Nuena Edjil: “La resistencia es la llave de la esperanza”
1976. La reconocida fotorreportera
Christine Spengler visita los primeros y precarios campamentos de refugiados
saharauis. Es testigo de batallas, de la organización de los refugiados, de la
lucha de las mujeres en la retaguardia y en el frente. Usa su cámara para
inmortalizar aquellos durísimos primeros tiempos de exilio. Las mujeres son
médicos, maestras, vigilantes… y madres. En ocasiones tienen que dejar sus
tareas y coger las armas, por si hubiera que defender los campamentos,
compuestos aquellos años tan sólo por jaimas de tela. Una joven madre saharaui,
Nueina Djil, porta un fusil para defender a su gente y lleva en sus brazos a su
pequeña hija. Madre y combatiente por la libertad de su pueblo, fue la esposa
de Uleida Mohamed Ali, uno de los más prósperos comerciantes saharauis, quien
dejó toda su fortuna para luchar junto a Luali Mustafa Sayed contra la invasión
marroquí y mauritana del Sahara. Uleida cayó junto con Luali el 9 de junio de
1976 en el ataque contra la capital de Mauritania, Nuakchott. La fotógrafa
dispara su cámara. Así Nueina, mirada al frente, vestida con una desgastada
melhfa negra que cubre la gruesa trenza enrollada en lo alto de su cabeza, es
inmortalizada para la Historia.
La icónica foto de Nueina me acompaña y me
llena de fuerza en esta larga marcha de apoyo a la causa saharaui. El profesor
y escritor Bachir Lehdad me hizo el favor de entrevistar a Nueina Edjil en su
jaima el pasado mes de abril de 2017 y la traducción ha corrido a cargo de mi
compañero Bahia Awah. Además de una serie de preguntas que yo quería hacer a la
histórica militante saharaui, pedí a Bachir que le interpelara sobre la
actualidad de la causa y que dejara un mensaje para el movimiento solidario
español. Porque tenemos que escuchar a los saharauis, y en especial a estos
referentes, los militantes que tienen tanta memoria y vivencias.
¿Qué piensas sobre la situación actual
de la causa?
Es la misma que la de aquella
antigua foto. Tengo derecho a disfrutar la libertad y la independencia si
existe la justicia, sabiendo que desde el primer momento la causa saharaui es
una causa legal y justa. Pero lo más triste de todo esto es que el poder
superior que controla y vigila la justicia y que debe diferenciar entre el
agresor y el agredido, para mí aún no existe. Esta es mi opinión, yo, Nueina
Mint Edjil. Existen argumentos que ratifican que el Sahara Occidental es de los
saharauis, estos argumentos se demostraron, lo sabe el Consejo de Seguridad, lo
sabe Naciones Unidas y lo saben los aliados y amigos y también el enemigo. Pero
lo más triste de todo es que todos los organismos que demostraron esto y que
deberían ratificarlo y juzgar entre el agredido y el agresor, están muy lejos
de hacer justicia. Somos un pueblo que por cuestión del destino fuimos
repartidos en dos partes, una permaneció en las zonas ocupadas y la otra vino
al exilio, en esta tierra de la querida Argelia. Las palabras que pronuncia en los territorios ocupados el inteligente, el anciano, el
joven, la joven, en las cárceles y en las salas de los
tribunales es el mismo lenguaje que nosotros en los campamentos hablamos.
Marruecos no tiene soberanía sobre nuestro
territorio, nunca tuvieron abuelos o padres enterrados en territorio saharaui. Los marroquíes fueron empujados por la monarquía a una
guerra injusta, con el apoyo francés y el de los Estados Unidos. Y no se han
visto decisiones que puedan presionar sobre el régimen para crearnos a los
saharauis las condiciones para poder manifestarnos sobre nuestro futuro. Aunque
nosotros no deberíamos ni siquiera hacer un referéndum porque la tierra es
nuestra. Yo soy saharaui, mi vestido no es una chilaba; mi hogar es una jaima
con las cuatro puertas abiertas. En mi casa puedo agasajar al invitado sin la
presencia de mi marido, o sin la presencia de mi hermano. Yo tengo unos valores
morales que emanan de mi sociedad y mi cultura, que me diferencian de otros
pueblos que usan la chilaba y me diferencian de otras a las que sus maridos las
encierran en casa. Las pretensiones de marroquinizarme a mí y a los saharauis,
evidentemente han sido frenadas por nuestra cultura, nuestro su nivel y nuestra
preparación. Como decimos en nuestro ejemplo “qué camella tan domada que la
ordeña un marroquí” (en alusión a que el camello no representa para los
marroquíes lo mismo que para los saharauis). La realidad de todo el proceso hoy
y ayer no nos ha demostrado que el invasor tenga moral, y ejemplo de ello son
ancianas gimiendo en cárceles a causa de torturas, enfermos en las cárceles,
los recursos expoliados, bombas sembradas en el territorio. Ante esta situación
no sé qué espera el mundo de nosotros.
Queremos que nos deje un mensaje para el
movimiento de solidaridad español.
He estado en Madrid y me he encontrado con
el movimiento solidario y me preguntaron qué quería que hicieran. Les respondí
que en todas las comunidades, en puestos de gobierno hay personas que tienen
familiares, conocidos y amigos que nos conocen y nos proporcionan apoyo
humanitario, lo agradecemos pero no hemos venido a la tierra del exilio para
pedir comida. Hemos venido para algo más allá, para luchar por la consecución
de nuestra independencia y el retorno a nuestra tierra. Agradecemos al
movimiento solidario su apoyo pero queremos un apoyo político que presione al
gobierno del estado español. Yo tengo mi DNI español. Dicho esto, reitero mi
saludo al movimiento español y europeo de solidaridad con el pueblo saharaui y
les apelo a presionar a sus gobiernos para que influyan sobre la monarquía
marroquí, a fin de hacer caso a la voluntad del pueblo saharaui y la
celebración de un referéndum transparente y justo a través del cual decidiremos
nuestra autodeterminación. Denuncio el expolio de nuestros recursos naturales.
Denuncio las violaciones de los derechos humanos que sufre nuestra población en
las zonas ocupadas, la persecución y el acoso constante y pido el fin del
bloqueo para que los observadores y los periodistas puedan entrar en el
territorio ocupado y denunciar la situación y las verdaderas intenciones del
régimen marroquí.
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