‘Entre los vivos’, de Ginés Sánchez. “Que no hay más remedio que sobrevivir”
Comentaba en otra entrada del blog, la
referida a la novela ‘La trabajadora’ de Elvira Navarro, que me gustaría pensar
que la crisis económica al menos ha servido para conseguir en España una
literatura social asentada y de calidad, escrita por nuevas y talentosas voces.
No sé hasta qué punto será así, pero de
momento disfruto del descubrimiento de Ginés Sánchez, nacido en 1967, en
Murcia. Su biografía cuenta que es licenciado en derecho y ejerció la abogacía
durante diez años, curiosamente igual que nuestro preferidísimo Carlos Zanón, para
mí uno de los escritores españoles actuales más interesante. Sánchez vivió en
varios países desempeñando todo tipo de empleos, lo que le ha debido convertir
en una persona curtida a la hora de ganarse la vida. Una carrera literaria la
suya ciertamente meteórica: tres libros en cuatro años. Con su debut literario,
‘Lobisón’ (2012), fue elegido Nuevo Talento FNAC. Su segunda novela ‘Los gatos
pardos’ (2013) resultó ganadora del IX Premio Tusquets Editores de Novela.
Historias las de Ginés duras, desesperanzadas y reflejadas con crudeza. Como su
más reciente novela, ‘Entre los vivos’, que he leído con enorme atención.
A raíz de quedarse sin trabajo el joven César
“Gusanito” Gálvez cae en una cuesta abajo que no cesa y que le lleva a pasar
por diferentes estadios de precariedad. Porque, cuando parece que ha tocado
fondo, acaba por llegar algo peor. César es un pesimista y un desencantado pero
a la vez es un superviviente que asume sus desgracias con estoicismo. “Que
no hay más remedio que sobrevivir. Como sea”. ‘Entre los vivos’ habla de lo
más duro de la crisis; su protagonista es una de esas personas que tuvieron una
vida “normal” pero quienes al quedarse sin trabajo caen en la precariedad.
Seres que podríamos ser cualquiera de nosotros, para quienes incluso la comida
es un lujo, que tienen que sobrevivir a base de arroz, salchichas, leche y
galletas de las más baratas, que no pueden comprar tabaco, que no pueden tomarse
nada fuera de casa. Ese será el primer estadio de la decadencia pero llegarán
otros más.
En la novela de Ginés Sánchez el mundo es
una selva, los amigos engañan, la familia no supone un apoyo. Por supuesto
tampoco se puede confiar en los desconocidos. El autor no justifica,
siente misericordia o ataca a su protagonista. Se limita a reflejar lo que le
sucede, fruto muchas veces de sus pésimas decisiones, porque César “Gusanito”
es de esos que suelen escoger la peor opción. Ante este panorama se acentúa la
sensación de soledad, la desconfianza, el deseo de aislamiento y de quedarse al
margen de la sociedad, de lo “normal”.
Su aislamiento se refuerza a través de la
tecnología. La consola como una madre, la Play como una gran amiga: “Ven que
te acoja en mi seno”, parece decirle. “Tu problema es que actúas con
todas las personas aparte de ti como si fueran personajes de tus videojuegos”.
De hecho en varios capítulos se narra lo que parece un videojuego. El autor
explica que esa parte, que iba a ser más larga, se eliminó porque rompía el
ritmo de la novela y sólo sobrevivieron unos breves fragmentos.
Todo para aplazar los pensamientos, para
anularlos. Para apartar de sí todo cuanto tuviera que ver con el tiempo por
venir, con ese futuro que pinta tan negro. “Una salida que me liberaba de la
obligación de tener que plantearme mi vida. (…) Lo duro es asumir la
responsabilidad de asumir un futuro. De asumir una vida”. César en
definitiva tiene pánico “A formar parte y para siempre del rebaño”, pero
su problema es que no sabe cómo canalizar ese deseo de ser diferente.
Las redes sociales son otro elemento de
aislamiento del mundo real. Ofrecen un mundo virtual donde cualquiera puede ser
el amo, o al menos aparentarlo: “A mi lado puedes ser más tú que en
cualquier otro lugar. A mi lado nada importa y tampoco hay condiciones”. La
relación entablada en la red tampoco será satisfactoria; el mundo virtual
esconde muchas mentiras. La fascinante compañera de brillantes conversaciones
en la red, Janislyn, es en realidad alguien que también esconde sus demonios
bajo un personaje, que tiene poco o nada que ver con cómo es en la vida real.
Sus alardes de valentía y sinceridad son completamente falsos, como se
descubrirá más tarde. El libro recoge diferentes personalidades que se pueden
encontrar en las redes: el Obsesivo, la Acosadora o el Mirón.
César “Gusanito”, el protagonista, es una
de esas personas a las que “no les gusta la vida”. Un triste a quien
nada le parece bien: “Empezó a aburrirse. Porque la felicidad, o su
apariencia, no tenía sabor”. Según él, lo que hace es adaptarse. Según Janislyn
no se adapta, se rinde: “Tu problema, Lobito, es que no te gusta la vida (…)
No piensas que la vida ha de vivirse como nos dijeron que había que vivirla. Tú
vívela a tu manera y deja a los demás”. César forma parte de los
escondidos, de los “camuflados entre los vivos”. Vive en un permanente
estado depresivo, que se agrava según avanza la novela: “Tengo el alma rota.
Tengo ahí algo en la cabeza. Como un escarabajo que me fuera royendo”.
Janislyn le reprocha: “A ti no te gusta la gente y no te gusta la vida”.
Los dos son egoístas y van a lo suyo, la diferencia es que ella lo asume y él
no quiere reconocerlo “porque en realidad no te gusta mirarte”. “Tú no te
quieres” y por eso “desprecias al que pueda quererte y querer estar a tu
lado”. Porque César no espera nada de sí mismo, pero tampoco de los demás: “Que
al final todos los culos huelen. Y que lo malo es no saberlo. Que lo malo es
que uno piense que el suyo no va a oler. Porque ahí vienen las sorpresas”.
Su relación con las mujeres también es
complicada. Con su hermana se lleva a matar, su madre le agobia y él la acusa
de aliarse con la hermana. Sin pareja, se relaciona a través de las redes
sociales con su amiga virtual, Janislyn, a la que finalmente conocerá en
persona. Ella será una decepción más para César, que a su vez acaba por
decepcionar a todos con los que se relaciona. “Gusanito” no es capaz de
entablar relaciones con mujeres en la vida real. Además de las redes sociales,
recurre a la prostitución. Inquietante el episodio con Perla.
Murcia, lugar de origen del autor, es la
ciudad donde transcurre la novela. La ciudad, gravemente golpeada por la
crisis, es el escenario por donde merodea de noche “Gusanito”; la ciudad
asfixiante, un horno ardiente casi todo el año, que cuece literalmente a sus
habitantes, que los desasosiega y los desquicia. La huerta, los alrededores,
los pueblos, las carreteras donde sale a conducir, a pensar y a evadirse, son
otros escenarios de la novela.
‘Entre los vivos’ también destila una
potente carga social y de crítica a un país que no tiene remedio. Toda la gente
normal tenía una vida normal “hasta que se nos jodió la cosa”. El libro
refleja las duras historias de la gente durante la crisis, como la pérdida de
los trabajos, no poder pagar las hipotecas, perder las casas, vivir de las
pensiones de los ancianos, de esos viejos que mueren y cuya defunción se oculta
para no dejar de cobrar la pensión. Todo lo que conlleva la desesperación. “Este
ha sido siempre un país de caciques”. Marcharse fuera como única
posibilidad, irse “a un país serio”. Hartos de este país en el que todo “importa
un pijo”, de un país de tramposos a los que se les llena la boca clamando
por su honradez. Y mientras los de abajo, robados y estafados una vez más, como
siempre, “El pánico manifestándose al fin en toda su esplendorosa miseria.
El pánico viejo y rancio. El de siempre. El de todas las veces y el de cada
vez”.
César, en su imparable cuesta abajo, sufre
una nueva mutación, quiere convertirse en mano vengadora que reparta justicia,
que restablezca el equilibrio cósmico. Porque está resentido con el mundo,
resentido con todos. Todos somos iguales ante la ley pero no ante la vida; Lobito
decide ser él quien imparta injusticia. “¿Y si las normas están mal? ¿Y si
yo no estoy de acuerdo con esas normas? ¿Y si hubiera que hacer otras cosas?”.
“¿Qué estás buscando? Odio. Alguien a quien odiar”.
Al final aparece un pequeño rayo de
esperanza en la persona de Raquel, una mujer de la que huye, con la que no se
atreve a estar. Ella, a pesar de todo, le busca. "Aquello, tenía que
admitirlo, estaba bien. Porque era real". Si César sabrá o no
aprovechar la oportunidad, si es que ella supone una oportunidad, es algo que
le toca imaginar al lector.
Narrada de manera muy peculiar, contada a
través de los pensamientos del protagonista, en ‘Entre los vivos’ no hay
diálogos como estamos habituados a leer en otras novelas. El autor reduce las
conversaciones a lo esencial, sin usar guiones que estructuren el diálogo. Todo
ello contribuye a construir una novela potente y desasosegante, angustiosa por
momentos. Realista y sin concesiones. Con una prosa afilada y sin piedad ni
para los personajes ni para el lector.
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