Preoccupations en Madrid. Un concierto muy esperado y con sabor agridulce
He de reconocer que no conocía de nada a
Preoccupations (Ex Viet Cong) y que la forma de toparme con ellos fue de lo más
curiosa. Recibo correos de la productora Miel de moscas desde que hace varios
años editara el segundo disco de la banda murciana Crudo Pimento. Hace cosa de
un par de meses me llegó información sobre sobre la gira española de “la banda
más respetada del nuevo post punk a nivel mundial”. Evidentemente me llamaron
la atención esas palabras dedicadas a la banda canadiense y me lancé a
escucharlos.
En su música he encontrado a un grupo con un
nivel compositivo más que apreciable y con una magnífica colección de
canciones. Me ha atrapado el elegante uso de sintetizadores, las guitarras
contundentes y esa voz que transmite angustia y desesperanza. Así que su
concierto de Madrid el sábado 2 de febrero era cita obligada para mí. La suerte
hizo además que mi amigo Escartinni se animara a venir desde Zaragoza para ver
a Preoccupations. Todo se conjuraba para que fuera una gran velada.
Así que me planté en la Sala Changó en el
barrio de Chamberí en una noche verdaderamente fría y que llamaba a la pereza.
Llegué tarde, a tiempo de escuchar brevemente a los bilbaínos Vulk, los
teloneros que acompañan a Preoccupations en la gira española. Resultaron una
grata sorpresa y lo poco que pude escuchar me gustó mucho. En especial el tema
con el que cerraron su actuación “No muscle”, incluido en su actual disco
Ground for Dogs de 2018. Hay que seguir la pista a Vulk, ojalá haya pronto un
concierto en solitario.
Tras unos minutos de espera, que aproveché
pillar una cerveza y buscar a mi amigo Escartinni por la sala, Preoccupations
comenzaron su actuación con el sonido industrial de “Newspaper Spoons”, canción
de su primer disco, cuyo sonido apocalíptico da paso a un final luminoso.
Sonaron más canciones de su primer álbum, llamado Viet Cong, el nombre de la
banda cuando salió el disco. Como la preciosa “Continental Shelf”, cuya intro
de guitarra nos puso sobre la pista de que el sonido del grupo no era el más
deseable. Efectivamente no sonaban bien, así lo cuenta mi amigo Escartinni en
Twitter: “sonaron a lata, saturadísimos, planos, sin matices”. No sé dónde pudo
estar el problema. Tal vez se debió a un sonido demasiado alto en una sala tan
pequeña como es la Changó o a una insuficiente prueba de sonido antes del
concierto. El caso es que con Vulk no notamos esa saturación y vi a Matt
Flegel, cantante, compositor y bajista de la banda, dirigirse al técnico al
finalizar la primera canción. Por desgracia, arrastrar esa deficiencia durante
toda la actuación fue un lastre que nos impidió disfrutar del concierto tanto
como deseábamos.
Con “Espionage”, canción que remite
inevitablemente a Blade Runner, la banda comenzaba el repaso del que hasta
ahora es su último disco, “New Material”, publicado en 2018, del que también
sonaron “Antidote”, la oriental y onírica “Decompose” o la pegadiza “Disarray”.
La magnífica “Bunker Buster”, qué guitarras en la entrada, fue otro de los
temas que sonaron del primer disco de la banda. De su segundo álbum, llamado
Preoccupations, publicado en 2016 con una portada geométrica donde dominan los
colores azul y gris, tan solo tocaron un par de canciones, entre ellas
“Zodiac”.
A ambos extremos del escenario se situaban
Scott Munro y Daniel Christians, los dos guitarras con sendos sintetizadores,
instrumentos que ambos intercalan en los diferentes temas. El cantante Matt
Flegel, con camiseta negra, dominaba el centro de la escena detrás de su bajo, llamativamente
decorado. Mike Wallace completa la formación, se trata de un batería en
espléndida forma que se lo curró de verdad durante todo el concierto. Le tenía
frente a mí, y no podía dejar de mirar su rubísima y lisa media melena, su
torso delgado y fibroso y su contundente forma de pegar a los tambores con
absoluta autoridad.
El final del concierto no dio lugar a
respiro. La banda, como acostumbra a hacer en esta gira, encadenó tres temas,
“Memory” de su segundo álbum y “Death” del primero, unidos por “March of
Progress”, una canción apocalíptica de nuevo con toques orientales, que también
aparecía en su primer disco. Un final de dramática intensidad para un concierto
que no tuvo bises. El personal de la Changó se encargó de echarnos literalmente
y a toda prisa, imagino que para una de las sesiones de baile, fiestas privadas
o eventos a los que se dedica la sala, demostrando una absoluta falta de tacto
con los asistentes al concierto.
La banda se formó en 2012 con el nombre de
Viet Cong y aquel nombre les metió en una agria polémica al ser acusados de
racismo, apropiación cultural o de utilizar el nombre de un “grupo terrorista”.
Viet Cong era el nombre usado por EEUU durante la guerra para referirse al
Frente Nacional de Liberación de Vietnam. La situación se complicó en 2015
cuando el grupo sufrió la cancelación de su participación en un festival en
Melbourne, Australia, debido a su “nombre ofensivo”. Después de muchas
deliberaciones sobre cómo llamarse, finalmente eligieron Preoccupations, que además
dio nombre a su segundo álbum de estudio en 2016.
Vivimos efectivamente tiempos muy extraños,
donde la gente se indigna con los artistas y es absolutamente permisiva con los
políticos. Como reflexiona la revista Pitchfork en una entrevista al grupo, si hubieran nacido en estos
días, habría sido casi imposible que hubieran mantenido sus nombres bandas como
Gang of Four (que expresaron su apoyo a Viet Cong), Joy Division, Rapeman o
Dead Kennedys. En España también hay bandas a las que su nombre les cuesta
algún que otro disgusto a manos de censores en nombre de lo políticamente
correcto.
Sobre su último disco, New Materials, que ha
sido calificado como más pop y con canciones más pegadizas, Matt Flegel,
cantante, compositor y bajista de Preoccupations, afirma que las melodías son
probablemente más luminosas pero no así las letras “más tristes y oscuras de lo
habitual”, ya que se encontraba en un mal momento por una ruptura sentimental,
tal y como explica en una entrevista para Valencia Plaza.
En resumen un concierto con sabor agridulce
para una jornada y un grupo del que esperábamos mucho. Sus canciones desde
luego lo merecen.
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