Nieto y
Leonardo Cano.
Miguel Ángel fue el encargado de presentar
a Rebeca: psicóloga clínica y escritora. Es autora de tres obras “Historia de
una mirada” (Eutelequia, 2012), “Eric” (Zut, 2015) y “Las siete vidas del
cangrejo” (Alegoría, 2016). En palabras de Miguel Ángel “no es fácil decidir si
es un libro de cuentos o una novela”. Se trata de siete historias, cada una con
un tono diferente, incluso con una tipografía distinta pero en todas ellas hay
una preocupación sobre lo patológico, está muy presente el cuerpo, la vejez, lo
que va más allá del cuerpo ideal. Con profundidad psicológica recoge los miedos
y los deseos frustrados.
Rebeca contó su experiencia con la edición
independiente, hasta ahora no muy positiva. Sus dos primeras novelas las
publicó con editoriales independientes que se encontraban en crisis cuando
editaron sus libros. “A la soledad del escritor ante el papel se une la soledad
del escritor una vez que ha terminado la novela”. Es muy difícil sacar adelante
un libro sin el apoyo de una editorial. El literario es un mundo complicado y
muy hermético y muchas veces me he sentido francamente sola”, reconoció. Aunque
su experiencia no fue del todo satisfactoria sí destacó la ayuda prestada por
Juan Bonilla de Zut Ediciones. Hispabooks, otra independiente, va a publicar en
breve su novela “Eric” en inglés, lo que le va a dar una “segunda vida” al
libro. Destacó la labor que está haciendo Hispabooks al dar a conocer a autores
españoles en el extranjero, “ayudando a cambiar la idea que se tiene fuera
sobre la literatura española”. Sobre “Las siete vidas del cangrejo”, destacó
que es “un libro arriesgado, no tanto por la forma como por el contenido”. Las
editoriales independientes dan salida a este tipo de libros, algo que “en una
editorial grande es difícil”,
Rebeca García Nieto presentó a Leonardo
Cano (Murcia, 1977), autor de “La edad media” (Candaya, 2016), Licenciado en
Derecho y Máster en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada Europea. La
novela narra la historia de tres compañeros de colegio que vuelven a reunirse
cuando alcanzan la treintena. Queda patente de ese encuentro que no llevan la
vida que soñaron cuando eran pequeños. La novela combina tres narraciones: el
chat de uno de los personajes con su novia; una narración en tercera persona
del día a día de otro de los personajes y un narrador en primera persona del
plural que cuenta la infancia y adolescencia de todos ellos. Usando frases
cortas consigue una voz muy potente, que refleja muy bien el “círculo de la
violencia”, cómo se puede pasar de ser agredido a ser agresor. “Leonardo tiene
una voz propia y original”, concluyó Rebeca.
Leonardo Cano afirmó que su experiencia con
la edición independiente, Candaya ha publicado su primera novela, ha sido “muy
feliz”. Explicó que siempre había demorado la escritura de una novela pero
varios de sus amigos “empezaron a publicar (Leonardo es el Leo de “Presente
continuo” de Miguel Ángel Hernández) así que finalmente me animé a escribir la
mía. Además, para conseguir que me la publicaran debía ser buena”. Leonardo hizo
referencia a la crisis que sacude el mundo editorial y la pérdida de lectores
(aunque yo diría más bien de compradores de libros), por lo que “una editorial
grande no se va a fijar jamás en una primera novela”. En palabras de Leonardo
“las editoriales independientes publican poco, así que cuidan mucho lo que
publican”. Sobre “La edad media” explicó que el tema principal son las
aspiraciones desbaratadas, los sueños rotos, un tema que “necesitaba de los
tres narradores y de una estructura compleja”.
Leonardo Cano presentó a Miguel Ángel
Hernández (Murcia, 1977), profesor de historia del arte y escritor. Empezó
publicando en editoriales municipales y regionales, en independientes y
finalmente en Anagrama. Esta editorial le ha publicado “Intento de escapada”,
que ha conseguido notable éxito y ha sido traducida a varios idiomas y “El
instante de peligro”, novela finalista del premio Herralde de novela. Miguel
Ángel ha hecho una vuelta a las independientes con “Presente continuo”, un
diario de escritura publicado en la editorial Balduque. Actualmente escribe un
nuevo diario. La carrera literaria de Miguel Ángel transcurre entre editoriales
“periféricas”, independientes y una grande como Anagrama, aunque esta editorial
haya apostado por un tipo de literatura arriesgada y de calidad.
Miguel Ángel Hernández habló sobre su
trayectoria. “He pasado por todos los estados”, afirmó. “Para llegar a Anagrama
he pasado por todo un submundo de publicaciones, en ediciones municipales y
regionales”. Se trata de “publicaciones en la periferia de la periferia”, a
veces “textos para amigos y familiares”. Aparentemente pueden parecer
“publicaciones perdidas, sin distribución ni difusión; sin embargo permiten a
un escritor hablar de lo que quiere, son una tabla de experimentación fundamental”.
Así, antes de recalar en Anagrama había pasado por años de “experimentación”.
Llegar a una editorial independiente es dar un “paso ya consolidado”. El paso a
Anagrama, “una pseudoindependiente” es un paso “para que te lea más gente”.
Miguel Ángel destacó la posibilidad que te da una editorial como esta de que el
libro sea corregido, salga sin erratas, en una edición cuidada y seria. “La
experiencia de Anagrama también me ha servido para tomarme yo en serio como
escritor”. La vuelta a una independiente, Balduque, con “Presente continuo”, le
ha permitido rebajar presión y recuperar la cercanía de las editoriales
independientes, “la afectividad, el cariño del editor hacia los libros que
publica”, algo que “se pierde en una grande”.
Con respecto a la atención de las
editoriales, Leonardo Cano afirmó que “una grande se fija más en el lector, en
el cliente y en el producto, que en el autor”. Recordó que muchos españoles
sólo compran un libro al año, normalmente de escritores o personajes
mediáticos. “A por ese público es a por el que va el gran editor”, afirmó.
“A veces es más productivo para un escritor
publicar en independientes, porque el público de las grandes no es el suyo”, reflexionó
y apostó porque “el escritor conozca su público potencial”.
Una de las cuestiones que se puso en la
mesa fue el papel del escritor en la promoción de su propia obra. El autor
tiene cada vez un papel más destacado en publicitar su obra gracias a las redes
sociales. Rebeca García Nieto afirmó “no sentirse mal” por publicar sobre sus
libros en las redes sociales. “Es necesario al final”, reconoció Leonardo Cano,
“antes apenas usaba las redes pero es una difusión necesaria”. Según sus
palabras “en la literatura no hay dinero, no hay ego porque entre tantos egos
el tuyo no sobresale. Sin embargo desde fuera parece un mundo muy interesante”.
En palabras del autor de “La edad media” el mejor editor “es el que acompaña tu
novela”.
“No creo que el mundo de las redes sociales
funcione; es un mundo paralelo que al final poco tiene que ver con la vida
real”, afirmó Miguel Ángel Hernández, quien se preguntó hasta qué punto los
seguidores de las redes pueden comprar los libros, “se crea una comunidad de
seguidores aunque no tanto de ventas”. “Al final se es un poco esclavo de las
redes”, reflexionó, “pero tampoco podemos aislarnos de ese mundo”.
También se habló sobre el papel de los
agentes literarios. Rebeca reconoció que su experiencia con agentes no ha sido positiva.
Por su parte Leonardo Cano aventuró que los editores independientes pueden
tener recelos a la hora de recibir obras de la mano de un agente. “Puede
parecer que llega después de haber sido descartada por editoriales grandes”,
concluyó.
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*Narrativa rock española. Dejo como referencia algunos títulos de novelas
rock en español: “Biografía autorizada” de Salvador Gutierrez Solís; “La
canción donde ella vive”, de Daniel Ruiz García; “Far Leys” de Miguel Ángel
Oeste; “Martha. Música para el recuerdo”, de Fernando Navarro; “Ruido en el corazón” de Eloísa Nos;
“Rompepistas” de Kiko Amat; “El túnel” de David Barreiro; “Yo fui Johnny
Thunders” de Carlos Zanón; “No te hundas Johnny”, de Borja Figuerola; “Un lobo como yo” de Jesús
Carnerero, o mi novela “Sin pedir permiso”, entre otros.
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