Her, ¿y por qué no?
Comienzo esta reflexión
sobre una película que tenía muchas ganas de ver y que no me ha defraudado en
absoluto, con una frase que utilizo en mi libro en construcción, “que las
emociones no nos limiten”, para darle la vuelta y convertirla en algo así como
“no pongamos límites a las emociones”.
Quienes estén o hayan
estado en las pérfidas redes sociales y hayan sentido simpatía, afecto, cariño,
conexión, con personas que están al otro lado de la pantalla y a las que no
conocen en la llamada “vida real”, pueden hacerse una idea de lo que surge
entre los protagonistas de Her, Theodore y Samantha, llámenle amor o cualquier
otro tipo de sentimiento tal vez aún por inventar.
A estas alturas todo el
mundo conoce de qué va Her, una historia de amor con mayúsculas entre un hombre
y su sistema operativo. Theodore, el protagonista, se nos presenta como un hombre
tierno, amable, apocado, sumido en una enorme crisis afectiva y una gran
tristeza tras la ruptura de su matrimonio. Este estado anímico sin duda influye
en su acercamiento a Samantha, un avanzado sistema operativo en pruebas y a su
servicio. Theodore se encuentra necesitado de compañía y cariño y es por ello
tremendamente vulnerable. En ese estado de cosas, la calidez, amabilidad,
atenciones, dulzura y chispa de Samantha le hacen sentirse irremediablemente
atraído por ella. Y ella, que no tiene cuerpo, ni pasado, ni supuestamente sentimientos,
le corresponde. “Eres hermosa”, le dice él en un momento de la película, y
ciertamente así nos lo hace sentir.
A pesar de la tecnología
que todo lo invade, Theodore es un hombre que sigue cultivando las palabras,
cree en el poder de la expresión. Ejerce con sentimiento el oficio de escritor,
en un tiempo futuro en el que se ha erradicado el papel; premonitorio de lo que
nos espera es la editorial que “aún edita libros en papel”, como una auténtica
rareza. Jonze nos presenta un futuro en el que ni siquiera se teclea, si no que
los propios ordenadores escriben al dictado. Merece una mención especial la cuidada
escenografía futurista, esa oficina donde hasta daría gusto trabajar, o el espacioso
apartamento de Theodore.
Spike Jonze, director y
guionista de Her, ha construido la historia a la perfección, logrando que nos
creamos a esa pareja formada por un hombre con tendencia antisocial y un dispositivo
móvil, sin sentirnos incómodos ni troncharnos de risa. Y a ello contribuye, con
enorme delicadeza, la pareja protagonista. Joaquin Phoenix está inmenso como el
deprimido y frágil Theodore, en un papel difícil que el actor reviste de una
enorme dignidad y ternura. Scarlett Johansson realiza una inolvidable actuación
apoyándose sólo en su voz, ligeramente ronca, cálida y tremendamente sensual. En
cierto sentido Theodore se enamora de esa voz.
Intentando no caer en esa
cosa llamada spoiler, opino que Jonze resuelve muy bien la peliaguda cuestión del
desenlace de una historia de amor diferente, apostando por los sentimientos y
por las personas, con una enorme nobleza y elegancia por parte de Theodore, lo
que le convierte en un personaje de una adorable humanidad.
Quiero destacar también
la banda sonora, interpretada por el grupo canadiense Arcade Fire y compuesta
por Will Butler – hermano del vocalista de Arcade Fire, Win Butler – y Owen
Pallett. La banda sonora de Her estaba nominada a los Oscars, pero la película
finalmente sólo recibió el Oscar al mejor guión original para Spike Jonze.
Según el director la banda estaba trabajando al mismo tiempo en ‘Reflektor’ (su
último disco de estudio hasta la fecha). El trabajo de Arcade Fire para la
película está compuesto por trece canciones de gran belleza y delicadeza,
minimalistas y un tanto futuristas, acorde con la ambientación de la película.
Todas han sido compuestas expresamente para Her, excepto ‘Supersymmetry’, que
se escribió para la película, pero luego fue incluida en el disco ‘Reflektor’,
y que está incluida en los títulos de crédito. Y destacar, claro, la canción
‘The Moon Song‘ a cargo de Karen O de Yeah Yeah Yeahs, compuesta por la propia ni
Karen O y Spike Jonze, y que también estaba nominada a un Oscar a la mejor
canción original. En la película la cantan Theodore, que toca el ukelele, y
Samantha.
En definitiva, una
película bonita, altamente inspiradora, que habla sobre las infinitas variantes
del amor; y que reflexiona sobre las relaciones humanas, la empatía, el
consuelo, la amistad, la química entre los seres (humanos o no tanto), la
soledad, las emociones, el perdón, la irremediable necesidad de compañía y
afecto. Como leí en una de las críticas sobre la película “¿Y por qué no?”
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