“Tea Rooms. Mujeres obreras” de Luisa Carnés, justicia para los vencidos

1:25 a. m. Conx Moya 0 Comments


“Recuerdo un bonito collar de ámbar con el que yo que jugueteaba de niño, algún olor, sensaciones”, nos contaba Alejandro Puyol, nieto de la escritora madrileña Luisa Carnés. Alejandro y su hermano Juan Ramón nos hablaron de “Tea Rooms. Mujeres obreras”, en el que ha resultado nuestro gabinete de lectura más emotivo y tierno, a pesar de lo combativo de la literatura de Luisa Carnés, autora injustamente olvidada que ha sufrido un merecido renacimiento ochenta años después de que se publicara esta novela, ahora redescubierta por la editorial asturiana Hoja de Lata.
Como se explica en el completo epílogo de Antonio Plaza Plaza, uno de los mayores expertos en la literatura de Luisa Carnés, la autora, autodidacta, llegó a la literatura por la necesidad de evadirse de su realidad. Nacida en el madrileño barrio de Huertas en 1905, la pobreza la llevó a dejar el colegio con once años y trabajar desde entonces, aunque mantuvo un constante esfuerzo para su autoformación. La situación de Luisa nada tenía que ver con el universo de las letras, fue la calidad de su trabajo y su determinación lo que le llevó a hacerse un nombre entre las autoras de la época de la Segunda República, hoy injustamente olvidadas, reflejo de la batalla por la igualdad que se impulsó en aquellos años. Luisa abordó en sus obras la problemática de la mujer, sometida a condiciones laborales peores que las de los hombres, convirtiéndose en una destacada autora de la novela social femenina, en la que se reflejaba el surgimiento de una mujer nueva que buscaba la emancipación a través del trabajo, la cultura y la lucha colectiva. Los planteamientos de la novela siguen hoy estando vigentes.
Luisa conocía bien el mundo de las “mujeres obreras” que aparecen en “Tea Rooms” y en muchas de sus obras. Siendo una niña entró a trabajar en el taller de sombreros de una tía suya y trabajó después en una pastelería, el escenario de su “Tea Rooms”. También desempeñó trabajos de telefonista o mecanógrafa en una editorial, mientras comenzaba su formación autodidacta a través de sus lecturas. En 1928, año en que publicó su primera novela, “Camino del calvario”, consiguió un trabajo en la Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP), una importante editorial española de la primera mitad del siglo XX, que quebró en 1931. La vida de Luisa se vería irremediablemente marcada por la Guerra Civil. Su firme posicionamiento a favor de la República le llevaría a exiliarse en 1939 en México, país donde falleció en 1964 de manera inesperada. Esposa del cartelista y pintor Ramón Puyol, autor del célebre cartel del “No pasarán” y abuelo de nuestros invitados, fue posteriormente la pareja del poeta Juan Rejano. Luisa también desempeñó una prolífica actividad como periodista, colaborando con Mundo Obrero. Puyol no salió de España, fue encarcelado y condenado a muerte, pena que se le conmutó por condena a trabajos forzados en la restauración de frescos en El Escorial y el Palacio Real de Madrid. Rejano falleció en 1976 en México cuando preparaba su regreso a España. 
Luisa Carnés fue una prolífica autora de cuentos y novelas, “Tea Rooms”, calificado por ella de "novela reportaje" y su libro más conocido hasta la fecha, forma parte de lo que se considera una trilogía, donde la autora es de alguna manera la protagonista . “Natacha”, publicada en 1930 y basada en sus experiencias como trabajadora en una sombrerería de la calle Moratín en el centro de Madrid, recoge las dificultades del trabajo, los horarios interminables, los sueldos magros, la discriminación laboral femenina. “Tea Rooms”, publicada en 1934 y considerada su novela más lograda a decir de los críticos, es una obra de mayor madurez; Matilde, la protagonista, es también un alter ego de Luisa. “El eslabón perdido”, escrita ya en el exilio mexicano, cuenta la historia de un profesor preocupado porque su hijo ha perdido sus raíces con España, tratando así el tema del desarraigo, una preocupación de la autora.
Alejandro y Juan Ramón reconocieron que aún están descubriendo la obra de su abuela. “2014 fue un año muy importante para la obra de Luisa por la edición facsímil de “Tea Rooms” (Asociación de Libreros de Lance) y  también por la publicación de la tesis doctoral de Iliana Olmedo, “Itinerarios de exilio”. Destacaron que, hasta la edición de Hoja de Lata, la obra de Luisa había sido objeto de estudio en un ámbito exclusivamente académico. Sin embargo, según su opinión en el éxito de la reedición ha tenido mucho que ver Hoja de Lata, una editorial independiente asturiana, “más viva, que conoce bien las redes sociales, lo que ha contribuido en que el libro tenga mucho tirón y mucho éxito”.
La quinta edición de la novela demuestra que los lectores la han acogido con entusiasmo. A pesar de haber sido escrita en los años treinta, “Tea Rooms” se mantiene fresca y actual, gracias a los temas que aborda, como el aborto, jornadas de trabajo extenuantes sustentadas “en el temor al superior”, salarios miserables, hambre, acoso en el trabajo, crisis económica, trabajadores desunidos y sin conciencia de clase o la defensa de los derechos de la mujer y de los trabajadores. Novela coral, donde las trabajadoras del salón de té componen los diferentes caracteres que se suelen encontrar en un centro de trabajo. El dueño, duro y distante, al que sólo le interesan los resultados favorables para su negocio; la encargada, el desagradable mando intermedio que aprieta las tuercas a las trabajadoras para el beneficio del patrón; Antonia, la empleada más antigua, buena mujer pero temerosa de los que mandan, nunca ha visto reconocido su buen trabajo pero ella lo acata mansamente; Marta, casi una niña, la miseria que vive su familia le ayuda a distraer algunos beneficios del local; Paca, aún joven pero sólo dedicada en su escaso tiempo libre a los rezos y las monjas; o Laurita, la alocada ahijada del dueño, cuyos sueños la convertirán en víctima de un desgraciado final. La protagonista es Matilde, alter ego de la autora, que carga “el peso de su condición de explotada”, doblemente porque a la explotación laboral se une en el caso de las mujeres la explotación por su género, incluyendo abuso sexual. Ella sí tiene conciencia de esa eterna división de clases entre “los que suben en ascensor y los que utilizan la escalera interior”, es rebelde y aspira a un futuro mejor, tiene inquietudes políticas, vaticina “la llegada de una nueva era, que ponga fin a la explotación, en la que los obreros dejen de pasar hambre”; el triunfo de “una sociedad fuerte, culta, sana, sustituirá a la actual sociedad, depauperada y famélica”. Para Matilde la esperanza en un cambio viene de Rusia, donde hay un sistema criticado por “los ricos y los pobre ignorantes, o los fanatizados por la religión, para los que los libros y la ciencia son la condenación eterna”.
La mujer es el eje del libro. “Tea Rooms” aboga por las mujeres que se independizan, “que viven de su esfuerzo sin necesidad de aguantar tíos”. Sin embargo, ellas también sufren explotación, en este caso el de los patronos, “de una u otra forma, la humillación, la sumisión al marido o al amo explotador”. España es un país atrasado, donde las únicas que podrían emanciparse a través de la cultura son las hijas de ricos, “pero a ellas no les preocupa la emancipación”. Ellas viven una buena vida, “el hambre es el que engendra rebeldes”. Las empleadas, a cambio de trabajo duro sin apenas descanso, obtienen un mísero sueldo. Ese aprendizaje para ganarse la vida “hay que pagarlo”, pero pagarlo “en lágrimas y humillaciones”.
La autora se muestra también muy crítica con España, “en todo país culto son respetadas las ideas por avanzadas que estas sean; aquí, el menor gesto de simpatía hacia determinado país desencadena contra el individuo no sólo las iras policiacas, sino del elemento civil de todo el país”. Sin la solidaridad obrera y la unión de los trabajadores es imposible alcanzar avances, pero eso no es posible en España, donde lo único que se hace es quejarse por detrás. “El que habla es el que pierde”, es la opinión generalizada. Las cabezas “se agachan medrosas” ante lo que ordena el patrón, que tiene “la llave del estómago” de cada uno de sus trabajadores y es que “la necesidad atrofia el sentido moral”, lleva a  “acostumbrarse a todo”.
Un libro muy madrileño, que rezuma autenticidad y compromiso, de una de las integrantes de aquella generación de la República, surgida en un momento en la que se revitalizó la vida española en muchos aspectos. Luisa bebió de toda aquella efervescencia, había una revolución en marcha, se presentía que algo iba a pasar. Sea una suerte de justicia poética o buen karma, el caso es que Luisa Carnés está hoy más vigente que nunca, apoyada con entusiasmo por su familia y sus fantásticos nietos.           

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