Concierto de Roger Waters en Madrid. Una noche de descubrimiento y pura emoción
*Fotos: Elena PerSa y Conx
En realidad yo siempre he huido
de Pink Floyd. Conocía muy pocos detalles de la banda, que fueron el grupo del
malogrado Syd Barret, la complicada relación entre ellos y lo muchísimo que
siempre me ha emocionado Wish you were here, canción que conmovería a una roca.
Aparte de eso, les relacionaba con el rock sinfónico, estilo que aún se me resiste,
y no me apetecía indagar mucho más en el grupo.
Por circunstancias, y gracias a
la fortuna de haber encontrado en las redes sociales a algún generoso fan
incondicional de la banda británica, decidí “estudiar para graduarme en Pink
Floyd”. La fortuna nos ha traído a Roger Waters, fundador y uno de los líderes
de la banda, a Madrid este mes de mayo de 2018. No quise desperdiciar la
ocasión de verle en directo, en la que probablemente será su última gira.
La historia del rock cuenta que
la banda se creó en 1965, con lo que se han cumplido cincuenta y tres años desde
que Syd Barrett, Roger Waters, Richard Wright y Nick Mason se unieran,
adoptando como estilo el rock psicodélico que triunfaba en aquella época. Ha
pasado mucho tiempo desde entonces, se encuentran distanciados y fracturados, faltan
Syd Barrett (quien abandonó la banda en 1968 y falleció en 2006) y Rick Wright,
fallecido en 2008; como dice uno de mis maestros, “sin él, Pink Floyd ya nunca
será Pink Floyd”. Tras un pleito que le enfrentó a sus antiguos compañeros,
Roger Waters no puede usar la “marca” Pink Floyd, pero sí las canciones de la
banda de la que él fue fundador e ideólogo.
Quiero ahondar en la historia de
un grupo caracterizado por la profundidad de sus letras, la minuciosa
elaboración de sus álbumes, el gusto por la experimentación, las enigmáticas portadas
llenas de detalles obra del grupo de diseño artístico Hipgnosis, o la
espectacularidad de sus directos. De su primera época, la psicodélica, apenas
he escuchado temas, aunque conozco la desgraciada historia del bellísimo Barrett,
al que siempre he tenido entre mis más adorados músicos de los años 60. Apenas
sé sobre los desencuentros entre los dos líderes que tomaron las riendas tras
la salida de Barret, David Gilmour y Roger Waters. Conozco pocos datos, sujetos
con pinzas, que resultan insuficientes para mí, siempre dispuesta a empaparme
sobre las peripecias de los artistas a los que admiro para saber situarme en su
trayectoria. He llegado a este concierto con muy pocos conocimientos pero con
una ventaja, una mirada virgen que ha acrecentado mi sorpresa y lo ha
convertido en una experiencia alucinante.
Lo vivido la noche del pasado jueves
24 de mayo en el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid resultó para mí
absolutamente épico, desde el desconocimiento y el asombro. Waters nos ofreció
un colosal espectáculo multimedia con canciones históricas, proyecciones audiovisuales
de alta definición, un sonido envolvente, una banda brillante y una
escenografía realmente asombrosa. Durante el concierto, dividido en dos partes,
Waters realiza un recorrido centrado en los cuatro álbumes más míticos de la banda:
‘The dark side of the Moon’ (1973), ‘Wish you were here’ (1975), ‘Animals’
(1977) y ‘The wall’ (1979). El músico, de 75 años maravillosamente llevados,
sacó el pasado año 2017 su primer disco rock en solitario desde 1992, ‘Is This
The Life We Really Want?’, y durante la primera parte del espectáculo también
ofrece varios temas de ese trabajo.
La banda que le acompaña en la
gira es la que toca en su disco más reciente. Además de Roger, que se encarga
de cantar, las guitarras y el bajo, se acompaña entre otros de Nigel Godrich a
los teclados y guitarras; Joey Waronker a la batería; el estupendo músico
estadounidense Jonathan Wilson a la guitarra y voz, quien toca con gran finura
las partes de guitarra de David Gilmour y canta varios de los temas, saliendo
airoso y con brillantez de la complicada misión que le ha encomendado Waters; o
las vocalistas Jess Wolfe y Holly Laessig, integrantes de la banda indie norteamericana
Lucius; las dos aparecen ataviadas con sendas pelucas platino y refulgentes vestidos
de lentejuelas negras, protagonizando momentos de gran belleza como su
interpretación de la épica The Great Gig in the Sky, cuando parecen flotar en un
cielo estrellado que llena la pantalla gigante.
Durante la primera parte disfrutamos
de temas como ‘Breathe’, ‘Time’,
‘Welcome to the Machine’, Wish you were here’, la canción dedicada a su
amigo Syd Barrett, acompañada por una animación de dos manos a punto de
juntarse y que comienzan a desintegrarse en pequeñas partículas rojas, o ‘Another Brick in the Wall’, tema
principal de aquel album conceptual convertido más tarde en película, y para el
que sube al escenario un grupo de adolescents, que suele pertenecer a
asociaciones y ONGs de la ciudad que visita el músico. Al finalizar, los chicos
muestran en una camiseta el lema reivindicativo del concierto: “RESIST”, una
llamada a no tirar la toalla en estos tiempos terribles que estamos viviendo.
La segunda parte, muy potente, cuenta con el aliciente de comenzar con
‘Dogs’ y ‘Pigs’, dos de mis temas favoritos de Pink Floyd, incluidos en el
disco Animals, obra conceptual que critica la forma de vida británica,
con ciertas reminiscencias del Animal Farm de Orwell, que obtuvo peores
críticas que sus discos anteriores y con el que se agravaron las disensiones de
Waters con el resto de la banda. A partir de este momento empieza una épica
apoteosis. Con los primeros compases de Dogs, del cielo del pabellón baja una
plataforma con luces rojas que se sitúa sobre el público de pista y enfrente de
nosotros, que estamos sentados en uno de los laterales. La plataforma comienza
entonces a convertirse en la Battersea Power Station, la estación eléctrica
construida a inicios del siglo XX cuyo maravilloso edificio industrial
protagoniza la portada del disco. La proyección cuenta incluso con chimeneas
que echan humo. Quiero detenerme en este colosal edificio, una central
eléctrica de carbón inactiva ubicada en Battersea, Londres y que también
aparece en la película ‘Help!’ de The Beatles. Otro de los elementos de la
portada introducidos en este espectáculo es el del cerdo inflable. Curiosas son
las anécdotas que hablan de Algie, el enorme globo de helio con forma de cerdo
que acabó cayendo sobre un prado, cabreando a un granjero y asustando a unas
vacas. En el concierto de Madrid disfrutamos de nuestro correspondiente cerdo,
que dio un par de vueltas volando alrededor del pabellón con el mensaje “Stay
Human”.
La actual gira de Waters tiene
una fuerte carga política y social. No hay que olvidar que el músico es un
destacado defensor de diferentes causas y siempre ha utilizado sus composiciones
para lanzar potentes mensajes. Activista contra la caza del zorro en su país, este
año 2018 ha sido galardonado en Argentina por su compromiso con la
identificación de soldados de la guerra de las Malvinas. Es uno de los músicos
que apoya el boicot a Israel (BSD) por su política de ocupación y genocidio en
Palestina. Ha visitado Palestina y pintó con spray sobre el muro israelí de la
vergüenza. Así, la interpretación de ‘Pigs’ se convierte en un alegato contra
los líderes mundiales, el gobierno británico con Theresa May y Boris Johnson, Erdoğan,
Berlusconi, Macron o incluso Mariano Rajoy en pleno escándalo por la sentencia
de la Gurtel. Pero quien se lleva la palma es el presidente de EEUU, Donald
Trump, ridiculizado sin piedad a través de las imágenes proyectadas. “Los
cerdos gobiernan el mundo” o “Trump es un cerdo”, son algunas de las soflamas
lanzadas durante la canción. El mismo Waters se descubre tras retirarse una
careta de cerdo y acaba brindando con champán frente al público y arrojándole
la copa. La presencia de un público perteneciente a varias generaciones, desde
contemporáneos de Waters a veinteañeros demuestra la absoluta vigencia de Pink
Floyd, una banda convertida en un clásico de la música universal.
Una vez retiradas las pantallas
colgantes del centro de la pista, nos queda por disfrutar otro espectacular
efecto visual, un prisma de luz que recrea la inolvidable portada de ‘The Dark Side of the Moon’ para
terminar el concierto con dos temas de ‘The Wall’, ‘Mother’ y ‘Comfortably Numb’.
La despedida, llena de emoción, con un Roger Waters presentando a la banda que
le acompaña en la gira y lanzando abrazos al público, muestra de la evolución
de un músico que en su día tuvo una compleja relación con sus seguidores y que
con el paso de los años parece sentirse cada vez más cómodo en el escenario. Miles
de papelitos rosas con la palabra, de nuevo, “Resist”, cayeron sobre el público
en forma de abundante lluvia que ojalá empape en nuestra actitud, tan necesitada
de ánimo y de fuerza.
Al final una alucinante tormenta
eléctrica sobre el cielo de Madrid nos acompañó como sobrecogedor
espectáculo en el camino de regreso a casa. Exhaustos, sudorosos, felices, con
el corazón a mil revoluciones y deseando larga vida a Roger Waters y a todos
los mitos musicales que aún nos quedan vivos. Una noche de descubrimiento y pura
emoción.
Setlist del concierto de Roger Waters en el WiZink Center de Madrid, el
jueves 24 de mayo de 2018.
A continuación, recojo las
canciones del concierto con comentarios. La mayoría conoceréis de sobra estos apuntes
y anécdotas, pero me sirven para situarme en el universo Pink Floyd, territorio
aún bastante ignoto para mí.
Parte 1:
Speak to Me (Pink Floyd). Canción que abre ‘The
Dark Side of the Moon’. Es en realidad una obertura que resume el contenido del
disco. Se trata de una idea de Nick Mason, batería de la banda. El nombre se
refiere a la petición del ingeniero de sonido, Alan Parsons, en las grabaciones
de voz: “háblame”. Se enlaza con el siguiente tema, ‘Breathe’.
Breathe (Pink Floyd). Según se cuenta, la idea
original de esta canción del disco ‘The Dark Side of the Moon’, le surgió a
Roger Waters durante la realización de la banda sonora de la película ‘The Body’.
En la misma, el cuerpo es una metáfora de la existencia humana. Breathe es “una
invitación a tomarse un respiro, a detenerse y reflexionar sobre el significado
de la vida”.
One of These Days (Pink Floyd). Canción que
abre ‘Meddle’, album de 1971 con el que definitivamente abandonaron la
psicodelia y se adentraron en otros caminos. Es una canción prácticamente
instrumental y compuesta por todos los miembros del grupo. Destaca el atronador
bajo, las guitarras distorsionadas, los arañazos que aportan los teclados y
finalmente la apoteosis de la batería. “Uno de esos días te voy a cortar en
pedazos” dice la voz distorsionada de Nick Mason. En esta gira las coristas
hacen una coreografía en la que parecen aporrear tambores, en lo que resulta un
momento vibrante y potente en lo musical y en lo visual.
Time (Pink Floyd). Tema que comienza con
alarmas de relojes, perteneciente al album ‘The Dark Side of The Moon’.
En su composición participaron los cuatro miembros de la banda y ofrece uno de
los espectaculares solos de guitarra de David Gilmour.
Breathe - Reprise- (Pink Floyd)
The Great Gig in the Sky (Pink Floyd). Caracterizada
por el derroche vocal que en la versión original corría a cargo de la cantante
Clare Torry. Pertenece al disco ‘The Dark Side of The Moon’. Fue Alan Parsons
quien llevó al estudio a la cantante, a quien había escuchado en alguna
grabación. Sin una letra ni una idea muy clara de lo que querían, pidieron a
Torry que improvisara sobre la música, hicieron varias tomas y el resto, es
historia. Convertida en un instrumento más de la canción, Clare Torry consiguió,
tras poner una demanda, figurar como coautora y recibir ganancias por la
canción.
Welcome to the Machine (Pink Floyd). Canción
del álbum ‘Wish You Were Here’. Destaca la presencia de sintetizadores y
guitarras, así como la introducción de diferentes efectos de sonido. La canción
refleja el desencanto del grupo con la industria musical, a la que ven como una
máquina de generar dinero y que no tiene en cuenta la parte artística. Por extensión,
ofrece una visión negativa hacia la sociedad industrial.
Déjà Vu. Canción de su último
disco en solitario, ‘Is This The Life We Really Want?’, su primer álbum de rock
en 25 años. Un medio tiempo quizá alejado del estilo Pink Floyd, pero que
resulta melancólico y emocionante.
The Last Refugee. Otro de los
temas de su último disco en solitario. Durante la interpretación se proyectan
imágenes de una bailaora de flamenco, que se convierte en refugiada.
Picture That. Otra canción de su último disco
en solitario. Parte de una jam session con Nigel Godrich. De contenido social y
politico, habla sobre la elección de líderes sin cerebro como Donald Trump.
Wish You Were Here (Pink Floyd). Preciosa
canción que apareció en el disco del mismo nombre, retrata el sentimiento de
nostalgia tras la pérdida. Dedicada a su amigo Syd Barrett, al igual que Shine
On You Crazy Diamond, que por cierto no interpreta en esta gira.
The Happiest Days of Our Lives (Pink
Floyd). Incluida en su disco conceptual
The Wall, se trata de una apertura para la canción Another Brick in the Wall.
Another Brick in the Wall Partes 2 y 3 (Pink
Floyd). La conocidísima canción es una denuncia contra las duras reglas que existían
en la escuela en la infancia de los miembros del grupo, en plena posguerra. “We
don't need no education”, afirma la famosa frase que significaría algo así como
“No necesitamos una no-educación”.
Parte 2:
Dogs. (Pink Floyd). Canción de Animals. Aquí
los “perros”, a diferencia de la obra de Orwell, son los empresarios y hombres de negocios, despiadados, obsesionados
con el dinero y destructores de sí mismos y de lo que les rodea. Una extensa (17 minutos) y
maravillosa canción.
Pigs -Three Different Ones- (Pink Floyd). Otra
de las crudas canciones de Animals, un disco creado a mediados de los 70, un
tiempo especialmente turbulento, aquejado por una grave crisis industrial,
desempleo, huelgas obreras y agitación social, con un gobierno laborista cuya
inoperancia acabaría llevando al poder a Margaret Thatcher. Los cerdos de la
canción representan a la clase dominante en el sistema capitalista, los
políticos y los ideólogos que dan una cara amable pero en realidad son
hipócritas y cobardes, manipulan para mantener su poder, dinero y riquezas.
Money (Pink Floyd). Perteneciente al álbum ‘The
Dark Side of the Moon’. Una de sus canciones más conocidas, habla sobre el
dinero y sus propiedades para corromper los ideales de las personas. La irónica
letra refleja la visión e ideología de Waters en cuanto al dinero y la
acumulación de riqueza.
Us and Them (Pink Floyd). Del álbum ‘The
Dark Side of the Moon’, da nombre a la gira. Fue escrita por Rick Richard
Wright y Roger Waters y cantada en el disco por David Gilmour y Richard Wright.
Al parecer fue originalmente escrita para la banda sonora de la película
Zabriskie Point, pero el director Michelangelo Antonioni la rechazó. En la
canción tienen un papel destacado el teclado Hammond y el saxo.
Smell the Roses. Canción de su
último disco en solitario recuerda a los temas clásicos de Pink Floyd, con un
teclado que evoca al de Rick Richard Wright y unas guitarras al estilo de Gilmour.
Brain Damage (Pink Floyd). Fue lanzada
en el disco ‘The Dark Side of the Moon’ y compuesta por Roger Waters durante la
gira del álbum ‘Meddle’, momento en el que escribió también Money. Según se
cuenta, el título se refiere a Syd Barrett y su deterioro mental relacionado
con el excesivo consumo de drogas. La canción fue finalmente cantada por Waters
y Gilmour hizo los coros. Como curiosidad, las risas que se oyen al final de la
canción son de Peter Watts, road manager fallecido en 1976 y padre de la actriz
Naomi Watts.
Eclipse (Pink Floyd) Brain
Damage y Eclipse se funden en el directo al igual que lo hacen en el disco
original. ‘Eclipse’ cierra ‘The Dark Side of the Moon’ y es famoso por su frase
“There’s no dark side of the moon, really. Matter of fact is all dark”.
Bises:
Mother (Pink Floyd). Canción incluida en el
disco ‘The Wall’. Desde el punto de vista de la melodía se trata de una especie
de canción de cuna, suave y tranquila. Sin embargo, la letra se refiere de
forma amarga a una madre sobreprotectora que ha contribuido a levantar un alto
muro alrededor de su hijo. Cantada en forma de diálogo entre Waters y Gilmour.
Comfortably Numb (Pink Floyd). Perteneciente a
la “opera rock” ‘The Wall’, contiene uno de los solos de guitarra de David
Gilmour más apreciado. La canción habla sobre el estado de adormecimiento al que
llevan los calmantes para mitigar el dolor, no sólo físico, sino también emocional,
debido a carencias afectivas. Habla sobre la dificultad para manifestar
emociones a medida que nos hacemos mayores, la pérdida de la inocencia y el
muro que las personas vamos construyendo a nuestro alrededor a medida que pasan
los años.
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