The Movement en concierto. Sencillez y orgullo de clase para un directo imprescindible

10:52 p. m. Conx Moya 0 Comments


Ofrecer un magnífico concierto no consiste sólo en cantar o tocar con pericia. Actuar también es actitud. Y eso es algo que me chifla. La energía y la forma de plantarse en directo de los Clash, Pete Townshend haciendo el molinillo con la guitarra o lanzándose de rodillas a lo largo del escenario, la elegancia de los Jam, son gestos que han quedado prendidos en las retinas de muchos de los que nos consideramos locos por la música.
Herederos de esa forma de entender los directos son The Movement, banda formada en Dinamarca en el año 2000. Su líder, que se ha mantenido al frente del trío a lo largo de todos estos años, es Lukas Sherfey, guitarrista y cantante de voz grave y peculiar. En 2007 disolvió la banda para comenzar su carrera en solitario con el disco “Soul Vacation” de 2009. En 2010 volvieron a la carga con nueva formación, publicando en 2012 el fantástico “Fools Like You”. En la actualidad, y tras nuevos cambios de componentes, el grupo lo forman Lukas, Sebastian Page, bajista desde 2014, y Alexander Page, batería desde 2017.
We got love, we got hope, we got Marx (We Got Marx), Let`s globalize your hate (More products), We need to organize And put our words in action We need to go on this way (Monday Morning), This world belong to us (Put The Lights On). Si algo caracteriza a esta banda danesa son sus canciones energéticas y llenas de consignas de izquierda, sobre el orgullo y la conciencia de clase, llamadas a la revolución y a despertar, en las que intercalan discursos de Fidel Castro o Hugo Chávez, además de algún que otro tema de (des)amor.
Sus canciones molan, pero si no los habéis visto en concierto os falta lo mejor. Ya me advirtieron que la banda, que se ha dejado caer varias veces por España, tiene uno de los mejores directos que se pueden ver en la actualidad, aunque no sean en absoluto una banda de éxito masivo. Me había perdido sus conciertos en sala, en Madrid suelen recalar en el Gruta 77, así que no podía faltar a su actuación en la Fiesta del PCE, celebrada este año en Rivas.
Los conciertos de The Movement son cortos porque es imposible mantener esa intensidad durante una hora. Pero merecen la pena todos y cada uno de los segundos que permanecen en el escenario. Los daneses ofrecen un baño de pura adrenalina con una puesta en escena sencilla y contundente. Como el elegante grupo mod que son, se presentan ataviados con traje impecable, camisa de rayas y corbata. En el escenario se acompañan de una icónica imagen de Ché Guevara y el logo de la banda que incluye el característico vector que también usaron The Who. Sin una escenografía especial ni ninguna clase de artificios, los tres se bastan para montar un bochinche impresionante.
Cuando vi aparecer al bajista en el escenario con unas gruesas rodilleras cosidas en sus sobrios pantalones oscuros intuí que nos iba a deleitar con algún que otro pase extremo. Sin embargo, no podía imaginar el recital de estilo que nos iba a ofrecer la banda. Lo que decía al inicio, pura actitud. La forma de coger y mover guitarra y bajo, el bajista lanzándose de rodillas a lo Townshend, el bajista subido en la batería y saltando abierto de piernas en el aire, el bajista (sí, tremendo) girando y enrollándose alrededor del cable del bajo, las coreografías entre Lukas y (sí, de nuevo) el bajista y su completa compenetración en el escenario convierten a The Movement en un grupo con un directo imprescindible. Sonaron, sin darnos tiempo ni para tomar aliento, temas como “Karl Marx”, “Put the lights on”, “We got Marx”, “Fools like you” o “More products”.
El sábado pensaba, mientras disfrutaba y me pasmaba con The Movement, la diferente forma de entender la música que tienen los daneses frente al grupo que había actuado con anterioridad. Su deslumbrante sencillez frente a una cantidad apabullante de músicos e instrumentos, continuas proyecciones de imágenes e incluso llamaradas de fuego. Y también pensé en la diferencia entre mi solitario concierto de la noche anterior de los magníficos Then Comes Silence, a estar viendo a The Movement rodeada de gente a la que tanto aprecio.
Y, de verdad, perderse a The Movement en directo no puede volver a ser en ningún caso una opción.

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