“Punk, pero ¿qué punk? (Guía incompleta del punk nacional)” de Tomás González Lezana. El esforzado empeño del Do It Yourself
“Yo con la música hago mi lucha, como
otro tira una piedra en una mani”. Baldin Bada
La historia del underground está protagonizada
y escrita por gentes voluntariosas a las que no se les pone nada por delante para
llevar a cabo aquello en lo que se empeñan, normalmente empresas extravagantes
que no obtienen beneficios de índole crematística. El punk se presta inevitablemente al Hazlo Tú
Mismo, a dejar de ser simples espectadores para pasar a productores.
Y un ejemplo de empresa titánica llevada a
cabo con cabezonería y rigor underground es el libro “Punk, pero ¿qué punk?
(Guía incompleta del punk nacional)”, escrito por Tomás González Lezana y editado
por La Fonoteca. El jueves 12 de enero numeroso público abarrotamos la cueva de
la Librería Molar para asistir a la presentación de la guía, con muchas ganas
de saber lo que se iba a cocer. Tomás empieza la presentación “sobrepasado por
la aceptación que está teniendo el libro” y flanqueado por dos protagonistas de
la escena punk nacional, Demi de La Stasi y Monje de Larsen y Sagrada Familia.
Entre el público se encuentra, como iremos descubriendo, Tomás de Último
Gobierno, Dani Mugre, agitadores culturales, periodistas, directores de
documental y nosotros en calidad de neófitos curiosos. Merece mención el
atuendo de Demi con impecable camisa, corbata y traje de chaqueta… tuneado con
cadenas, chapas, imperdibles, papeles y balas.
Punk, música y actitud. Irreverencia, frescura
y energía trepidante. Manera de vivir y de luchar. Rabia y nihilismo.
Revulsivo. Tomás destaca que el punk se caracteriza “por la trasgresión musical
y estética”, “por la consolidación de un canal de protesta y denuncia contra
estructuras perpetuadas por tradición y costumbres”; por plantear “interrogantes
individuales ante certezas colectivamente aceptadas”. Funciona “a espaldas de
una industria y medios que no reconocen como válidos”.
Sobre la guía, el autor explica que el
título “Punk, pero ¿qué punk?” tiene que ver con el recopilatorio de DRO y la
canción de Mass Volumen (Discos de mierda), una banda de final abrupto. Tomás
destaca la portada del siempre magnífico Carlos Azagra, en la que aparecen sus
conocidos Pedro Pico y Pico Vena y califica de “lujo” su participación, ya que
además le ha permitido usar algunas de sus viñetas para ilustrar el libro. El
libro, a pesar de su extensión, es una guía “necesariamente” incompleta, faltan
bandas, se ha intentado hacer una selección concreta de un fenómeno
caracterizado por la irreverencia y la provocación, que también recaló en
España a principios de los 80. El prólogo ha corrido a cargo de los músicos,
escritores y periodistas Elena López Aguirre (Potato) y Roberto
Moso (Zarama), banda que fuera autora del “primer single de punk en euskera”.
La guía de Tomás comienza repasando la
escena punk nacional de los 80, centrada en País Vasco, Barcelona y Madrid y el
resto del territorio agrupado en lo que denomina “punk ibérico”, término que provoca
división de opiniones e incluso alguna que otra broma (¿ibérico como un
embutido? ¿Y Baleares y Canarias?, ¿y Portugal?). Además se incluye un repaso
por la escena punk actual. Demi de La Stasi define el punk como “desahogo”.
Para él el mejor punk es el inglés, mencionando la “trinidad” The Clash, Sex
Pistols y The Damned, cada uno con una forma diferente de entender el punk. Y es
que, a pesar de su irreverencia y falta de clichés, el punk no escapa de definiciones,
divisiones y categorías. ¿Puede haber algo con lo que disfrute más un buen
enamorado de la música? Así se habla de Oi!, punk ramoniano, punk abrasivo,
punk oscuro, punk rural, segmentaciones que alargan el debate y las opiniones
hasta lo increíble. Durante la charla surgen constantes preguntas “¿Merece la
pena hacer un esfuerzo para sacar el punk de las cloacas, de las catacumbas?”, y
respuestas “sí, pero al mismo tiempo su presencia en los canales tradicionales
puede ser una maniobra para meter al punk en el sistema”.
Monje opina que la situación de Euskadi en
los 80 estaba politizada y radicalizada, las motivaciones allí eran diferentes
que en Madrid, donde no había ese componente político que se vivía en los
conciertos del País Vasco. Tomás recalca que en País Vasco había un hecho
diferenciador, con la situación económica y social explosiva derivada del
problema de los astilleros y la siderurgia. Aun así el punk encontró muchas
dificultades en aquel territorio. Y a pesar de todo ahora el punk “está
asimilao”, reflexiona Demi, “se le dedican libros, documentales y conferencias
incluso”. Entre los grupos de aquella escena se puede recordar a Cicatriz,
Eskorbuto, Kortatu, Vulpes, M.C.D. o La Polla Records. Tomás recuerda el disco
del grupo de Evaristo, “¿Dónde se habla?” (1988), que considera como el
primer disco nacional de “punk conceptual”, y que introduce personajes
femeninos como un grupo de lesbianas, un ama de casa o una prostituta,
adaptando además cuentos de William Burroughs en una de las canciones. También
se hace mención a la “Euskadi Tropical”, título de la canción de Lendakaris
Muertos, que introdujo ska, reggae y folclore vasco, con Potato, Hertzainak, o los
hermanos Muguruza, entre otros.
Sobre la escena punk de Barcelona se menciona
a La Banda Trapera Del Río. Y vuelve a surgir la controversia, “¿fueron o no
fueron punks?” En la mesa la opinión es que no. “Eran protopunk”, fueron “punks
en actitud, pero no en cuanto a música”. Otros grupos de Barcelona fueron los
pioneros y provocadores Último Resorte (con su legendaria cantante Silvia
Resorte), Frenopatic o Kangrena.
En la mesa están de acuerdo con que el punk
de Madrid no estuvo muy bien visto en otras latitudes. “Estábamos en el punto
de mira de País Vasco y Barcelona y a la sombra de la movida”. En Madrid en los
80 destacaron bandas como Espasmódicos, Larsen o la UVI.
Se recuerdan polémicas como el episodio de
una política catalana y su querella criminal contra el grupo punk Islam por cantarle
aquello de “Voy a matar a Pilar Rahola con un gato de escayola” casualmente en
el momento en que promocionaba su libro 'La república islámica de España'; o el
revuelo causado por el “blasfemo” nombre de M.C.D., que causó airadas protestas
e indignadas cartas al director o la frase de Silvia Resorte “Mis muñequeras
son para pegar y las de Alaska son de adorno”.
Se recuerdan más bandas como TDeK, Piolines, Ulan
Bator Trío, Webelos, La Urss, Vigilante Gitano, Obediencia o Sudor. Y más categorías, como las bandas Oi! y la actitud “working
class” de origen proletario, con ataques a la clase política y empresarial y
una cierta violencia de los “soldados del asfalto”. Se mencionan grupos como
Decibelios y su cierta “ambigüedad política”, que a la vez puede entenderse
como una “provocación al revés”. O no. O el punk ramoniano representado por los
madrileños y reivindicados Nikis, con “letras ingeniosas sobre temas chorras
que evitasen la canción de amor”.
Una última discusión cierra la charla, esta
vez sobre si el hardcore se puede considerar punk. Para Demi de La Stasi,
empeñado en animar al público a intervenir “que esto no parezca la universidad”,
no lo es. Tomás de Último Gobierno opina lo contrario desde su asiento en la
primera fila “el hardcore es una evolución del punk, con actitud punk, con
riffs de guitarra muy acelerados que acaban produciendo ruido”. Y es que la
discusión y el intercambio de opiniones sobre cualquier aspecto son interminables,
y más con la ayuda de unas (muchas) cervezas.
Tengo que confesar que no soy experta ni
mucho menos en punk pero como dice Jordi Valls “Si me interesa alguna cosa
nunca me pregunto quién soy” y la labor de La Fonoteca y el libro de Tomás han
despertado vivamente mi curiosidad y por descontado mi aplauso. Gran trabajo.
Autor: Tomás González Lezana. Edita La
Fonoteca; Maquetación y diseño: Mario Orellana; Corrección: Antonio de la Poza;
Imprime: Rotaclick (España); Portada y viñetas interiores: Carlos Azagra; Páginas:
530
Nuestro reportero gráfico preferido de pie haciendo fotos para Haz lo que debas |
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