Un disparate titulado Besos de Arena

11:59 p. m. Conx Moya 0 Comments

Si se quiere hacer literatura chicle, de usar y tirar, más vale no meterse en camisas de once varas y tocar un tema "fácil". Entrar a saco en un conflicto como el saharaui, y bajo la "pena" por las malas condiciones en los campamentos, cometer todo tipo de incorrecciones y decir mentiras te pueden meter en una espiral muy desagradable... Afirmar que cada parte en el conflicto tiene "su verdad" es tener mucho desconocimiento o querer hacer daño a propósito a las víctimas. Si es el caso, ella sabrá a cambio de qué...

Leer artículo de Pablo Ignacio de Dalmases sobre Besos de arena.
La esclavitud es, en pleno del siglo XXI, una lacra que sigue estando presente en muchos puntos del planeta y que afecta de modo muy particular a las mujeres. No es extraño que tan deplorable fenómeno de mucho juego a la hora de crear una narración literaria y eso es lo que ha hecho Reyes Monforte con Besos de arena (Temas de hoy). La trama de esta novela gira en torno a una niña esclava incorporada por una oenegé a cierto grupo de escolares procedentes del tercer mundo que vienen a pasar sus vacaciones en España; afecta de una patología cardiovascular, un juez ordena su permanencia en territorio español y en la familia que asumió su acogida temporal, en cuyo seno se educa, hasta alcanzar la mayoría de edad. Cuando está dispuesta para iniciar la carrera universitaria, es raptada por la familia que la poseyó como esclava en su país de origen y llevada allí a la fuerza, lo que da pie a que su novio inicie la complicada operación que ha de finalizar, tras una serie de peripecias rocambolescas, con su rescate.
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ACTUALIZACION. Como la señora Reyes Monforte ha hecho una chapuza infame, en los que entre otros dislates mezcla los territorios ocupados del Sahara con los campamentos de la Hamada argelina, demostrando que no miró ni siquiera un mapa cuando se documentó tan "maravillosamente" para hacer el libro, el antropólogo en prácticas Willy Veleta y Sukeina le echan una mano desde el blog de El País, ¿Y dónde queda el Sahara?



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