‘Marley estaba muerto’. “Carlos Zanón les desea Feliz Navidad”
Conchi The Wanderer |
En este blog se ha reiterado en varias
entradas lo muchísimo que nos gusta la literatura de Carlos Zanón. A él también
le conocimos a través de Kiko Amat “El Gran Recomendador”, como hablábamos la
otra noche con el escritor Carlos Pardo en el Hotel Iberostar Las Letras de
Gran Vía, durante la presentación de ‘Marley estaba muerto’, nuevo libro de
relatos de Zanón. El autor barcelonés se encontraba flanqueado por dos
escritores y críticos literarios de dos importantes cabeceras de papel de este
país, Antonio Lucas y Berna González Harbour.
Antonio Lucas, poeta y periodista de El
Cultural de El Mundo, explicó que de Zanón había leído ‘No llames a casa’, que
definió como “un libro de calambre, extraordinario”, una suerte de puerta de acceso
a la novela negra, “sin ser del todo negro y ser de género y ser todo a la vez”.
Definió los relatos de este nuevo libro de Zanón como “llenos de fuerza, con
una fuerza puramente carnal” en los que el autor lanza “palabras más largas que
la vida”. ‘Marley estaba muerto’ está compuesto por una serie de cuentos con
condición de novela, con algunos personajes e historias que se entrecruzan.
Todos tienen que ver con la Navidad, son “siniestros pero a la vez ofrecen
ternura”. Con voz poderosa, ametrallando palabras, Lucas realizó una
presentación de Zanón que fue en sí misma alta y potente literatura. Recordó
que Carlos comenzó escribiendo poesía, siendo la suya “una escritura liberada y
bastarda”. La obra de Zanón es muy personal, “sigue una brújula propia, un
norte sólo suyo y un sur que sólo es él”. Lucas le definió como un escritor estepario
y solitario, que da mucha importancia a la música, creando un conjunto, un
cofre, que es “nitroglicerina”. ‘Marley estaba muerto’ se conforma como un
libro de historias cruzadas, con las que ha creado, por qué no, una especie de
novela.
Los personajes de Carlos Zanón son, en
palabras de Lucas, “seres llagados, muy solos, escocidos, canallas y a la vez
víctimas, también ruines”. Barcelona es su escenario, “cobijo, cloaca y
hoguera, donde todo está a punto de estallar”. El lenguaje le sale a Zanón “dando
gritos”, sus narraciones están llenas de imágenes dislocadas, de escenas
delirantes, hay algo de “aquelarre con un ramalazo expresionista”. Tiene muchas
y buenas referencias “pero al final sólo queda Carlos Zanón”. Consigue una
potencia narrativa musical. Uno lee y quiere más. Hace el género negro propio, “con
calentura y dentellada, con la combustión del idioma”. Nos sitúa frente a
nuestra propia disfunción, y es que “la vida mancha”.
A continuación tomó la palabra Berna
González Harbour, escritora y directora de Babelia, suplemento de El País donde
Zanón publica sus críticas literarias. Afirmó que Carlos trata temas ásperos,
duros, “pero dentro de su literatura, prosa con gran carga poética, estamos
cómodos”. Carlos, según Berna, empatiza, es cálido. “Los personajes de Zanón no
tienen rango ni poder, pero gobiernan su vida, aunque sea hacia el desastre”.
Berna González Harbour.
¿Podemos pasar la Nochebuena en tu casa?
Carlos Zanón. Uno nunca es consciente del
todo de lo que está haciendo. No soy consciente de retratar personajes y
situaciones tan sórdidas. Mi barrio es de clase media baja, pero no es lumpen.
Mis personajes son gente que trata de sobrevivir, de llegar a fin de mes. Son
personajes construidos mal hacia fuera pero bien hacia dentro. Tienen muy claro
quiénes son y hacia donde van, aunque sea hacia el desastre. Me gusta la
Navidad y tuve una infancia feliz pero cada año iba faltando gente. La
escritura tiene algo de exorcismo, de resurrección.
BGH.
Mis relatos favoritos de 'Marley no estaba muerto' son ‘Tío Noel Loco’ y ‘La
familia de los cuatro Lázaros’. Yo digo que Carlos es un autor 2.0, porque en
su literatura 1+1 no son dos, multiplica las sensaciones. En estos relatos
confluyen humor, absurdo, surrealismo. ¿Es un camino nuevo para ti?
CZ. No quiero acabar siendo un cliché de mí
mismo. Eso lo odio. Llevo cuatro novelas y mi deseo es no hacer lo mismo. Yo
soy muy gamberro, me gusta estirar los
géneros. Quiero hacer cosas distintas, equivocarme, saber hasta dónde puedo
llegar. Soy ambicioso en ese aspecto.
BGH.
También me gusta ‘Armagedón’. ¿Cuáles son tus favoritos?
CZ. ‘La familia de los cuatro Lázaros’, al
ser más personal. También ‘De nada, por nada, para nada’. Es un cuento clásico,
con un malo muy malo, un héroe por accidente, alguien a quien rescatar. En este
cuento hay algo más de luz, porque hay veces que en la vida salen cosas bien. También me gusta mucho el primer cuento, es
casi un poema, no quiero facilitar las cosas. ‘Hotel Navidad’ estuvo entrando y
saliendo del libro. Lo escribí para un encargo de El Cultural de El Mundo pero
no lo consideraron muy adecuado para la Navidad. Pero en definitiva mis
personajes lo que quieren es ser normales, subirse de nuevo a la noria.
ANTONIO
LUCAS. ¿Cuánto pesa en ti la poesía a la hora de escribir?
CZ. Yo no me corto, no hago un cambio de
chip. Me interesa emocionar, de manera intensa, incompleta, evocadora. Me
interesa en la poesía pero también en la narración. Que no se pierda la intensidad. Me gusta
jugar con trucos poéticos en las frases, te ahorras un montón de párrafos con
una buena frase. La poesía dice mucho más que la narración y evoca mucho más al
lector.
BGH.
En el libro hay muchas referencias bíblicas y citas religiosas, ¿a qué es
debido?
CZ. El caso es que mi familia no es nada
religiosa, pero a mi madre le fascinaban las películas bíblicas y las de
romanos, y me explicaba aquellas historias. Mi relación con la religión fue muy
impactante en ese aspecto. Aunque hay una parte espiritual que sí me interesa:
el perdón, la bondad, la necesidad de redención… Eso me puede cuando escribo,
es algo que buscamos todos, en el sexo, en el amor, en el alcohol…
A.L.
Barcelona es el soporte principal para tus historias. ¿Cómo lo vives?
CZ. Las ciudades que aparecen en los libros
siempre son inventadas por los escritores. Mi relación con Barcelona no es de
amor ni de cariño. Yo vivía en un barrio, teníamos nuestras propias historias.
Me interesa la metrópoli como escenario, pasar desapercibido en las grandes
ciudades. Pero el precio de este anonimato es la soledad. Eso me interesa
mucho: las dos caras de esa libertad. Me interesa la gente y cómo vive.
BGH. Barcelona, amores imposibles, fracaso individual; personajes con un
punto divino y diabólico; la noche, relaciones desgastadas. ¿Adónde quieres
volar en tus próximos libros?
CZ. No lo sé. Hablo de la lealtad y la
traición. El amor y la muerte son lo único que no controlas en la vida. Es
maravilloso elegir y ser elegido por alguien, pero es aterrador a la vez
renunciar a otras posibilidades. En el fondo nadie sabe nada de nadie. Somos
así, un poco malos fuera, porque si no en casa seríamos muy bordes. Somos
animalillos que nos hemos puesto unas leyes de dioses. Básicamente en la vida
hay que estar entretenido.
Hasta aquí la entrevista a dos bandas. Se
pasó después a una charla más distendida, con preguntas del público y muchas
risas y anécdotas, como la presencia de la actriz Juliette Binoche en el mismo
hotel que Zanón, y el subsiguiente y nervioso encuentro por parte del autor en la recepción, o la delirante historia de una de sus abuelas. Zanón confesó que hay
algún personaje de ‘Marley estaba muerto’ que puede recuperarse para algo más
largo como el abogado, Carlos. También habló de su forma de enfrentarse al
humor cuando escribe, considerándolo un resorte para cuando se pone demasiado
serio. “Las situaciones dolorosas también tienen un trasfondo divertido”,
afirma, en un intento de rebajar la solemnidad. “Me gustan esos detalles en los
momentos más bestias. Lo hago como regulador y creo que funciona bien. Para
tensar y destensar funciona muy bien”, concluyó.
Zanón, como siempre, no defrauda. En una
visita a su caseta en la Feria del Libro de Madrid tuvo un detalle magnífico
conmigo, una promesa que cumplió con creces, lo que dice mucho de él como hombre
de palabra y de su generosidad. Además de ser un hombre de alucinante gusto
musical, como demuestra en sus libros y artículos y por la camiseta negra que
lucía la otra tarde bajo una chaqueta del mismo color. Unas letras en amarillo, “Dion and The Belmonts”, me hicieron sonreír. Decirle lo mucho que me gustaba su
camiseta me ganó una firma más que chula: “Conchi The Wanderer” seré a partir
de ahora. Y cómo no nos va a chiflar Zanón…
Con Carlos Pardo |
Carlos Zanón y Dion and The Belmonts |
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