Tiris, "espejo y alma de todo ser inocente"...

8:03 p. m. Conx Moya 0 Comments

... en palabras Ali Salem Iselmu, poeta del grupo Generación de la Amistad saharaui. Y en la llanura de Tiris, lugar mágico, esencia de la auténtica saharauidad, se encuentran los montes de Leyuad, unos enormes bloques graníticos, de color negro, que emergen súbitamente de la llanura. Las pinturas rupestres que se encuentran en sus numerosas cuevas y cavidades, joyas de la humanidad víctimas también de este penoso conflicto que dura demasiado desde hace demasiado tiempo, demuestran que allí habitaron hace millones de años los antiguos pobladores del Sahara, se llamaran entonces como se llamaran aquellos hombres prehistóricos. Los majestuosos montes de Leyuad recuerdan a otra montaña sagrada, el Uluru, ese enorme monolito rojizo en el centro de Australia. Qué curiosas conexiones. Al contemplar hoy esta imagen del fotógrafo mexicano Ricardo Ramírez Ariola, que tuvo la suerte de viajar en marzo de este año a Tiris, me ha venido a la imaginación todo leído y escuchado sobre esta mítica zona, hogar de la cueva del Diablo, desde donde se puede contemplar en todo su esplendor la inmensidad de esta basta llanura.
Demonios (yin), ecos del pasado, extraños sonidos, huellas prehistóricas y el sonido del silencio dominando hasta los propios pensamientos, hacen que durante siglos los viajeros, de la tierra y los venidos de lejanos lugares, se hayan sentido atraídos sin remedio por este paisaje de belleza extrema. Tiris es el ombligo del verdadero Sahara, la esencia del pueblo saharaui, la poesía, el nomadeo, la búsqueda de agua, los camellos, los pozos, la alegría de la lluvia y la desolación de la sequía, ir tras las nubes, la libertad, buscar los pastos, la música, la religión, la nostalgia de un feliz tiempo pasado.
Tan sólo con recitar los nombres de la tierra, en hassania se hacen evocadores poemas. Tiris la hermosa, cantada por los poetas, envidiada por las mujeres más bellas. No te conozco pero cuánto te añoro.
TIRIS

Si llegas alguna vez
a una tierra lisa y blanca
acompañada de inmensas estatuas negras
y el andar pasivo de camellos y beduinos,
recuerda que existe una tierra sin amo y sin dueño,
espejo y alma de todo ser inocente.
Ali Salem Iselmu

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