Belga
De todos los campamentos saharauis, Dajla es el más alejado. Con grandes reservas de aguas subterráneas, rodeado de dunas y palmeras, la hamada muestra en Dajla su dureza ligeramente suavizada.
Dajla esconde innumerables tesoros, los mejores, sus gentes. Entre ellos un viejo sabio llamado Belga. Como un mago solitario, Belga, el filósofo del desierto, se ha dedicado con el alma a ser testimonio vivo de la cultura de su pueblo. Recoge objetos tradicionales, artesanía, libros antiguos, todo tipo de piedras preciosas y fósiles, formando un museo particular de alucinada belleza.
Como un antiguo caballero saharaui, Belga, delgado, de larga y blanca melena rizada al viento, barba de Don Quijote, hombre del libro y de la badia, nómada eterno, recupera un legado milenario de tradiciones, anécdotas y poemas.
En su visionaria sabiduria cuida con mimo su increíble huerto, atesora el secreto de la medicina de las plantas, conoce las 77 aplicaciones curativas del lagarto y es zahorí, buscador del mayor tesoro del desierto, el agua, elma.
Belga (dicen que le viene el nombre de los zapatos “belgas” que calzaba su padre) custodia cientos de historias, romances y cuentos, que transmite a su hijo para que no se pierdan cuando él se marche.
Caballero del desierto, inmemorial enciclopedia andante, también es artista. Belga hace marionetas con los pies, que pinta y viste de melhfa, darra y turbante, fascinando a la concurrencia con sus títeres en el desierto.
La historia saharaui, tan llena de logros colectivos, también es rica en estas peculiares individualidades, seres increíbles, preciosas flores en medio del más cruel de los desiertos.
Dajla esconde innumerables tesoros, los mejores, sus gentes. Entre ellos un viejo sabio llamado Belga. Como un mago solitario, Belga, el filósofo del desierto, se ha dedicado con el alma a ser testimonio vivo de la cultura de su pueblo. Recoge objetos tradicionales, artesanía, libros antiguos, todo tipo de piedras preciosas y fósiles, formando un museo particular de alucinada belleza.
Como un antiguo caballero saharaui, Belga, delgado, de larga y blanca melena rizada al viento, barba de Don Quijote, hombre del libro y de la badia, nómada eterno, recupera un legado milenario de tradiciones, anécdotas y poemas.
En su visionaria sabiduria cuida con mimo su increíble huerto, atesora el secreto de la medicina de las plantas, conoce las 77 aplicaciones curativas del lagarto y es zahorí, buscador del mayor tesoro del desierto, el agua, elma.
Belga (dicen que le viene el nombre de los zapatos “belgas” que calzaba su padre) custodia cientos de historias, romances y cuentos, que transmite a su hijo para que no se pierdan cuando él se marche.
Caballero del desierto, inmemorial enciclopedia andante, también es artista. Belga hace marionetas con los pies, que pinta y viste de melhfa, darra y turbante, fascinando a la concurrencia con sus títeres en el desierto.
La historia saharaui, tan llena de logros colectivos, también es rica en estas peculiares individualidades, seres increíbles, preciosas flores en medio del más cruel de los desiertos.
Fotos: Luis Martín y Bernardo de Niz
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