Far Leys, de Miguel Angel Oeste, una novela con el sonido “epifánico y frágil” de Nick Drake
Descubrí el término narrativa rock al leer
una entrevista que realizaban en ABC a Salvador Gutiérrez Solís, autor de la
novela ‘Biografía autorizada’, que tiene a un músico de rock como protagonista:
“En España, a diferencia de lo que sucede
en el mundo anglosajón, la narrativa pop o rock no existe”. El tema de la
narrativa rock, que yo había tratado con anterioridad en una entrada de este
blog de título “Bandas imaginadas que habitan libros”, me resultó fascinante.
Tanto, que me llevó a presentar una propuesta de comunicación al MUCA de Murcia.
He encontrado un colorido hilo del que tirar, que de momento no pienso soltar
mientras veo hasta donde me lleva.
Conocí la existencia de ‘Far Leys’ de
Miguel Angel Oeste (Málaga, 1972) a través del escritor Daniel Ruiz García,
autor de otra novela llena de música rock, ‘La canción donde ella vive’.
Contacté con Daniel y él a su vez me recomendó la novela de Miguel Angel. Me
llamó la atención de inmediato, al ser Nick Drake un músico que considero muy
especial. Le descubrí gracias a una superluna de 2013 y la presencia en una
peli con guión de Hanif Kureishi de su preciosa canción ‘Pink Moon’, un
exponente de ese “sonido inconfundible,
epifánico, frágil”, como define Miguel Angel Oeste las creaciones del
malogrado músico.
Efectivamente, la narrativa rock está
estrechamente ligada a la música. El escritor Rodrigo Fresán dice sobre ‘Far Leys’
que “suena muy bien”. Es cierto, las canciones de Nick Drake y muchos otros
músicos de la época tienen un papel destacado en la narración. La novela tiene incluso
su propia banda sonora, recogida en una lista de Spotify que incluye a Bob
Dylan, Jane Birkin, Miles Davis, The Byrds, Chet Baker o The Kinks, además de,
por supuesto, Nick Drake.
Nick Drake, músico de culto fallecido en 1974 con
sólo 26 años, alcanzó la inmortalidad a través de su obra: “Nick
nunca se irá, siempre estará en el mundo cuando nosotros no seamos más que polvo
(...) Nick se marchó para quedarse”. Sobre él se han escrito mucho. La
originalidad de ‘Far Leys’ reside en que se trata de una historia novelada
alrededor de la búsqueda de información sobre la misteriosa personalidad del
músico, convertido en leyenda varias décadas después de su muerte. "Nick era un acertijo. Un horizonte
vago. Alguien hermético que no se abría a los demás. Un misterio”. En la vida
de Drake, además del misterio, se conjugan muchos aspectos atrayentes: una personalidad
compleja, una muerte poco clara y en plena juventud, el fracaso estrepitoso de
sus discos, resarcido muchos años después de su muerte... Miguel Angel Oeste me
decía en diciembre de 2015, a propósito de mi pregunta de por qué una novela
como ‘Far Leys’: “Nick Drake, como Chet Baker, como tantos músicos con una
personalidad resbaladiza me fascinan y emocionan”.
A partir de dos personajes obsesionados con la
figura del mítico cantautor, Miguel Angel Oeste intenta reconstruir la vida de
un músico que anhelaba el triunfo y publicó tres discos en vida con los que no
consiguió triunfar pero que se convertiría en un artista de culto,
especialmente entre los músicos, muchos años después de morir: “Los deseos son perversos cuando se cumplen
fuera de tiempo”. Janet, una extraña
amiga del músico encerrada desde su muerte, y Richard, un actor
que quiere realizar una película sobre Drake, son esos personajes obsesivos,
extraños y desequilibrados que siguen su rastro.
Miguel Angel Oeste utiliza el recurso de
ofrecer una visión polifónica de la figura de Nick Drake a partir de los
testimonios de cada una de las personas que lo conocieron con las que se
entrevista el cineasta; así consigue una imagen caleidoscópica, llena de
matices, pero nunca definitiva. Richard busca a Nick en las miradas de sus amigos,
de la gente que le conoció.
Gran parte del atractivo de Nick Drake
residía en el aire evocador y misterioso que desprendía. Era un músico delicado
e intimista que vivió una época poco propicia para su forma de entender la
música. Apareció en plena psicodelia, llena de ruido, bullicio y color. Nick
era “suave”, en una época en la que nadie lo era, en un momento en el que
triunfaban los excesos del Sgt Pepper, en el que todo el mundo se miraba en los
Beatles, todos excepto Drake.
En Drake malvivieron el desasosiego por la
imposición de sus padres para que estudiara y llevara una vida “de orden”
y su ferviente deseo de dedicarse a la música. Estaba preso en la eterna
contradicción de obligarse a sí mismo a “actuar con juicio, con sentido
común” cuando para él “la vida carecía de sentido si no se dedicaba por
completo a la música”. A la vez sus limitaciones, no artísticas ni de
talento, le restaban empuje para triunfar. Se sentía incapaz de tocar en
directo, padecía de pánico escénico.
Bajo la aparente serenidad de Drake se
escondía un “volcán dormido”, una persona imprevisible, un ser obsesivo.
Se intentó refugiar en la música, anhelaba el triunfo pero la música le
producía a la vez un profundo desasosiego. “El
espíritu débil de Nick no fue capaz de soportar la desilusión a la que se
dirigía”. Quería vivir de
la música pero el fracaso de sus discos le hundió. “Tenía talento, genio, en
cambio su personalidad, una vez había salido al exterior, demandaba un
recipiente que lo protegiese de las desilusiones y problemas que le presentaba
la vida. Le habían dicho tantas veces lo bueno, lo guapo, lo maravilloso que
era, que no asimiló bien los fracasos. Nick sólo parecía preparado para el
éxito. Nada podía malograrse. Pero las cosas fueron distintas.”
Resulta especialmente interesante la visión
que ofrece sobre Nick Drake el personaje del fotógrafo; por su actividad tuvo
la ocasión de observarlo con detenimiento en aquellas sesiones de fotos. Así habla
de un Nick “alto, guapo, seductor, con una inocencia cálida”, con una
atractiva fotogenia llena de misterio. Al mismo tiempo era un tipo “nocturno,
disperso”. Para el fotógrafo “Nick miraba con la inocencia de los ojos
de un niño y con la angustia de los ojos de un anciano”, probablemente a
causa de sus desórdenes. “El problema es que él no creía en sí mismo, se iba
y desaparecía en sus propios círculos concéntricos”. Debido al deterioro de
su salud mental, “(…) el desorden estaba dentro de él”, Nick fue poco a poco
perdiendo pie: “No sabía cuidarse. Necesitaba que alguien lo hiciera por él.
Fue una persona desvalida”. “(...)
un tío muy parado que se comía la cabeza por cualquier motivo”.
Al mismo tiempo que la figura de Nick Drake
y un completo retrato de la época en que vivió el músico, entiendo que ‘Far
Leys’ habla también sobre las personalidades límite, las adicciones (a las
drogas, al alcohol o a una persona), sobre esos seres poseídos por una
obsesión, esas personas “vampiro” que chupan la energía de otros: “Nick me devoraba”,
dice el actor. Richard y Jane están devorados por la figura de Nick. Jane a su
vez absorbe la energía de todos aquellos que la rodean, ejerciendo una extraña negatividad
sobre ellos: su hermano, sus padres, Richard o el propio Nick. Todos ellos terminarán
mal.
Como exponente de esa “narrativa rock” a la
que me refería al inicio, la novela está repleta de música de la época. Además
de la de Nick Drake, en el libro aparecen canciones como el ‘Waterloo Sunshine’
de The Kinks, el ‘Bus Stop’ de The Hollies, canciones de Janis Joplin, la
canción ‘The Name Game’, popularizada por Shirley Ellis o ‘I am a rock’ de
Simon & Garfunkel. También se nombra a personajes de aquellos años (finales
de los 60 principios de los 70) como los Beatles y Yoko Ono, Patti Boyd (la
modelo entonces esposa de George Harrison), Ray Davies, los Rolling Stones (hay
quien sostiene que Drake se encontró en Marrakech en marzo de 1967 con Mike
Jagger, Keith Richards y Brian Jones) o Fairport Convention, cuyo bajista tocó
en el primer disco de Nick.
En definitiva un interesante ejercicio de
música para leer, que explora nuevos caminos y temas; un verdadero placer para
los que amamos la música y la lectura.
Ilustración: Juanjo Baquedano |
Playlist: Far Leys BSO
Juanjo B @escartinni
Far Leys, siguiendo la espigada (y enigmática) estela de Nick
Drake
Fran G. Matute @FranGMatute
Esa novela es buenísima. Lástima que pasara tan
desapercibida...
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