Lo tuyo es puro radioteatro. ‘Sin pedir permiso’ en LaLibélula de Radio3
"La voz todavía tiene el poder de
enganchar en un tiempo en el que la imagen es la que impera” (El País).
Por supuesto que no. El video no mató a la
estrella de la radio pero las nuevas tecnologías cambiaron irremediablemente la
radio. La radio digital ha “democratizado” el medio, haciendo mucho más viable
la posibilidad de hacer radio sin grandes desembolsos y ni complicadas
tecnologías. A la vez, el medio se ha hecho mucho más accesible y ha
multiplicado hasta el infinito su alcance, ya que a través de internet incluso un
programa hecho desde nuestra casa se puede escuchar en cualquier parte del
mundo. No voy a hacer yo un alegato a la nostalgia, a la vieja radio de toda la vida, a
la radio analógica que tanto amamos y que aprendimos a realizar. No echo de
menos los viejos tiempos, hay que evolucionar, adaptarse a lo que viene,
aprovechar las ventajas que ofrecen las novedades.
En estos nuevos tiempos de radio se está
recuperando un género radiofónico que fue muy popular durante décadas, y cumplió con enorme éxito la tarea de contar historias que tanto fascina al ser humano
desde el inicio de los tiempos. Me refiero al radioteatro, que ha vuelto, sino con fuerza, al menos levantando cierta expectación,
bajo un nombre actualizado: la ficción sonora. La SER, la cadena que emitió las
radionovelas más míticas, lo rescató puntualmente para emitir alguna pieza como
'Cuento de Navidad' de Charles Dickens en 2013 o 'Our Town' de Thorton Wilder,
un año después. Radio Nacional de España sí ha recuperado la fórmula del radio
teatro de manera más habitual. Así se han representado clásicos como Sherlok
Holmes, El Quijote, El joven Frankenstein, Ricardo III, La isla del Tesoro, o
incluso Blade Runner. Destacados actores españoles han participado en estos montajes
que en ocasiones se graban con público, rememorando aquellos tiempos en los que
estas emisiones congregaban impresionantes cifras de oyentes.
Todo esto me lleva a rememorar la edad
dorada del radioteatro y las radionovelas. Con aquellos maravillosos actores
que alternaban la radio y el doblaje, como el inolvidable Cuadro de Actores de
Radio Madrid, que trabajaban a ritmo estajanovista, produciendo tanto adaptaciones
de textos clásicos como míticas radionovelas de desigual calidad. La
prehistoria de los “culebrones” venezolanos que triunfaron en los 90 en
televisión dejó obras como ‘Lucecita’, ‘Matilde, Perico y Periquín’ o los azucarados
y severos seriales de Guillermo Sautier Casaseca, con 'Ama Rosa' en la voz de
Juana Ginzo. Yo recuerdo haber escuchado de pequeña capítulos de 'La Saga de los
Porretas', con el gruñón abuelo, el juvenil Juanito, aquellas inolvidables voces que daban vida a las delirantes historias de la familia. Más recientes y muy conocidos fueron
los Relatos Dramatizados de terror que realizaba Juan José Plans a mediados de
los 90. Fue una época de actores con voces maravillosas y dicción perfecta. A la
mencionada Juana Ginzo, podemos unir los nombres de Julio Varela, Fernando
Dicenta, Matilde Vilariño, Pedro Pablo Ayuso, Matilde Conesa, Alfonso Gallardo
o Manuel Lorenzo, entre otros.
La magia de un relato escuchado a través de
la radio es incuestionable, la imaginación del escuchante trabaja a toda máquina. Es fundamental el trabajo en sintonía de todo el equipo que realiza
la pieza: guionistas, adaptadores, actores, ambientadores musicales y por
supuesto los técnicos, que tienen un papel fundamental y milimétrico para que nadie
eche de menos la imagen a base de jugar con música, sonidos y efectos
especiales. Fascinante la labor de aquellos que se conocen como “ruideros”, que
jamás podrán ser sustituidos por esos cds de efectos sonoros.
En 1991 tuve la inmensa suerte de colaborar
en una pieza de radioteatro, 'El prejuicio final', con el grupo del taller de
narrativa que impartía el maestro César Gil, un histórico de Radio Televisión
Española y gran amante del teatro. La grabación se hizo del tirón en un sábado
eterno y emocionantísimo en los estudios de RNE de Prado del Rey. A las voces amateurs
de los alumnos del taller, se unieron actores como Francisco Valladares. Yo
tenía dos mini frases, que me costaron sangre, sudor y lágrimas, la
interpretación no es lo mío. La pieza participó en un festival en Berlín y,
aunque mi memoria patina, recuerdo aquella apasionante experiencia como una de
las bases de mi completo amor por hacer radio.
Poco queda hoy del esplendor de aquellas
décadas. La ficción sonora es una delicada rareza que protegen de la extinción desde
algunos espacios en la radio pública, destacando la figura de Juan Suárez,
locutor y guionista fogueado en los 90 en “en las madrugadas libertarias de
Radio Vallekas” como dice la Wikipedia, en la Luna Hiena, mítico programa del
que fui seguidora. Junto a Jesús Jiménez y Angel a los controles experimentó con personajes, ficciones y todo tipo de
locuras radiofónicas. Juan pasó a la radio pública a lo grande, con el
recordado Chichirichachi de Carlos Faraco en Radio3, que presentó entre 1997
y 1999 con Sara Vítores, un programa despertador repleto de fantasía y ficción
sonora.
Desde 2008 Juan Suárez realiza LaLibélula,
un espacio abierto “a la creación radiofónica, la ficción y la literatura”.
Escritores, músicas, dramatizaciones de fragmentos de libros, como dicen ellos “una
llamada a los amantes de la literatura y la ficción, de la creación
radiofónica, el spoken world, la poesía, la novela gráfica… y, cómo no, de la
buena música”.
‘Sin pedir permiso’ tuvo el honor de
aparecer en el programa dedicado al Día Mundial de la Radio. Un fragmento del
libro (para los que hayáis leído la novela la Fiesta de Radio Akra en La
Lavandería) fue interpretado por Juan, la voz joven referente para la
radioficción española actual. Un inmenso honor. Porque lo nuestro también es
purito radioteatro.
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