Elzam, turbante saharaui
Pocas prendas pueden llamar más la atención
a un occidental que un turbante. Desde niños, un turbante nos hace evocar
lejanas tierras y para nuestros ojos occidentales es el colmo del exotismo y el
misterio. En una sociedad como la nuestra, donde ya casi nadie cubre su cabeza,
un turbante hace volar nuestra imaginación. Es difícil para los no musulmanes,
no árabes, no africanos entender el uso del turbante fuera del tópico del
primer mundo. Sin embargo, con esa sorprendente capacidad integradora de los
saharauis, en su primera visita a los campamentos los hombres consiguen
inmediatamente la pieza de tela negra, acceden encantados a que se lo pongan, y
lo lucen, primero orgullosos y enseguida agradecidos al entender la increíble
utilidad de esta milenaria prenda que forma parte de la tradicional vestimenta
de los hombres saharauis.
Elzam, o turbante saharaui, es una pieza de
una tela llamada tubit o nila, de unos tres metros de largo. El típico turbante
es de color negro, aunque últimamente se encuentran en los campamentos algunos
turbantes verdes o azules, y en especial, unos turbantes de color ocre que se
usaban en la vida militar. Este color era el usado por los militares polisarios
durante la guerra y fueron asimilados del uniforme de las antiguas tropas
nómadas españolas en el Sahara. Ahora se ven habitualmente en los campamentos.
Entre los saharauis no se usa el turbante
de color blanco. Normalmente lo llevan quienes han peregrinado a la Meca, algo
no demasiado usual entre los saharauis, ya que debe vestirse de blanco durante
la peregrinación.
Si hay una prenda de utilidad, esa es el
turbante. Mucho más que una prenda de vestir, el turbante protege del
implacable sol y de los vientos, tan duros de soportar en el desierto. Sirve
para secarse, para taparse la cabeza durante la siesta y alejar a las moscas,
para protegerse del frío, que también lo hace en el desierto. Cuando se rompe
puede usarse limpio como trapo para la casa, para secar los cacharros del té o
para taparlos cuando no se utilizan, aunque para esto es más habitual usar las
melhfas. Y cómo no, es una prenda de gran romanticismo, que en ocasiones cubre
la cara, dejando al descubierto sólo los profundos y llenos de verdad ojos
saharauis. Para mostrar alegría o felicidad los hombres se quitan el turbante y
lo hacen girar delante de sus cabezas y también se lucen en algunos bailes
tradicionales.
La forma de colocarse elzam es típica y
característica del pueblo saharaui. Se enrolla sobre la cabeza, pasando por
debajo de la barbilla, para taparse boca y nariz en caso de vientos, y se deja
un trozo de tela libre a la altura del hombro. Aunque hay algunos hombres que
lo colocan de diferente forma. Algunos militares lo dejan suelto por detrás de
la cabeza como si fuera una melena, y enrollan el resto en lo alto de la
cabeza. En mi primera visita a los campamentos me sorprendió la forma de
llevarlo de Mohamed, llamado el Fideo, un fascinante personaje muy flaco, de
rasgos afilados y con aspecto de aguililla; Mohamed, que hablaba de filosofía
occidental con los periodistas que acogía en su jaima, llevaba elzam rodeándole
la parte de arriba de la cabeza.
Elzam es el compañero de la daraa, formando
ambos la típica vestimenta del hombre saharaui. Y por eso se ha convertido en
un símbolo del atuendo nacional para la resistencia pacífica saharaui en las
zonas ocupadas. Los jóvenes saharauis en las manifestaciones tratan de proteger
su identidad con elzam, a la vez que reivindican su saharauidad, y los presos
políticos saharauis han aparecido en muchos de los juicios vestidos con la ropa
nacional, daraa y turbante sobre los hombros, la forma majestuosa de llevar
elzam entre los saharauis.
Hay tal identificación entre elzam y los
saharauis que se usa la expresión “ahel elzam lakhal” (los del turbante negro)
para referirse a los saharauis.
*Cuadro: Fadel Jalifa
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