La magia del Sahara (Occidental)

5:42 p. m. Conx Moya 0 Comments

¿Por qué el Sahara es un lugar mágico, inspirador para el arte, películas, música, pintura, poemas, libros, reflexiones?, ¿por qué un lugar con una historia tan triste genera tanta belleza?

No es sólo por la bondad de sus gentes, la hospitalidad del nómada, la dignidad de los ancianos, la lealtad de sus hombres, la amistad de sus niños, la fortaleza de sus mujeres.

El Sahara clama Justicia. Y por eso es un imán para que tantas buenas gentes dejen su huella en el desierto.


Os dejo con este texto, que me encanta, del blog del periodista José Ángel Esteban, que ha visitado el campamento de Dajla durante el Festival de Cine del Sahara.


http://blogs.20minutos.es/lucesdeposicion

En cuatro días -cuatro eternidades- he machacado mis riñones en un todoterreno por el desierto durante cientos de kilómetros fascinado por la orientación mágica sin duda, incomprensible de un conductor absorto; he estado en hospitales y escuelas para ciegos, pequeños milagros, metáforas perfectas; he fabricado adobes y me he rendido a la belleza absurda de los corrales de las cabras, hechos de latas viejas, de piel reseca y de cordajes; he tomado el té de Mehdi y el cous-cous de Zaina, y he compartido su tienda, su mundo, al que me habían invitado; he hecho media docena de amigos que sabía que estaban esperándome aunque no nos hubiéramos conocido todavía; he paseado con Lala, que me ha enseñado los rincones del desierto donde juega al escondite y la he visto jugar a la rayuela con dos socias, y he escuchado los planes de Salik, tan sensatos, mientras venía de su escuela; he escuchado hablar español de bocas saharauis con todos los acentos autonómicos, como si ellos mismos encarnaran con naturalidad el diseño político del estado; he dejado de contar estrellas cuando se me han acabado los números que había aprendido en el colegio; he visto a algunas actrices, a las que quiero y respeto, leyendo manifiestos que hablan de vergüenza y de derechos políticos para que todo un pueblo pueda salir en los periódicos; he detectado la paradoja de una situación profundamente injusta, mejorada por la increíble capacidad de organización y subsistencia en cada jaima, en todo el campamento, un todo provisional con riesgos indecentes de hacerse permanente; he visto amanecer con mucho frío entre las piedras negras, muertas, de la hamada y he visto una elegíaca caída del sol en una carretera sin asfalto ni apellidos junto al monumento humilde a un cirujano que murió en un viaje solidario; y he visto el cine, por supuesto, que tanto me gusta, en una pantalla gigante que estrenaba miradas en ese campamento, manejado por unos proyeccionistas que hicieron con su oficio una exhibición y un lujo.

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