Presentación de la antología “Encore Trasatlántico” en Madrid. Rompiendo el muro de agua

4:33 p. m. Conx Moya 0 Comments


He podido comprobar a lo largo de estos años de dedicación a la escritura que la creación está plagada de coincidencias y de anécdotas. Y buena prueba de ello es lo sucedido con “Encore Trasatlántico”, un libro de relatos rock donde participamos veintiún autores, cuatro españoles y diecisiete mexicanos. El año 2016 conocí a través de las redes a Pedro Escobar, inquieto escritor, editor y guionista mexicano, quien me propuso participar en esta historia. Pedro me había contactado gracias a un hombre de música y radio, Juan Pablo Rovira, uno de los autores que aparecen en este libro, quien a su vez había leído mi novela “Sin pedir permiso” y me recomendó a Pedro. Casualidades, una cadena imparable que nos une a través de la radio, la música y la escritura, todo lo que más nos gusta. “Así surgen las coincidencias, quizás solamente es cuestión de encontrarlas, de la fortuna de elegirlas y contar con la generosidad de quienes las han escrito”, afirmaba Pedro en la librería Molar desde el madrileño barrio de La Latina, donde nos juntamos para hablar de literatura, música e ilustración, artes reunidas en una obra de la que nos sentimos especialmente orgullosos. Hablamos de creación, del hermanamiento entre música y literatura, de las canciones de nuestra vida, canciones que son poesía, canciones que son novelas de tres minutos. Porque la literatura inspira a la música y viceversa. 
El día anterior Pedro y yo visitamos los estudios de Radio Nacional de España. El programa “Viaje al centro de la noche” de Amaya Prieto y Javier Hernández nos había abierto sus micrófonos amablemente. Recién llegado a Madrid junto a su compañera Gina, que comparte con él la pasión por los medios, la música y la literatura, por fin nos conocimos en persona en un escenario tan adecuado como un estudio de radio. Hablamos de radio, música, libros, y esa magia de que “nuestra voz esté sonando dentro de la cabeza de alguien”, como dice Pedro.
Tras la presentación de hace unas semanas en México, el viernes 29 de septiembre varios autores nos reunimos en la estupenda librería Molar para hablar de nuestro “Encore Trasatlántico”, una obra coral. Comencé mi intervención explicando que lo que menos me gusta de la escritura es “la soledad”,  por eso agradezco a Pedro que nos haya juntado a “una serie de personas que no nos conocíamos, de diferentes procedencias” para hacer este libro. Reconocí que cuando Pedro me propuso colaborar de alguna manera “me puso en un aprieto”, porque aunque en México sí se conoce bastante rock español, aquí tenemos el problema de que miramos más hacia el rock anglosajón y hacemos menos caso a la música que viene de Latinoamérica. Eso es algo que he intentado reflejar en mi relato. Por eso cuando Pedro me invitó no sabía sobre qué grupo escribir. La solución llegó  a través de un CD que sacamos hace muchos años para apoyar a nuestra radio libre, Radio Resistencia, en el que aparecía una canción que me había gustado especialmente. Se trata de “El gran circo” de la banda mexicana Maldita vecindad, que refleja esa parte de las vecindades de la capital de México, jóvenes implicados en movimiento, creando una música potente como motor de cambios. Ese fue el punto de partida de mi relato, para el que conté con recuerdos del ilustrador Marino Masazucra sobre una etapa que pasó en México DF y, con la ayuda de amigos mexicanos a los que consulté sobre palabras y expresiones mexicanas.
Para mí ha sido una gran suerte haber participado en un proyecto independiente, sacado adelante gracias al empeño y tesón de Pedro Escobar, independencia “que no está reñida con hacer las cosas bien”. Por el contrario, el libro se ha sacado adelante “con muchas ganas, se ha hecho una buena edición, todos hemos dado lo mejor de nosotros y además es un libro con magníficas ilustraciones, lo que es un punto más a su favor”. Resalté que “Encore Trasatlántico” se inscribe dentro de que podríamos llamar literatura rock, un género que quizá no acaba de aceptarse, “sobre todo entre ciertos círculos literarios”, aunque es un tipo de narración que tiene una larga tradición en Latinoamérica y en el mundo anglosajón. “Aquí en España nos quedamos un poco atrás pero, sin duda, mezclar rock y literatura es una buena combinación”.
Pedro Escobar recordó que esta es la tercera antología que se ha hecho con la misma temática, cuentos inspirados en el rock, en esta ocasión rock mexicano y español, un gran tema de inspiración, “cuántos de nosotros hemos tenido una historia a partir de un concierto; cuántos de nosotros hemos dedicado una canción o hecho una playlist para alguien; cuántas veces hemos pensado esta canción habla de mí, habla sobre mi vida”. Pedro destacó que nos gusta escuchar historias, pasar las páginas de un libro, pasárselo a alguien más para que lo lea. Explicó cómo me había conocido a través de otro de los autores del libro, Juan Pablo Rovira, quien tenía un magnífico programa en Canal Extremadura Radio, llamado “Elvis ha abandonado el edificio”. Igualmente conoció a Marino Masazucra, el ilustrador de mi relato, a través de mi contacto. Todo es una cadena que suma.
“Siempre se escribe por alguna razón, sobre todo aquellas cosas que uno hace por pasión; se escribe sobre lo que uno ama, pero también de las cosas que uno no entiende del todo”, reflexionó Pedro Escobar. “Pero, ¿qué pasa con los ilustradores?”, se preguntó el editor. “Para los escritores tal vez es más fácil, contamos la historia, pero ¿cómo haces tú para llevar una historia a una ilustración?”. Marino ha ilustrado mi relato “Gozando de los sones rebeldes”, donde se entremezclan las vecindades mexicanas con los barrios de Vallecas, en una ilustración que sintetiza perfectamente la historia de mestizaje musical y vital que he pretendido contar.
“Me pasa una cosa cada vez que leo algo de Conchi, termino haciendo una regresión a mi propio pasado”, confesó Marino, para quien el año que pasó viviendo en México, “una experiencia muy importante en mi vida”, fue determinante a la hora de ilustrar mi historia. Explicó que le sucedió algo parecido cuando hizo la portada de “Sin pedir permiso”, que definió como “una especie de síntesis de una parte de mi vida”. Marino recibió con agrado la propuesta de ilustrar el relato de “Encore Trasatlántico”, “mi pasión por México es absoluta, sobre todo por lo que fue el DF; los dos nos fuimos contando cosas y cuando lo leí vi una vez más que me había proyectado en el relato”. Marino explicó que para él había resultado sencillo sintetizar la historia, que de alguna forma fue lo que vivió en México, donde llegó “siendo un rockero muy clásico, y me encontró con ese rico mestizaje, se me abrió esa puerta, por lo que me fue muy fácil sintetizar esa conversación entre los dos mundos”. La conexión con México le facilitó hacer la ilustración. “Rompí el muro de agua, el Atlántico no existe”.
El editor Pedro Escobar destacó que Encore es una edición de autor, “sin más afán que compartir”, donde cada cuento, acompañado de su correspondiente ilustración, está inspirado en una banda importante para los diferente autores. Por la antología desfilan grupos como Maldita Vecindad, Radio Futura, que fueron muy importantes en México, Café Tacuba, o bandas más recientes como Vetusta Morla, El Columpio Asesino o La Habitación Roja. “En el cuento de Juan Pablo Rovira, sensacional, hay un gran tema que tiene que ver con Tino Casal, un adelantado a su tiempo, un hombre que murió muy joven. La leyenda urbana dice que quizá no esté muerto, tal vez esté viviendo bajo otra identidad”, explicó Pedro. Recordó más artistas que aparecen en el libro como Jaime López, “que escribió Chilanga Banda, la canción más famosa de Café Tacuba, o el legendario Camarón de la Isla, Joaquín Sabina, Fermín Muguruza, Botellita de Jerez, “uno de los grupos emblemáticos del rock más nacionalista de México”, Alaska y Dinarama, o incluso Hombres G, que “actuaron en el año pasado en México en el Festival Vive Latino con enorme éxito; en otros tiempos los hubieran bajado a pedradas pero el año pasado fue un gran concierto”, explicó. Según Pedro, la labor del escritor es pensar ¿qué pasaría sí?, en definitiva, imaginar.
Pedro dio paso a continuación al músico Pepo Márquez (The Secret Society, Garzón o Grande-Marlaska), quien también participa en “Encore Trasatlántico”. Explicó que le conoce a través de varios de sus grupos y sus canciones que “hablan de cosas que son familiares para nosotros, que tienen que ver con diversos momentos de nuestra vida”. El cuento de Pepo no fue escrito expresamente para la antología, se trata de una historia personal que apareció en su blog y que “tiene mucho que ver con una canción de Café Tacuba, que habla de esa misma situación que estaba viviendo el autor”. Pepo explicó que no concibe sus obras pensando en quién las escuchará o dónde acabarán, “es un poco como el agua, siempre encuentra el camino, siempre”. Afirmó no envidiar a los escritores que pasan todo el tiempo encerrados escribiendo en soledad, él está acostumbrado a trabajar con su grupo, “que alguien extraño se introduzca en tu obra para mí es algo normal, siempre estoy en contacto con los míos”. Considera que lo más interesante es el intercambio, “para aprender una canción en una banda y tocarla en directo hemos de pasar centenares de horas de ensayo juntos, también el hecho de trasladarse a un sitio con tu gente supone poner en común tu vida con otras personas, todo es más social”. En relación a su relato “Testigo”, afirmó que se puede forzar la escritura, “nunca hemos escrito tanto como ahora con los WhatsApp y las redes sociales”, pero no se puede forzar la literatura. Reconoció que él también creció escuchando música anglosajona, “como la mayoría de la gente de mi edad en España”, pero cuanto más descubre Latinoamérica y Europa más cree que hemos perdido una etapa tan importante en la formación como es la adolescencia, “no creo que me pueda enamorar de una banda como me enamoraba cuando tenía quince años”. Confesó que cuando Pedro le invitó “no sabía cómo podía salir el libro”, pero por eso “me interesó más”.
“Para que una historia sea creíble, aunque sea de ficción, de imaginación, aunque sea fantasía tiene que tener algo tuyo, una entraña tuya que realmente la saques de tu corazón y de tu experiencia personal”, afirmó Pedro Escobar. Es el caso de muchos de los autores reunidos en  “Encore Trasatlántico”, algunos son músicos como Pepo Márquez, otros vienen del periodismo como es mi caso; los hay que son escritores de carrera en México como Alberto Chimal o Raquel Castro, que son escritores “más de imaginación”. El editor destacó que en el libro hay muchas y diferentes voces, algunas muy divertidas, otras más intensas, más serias, otras “tienen cosas que quizá ustedes como españoles no entiendan, es el caso del cuento de Armando Vega Gil, lleno de mexicanismos, de cómo somos nosotros”. En la mesa todos estuvimos de acuerdo en que tenemos la fortuna de que la música y la literatura nos hayan dado la oportunidad de conocer a personas con las que probablemente habría sido muy difícil conectar.
A mí siempre me ha gustado escribir y hacer radio y todo lo que he hecho hasta ahora siempre lo he visto como una manera de divertirme, de conocer gente, de crecer y sobre todo de aprender. En mi novela “Sin pedir permiso” se afirma que “la radio convierte en amigos a personas que antes eran desconocidas” y esa ha sido mi experiencia con las radios libres. Escribir es una actividad solitaria pero a mí me gusta hacer cosas con más gente. Gracias a “Sin pedir permiso” conocí a Marino, gracias a él conocí a Migüel Bastante, que nos puso música al disco de la banda imaginada que aparece en la novela, y conocí también al ilustrador granadino Juarma, que hizo la portada del disco. Ahora, en definitiva, nos sucede lo mismo. Gracias a Encore nos hemos encontrado una serie de autores que no nos conocíamos. Esa parte de compartir me gusta especialmente, al igual que la experiencia con los lectores que, aparte de la vanidad que puede tener todo creador, nos aporta y enriquece.
Pedro preguntó a Marino de qué forma la música puede ser una fuente de inspiración para un artista. “Siempre me he relacionado con la música, desde jovencillo cuando empecé a escuchar punk y rockabilly”, explicó Marino, quien se confesó “melómano por naturaleza”, necesitado de música para vivir, “para transmutar estados”. En su elección profesional se ha proyectado su amor por la música, Marino ha diseñado las portadas de varios discos y pincha desde hace años. “Al final, si eres una persona curiosa, ningún arte te es ajeno; interrelacionar un arte con otros es una cuestión de cómo seas de ilustrado y cuántas artes quieras practicar”, reflexionó.
Pepo Márquez finalizó ensalzando el poder de la creación, “incluso en situaciones de guerra hay gente que hace música con lo que tenga y gente que escribe con lo que tenga porque existe dentro de nosotros la necesidad y la fuerza natural de documentar lo que nos ocurre”. Se habla mucho de los libros como “la llave del conocimiento”, pero consideró “injusto” que se desprecie la música popular, ya que “el poder enorme de la música es igual que el poder de un libro”, concluyó.
Para combatir la soledad del escritor, nada mejor que el intercambio entre disciplinas, creadores, lectores y en definitiva, amigos.

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