Crowfunding para la edición de mi novela 'Sin pedir permiso'

7:00 a. m. Conx Moya 0 Comments


Hay pocos libros, películas o series sobre radio. Llevo cuatro años enfrascada en este libro ‘Sin pedir permiso’, cuyo escenario es una radio libre. En este enlace podéis ejercer de micromecenas para que consigamos editar el libro http://libros.com/crowdfunding/sin-pedir-permiso/
Sin pedir permiso encierra una temática poco tratada en la literatura española: la de las radios libres y grupos musicales independientes. En un entorno juvenil y en un momento complicado para España, inmersa en una crisis similar a la actual, este libro refleja de manera realista y con frescura la vida cotidiana de un grupo de jóvenes madrileños en la década de los noventa. La novela, llena de referencias musicales, radiofónicas y de cultura juvenil, también narra una historia de amor y amistad.
“La radio convierte en amigos a gentes que antes eran desconocidas”
*Fragmento de 'Sin pedir permiso', libro en fase de micromecenazgo para su edición
Así fue como Marina se enroló en Radio Akra. Se fue metiendo poco a poco, con precaución, porque no quería imponerse y sólo pensaba permanecer con ellos si de verdad les apetecía. La radio fue para ella un flechazo, un amor a primera vista y aunque desde el principio tuvo la certeza de que sus gentes le gustaban muchísimo, se fue abrazando a todos despacio, a base de currar, de llevarse enormes alegrías y tremendas decepciones, de eternas asambleas, de limpiar después de las fiestas armados de fregona, estropajo, cepillo y bayeta; de servir copas, de contar y recontar dinero, de pasar frío a la puerta de salas de conciertos para entregar sus panfletos; de cientos de cañas y risas en el bar del Leli; de sangriadas en la universidad o en la Plaza de Santa Ana; de esquivar a la poli en manifestaciones y eventos en los que ponían su chiringuito sin pedir ningún permiso. En aquellos años tirar adelante con una radio libre no era nada fácil. Había muchos gastos y apenas ingresos. Local, antena, platos, emisor, micros, cd’s, mil imprevistos que iban surgiendo, cacharros que se estropeaban, nuevas necesidades como el deseo de poner un ordenador con conexión; entonces Internet era una carraca y lo tenían cuatro afortunados. Aquello era radio pura y dura, a pelo y sin dinero. Su funcionamiento era asambleario y ya sólo contaban con las cuotas de quinientas pesetas al mes de socios y simpatizantes. Así que era vital para ellos montar todo tipo de fiestas y eventos para conseguir financiación. El asunto del dinero era agobiante pero al mismo tiempo les hacía estar siempre en movimiento. Esa era su filosofía, ser independientes, moverse y buscarse la vida.
Así, poco a poco Marina les fue conociendo, sin prisa pero sin pausa, con cautela, despacito y a todos les gustó lo que se fueron encontrando.
– Esto no nos da para comer pero sí nos da de vivir – le gustaba repetir a Marcos.
Y también encontró a Natalia, que en poco tiempo se convirtió en su confidente, su tabla de salvación en los peores momentos y el ancla que la mantuvo amarrada cuando Marina era zarandeada por la marea. Excesiva, sentimental, alocada, divertida, adorable, Natalia era una chica alta, de constitución fina y delicada, que ella trataba de endurecer con una imagen poderosa: pelo cortado a hachazos y teñido de rojo, vestida con actitud, pantalones guerrilleros, camisetas con mensaje, chapas en la cazadora, brazalete de pinchos en la muñeca. Natalia practicaba, a pesar de la brusquedad de sus formas, una dulce sonrisa que desmentía su dureza. Marcos se la presentó a Marina:
– Natalia es la tía más legal que me he encontrado en mi puta vida – dijo mientras la achuchaba –. Te dejo en sus manos, ella es la mejor de todos nosotros.
– ¡No seas gilipollas! – Natalia se lo quitó de encima de un empujón.
Pero el arrobo con el que lo miraba y la sonrisa que se instaló en su cara en cuanto lo divisó no podían negar lo mucho que adoraba al chico.
– ¿Tú eres la que vino con el grupo folk aquel?; ¡claro!… – Natalia acababa de situarla.
– Vosotras vais a ser amigas, lo sé. Aquí están mis chicas, mis guerrilleras de lo justo, mis partisanas de lo que nos recorre por dentro – les dijo Marcos, abrazándolas –. Formaremos una alianza invencible y maldita.
– Estás fatal – se burló Natalia –. Pues bienvenida, amiga, espero que lo pases bien con nosotros. Radio Akra mola. Lo comprobarás.
Natalia se encargó de presentarle a la gente de la radio que andaba por allí: Zeco, de preciosos ojos verdes; Chávez, bajito y poseedor de una revuelta mata de espeso pelo rizado; Manolito el cocinero, compañero de Marcos en el Joputo World, y demás miembros de aquella colorida troupe radiofónica. La chica le resumió en un momento la historia de Radio Akra:
– La radio fue una iniciativa de la Asociación de Vecinos del barrio hace unos cuantos años. Esto estaba plagaíto de droga, aún peor que ahora, y propusieron montar una emisora para dar una alternativa a los chavales y que no estuvieran maleando por los descampados. Consiguieron pillar una subvención y por eso el emisor es decente, hay dos estudios y tenemos platos y un “magneto”. La verdad es que lo de que los chavales del barrio hicieran radio duró dos días; desinterés por su parte, muerte o cárcel para los más chungos, llámalo X – Natalia continuó su relato –. El caso es que se convenció a los de la Asociación de Vecinos para que entrase gente de fuera y darle un nuevo rumbo. Así se incorporó por ejemplo Marcos y luego fuimos llegando muchos más. En la Asociación siguen al tanto, también se unió gente de la CGT; pero la verdad es que la gestión de la radio ha pasado a la Asamblea, en ese aspecto son tíos legales. Y aquí estamos… ahora sin dinero pero luchando a brazo partido por sacar la emisora pa’delante.
Natalia prosiguió explicando:
– Somos una radio libre pero formalmente intentamos ser casi profesionales, no consentimos que haya huecos en la programación y somos muy responsables con nuestros programas; hay boletines informativos por la mañana con información sobre el barrio y tenemos un par de programas que sólo tratan información de esta Junta de Distrito, para mantener una relación más estrecha entre los vecinos y la emisora. En fin, queremos hacer esto bien.
Desde el principio Marina se vio envuelta en Radio Akra en una emocionante oleada de aprendizajes varios. Cursos de redacción y locución, que coordinaba Marcos e impartían diferentes compañeros, y enseñanza intensa y acelerada del manejo de los equipos, aunque había chicos que se dedicaban a los controles en determinados programas. Se enredó entonces en una marea de magnetos, mesas de mezclas, cartuchos, platos para los discos, regletas, vúmetros, saturaciones, ganancias y niveles. Aprendió la importancia de un buen guión, a pesar de que Marcos fuera aficionado a romperlos, y cómo hacer una escaleta. Le recomendaron la lectura de libros sobre el medio y que escuchara toda la radio que le fuera posible. Aprendió la diferencia de registro entre programas e informativos y descubrió lo mucho que le gustaba hacer reportajes. Allí aún se hacía radio a la manera de la vieja escuela, apenas habían rozado el mundo digital con los compact disc y poco más. En Radio Akra estaban muy orgullosos de un magnetofón Revox que se habían agenciado con bastante esfuerzo, muy pocas radios libres contaban con uno. A Marina le entusiasmaron las prácticas con el magneto, en las que les enseñaron a hacer montajes, marcando en la cinta los cortes escogidos con lápiz blando, cortando con la pequeña guillotina y uniendo los trozos con fina cinta adhesiva. Con los montajes, si se afinaba bien, se podía hacer magia; aquello le enganchó sin remedio. La chica comenzó su aventura con un programa de música, al principio sólo musical, ya que apenas se atrevía a hablar en antena para comentar las canciones, y le costaba decidir si algo era interesante o no para ser destacado en el programa.
– Déjate guiar por tu intuición – le recomendaba Marcos.
– Para ti es fácil, pero yo nunca me he visto en una igual.
– Hazme caso, sé lo que me digo, vales para esto, tienes mundo interior, ideas, cultura, imaginación y no te falta retranca, los mejores ingredientes para preparar algo muy chulo, ya verás. Solo te falta creértelo y no cortarte.
– Pero, ¿lo que cuente va a interesar a alguien?
– Empieza por que te interese a ti, verás como encuentras tu público. Estoy seguro de que a mí me va a interesar.
A Marina le agradó en especial el comentario, porque le encantaba la forma peculiar de hacer radio de Marcos. Le había contado en una ocasión que empezó con quince años en Radio Vallekas.
– ¡Qué precoz! – se sorprendió entonces Marina.
– Lo he sido para todo – contestó Marcos con malicia.
– Casi que prefiero no saber…

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