Cómo ser mujer. Partiéndonos la caja con Caitlin Moran (y tiene razón...)
¿Nos tiene que enseñar alguien a ser mujer?
De entrada el cuerpo me pide decir que por supuesto que no, es algo que no
tengo duda que vamos aprendiendo con los años, y que debe culminar con una
madurez en la que nos la suden por completo todas las idioteces impuestas,
empezando por las que alimentamos nosotras mismas. Pero leído este
desternillante libro de la deslenguada y divertidísima Caitlin Moran, me entran
las dudas. Desmitificar, reírnos, hacer una expresiva pedorreta y un ruidoso
corte de mangas a convenciones, complejos, dudas, desigualdades, machismos
(micros y macros) no puede ser malo. Y menos en estos tiempos de involución,
donde iglesias y políticos en todo el mundo nos dicen que la mujer no debe
pensar ni opinar, que la mujer que no tiene hijos no está completa, que la
mujer debe volver al ámbito del hogar; eso sin nombrar ablación, ejecuciones,
maltrato o feminicidios, barbaridades que están a la orden del día. “La
desigualdad es basura medieval”, declaraba Caitlin Moran en una entrevista a El
País. Por supuesto. Luchemos contra ella.
Y no os dejéis, niñas, chicas, mujeres,
ancianas, amedrentar por listillos supuestamente enrollados que dicen que el
feminismo, que hablar de igualdad, que las cuestiones de género son un coñazo
(a-ha), o lo pesadas que nos ponemos con ello. O por mujeres que se dicen “no
feministas” porque, en un alarde de confusión mental afirman que “las mujeres
no somos superiores a los hombres” (sin comentarios). Ser feminista no incluye
en ningún caso odiar a los hombres. El mal negocio que es ser mujer ateniéndose
a lo establecido radica sobre todo en que “La presunción de que las mujeres
deben sólo ser y de que los hombres salen y hacen cosas, mientras las mujeres
les animan a hacer cosas más importantes”. Por eso queremos ser chicas,
mujeres que hacen cosas. Hagamos cosas. Hagamos cosas que nos gustan, sin
importarnos lo que digan los (y muchas veces las) demás. Porque “Adelantarse
a su época es venenoso para las mujeres“.
Hablar de mujeres libres y fuertes, de
feminismo y de lucha contra la desigualdad no es fácil hoy en día, sólo hay que
ver linchamientos en redes sociales que suceden un día sí y otro también contra
mujeres que se salen del tiesto. Hay que estar muy curtida para soportar según
qué presiones mediáticas. La Moran, que reivindica con orgullo sus orígenes
obreros y de clase trabajadora, parece una persona lo suficientemente fuerte
para superarlo. Sus palabras pueden ser un buen modelo para difundir y
desdramatizar muchos temas.
Irreverente, directa, divertida,
políticamente incorrecta, Caitlin Moran se declara autodidacta, “todo lo
aprendí del rock and roll y de los libros”, afirma, y confía en la cultura
hasta el punto de estar convencida de que “cambia las cosas mucho más rápido
que la política”. Caitlin habla, partiendo de su experiencia, de mujeres
hechas a sí mismas, sin idealizaciones ni encantamientos. En ‘Cómo ser mujer’
no tienen espacio esas “superwomen” bellas, ricas, insulsas, vacías, que se nos
venden como modelo, un desastre que cala sobre todo entre las más jóvenes pero
que también agobia y anula a muchas mujeres más edad.
Desternillantes son los comentarios que
aparecen en el libro sobre moda, bolsos y tacones y demás parafernalia, que en
demasiadas ocasiones se convierte en una estúpida esclavitud. Coincido con la
autora en mi falta de interés por la moda estandarizada. No necesito un
vestidor, ni nunca tendrá una casa con espacio para ello, no tengo dinero ni
sitio para tener la casa repleta de zapatos y bolsos, no hay placer mayor que
pisar el suelo con toda la planta del pie en la misma posición dentro de un
zapato suave y cómodo, los bolsos me dan pereza, los bolsos de marca me dan una
pereza mortal. Me divierte su desmitificación de las bodas, el supuesto “día
más feliz de tu vida”, sólo puede serlo si te gastas un dinero justo y
razonable en el evento, no vas disfrazada y está en tu boda exclusivamente la
gente que quieres (y logras) que esté.
En un libro sobre mujeres se habla de temas
que tienen mucho que ver con nosotras, las mujeres. Aquí, unos cuantos:
FEMINISMO
Lo dicho, no os dejéis llevar por quienes
afirman que el feminismo es un rollazo, algo de mujeres poco enrolladas,
aguafiestas, locas y amargadas. Años de desigualdad deben poner nuestra mira en
el lugar correcto. Moran habla durante todo el libro sobre feminismo, aunque
también dando algún que otro tirón de orejas a más de uno y de una.
“El feminismo ha llegado a un punto
muerto“.
“Esta
idea de la solidaridad femenina me parece, con franqueza, absurda“.
“¿Desde cuándo se confunde el feminismo
con el budismo?”
“Yo no concedo una bonificación del
veinte por ciento por similitud genital si me encuentro con alguien que lleva
sujetador. Si una persona es imbécil, es imbécil, con independencia de que a
ella y a mí, en conciertos y fiestas, nos toque esperar o no en la cola más
larga para entrar al baño“.
“El error del feminismo en hacer un tipo
determinado de mujer. En el feminismo entramos todas“.
“¿Qué es el feminismo? Sólo la
convicción de que las mujeres deben ser tan libres como los hombres, por muy
chifladas, estúpidas, crédulas, mal vestidas, gordas, menguantes, vagas y
engreídas que sean“.
SOBREPESO
En nuestra sociedad actual en ocasiones
parece que es menos horrible ser un asesino en serie que estar gordo, una
adicción que sufren muchas mujeres y que en ocasiones hace su aparición para “remediar”
cosas que no van bien. No demonizar pero sí cuidado con la salud.
“Comer compulsivamente es la adicción
que eligen quienes tienen que cuidar de otros y ese es el motivo de que se
considere una adicción de menor rango. Es una manera de joderte a ti misma que
te mantiene completamente operativa, porque no te queda más remedio. La gente
gorda no se permite el lujo de que su adicción les convierta en alguien
caótico, inútil o en una carga. En vez de eso se autodestruyen sin molestar a nadie”.
TRABAJO
“En todos los trabajos hay un elemento
de diversión. Encuentra la diversión y ZAS... El trabajo es un juego“. Mary
Poppins.
De todas es sabido que las mujeres tienen
menores sueldos que los hombres, alcanzan muchos menos puestos directivos y de
responsabilidad y tienen un grave hándicap, la maternidad, que las deja fuera
de juego durante varios años. No obstante muchas mujeres en todo el mundo combinan
trabajo, maternidad, cuidado del hogar, agotador.
Caitlin habla con su irreverencia y gracia
habituales de su primer empleo, a los dieciséis años, como “el último mono” en
la revista musical Melody Maker: “Por un motivo u otro todo el mundo aquí es
un marginado social“. Sin embargo, la autora no le dedica demasiado espacio
a su trabajo. Pese a ser una mujer de éxito en su profesión en el libro las
páginas dedicadas a su vida personal y familiar ganan por goleada aplastante.
“Los triunfos ganados con mucho esfuerzo
pueden verse invalidados si vives en un ambiente donde tus victorias se
consideran una amenaza, un error, algo de mal gusto o sencillamente no está en
la onda“.
AMOR
No hay nada más castrador, casposo,
frustrante, tramposo, vomitivo y estúpido que el amor romántico que se ha
vendido durante décadas a las mujeres, comprado con entusiasmo por las propias
mujeres. De ahí a afirmar que si tu pareja no es celosa y controladora no te
quiere, no hay más un paso. Adiós a los “amores perros”, quien bien te quiere
NUNCA te hará llorar. Liberarse de esa majadería que tenemos tan interiorizada
es difícil pero es un esfuerzo que merece la pena. A pesar de todo, ahí andamos
dale que te pego con el amor.
“Junto con la ropa interior, el amor es
una tarea de las mujeres. Las mujeres se tienen que enamorar. Cuando hablamos
de las grandes tragedias que pueden ocurrirle a una mujer, una vez descartadas
la guerra y la enfermedad, la idea que más nos estremece es la de no ser amadas“.
“Ahí está la diferencia entre solteros y
solteronas“.
“Creo en sentirse mal por amor. Creo
que, en cierto modo, es magnífico. Soy idiota. Soy tan idiota“.
“No es raro que [las mujeres] se
obsesionen con la idea del amor y las relaciones. Pensamos en ello todo el
tiempo“.
“En el amor nada es como parece“.
“Siempre sabes si una mujer está con el
hombre equivocado, pues ella tiene mucho que decir sobre el hecho de que no esté
pasando absolutamente nada“.
“Dejas de hablar de las cosas cuando las
resuelves. Ya no eres una observadora, si no alguien que participa. Estás
demasiado ocupada para esas gilipolleces“.
“Es increíble la de cosas que se te
ocurre contar cuando hay una cosa importante que temes decir: Esto no funciona”.
MATERNIDAD
Moran es madre de dos hijas y en el libro
cuenta con su desparpajo habitual y mucha gracia sus embarazos, sus partos, la
agotadora y maravillosa experiencia de ser madre, el retraso que supone para
cualquier carrera laboral. También habla de las mujeres que no tienen hijos,
porque no pueden o porque han decidido no tenerlos. En la maternidad la mujer
debe tener toda la palabra, y demasiadas veces nos la intentan negar.
“Las madres tienen que fingir que son
protectoras y cariñosas toda su vida, lo sientan o no. Y deberían estar
dispuestas a dar y dar y dar, hasta sencillamente agotarse. Las mujeres deberían
ser, en esencia, capaces de un amor sacrificado e infinito”.
“Lo importante que es para un niño ser
deseado. La maternidad es un juego en el que debes participar con toda la
energía, buena disposición y felicidad posible”.
ABORTO
Un tema en el que tienen derecho a hablar
sobre todo la mitad de la población que no puede albergar en su seno vida. De
esa mitad opinan con más intensidad aún políticos e iglesia. Sin embargo la autora
lo hace en este libro desde su propia experiencia. Abortó al quedarse embarazada
de nuevo cuando su bebé tenía pocos meses. Y habla de su experiencia con
sinceridad, sin arrepentimiento ni moralina, quitando hierro y amargura, tratando
de normalizar una cuestión en la que a menudo a la mujer es a la que menos se permite hablar.
“Convertirse en madre sin quererlo es
vivir como una esclava o como un animal doméstico”. Germaine Greer, La
mujer completa.
“No puedo estar de acuerdo con una
sociedad que me obligase a apostar cuánto podría amar bajo coacción”.
CIRUGÍA
No queremos hacer sangre de esas mujeres
con caras de susto, labios como salchichas, senos como balones de playa,
narices inexistentes y pelo que empieza en mitad de la cabeza. Pero querer
parecer una veinteañera con cincuenta años es cuando menos inquietante.
“Hace que parezcamos unas perdedoras.
Hace que parezcamos unas cobardes. Y eso es lo último que somos”.
Y para finalizar me quedo con estas breves premisas
que aparecen a lo largo de este ‘Cómo ser mujer’, de Caitlin Moran, que sin
duda nos ayudarán a ser mejores personas, mejores mujeres y a vivir mucho más a
gusto: fomentemos nosotras mismas nuestro desarrollo personal, sigamos nuestros
intereses, aprendamos de las lecciones que nos da la vida, descubramos qué se
nos da mejor para intentar ganarnos con ello nuestro pan. Independencia,
autoestima, bienestar, fuerza y un círculo sano y amoroso de mujeres y hombres
donde apoyarnos y a quienes apoyar. En definitiva, ser una misma, no hacer lo
que no nos apetezca hacer porque se suponga que debemos hacerlo por “ser mujeres”,
porque “El problema de luchar contra uno mismo es que, aun cuando ganes
acabas perdiendo”.
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