The Movement en concierto. Sencillez y orgullo de clase para un directo imprescindible
Ofrecer un magnífico concierto no consiste
sólo en cantar o tocar con pericia. Actuar también es actitud. Y eso es algo
que me chifla. La energía y la forma de plantarse en directo de los Clash, Pete
Townshend haciendo el molinillo con la guitarra o lanzándose de rodillas a lo
largo del escenario, la elegancia de los Jam, son gestos que han quedado
prendidos en las retinas de muchos de los que nos consideramos locos por la
música.
Herederos de esa forma de entender los
directos son The Movement, banda formada en Dinamarca en el año 2000. Su líder,
que se ha mantenido al frente del trío a lo largo de todos estos años, es Lukas
Sherfey, guitarrista y cantante de voz grave y peculiar. En 2007 disolvió la
banda para comenzar su carrera en solitario con el disco “Soul Vacation” de
2009. En 2010 volvieron a la carga con nueva formación, publicando en 2012 el
fantástico “Fools Like You”. En la actualidad, y tras nuevos cambios de componentes,
el grupo lo forman Lukas, Sebastian Page, bajista desde 2014, y Alexander Page,
batería desde 2017.
We got love, we got hope, we got
Marx (We Got Marx),
Let`s globalize your hate (More
products), We need to organize And put
our words in action We need to go on this way (Monday Morning), This world belong to us (Put The Lights
On). Si algo caracteriza a esta banda danesa son sus canciones
energéticas y llenas de consignas de izquierda, sobre el orgullo y la conciencia
de clase, llamadas a la revolución y a despertar, en las que intercalan discursos
de Fidel Castro o Hugo Chávez, además de algún que otro tema de (des)amor.
Sus canciones molan, pero si no los habéis
visto en concierto os falta lo mejor. Ya me advirtieron que la banda, que se ha
dejado caer varias veces por España, tiene uno de los mejores directos que se
pueden ver en la actualidad, aunque no sean en absoluto una banda de éxito
masivo. Me había perdido sus conciertos en sala, en Madrid suelen recalar en el
Gruta 77, así que no podía faltar a su actuación en la Fiesta del PCE,
celebrada este año en Rivas.
Los conciertos de The Movement son cortos
porque es imposible mantener esa intensidad durante una hora. Pero merecen la
pena todos y cada uno de los segundos que permanecen en el escenario. Los
daneses ofrecen un baño de pura adrenalina con una puesta en escena sencilla y
contundente. Como el elegante grupo mod que son, se presentan ataviados con
traje impecable, camisa de rayas y corbata. En el escenario se acompañan de una
icónica imagen de Ché Guevara y el logo de la banda que incluye el característico
vector que también usaron The Who. Sin una escenografía especial ni ninguna
clase de artificios, los tres se bastan para montar un bochinche impresionante.
Cuando vi aparecer al bajista en el
escenario con unas gruesas rodilleras cosidas en sus sobrios pantalones oscuros
intuí que nos iba a deleitar con algún que otro pase extremo. Sin embargo, no
podía imaginar el recital de estilo que nos iba a ofrecer la banda. Lo que
decía al inicio, pura actitud. La forma de coger y mover guitarra y bajo, el
bajista lanzándose de rodillas a lo Townshend, el bajista subido en la batería
y saltando abierto de piernas en el aire, el bajista (sí, tremendo) girando y
enrollándose alrededor del cable del bajo, las coreografías entre Lukas y (sí, de
nuevo) el bajista y su completa compenetración en el escenario convierten a The
Movement en un grupo con un directo imprescindible. Sonaron, sin darnos tiempo
ni para tomar aliento, temas como “Karl Marx”, “Put the lights on”, “We got
Marx”, “Fools like you” o “More products”.
El sábado pensaba, mientras disfrutaba y me
pasmaba con The Movement, la diferente forma de entender la música que tienen
los daneses frente al grupo que había actuado con anterioridad. Su deslumbrante
sencillez frente a una cantidad apabullante de músicos e instrumentos, continuas
proyecciones de imágenes e incluso llamaradas de fuego. Y también pensé en la
diferencia entre mi solitario concierto de la noche anterior de los magníficos
Then Comes Silence, a estar viendo a The Movement rodeada de gente a la que
tanto aprecio.
Y, de verdad, perderse a The Movement en
directo no puede volver a ser en ningún caso una opción.
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