Presentación de “Las órdenes” de Pilar Adón, el deseo de escapar del refugio
En la mañana del sábado 14 de abril nos hemos
reunido un grupo de lectores de la poesía de Pilar Adón para acompañarla en la
presentación de “Las órdenes”, su nuevo libro de poemas. La cita ha tenido
lugar en La semillera, una preciosa librería-hogar, como dice su editora Elena
Medel.
Elena y Pilar han mantenido la “tradición”
de presentar el libro a través de un diálogo entre ambas sobre esos poemas “valientes”,
como los define la editora. “Las órdenes” es el tercer poemario que Pilar publica
en La Bella Varsovia, tras “La hija del cazador” y “Mente animal”.
En palabras de Elena, la escritura de Pilar
“se asemeja a una colmena, con celdas que van llenándose de historias y
pequeñas conversaciones y diálogos que van forjándose entre sus libros”. La
editora considera que “Las órdenes” es “el mejor libro de Pilar”, teniendo en
cuenta que la poesía es el eje fundamental de su escritura. Si bien, los anteriores
poemarios de Pilar están relacionados entre sí y también con la novela “Las
efímeras” y “La vida sumergida”, su último libro de relatos, en “Las órdenes”
hay intenciones que no estaban en sus otros libros. Elena cree que con este poemario la autora “ha
abierto una línea nueva”.
Pilar Adón se muestra de acuerdo con la
opinión de su editora. “Ha habido un cambio”, reconoce, aunque no ha sido fruto
de una intención previa a la hora de escribir. “Lo hice obedeciendo a la
experiencia y la evolución”. De nuevo se repiten algunos de sus temas
recurrentes, como el miedo, la dependencia o la naturaleza. Pero “la búsqueda
consciente de la verdad” que ha acometido en este libro ha desembocado en “el
texto más desnudo que he escrito en mi vida” con una desnudez que, en palabras
de la autora, “roza la pornografía”. Pilar reconoce que es un poemario “sin
ningún artificio” que la ha llevado a quedar “demasiado expuesta, he puesto
toda la carne en el asador”. Sobre “Las órdenes”, que ya va por su segunda
edición a pesar de su reciente salida al mercado, ya se ha dicho que es el
mejor libro de Pilar Adón, incluyendo su trabajo en prosa. Ella se muestra
satisfecha con el resultado pero al mismo tiempo avanza que no va a volver a
exponerse de tal manera.
A la pregunta de Elena Medel en relación al
título del poemario, Pilar explica que tiene que ver con “un miedo concreto,
específico, muy centrado en mi experiencia con la familia”. El título remite a
las órdenes familiares, “de las que quieres huir pero no puedes, estás anclado
de por vida a esa unión, a ese anclaje emocional, que crea dependencia”. También
remite, según explica Pilar, al “orden jerárquico en las familias”, en el que
se encuentran “los padres en la cima, luego el hermano y luego la mujer, en un
orden piramidal”. Estas relaciones se basan en el “esto es lo que hay”, lo que
genera “una rebeldía callada”. Esa rebeldía es la que “te hace perseverar para
poder salir, para quitar esos obstáculos”. Esas luchas “son las que nos han
hecho más fuertes pero al mismo tiempo generan una sensación de culpabilidad
por no ser la hija perfecta”.
Uno de los temas que se repiten en el nuevo
poemario de Pilar es la percepción de que en el lugar “donde crees que estás
seguro, en realidad no lo estás”. Así, la familia y el hogar son entendidos
como algo contrario al refugio. Hay además una reflexión sobre los cuidados.
Pilar explica que las relaciones de cuidado
y dependencia son “el gran tema” del poemario, “junto con el miedo y el deseo
de huir”. Ese querer y no querer estar “es paradójico y difícil de explicar”. Recuerda
que el escritor “es el gran ausente, debido al afán por estar en nuestra
realidad”. La autora recuerda que decidió desde muy joven no ser madre pero aun
así siempre hay alguien a quien cuidar. El hogar como lugar acogedor “es
contradictorio porque a la vez es un lugar del que queremos salir pero del que
al final no podemos escapar”. El amor a la familia se ve a la vez como “doloroso”.
Como novedad en este poemario está presente
una honda reflexión por la preocupación sobre el lenguaje y la manera de
nombrar. “No sé muy bien por dónde voy a tirar ahora”, reconoce Pilar. “Actualmente
me veo obsesionada por encontrar las palabras justas, por la depuración del
lenguaje”. En esta obsesión por encontrar el significado de las palabras se
corre el peligro que la literatura “deje de ser creación e imaginación” y pase
a convertirse “en un proceso de cincelado y escultura”. Un proceso que a Pilar
le da la impresión de que puede ser “peligroso”, concluye.
EL AMOR EN BRUTO no sirve.
Hay que dosificarlo.
Saber domarlo y repartirlo
hasta que se extinga.
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