Un pueblo heroico resiste en el desierto

10:09 p. m. Conx Moya 0 Comments


Después de una buena caminata, o por lo menos a mí me lo parece, llegamos a una casa, la señora entra y enciende la luz, se descalza y mientras yo estoy paralizada, Su y Romano se quitan las botas, así que hago lo mismo; estamos en una casa de adobe con un fuerte olor a cabra, es sorprendentemente pequeña y tiene las paredes encaladas, está cubierta por una alfombra y… en ese momento salgo de mi ensimismamiento, hemos despertado a un señor con bigote, flaco y muy despeinado, a un niño precioso y a otro niño pequeñito que no para de llorar; Su les dice cosas e intenta que el peque no llore, yo no me atrevo ni a respirar y nos invitan a sentarnos en las colchonetas que rodean la única habitación.

Hay luz, para entrar hemos tenido que esquivar una batería y un panel solar, por eso los traían las familias en el viaje. Los chicos me cuentan que hace dos años se alumbraban con camping gas, mucho más peligroso y sucio, sin duda. De un fluorescente que hay colocado en una viga cuelga un interruptor que es el que ha encendido nuestra madre adoptiva. La casa es muy humilde, pequeña, muy pequeña, sin muebles por medio, unas ventanas chiquitas casi a ras del suelo… La señora sale y trae una bandeja redonda con patas y ruedas, encima tiene unas teteras, vasitos, botes, toda una parafernalia, nosotros estamos que nos morimos de sueño pero están dispuestos a hacernos té, ya me comentaron los compis que aquí te pasas la vida bebiéndolo. Romano le pregunta mediante señas al señor, ninguno de ellos habla ni pizca de español, si podemos fumar y él nos responde con un no rotundo, “pues vaya”.

El té se alarga por espacio de una hora, el peque sigue llorando y el otro no para de sonreírnos, son una auténtica preciosidad, veo todo un movimiento de vasos, teteras, agua va y viene pero no me entero de mucho, son tres vueltas de té y está realmente bueno, dulce, caliente, con espuma, no tiene nada que ver con nada que haya probado antes, nos acercan los vasos con una pequeña bandeja plateada y los devolvemos también en ella. Bueno, recapitulemos, hemos sido adoptados por una familia que se despierta y nos prepara un té, fuera está empezando a amanecer y se oyen los rezos del almoedin, es alucinante estar aquí, en medio del desierto, en una casa de adobe, con una placa solar en la puerta, todo esto es… ay, nos vence el sueño, nuestra familia nos deja descansar finalmente, nos tumbamos en una colchoneta cada uno y nos tapan con unas mantas de vivos colores colocadas encima de un aparador que está enfrente de nosotros, esta familia tiene una auténtica colección. La familia nos deja solos y ya no podemos más, a dormir.

"Los otros príncipes"

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