Mi lectura de Esa maldita pared de Flako. Un butrón literario para A qué huelen los libros, el podcast de Valeria Surcis

8:36 p. m. Conx Moya 0 Comments


Nueva colaboración para A qué huelen los libros, el podcast literario de Valeria Surcis.  En esta ocasión “Esa maldita pared”de Flako, editado por Libros del KO, un libro que huele a las cloacas por las que transitaba Flako para llevar a cabo sus “expropiaciones” de bancos. Sin embargo, no es necesariamente un olor nauseabundo, como podríamos imaginar. Las alcantarillas, cuando corre el agua, huelen a una mezcla de suavizante y humedad que las hacen soportables. Así es este libro, que ofrece una parte oscura, de robos, droga, cárcel y persecución, y otra más respirable, con familia, amor por el hijo y reinserción a través de la literatura y el cine.
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Descubrí “Esa maldita pared” gracias a una entrevista en la que el editor de Libros del KO contaba que iban a publicar las memorias de un butronero que varios años atrás había desvalijado un banco mientras los editores estaban en plena Feria del Libro en Madrid. Sucedió en el mes de junio de 2013 y el potente dispositivo policial desplegado para perseguir a los delincuentes había llamado su atención desde la caseta de la editorial en la Feria. Seis años después de ese suceso, Libros del KO ha publicado el libro de uno de aquellos atracadores. Hay que ver las vueltas que da la vida.
“La vida es infinitamente más bella si no te persigue nadie”, afirma Flako, el exbutronero de Vallecas autor de “Esa maldita pared”, memorias de un joven vallecano, hijo de un conocido “expropiador de bancos”, al que llamaban el Peque. “Hijo de tigre sale rayado”, decían para explicar por qué aquel jovencito se sentía como en su casa en el subsuelo de Madrid, accediendo a través de las alcantarillas, orientándose entre galerías y dando el palo al banco escogido con asombrosa profesionalidad.
La historia de Flako es la de un deslumbramiento, el de un chaval de 14 años cuyo héroe era su padre, al que admiraba y quería parecerse. Lo peculiar del caso reside en la “ocupación” que tenía su progenitor. “Vi a mi padre salir de una alcantarilla con 23 millones de pesetas, y me dije: yo un día tengo que atracar un banco”. Y es que, como reconoce el autor al escritor Kiko Amat en una entrevista, “A mí no me hizo atracador de bancos la sociedad sino mi padre”. Así explica en el libro aquella fascinación: “Nunca brilló tanto mi padre como cuando, después de un golpe, contaba dinero en una mesa, sin camiseta, con los tatuajes talegueros a la vista, uno en cada brazo, con un pañuelo rojo al cuello, y con un canuto de hachís en los labios”. Reconoce que si el padre aún estuviera vivo, él no se habría atrevido a escribir su historia.
Flako, nombre supuesto para preservar la identidad del autor, aún está cumpliendo con la sociedad por los hechos delictivos que cometió “gracias” a ese don de moverse como pez en el agua estancada, la de las cloacas de Madrid por las que accedía a los bancos que más tarde atracaba. Nuestro autor no cree en la reinserción de la cárcel: “Mi reinserción ha sido mi hijo, el documental y este libro”, afirma en las entrevistas. Porque además de escribir sus memorias, Flako ha protagonizado un documental, “Apuntes para una película de atracos”. Dirigido por Elías León Siminiani, el documental ha recibido diferentes premios y reconocimientos, entre ellos una nominación para los Goya.
“Esa maldita pared”, titulada como la canción de Bambino que tanto le gustaba a su padre, es un libro que atrapa desde su inicio. Narrado en primera persona por su protagonista y escrito en gran parte desde la cárcel, es un libro que transmite veracidad y honestidad. Flako se expresa como le sale, con las emociones a flor de piel, con un lenguaje sencillo y auténtico, con voz propia. En la cárcel, durante las interminables horas en las que no tenía nada que hacer, y fruto de la enorme rabia por estar encerrado, Flako comenzó a escribir frenéticamente sobre su vida, de manera deshilvanada, hasta que el contacto con Elías le llevó a lecturas más provechosas que influyeron en su estilo. El cineasta le animó a seguir escribiendo y le introdujo en las obras de Edward Bunker o Allan Sillitoe y las de la saga de delincuentes como Erik el Belga o Albert Spaggiari, autor del “gran robo de Niza”, el mayor golpe de la historia, realizado a través de un túnel que se excavó durante varios meses.
Una vez fuera de la cárcel, la reconversión de Flako en padre de familia y currito ha terminado con aquel tiempo de desmadre. Se acabaron los viajes, los caprichos o las comilonas, aunque Flako apenas cambió su tren de vida. Pero la seguridad monetaria que le daban “las expropiaciones” y, sobre todo, la emoción que aportaban sus aventuras en las cloacas hicieron que aquella vida le resultara irresistible porque colmaba su necesidad de adrenalina y sensaciones fuertes. El afán por que su hijo nunca le vea a él como él vio a su padre le hace esforzarse en llevar una vida fuera de ese mundo. “Resistir es vencer”, escribió Flako en nuestro ejemplar de “Esa maldita pared” cuando estuvimos en Muga Libros, la querida librería vallecana donde se presentó el libro el pasado mes de enero. El autor lleva siempre una máscara en los actos públicos para que su pasado no interfiera en su nueva vida.
Flako distingue entre robar y “expropiar bancos”. Él lo considera como un oficio, y ya se sabe que “quien roba a un ladrón…”. En las entrevistas suele aclarar que nunca ha robado un coche ni ha atracado a un transeúnte. Sólo querían robar a los bancos. “En este país no hay mayor ladrón que un banquero”, afirma en las entrevistas. El mote de “Robin Hood de Vallecas” reconoce que salió de una broma durante un atraco, porque él no robó a los ricos para dárselo a los pobres. Robaba a los bancos para ayudar a su familia y a los suyos.
Vallecas, el barrio de Flako, es el lugar de muchas de sus correrías. Él se siente muy orgulloso de su origen, y así transita por la Avenida de la Albufera (algo así como la Gran Vía de Vallecas), el campo del Rayo, su equipo del alma, o los descampados de lo que aún se conocía como el pueblo de Vallecas, llenos de talleres, perros, y alguna hoguera (cómo me recuerda a la Ventilla de “Sin pedir permiso”).
Flako es uno de los hijos de Vallecas, que de alguna manera cumple el tópico que dice que quienes destacan en el barrio lo hacen por encontrarse “al margen”. Ha habido leyendas vallecanas en fútbol como Marqués, jugador del Rayo y del Atlético de Madrid, conocido por su indisciplina, sus trifulcas y su carácter conflictivo; en el boxeo, como Poli Díaz, “el Potro de Vallecas”, de la gloria en el ring a las escalofriantes imágenes de hace unos días en el Marca; también han destacado algunos hijos de Vallecas en el espectáculo, como los creadores de la rumba flamenca madrileña, Los Chichos y los Chunguitos. Porque no es cierto que la gente “se haga a sí misma”, a la gente la hacen sobre todo sus circunstancias. Y es que probablemente no es tan fácil escapar de las muchas trampas que también puede poner el barrio.
El libro tiene una potente banda sonora. Además de Bambino, la música la ponen los Tigres del Norte y Camarón, a quien el padre de Flako llegó a conocer y tratar. No podía faltar el “Vaquilla” de Los Chichos en esta “novela negra de neorrealismo castizo”, como han definido a “Esa maldita pared”.

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