‘Las efímeras’, de Pilar Adón. Una envenenada delicia
Las apariencias engañan. Y cuánto. Una
mujer lánguida, tumbada en un bosque presumiblemente plácido nos recibe en la bonita
portada de ‘Las efímeras’. En la solapa encontramos a una autora sonriente, de
aspecto amable y más que juvenil, la escritora madrileña Pilar Adón. Pero lo
que nos espera durante la lectura del libro no puede estar más lejos de lo
apacible y lo amable.
‘Las efímeras’, novela de Pilar Adón, nos
reunió en el cierre del Gabinete de Lectura de La Central de Callao (Otoño’15) con
Jesús Casals y la autora. La hora y media de la que disponíamos se nos quedó
corta, en un gabinete que transcurrió con agilidad e interacción entre lectores
y autora, una Pilar Adón que supo ganarse a su público, que debatió, cuestionó,
y atendió a todas nuestras preguntas, que reflexionó con nosotros sobre lo que
cada uno habíamos sacado del libro. Porque se trata de una novela llena de
posibles lecturas, repleta de pistas y de sugerencias, de caminos intrincados y
de meandros por explorar.
Escuchamos durante toda la sesión la repetición
de términos como “violencia”, “salvaje”, “dependencia”, “miedo” o “dominación”,
envueltas, eso sí, en un rico, rítmico y sutil lenguaje. El de Pilar es un
lenguaje muy medido, en absoluto violento a pesar de la violencia
de la historia; lo que en mi opinión aumenta la sensación que provocan en el
lector los hechos que tendrán lugar a lo largo de la trama. Esa apariencia
amable no deja totalmente desprevenidos ante lo que está por venir.
Pilar nos habló sobre la conexión entre ‘Las
efímeras’ y su poemario ‘Mente animal’ (La bella Varsovia, 2014). “Están
vinculados porque su escritura coincidió en el tiempo”, explicó. Pilar ha
escrito dos novelas anteriormente ‘El hombre de espaldas’ (Ópera Prima, 1999) y
‘Las hijas de Sara’ (Alianza, 2003). Mientras tanto ha publicado dos libros de
cuentos ‘Viajes inocentes’ (Páginas de espuma, 2005. Premio Ojo Crítico 2005 al
Mejor Libro de Narrativa) y ‘El mes más cruel’ (Impedimenta, 2010), dos
poemarios, el mencionado ‘Mente animal’ y ‘La hija del cazador’ (La bella
Varsovia, 2014); también ha sido traductora de varias obras. “Mi intención era
escribir otra novela, pero me di cuenta de que, de alguna manera, estaba
escribiendo de nuevo ‘Las hijas de Sara’, en cuanto a recursos, paisaje,
personajes, repitiendo el motivo de un personaje que viene de fuera a
trastocarlo todo. Al darme cuenta, corté con la novela y seguí con los otros
trabajos”. Sin embargo Pilar ya tenía un esquema argumental, que iba
evolucionando y se iba convirtiendo en ‘Las efímeras’.
Pilar tiene una teoría que ya le he
escuchado en alguna ocasión y con la que, modestamente, estoy bastante de
acuerdo: todos los escritores repiten (repetimos) de alguna manera la misma
historia: “En mi caso se repite el deseo de huir, el aislamiento, el deseo de ser
diferente y el miedo a lo que eso conlleva. También la presencia de la
naturaleza, para mí es esencial. Se trata de un personaje más que les envuelve
y atrapa. Lo que más me interesa es crear la atmósfera y de ahí nacen los
personajes”.
El bosque, la naturaleza amenazante, tiene
una enorme presencia en gran parte de la escritura de Pilar. Se trata de una
naturaleza salvaje, desbocada, que nadie controla. “Conozco el campo desde
pequeña, su dureza, la dificultad de labrar la tierra, de tener animales”. A la
autora también le interesan los insectos (abejas, garrapatas, reznos, arañas),
como seres presentes en esa naturaleza. Precisamente “las efímeras” son unos
insectos que sólo viven un día, en ese día de vida incluso les da tiempo a
reproducirse.
El otro gran escenario de ‘Las efímeras’ es
esa comunidad donde viven los personajes, La Ruche (la colmena), rodeada por el
bosque, y basada en una escuela cooperativa libertaria francesa que existió a
principios del siglo XX y en una residencia para artistas ubicada en el
distrito de Montparnasse, en Paris. Las comunidades utópicas respondieron a un
intento de organizarse, de dar respuesta a una serie de inquietudes de la
sociedad, buscando una forma de vivir más conectada con la naturaleza. “Me
interesa mucho el tema de las utopías que se destrozan al entrar en juego las
pasiones humanas”. Eso sucede en esta comunidad, llena de odios, frustraciones,
equívocos y aislamiento. Pilar está de acuerdo con lo que le han señalado
muchos lectores en diferentes encuentros, ‘Las efímeras’ es una historia
deudora de los cuentos de hadas.
Otro tema muy presente y que interesa
especialmente a Pilar es el lastre de nuestros antepasados que llevamos con
nosotros. Eso implica arrastrar una carga, generación tras generación, repitiendo
errores, fracasos, miedos, odios…
Me interesaba conocer la ubicación de la
novela, así se lo pregunté a Pilar. Nos confirmó que está ambientada en un
espacio indefinido, en un tiempo actual pero, al tratarse de personajes que se
encuentran aislados, el tiempo aparece también indefinido. En la novela
aparecen coches, pero no hay móviles, ni internet, aspectos que marcan actualmente
la vida en cualquier parte del mundo.
“Al comenzar
a escribir mis novelas necesito tener la primera línea y el final”, nos explicó
Pilar. Pero no está todo claro desde el principio. “Parto de una estructura
pero en el medio, durante el proceso de escritura, hay un margen para la
improvisación, aunque no dejo que se me rebelen los personajes”. Los personajes principales de ‘Las efímeras’ son
las hermanas Dora y Violeta. Ambas mantienen una relación extraña y enfermiza,
con tintes sexuales que se sugieren muy sutilmente en la historia. Pilar nos
explicó que imaginó a Dora como una Diana Cazadora, que maneja la casa y los
perros, abastece a la familia, se encarga del hogar. Tira de uno de los
protagonistas masculinos, Tom, para las tareas pesadas que ella no puede
realizar. Para la autora Violeta es una especie de Ondina, una mujer lánguida,
supuestamente débil, que escribe poesía.
Violeta encontrará en Denis a un ser con quien
compartir sus frustraciones, ambos “se
sienten excluidos de los privilegios de los otros”. Denis se obsesiona con
la joven y vive para estar con ella. Se trata de un personaje lleno de rabia y
rencor. Violeta, con sutileza, malmete a Denis contra los demás, en especial
contra su hermana: “Tú no tienes ni idea
de lo que me gustaría hacer a mí con mi hermana”. Denis es un personaje que
arrastra el pesado fardo de un hecho trágico que le sucedió a su bisabuelo y
señaló a su estirpe en la comunidad. No es capaz de escapar de ese “destino”,
al que él de alguna manera se aferra con testarudez.
Anita es la líder de la comunidad, de
manera impuesta, “dinástica”. Es un líder protegida, que tiene poder por
herencia y se mantiene encerrada en “su torre”, su casa en la Ruche. Ella
permanece aislada voluntariamente, prefiere estar a sus cosas y no relacionarse
demasiado con la comunidad. Pronto mostrará su faceta cruel y despótica al
salir de su fortaleza. No quiere soltar su poder pero a la rehúye sus
obligaciones, haciendo dejación de sus funciones. Cuando aparezca Tom sentirá
que hay algo más. Él es un hombre joven, el personaje que viene de fuera y llega
para a trastocarlo todo, a llevar problemas e inquietud a una comunidad, por
otra parte llena de imperfección.
En apariencia los personajes más fuertes en
‘Las efímeras’ son las mujeres, aunque según avanzamos la lectura empezamos a
dudar sobre quiénes verdaderamente detentan el poder. En definitiva,
y en palabras de la propia autora “no hay en la novela un personaje que no sea
violento”. Así lo demostrarán, de palabra y hechos.
Para finalizar hablamos de la traducción,
otra de las facetas que cultiva con mimo Pilar, lectora infatigable, “Ante todo
somos lectores y luego llegamos a la escritura”. Su último trabajo como
traductora es “El árbol”, de John Fowles, que acaba de publicar Impedimenta. Se
trata de un ensayo que comienza con un tinte biográfico, sobre la relación del
autor con su padre, pero poco a poco se adentra en la relación de Fowles con la
naturaleza y la mezcla con su relación con la creatividad. Se trata de unas
relaciones “salvajes”, el libro parece no tener un propósito ni un esquema
determinado. Esto se refleja también en la manera en que está escrito, de hecho
se ha definido el libro como un “argumento contra la censura de lo salvaje”.
En definitiva, ‘Las efímeras’ es un libro
de impecable factura, incómodo, trabajadísimo, que no nos deja indiferentes. Lleno
de claves (esa sonrisa del final), recovecos y múltiples lecturas, requiere una
lectura activa e inteligente, alejada de la falta de concentración y reflexión
a las que nos enfrentamos en la literatura (y la vida) actual. Una envenenada
delicia.
Pilar Adón y Jesús Casals |
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