“La movida que te salvó” de Mariano Pinós. Un canto a la contracultura de los 90

11:30 p. m. Conx Moya 0 Comments


(04/03/2018) En la calle Magdalena esquina con Ave María, en la que fuera una tienda de muebles, se ubica actualmente la librería Sin Tarima, regentada por nuestro apreciado Santiago Palacios. Cuando leímos en sus publicaciones en redes sociales que se presentaba un libro repleto de música sobre vivencias juveniles ambientado en los años 90, decidimos que no podíamos perder la ocasión. “La movida que te salvó” del autor zaragozano Mariano Pinós es un retrato generacional de la década de los 90, que recoge las vivencias de un grupo de chicos amantes del hip hop, en el que encuentro muchas similitudes con mi novela “Sin pedir permiso,” un libro muy musical y también ambientado en los 90. Si la movida que salvó a Mariano fue el hip hop en mi caso fue la radio, como le comenté mientras me firmaba mi ejemplar. La presentación en Madrid corrió a cargo del periodista Daniel Bernabé (La Marea), quien nos animó a apoyar a los autores noveles y menos conocidos, que lo tienen (tenemos) complicado para dar a conocer sus obras.
La novela me ha dejado muy buen sabor de boca, la historia engancha y emociona, más allá de que yo no haya sido nunca seguidora del hip hop, aunque debido a los últimos acontecimientos que estamos sufriendo “el rap se está convirtiendo en el nuevo punk”, como me decía hace poco un amigo zaragozano, Noé Felipe. Por eso “La movida que te salvó” es también de alguna manera mi historia porque, como dice Mariano, habla de “historias de la calle”, que son “universales”. En ese sentido comenta Daniel Bernabé en la presentación que, a pesar de no conocer Zaragoza y serle bastante ajeno el hip hop, ha conectado perfectamente con el libro, un “viaje muy personal pero a la vez grupal y colectivo”, que no es sólo para la generación de los que fueron (fuimos) adolescentes (jóvenes) en los 90, sino para todos aquellos que hacen “de la contracultura una forma de intentar sacar adelante su vida, en medio de unas condiciones muy difíciles”. Como explica Daniel, “La movida que te salvó” no ofrece una visión idealizada de aquellos años, no se trata de un “Cuéntame los 90”, no rinde tributo a la nostalgia. En estos recuerdos hay “mucha violencia”, porque “los 90 fueron una época complicada”. Mariano tampoco maquilla a los personajes, no los dulcifica, ni los convierte en políticamente correctos. Los muestra como son, con sus pequeñas grandezas y sus enormes miserias, como la vida misma. En determinados momentos son egoístas, inseguros, cobardes y machistas, Nosotros teníamos que hacer cosas de hombres, y la máxima expresión de esas cosas era darnos de hostias con otros hombres. Así eran aquellos tiempos.
La novela está dividida en diferentes capítulos que abarcan varios años y cada uno empieza con una serie de palabras que resumen conceptos, personajes y sucesos que sitúan al lector en el espacio-tiempo en que transcurre lo que se va a contar. Esas breves píldoras resultan muy evocadoras y son todas perfectamente reconocibles para los que vivimos aquella época. Toda la novela está repleta de referentes “noventeros”, como la Generación X representada por la película “Reality bites”, que sin embargo suenan a otra galaxia al protagonista, no entendí sus problemas éticos y generacionales ni me identifiqué con ellosLa estructura narrativa es circular; comienza con un breve episodio de una batalla callejera que no se desvelará hasta el épico final, cuando conozcamos quienes son los luchadores y el por qué de una pelea, resuelta de manera sorprendente.
El libro de Mariano es más que un libro testimonial, “La movida que te salvó” es también un libro político. Al fascismo no se le discute, se le destruye, afirma el protagonista. Mariano recuerda que la escritura de la novela surgió en parte de un documental sobre cazadores de nazis y las bandas antifascistas en el París de los años 80, “Chasseurs de Skins”; pensó al verlo que eso lo había vivido él en su juventud y reflexionó sobre lo poco que se ha novelado la década de los 90. El autor decidió entonces escribir sobre sus recuerdos de aquella Zaragoza que ya no existe porque entonces “no había apenas policía en las calles” y los raperos “no estaban perseguidos por la Audiencia Nacional”, ironiza. El escenario no sólo es la ciudad, también es la música y las personas (grafiteros, raperos) que el autor conoció, incluyendo sucesos reales de la época como una batalla campal entre antifascistas y nazis el 20N de 1992. “En la novela invento una trama pero sobre sucesos y conflictos que pasaron de verdad”, explica. El antifascismo de los 90 “se vio afectado cuando empezó el speed”, mucha gente prefirió perderse por esos caminos, abandonando el compromiso político y el antirracismo y convirtiéndose en otra cosa. Aunque, como ironiza el protagonista, en aquella época ser antirracista era una postura progre fácil de mantener en un contexto de poquísima inmigración.
“La movida que te salvó”, un libro que reivindica la conciencia de clase, está ambientado en una década en la que se produjo en el país “el mayor cambio sucedido en cuarenta años”, el momento en que la burbuja inmobiliaria abrió la puerta al neoliberalismo salvaje que aún hoy padecemos. El libro realiza un certero retrato de la clase trabajadora a través del grupo de amigos que lo protagoniza. Se nota que quien lo cuenta conoce de lo que habla. No era una historia muy novedosa pero era la mía, reconoce el protagonista.
Su vida transcurría por lugares conocidos, con gente conocida, buscando espacios de seguridad. El aprendizaje de los personajes, que viven en un barrio obrero de Zaragoza, se produce en la calle. La vida era monótona y cada día fotocopiado del anterior; un apocalipsis diario de tedio y fealdad. El barrio, constantemente presente en la novela, marca la vida de sus habitantes y va más allá de una simple zona geográfica. Aunque es un territorio muy específico, en el fondo los recuerdos son compartidos, podría ser un barrio de cualquier ciudad española. “Tiene que ver con la clase social”, opina Daniel, “un hilo que nos une a muchos y hace que nuestro pasado y nuestros recuerdos sean comunes”. Daniel, Mariano o yo misma crecimos en unas condiciones parecidas, por eso conectamos con esas historias.
El barrio marca a fuego. Cualquier intento del protagonista de salir y abrirse a otros ambientes acaba fatal. Quería huir del gueto pero había traído el gueto conmigo. (... ) vuelve al agujero. La Zona Pija es para los chicos “Territorio Comanche”, la tierra del enemigo. El clasismo siempre está presente, los chicos de instituto privado son también el enemigo. Pijos y rappers se liaban a palos desde su más tierna edad.
La música y el arte urbano fueron un buen antídoto contra la brutalidad. Crear siempre es mejor que destruir (...) vacunó a muchos chicos de abajo contra los monstruos ideológicos que crecen en sus barrios. El hip hop, “la movida que les salvó”, fue la música que escucharon los protagonistas de la novela, les vertebró, fue para ellos un modo de vida. Y si no lo sentías no ibas a entendernos (…) Va al ritmo de mi pulso; le habla a mis entrañas. El hip hop y su nick eran su “verdadera identidad”, explica el autor. Le di el nombre que tengo según el registro civil. Pensé que esta era una ocasión para desempolvarlo.
En el libro se hace referencias a figuras de la música como Big Daddy Kane, Public Enemy, Cypress Hill o KRS-One. Los personajes también son seguidores del hip hop local, el underground del underground. Aparecen artistas como Larone, que rapeaba en Mission Hispana, la vieja escuela considerada precursora del movimiento (de este grupo sonaba en Radio Resistencia a menudo el tema “El son del americano” a mediados de los 90) o el hoy aclamado Kase O., entonces un jovencito que empezaba.
Los chicos escuchaban maquetas de grupos de raperos de la ciudad y se hacían con fanzines fotocopiados y grapados, dedicados al hip hop y al graffiti. Escuchaban las maquetas de cassette en el “loro” de alguien. No había bares que pincharan hip hop ni tenían dinero para gastar, por eso los chavales escuchaban su música en la calle, mientras bebían. Los pocos que tenían parabólica grababan cintas de video VHS de la MTV, que se pasaban unos a otros.
“El rap era la CNN de los negros”, Mariano recuerda las palabras de Public Enemy. “También fue nuestra CNN por eso pegó tanto; nosotros queríamos ser como aquellos negros que rapeaban con tanta autoridad”. Aquella música fue para ellos la puerta de entrada a otras músicas, como el soul de los 70 (Barry White), cuando buscaban ritmos para samplear.
El barrio da pocas oportunidades a una juventud que no cultivaba ninguna afición interesante y para la que no se vislumbraba futuro. Desde muy temprano el alcohol y las drogas eran la vía de escape más a mano, para alterar la realidad, tan deprimente y para escapar cobardemente de la depresión. Con la droga huían del trabajo asalariado, el aburrimiento y la nada existencial. Algunos empezaron a trabajar en la construcción, en el comienzo de la burbuja inmobiliaria, ellos sí disponían de dinero para gastar. Los que no trabajaban era porque estudiaban o porque no les daba la gana. La vida de lunes a viernes se convirtió en un trámite necesario, la verdadera vida empezaba para ellos el fin de semana.
La movida corrió verdadero peligro con la irrupción de los makineros y el éxtasis. Los que la siguieron por moda la dejaban poco a poco. Ellos eran los que estaban en la onda, quienes no se metían eran los tirados. Aquella “ruta del bakalao” levantina, también llegó a Zaragoza. Aquellos chicos se vieron envueltos en La fies: la noche, la música, las rayas, las rulas, la pista, las chicas alrededor. Las pastillas fueron unas gafas nuevas con las que mirar. Los colegas de pedo sustituyeron a los verdaderos amigos. A aquellas discotecas de carretera, en medio de la nada, no se iba a hablar, se iba a seguir el tamtam y danzar para los dioses oscuros. Finalmente escapan y vuelven a buscar las esencias cuando son conscientes de que todo aquello es una trampa, Sensación de absurdo, de que todo carecía de sentido, y además todo era cutre y feo. Y hacía frío.
En la novela cobra gran importancia la amistad, pero no “la idealizada de las películas”, sino una amistad real que incluye la traición, porque “no hay mayor enemigo que el que un día fue amigo”, como reflexiona Daniel Bernabé. Las circunstancias son las que llevan a estar con un determinado tipo de gente y la adolescencia marca realmente el resto de la vida. En el libro aparece gente que “en esas circunstancias tan difíciles consiguieron ascender por la montaña y otros que cayeron por el barranco”, en palabras de Daniel.
El amor se vive entre ellos como una batalla. El protagonista siente verdadera fascinación por la bella, dura y, finalmente marchita, Mari, la chica del barrio que es novia de uno de los camellos de poca monta. Mari es resuelta, dura e inalcanzable. El protagonista también siente una atracción por las pijas que suele acabar fatal. La irremediable y frustrada historia entre la chica de colegio privado y el pandillero.
Estos jóvenes formaron parte de la última generación del siglo XX, antes de que existiera un acceso masivo a Internet, la última época sin redes sociales. Un cambio muy bien reflejado en el libro. En definitiva, “La movida que te salvó” es un canto a la contracultura de los años 90, frente al actual consenso en torno a la normalidad. “Lo normal se ha encumbrado de una forma un tanto acrítica, cuando la normalidad actual es el neoliberalismo”, reflexiona Mariano.


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