‘Chap, Chap’: retozando gustosamente en el universo Amat

9:08 a. m. Conx Moya 0 Comments







En numerosas ocasiones he hecho público en este blog mis preferencias por Kiko Amat, así que tampoco voy a insistir más. La pasada primavera la editorial Blackie Books confirmaba que nuestro recomendador de cabecera publicaba nuevo libro y además estaría firmándolo en la Feria del Libro de Madrid. En otro post de este vuestro blog he contado detalles de nuestro encuentro en la feria con Kiko Amat y la amabilidad y disposición del autor para la firma, la charla y ser fotografiado. Así que vamos a centrarnos en el libro, al que he dedicando una concienzuda lectura durante este caluroso verano y en el que he chapoteado con el mayor de los placeres.
El bueno de Kiko ha hecho un titánico tour de force al ofrecernos más de cuatrocientas páginas de periodismo “confesional”. ‘Chap Chap’ no es una novela ni un ensayo sino una colección de escritos recogidos durante más de veinte años, algunos de elevada prosa, otros rebosantes de una pringosa pedorrez juvenil, la mayoría con un exuberante dominio del lenguaje, casi todos llenos de buen gusto, criterio y desbordantes conocimientos marca de la casa.
Se trata de una prosa confesional porque Amat, un poco en la línea de esa nueva narrativa vivencial de sus admirados Carlos Pardo y Karl Ove Knausgard, cuenta en estos textos mucho de sus experiencias personales, aunque él lo niegue en alguna de las notas a pie de página. Kiko Amat siempre ha salpicado sus escritos de referencias a su propia vida: su adolescencia en Sant Boi, su etapa británica, su mujer e hijos, padres, abuelos, su colección de discos, sus tatuajes, sus amigos, sus enemigos, sus aborrecidos primeros trabajos... Esto le ha valido muchas críticas, pero forma parte del estilo de Amat, defensor del “escribe sobre lo que sabes, si eso incluye hablar de ti mismo, adelante”.
Sus furibundas opiniones, expresadas sin ningún recato, le han ganado en ocasiones odios explosivos. Un ejemplo es el aluvión de comentarios de heavies airados contra Kiko que se pueden leer en la red. Ese maremágnum fue originado por un artículo que incluye precisamente en la antología, dentro del apartado “Los peores artículos de mi carrera”. Yo misma, como también conté, recibí en este blog (la casa de todos ustedes) que apenas recibe comentarios, una retahíla de opiniones de alguien que no puede ni ver a Kiko Amat. ¡Curioso!
En la prosa de Kiko Amat se agradece la ausencia de afectación y de tomarse demasiado en serio, además de su habitual querencia a reírse de sí mismo. Pero a la vez Amat ofrece en sus textos gran preparación y conocimiento de los temas tratados. Para eso no hay bromas. Por las páginas de ‘Chap Chap’ pasan con mejor o peor suerte para ellos escritores, cantantes, personajes de ficción, personas reales que forman parte de la vida del autor… Eso sí, nadie es tan benévolo y cariñoso como Kiko con sus adorados: Nik Cohn, Kevin Rowland (de Dexys Midnight Runners), John Fante, Kurt Vonnegut, Allan Sillitoe, Reginald Perrin. Ya que mencionamos a un autor y a un personaje publicados por Impedimenta, qué buenos son los prólogos de Amat para esta editorial.
Descacharrantes son los artículos “costumbristas” sobre beber, el veraneo, ser padre, o la devastación nuclear que se produce al cumplir cuarenta años. Sus diferentes personalidades y anécdotas de su juventud están recogidas bajo los epígrafes de #Catorcephenia y #En las batallas. Muy chulas.
Vamos con lo que menos me ha gustado. Se trata de esos escritos que Kiko considera “los peores artículos de mi carrera”. Me hacen preguntarme qué necesidad hay de incidir en los errores. Pero Amat, cual kamikaze, se lanza a la piscina para entonar un mea culpa sobre aquellos artículos que le avergüenzan especialmente… ¡publicándolos en el libro!, con tachones y comentarios, eso sí. Recalca sus fallos, asume sus faltas. Hay que tener valor para reproducir escritos de la primera juventud de uno, de cuando somos seres llenos de inestabilidad emocional, hormonas en ebullición, inseguridades varias, lo mismo más o menos que ahora pero mucho peor. De esos días juveniles en que nos encontramos perdidos, intentando encontrar nuestro sitio y con unas ganas inmensas de destacar en algo. Aquellas bomba con patas en esos años 90 casi pre Internet, donde si alguien hubiera osado pensar en algún artefacto similar a las redes sociales le hubieran tachado de tarado, solo tenían (teníamos) los fanzines y las radios libres para dar rienda suelta a nuestras frustraciones, fobias y odios furibundos. La escritura adolescente y juvenil tiene como razón de ser atizar a todo lo que se mueva. Y a cierta edad “como que ya no…”
Según me hago mayor creo más firmemente en que madurar consiste en ser lo menos bocazas posible y dedicar más atención a lo que te gusta que a lo que aborreces. Según avanza el reloj tenemos menos tiempo para entretenernos en mierdas. Donde Amat se muestra más brillante, encantador, retozón y feliz es aquellos escritos en los que habla sobre lo que le apasiona. Y hay artículos que tocan el corazón, emotivos sin sensiblerías (eso nunca, Amat antes dejaría que le arrancaran las uñas una a una que caer en la cursilada). Dos en concreto van directos como balas hacia sentimientos más grandes que la vida. Como la desilusión de sentir el desprecio de alguien a quien has abierto tu corazón "Un pesar azorado por el rechazo, una sensación de ridículo, una pérdida brutal de inocencia" en el artículo en el que cuenta cómo su niño mayor es pateado en la guardería por un compañero o el homenaje dedicado a su desaparecido amigo Agustí, donde dibuja con conmovedora ternura la figura del amigo-mentor, una figura que yo misma he buscado toda mi vida, “Tiene que ser una gran manera de crecer, conservando así la gracia y el impulso”.
Quiero apuntar que no me gusta la tendencia de algunas entrevistas y reseñas de incidir hasta la náusea en que los textos de Kiko se centran en él mismo, olvidando que el libro está lleno de enormes recomendaciones, autores inspiradores, música maravillosa. Si a los textos de Kiko Amat les faltara eso, desde luego no me tendrían a mí como lectora.
Destacar por último la alegría de que le haya publicado Blackie Books, una editorial que apreciamos y en la que Kiko está encantado de compartir espacio con “Jardiel, Santiago Lorenzo o Ben Brooks”. Tampoco quiero olvidar hacer referencia a la maquetación del libro, que me ha gustado mucho, y a los dibujos de Luis Paadín. En fin, un tocho para disfrutar este ‘Chap Chap’.


Chap Chap (Una antología confesional). De Kiko Amat. Edita: Blackie Books. 496 páginas; ISBN: 978-84-16290-27-7; Ilustrador: Luis Paadín. 

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