Canción dulce de Leïla Slimani. Terrorífica canción de cuna
La concesión del Premio Goncourt 2016 a la
novela “Canción dulce” ha supuesto para la escritora marroquí Leïla Slimani
(Rabat, 1981) entrar por la puerta grande de las letras francesas y su proyección
a todo el mundo.
Nos visitaron en la sesión del Gabinete de
La Central dedicada a esta obra, la traductora Malika Embarek, quien días
después de estar con nosotros recibía el Premio Nacional a la Obra de un
Traductor, y Miguel Lázaro de Cabaret Voltaire, la editorial que ha tenido el acierto
de publicar en España un libro que ya va por la 6ª edición en nuestro país. Un
éxito indudable.
Slimani disecciona con una prosa concisa y
objetiva una historia tremenda que podemos “soportar” gracias a la frialdad con
que la autora acomete la narración y a que el terrible hecho que sucede al
inicio de la novela. La autora logra una gran maestría en la organización de la
trama, al comenzar por el traumático desenlace y por cómo va entretejiendo de
manera muy sutil los detalles, los cambios del carácter y actuación de los
personajes, con lo que consigue una narración perturbadora. Al
empezar la novela con el crimen, los hechos quedan “por debajo”, ya que la
acción empieza muy fuerte.
“Canción dulce” supone una crítica a la
idealización de la maternidad y a la, aún no resuelta, plena incorporación de
la mujer en la vida laboral. También es una novela sobre la incomunicación. Aborda
un tema tan cotidiano, en qué manos se quedan los hijos mientras los padres
trabajan, que provoca el desasosiego. La novela pone de relieve la encrucijada
que viven los padres, tal y como está planteada hoy en día la sociedad. Es muy
complicado conciliar el cuidado de hijos pequeños con las vidas laborales del
hombre y la mujer, el deseo de ascender en el trabajo o simplemente tener que
trabajar por obligación.
Uno de los grandes aciertos del libro es la
atención por los detalles y la forma tan sutil de presentar a los personajes, sus
acciones y sus cambios de carácter y actitud. La estructura es muy interesante.
Al empezar por el final, conocemos el terrible desenlace de la historia. Pero
al mismo tiempo, los detalles que muestran que algo no funciona bien son muy
sutiles y según avanza la narración nos va ofreciendo leves pinceladas en el
carácter y la forma de actuar. Se crea así una sensación de desasosiego e
incomodidad porque, aunque a veces se nos llegue a olvidar, la tragedia tiene
un peso determinante en nuestra lectura.
Slimani demuestra un uso magistral de la
narración objetiva, la opinión del narrador no está presente en ningún momento,
nos muestra los hechos fríos y desnudos, como esa carcasa de pollo que
protagoniza una de las escenas más escalofriantes de la novela. Sólo deja
entrever su simpatía hacia los que sirven a través de las citas, de Rudyard
Kipling y Dostoyevski, elegidas por la autora.
Los padres intentan mostrarse cercanos y
empáticos con la niñera, ya que no son personas acostumbradas a tener a
personal de servicio a su cargo. Demuestran un cierto “apuro” con su empleada,
con la que no saben delimitar una relación exclusivamente laboral. La comodidad
que supone para ellos la eficiente extralimitación de sus obligaciones por
parte de la empleada, hace que se dejen ir invadiendo por ella. Como sucede con
la hiedra, la presencia de la niñera va dominando la casa hasta que se
convierte en un auténtico peligro para la familia. Cuando sospechan que algo
anda mal, ya será demasiado tarde para ellos.
En el Gabinete de Lectura de La Central
disfrutamos del privilegio de contar con la visión de la traductora del libro al
español, Malika Embarek, cuyo trabajo la ha conducido a establecer una relación
de completa intimidad con el texto original en francés. Malika comenzó
explicándonos las discrepancias que surgieron por mantener el título original
del libro “Chanson douce”, nombre que remite a una popular canción de cuna
francesa en la que acecha el peligro inminente de un lobo. Título que sin
embargo no dice nada a la mayoría de lectores hispanos que desconocen la
canción. Sin embargo, el editor decidió mantener un título que “ha funcionado
bien”. Malika, que ha realizado una maravillosa traducción, destacó “la gran
profesionalidad de Miguel Lázaro” y reconoció haberse preguntado qué habría
pasado si hubiera acometido la traducción del libro después de haber ganado el Premio
Goncourt. Como curiosidad este prestigioso premio tiene una dotación económica meramente
simbólica, lo realmente importante es el prestigio que se consigue y que se
traduce en ventas, como ha sucedido en el caso de “Canción dulce”, convertida
en un fenómeno. Leïla Slimani es una de las pocas mujeres que lo ha ganado, entre
otras Marguerite Duras. Malika confiesa que de haberlo traducido ahora todo
habría sido muy diferente, teniendo en cuenta el tsunami de información que
aparece en Google y la fama que está alcanzado la escritora. “Entonces la
aproximación fue mucho más ingenua, lo que ha sido positivo, porque trabajé sin
presión”.
Para Malika Embarek, que confesó haber
empezado directamente con la traducción antes de leer completo el libro, un
requisito para que funcione una traducción es la empatía con el autor. “Con Leïla
Slimani la tuve totalmente. Se estableció una complicidad impresionante”. La
traductora destacó “la objetividad del narrador aunque de las citas del inicio se
desprende simpatía por el servicio”. La traductora declaró tener una visión
romántica de su profesión aspirando a llegar a una traducción donde no haya
barreras. “Me motiva pensar que la literatura la puede leer igual el lector del
idioma original que el de la traducción”, aunque “al fin al cabo siempre hay
pérdidas, también puede haber ganancias”. La traductora explicó que no ha
podido resolver los sonidos de la novela ni las connotaciones que tiene el
título. Sin embargo, en algunos aspectos “gana el genio de la lengua española”,
según Malika, como en el caso del uso de diminutivos, que sirvió para rebajar
el tono narrativo en ocasiones “muy coloquial” del original en francés. La
traductora ha logrado dejar las huellas de la melodía del francés de Leïla en
la traducción al español en muchos momentos.
Primer trabajo que leo de Leïla Slimani,
esta terrorífica canción de cuna que demuestra que es una excelente narradora y
constructora de historias.
Canción dulce. Leila Slimani. Cabaret
Voltaire, 2017. 279 páginas.
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