“En el infierno también escuchan rock”, memorias de Miguel Alférez de Decibelios. Siguiendo el camino de la música

2:33 p. m. Conx Moya 1 Comments


“Cuando la música te indique el camino no lo dudes, ve por ahí”
La semana pasada un buen amigo me avisó de la presencia en Madrid, en Potencial Hardcore, de Miguel Alférez con motivo de la edición de su libro de memorias “En el infierno también escuchan rock” (Letrame Editorial). Alférez fue batería de Decibelios, grupo barcelonés a los que se considera introductores del Oi! en España. No me encontraba en Madrid en esa fecha pero el libro me llamó la atención y me decidí a leerlo. 
Antes de empezar, quiero aclarar que no recuerdo haber escuchado nunca a Decibelios y apenas sabía nada sobre ellos, excepto lo que pude escuchar a Tomás de la Fonoteca en la presentación de su libro “Punk pero qué punk”. Tampoco pienso meterme en jardines estilísticos o ideológicos sobre Decibelios o explicaciones sobre el Oi!, estilo musical que conocí en el instituto a mediados de los ochenta pero sobre el que me declaro una absoluta ignorante. Dicho esto, me interesa el libro de Miguel “En el infierno también escuchan rock” en su vertiente de memorias de un músico y de una época, la década de los ochenta, dos aspectos que me resultan especialmente atrayentes en cuanto a lectura y para escribir.
“En el infierno también escuchan rock” es un libro de memorias de muy agradable lectura, de hecho yo lo leí entero en una jornada de piscina. Miguel navega con estilo por las procelosas aguas del rock, en las que se sumergió desde muy joven y llegó a alcanzar relevancia. No hay lugar en estas memorias para disputas, ajustes de cuentas o revelaciones escandalosas. Quienes busquen polémica, desparrame o sexo y drogas, desde luego aquí no lo van a encontrar. Sí encontrarán los lectores la tercera premisa, mucho rock and roll, ese bicho que picó a Miguel durante su adolescencia parisina y que ya no le soltó jamás. Sobre dos de las polémicas recurrentes de Decibelios, la camiseta de Hitler que lució Fray y la bandera de España que aparecía en su local de ensayo, os remito al libro.
Los recuerdos que nos ofrece Miguel Alférez empiezan por el principio. Hijo de dibujante y de ama de casa, siendo él muy pequeño la familia se trasladó a Francia en busca de un futuro mejor. Era finales de los años 50 y Miguel cuenta con gracia las primeras travesuras infantiles, el colegio francés, una adolescencia rebelde y gamberra y la vuelta a Barcelona de toda la familia. A esas alturas Miguel ya había abandonado los estudios y comenzaba con la búsqueda de trabajo. Miguel cuenta, a mí me hubiera gustado que contara más, sobre esa Barcelona de inicios de los setenta, a la que regresó sin amigos y con un futuro bastante negro. Sus primeras incursiones musicales las hizo  trabajando de disc jockey en diferentes locales de Barcelona. El virus musical ya estaba dentro de él y desde muy joven compaginó la música con diversos empleos. Estuvo en la editorial Bruguera para la que trabajaba su padre como dibujante, trabajó de cerrajero o montó una carpintería de aluminio. Siempre compaginó su faceta de músico y currante, al fin y al cabo todos eran de origen obrero y humilde.
Pero me he adelantado. Su primera banda la formó con su hermano Manolo, su eterno compinche. Era 1974 y se llamaron Satanás; estaban influidos por el glam y el rock de aquella época, en especial Deep Purple, grupo favorito de Miguel por entonces. A Manolo no se le quitaron las ganas de ir con su hermano a pesar de las barrabasadas que le hacía de niños y le acompañaría en muchas de sus incursiones musicales. 
Tras un tiempo intentando montar una banda, el encuentro con Fray es decisivo. Los dos se entienden a la perfección y en 1980 forman el grupo Decibelios. Primero se llamaron dB y contaban con cinco miembros, con Miguel a la batería y haciendo labores de manager, y su hermano Manolo al bajo, Fray era el cantante y pronto se cayó Macià, uno de los guitarristas de la banda; más tarde Xavi, el otro guitarrista, dejó la banda y fue sustituido por Manel, de Masturbadores Mongólicos. Así quedó completada la formación definitiva del grupo, a la que se unía ocasionalmente una sección de viento cuando el grupo se decantó por el ska. 
Aunque la base de operaciones de Decibelios siempre estuvo en Barcelona, tuvieron una relación muy fluida con Madrid. Tras su primer concierto en la capital en 1982 entraron en contacto con Servando Carballar y firmaron con su discográfica D.R.O. (Discos Radiactivos Organizados), con la que grabaron casi la totalidad de sus discos y para la que Miguel tiene buenas palabras en el libro. Con ellos graban su primer sencillo, «Paletas Putrefactos». En 1984 graban su primer LP, “Caldo de pollo”, y un año después el segundo, “Oi!”, en el que aparece una versión de The 4 Skins, que ellos llamaron «Kaos» y se convirtió en uno de sus himnos. 
Me ha llamado la atención el afán de Miguel por seguir adelante en un panorama tan desolador como es el de la música española. A pesar de ser Decibelios una banda con aceptación y seguidores, tuvieron que seguir currando en otras cosas y currándoselo en la música para hacerse ver. Conocidos y documentados por la prensa son su concierto de media hora subidos en un camión en plena Gran Vía de Barcelona para el que no tenían ningún tipo de permiso, la vez que salieron por las bravas al escenario de las fiestas de la Mercé en las que el ayuntamiento nunca les invitaba a tocar, o el masivo concierto que dieron en Plaza Cataluña en 1985. Imaginación y arrestos nunca les faltaron. 
Miguel desmitifica algunas historias, ¿leyendas urbanas?, que rodearon a la banda, el mundo de la “mitología” del rock a veces puede ser especialmente idiota. Desmiente lo de que descabezaran pollitos en los conciertos, aunque en una ocasión sacaron una gallina en un televisor vaciado y a veces llevaban una cabeza de toro. A Decibelios les gustaba rociar el contenido de extintores sobre el público y lanzaban unas bombas caseras, fabricadas con flotadores de cisterna pintados de negro y con un petardo.
En el libro hay cumplido espacio para otros músicos y grupos de la época. Miguel, que tiene pinta de ser un gran tipo, habla de su amistad juvenil con Loquillo, su buena relación con las Vulpes, Manolo García (con quien estuvo a punto de montar el sello “Discos Criminales”), Siniestro Total, quienes le propusieron ser su batería, Edi Clavo que le dio un paseo en moto por las calles de Madrid, o su desencuentro con Jorge Ilegal que casi acaba en duelo a muerte de cervezas. También habla de periodistas como Jesús Ordovás que, según Miguel, apenas les dejó meter baza en una entrevista, o del encontronazo que tuvieron con un segurata del programa de Miguel Ríos “Qué noche la de aquel año” en el que nunca actuarían.
Su tercer disco, quizá el que tuvo más éxito, fue “Vacaciones en el Prat”, 1986. El disco con portada playera de pega y paella verdadera incluida “nos abrió las puertas a mucha gente que no nos conocía pero por el contrario nos las cerró a gente que nos seguía”, afirmaba Miguel en una entrevista. La canción «Sangre dorada» se pinchó mucho en las radios y llegó a ser disco rojo en los 40 Principales. En el video de la canción, grabado en una fábrica de cerveza, los músicos se cambiaron los papeles, cosa que les gustaba hacer en ocasiones. Miguel hacía el playback de Fray mientras que el cantante aporreaba unos barriles como si fuera el batería. Algo parecido hicieron en el recordado programa de televisión Plastic. En alguna ocasión incluso faltaba Manel que, como recuerda Miguel en el libro, si decía que no iba, pues no se presentaba y listo. Su versión de “Angelitos negros” popularizada por Antonio Machín y que ellos llamaron “Estos macarrones aún no están hechos” les trajo un disgusto en forma de denuncia. Perdieron el juicio y se destruyeron todos los ejemplares retirados de tiendas y los que había en el almacén además de tener que pagar una multa. Descalabro que se solucionó con nuevas copias del disco que no incluían la susodicha canción.
El cambio de compañía llegó en 1989. Decibelios abandonaron DRO firmando con Producciones Twins donde grabaron el álbum “Con el tiempo y una caña”, en el que por primera vez les produjo alguien ajeno a la banda, Rosendo Mercado. Miguel habla en el libro de su dificultad para adaptarse al metrónomo impuesto por Rosendo. La crítica habla de que en este disco Decibelios abandonaron su sonido característico por uno más cercano al del maestro de Carabanchel. Sería su último disco juntos. En 1990 la banda se separó tras diez años de andadura musical, atrás quedaban cinco discos, uno de ellos en directo, el “Vivo's 88”, grabado en la sala Zeleste de Barcelona.
Miguel formaría después Rivolta, junto a músicos como Albert Gil (Brighton 64), Boris (Hombre de Pekín) y David (de la última época de Decibelios), entre otros. Una experiencia que no acabó demasiado bien por diferencias con Albert.
En 2013 fundó SubTrabelios con esa auténtica leyenda que es Morfi Grei de La Banda Trapera del Rio y su hermano Manuel. Se les unió Bolo de Subterranean Kids como batería, David Ocaña de Decibelios y Rivolta, a la guitarra solista y Assumpta a los teclados. Miguel pasó a ocupar el puesto de cantante, problemas de salud le impedían ocuparse de la batería. 
Tras más de treinta años separados Decibelios casi al completo se volvieron a unir en 2014 para ofrecer la gira “¡A por ellos! 2014”, compuesta por tres únicos conciertos en Bilbao, Madrid y Barcelona, que se convirtieron en multitudinarios. Según Miguel, llegaron las desavenencias con Fray, el cantante de la banda, por la firma de más fechas de conciertos, algo que no era lo que se había hablado en un principio. La ruptura definitiva tendrá lugar por culpa de la administración de la cuenta del grupo en Facebook (la peligrosa red infernal). Miguel deja la música en 2015. En la actualidad Fray mantiene el nombre de Decibelios, pero esa ya es otra historia.
Y como anécdota personal, gracias a “En el infierno también escuchan rock” me he animado a bajar por primera vez a Potencial Hardcore, abigarrada tienda vallecana, templo de estilos como punk, hardcore, ska, rap o el mencionado Oi!. Destaco el paseo por la calle Melquiades Biencinto (con mirada hacia lo que fue el Cine Río y la Parroquia de San Ramón Nonato) y la amabilidad de Fernando, al frente de Potencial Hardcore desde 1986.
Foto: Miguel Alférez
Foto: Potencial Hardcore

1 comentarios:

Selu dijo...

"Tras más de treinta años separados Decibelios casi al completo se volvieron a unir en 2014"

No fueron más de 30 años, fueron 24 años. (1990 - 2014).

Saludos, boina.