Estamos de Huerta, la música de raíz del Sureste llega a Lavapiés
Cuando Araceli Tzigane me dijo hace unos
meses que venía a Madrid un grupo de Murcia que no podíamos perdernos, no lo
dudé. Íbamos a disfrutar de auténtica música de la tierra, sin el filtro del
conservatorio o las discográficas, uno de esos tesoros populares que se
transmiten de verdad de padres a hijos y en el que hay que poner todo el
cuidado para que no desaparezca.
Y efectivamente el folclore murciano de
raíz llegaba a visitarnos al castizo barrio de Lavapiés en Madrid en la
calurosa tarde del sábado 24 de junio. De la mano de la Asociación para la
Difusión de los Estilos y Mapamundi Música, cuatro músicos de Murcia y Albacete
nos han acercado la huerta, los pueblos murcianos, las raíces árabes y flamencas
o la jota, llenos de fuerza y autenticidad.
Tomás Garcia, Pedro Cabrera, Alfonso Avilés
y Javier Gómez (Javi de Nerpio) son cuatro músicos murcianos que bajo el nombre
de Estamos de Huerta se han juntado por primera vez en Madrid para darnos a
conocer la música del Sureste del país. Son músicos que no actúan de manera
profesional, excepto Tomás, que sí viene de la folk music, y que acostumbran a
tocar en familia y en fiestas populares. Como ha destacado Araceli Tzigane,
impulsora de la actuación, ha sido una magnífica oportunidad de disfrutar de
“música de raíz, sin concesiones”. En palabras del músico murciano Paco Frutos
se trata de músicos “nada ortodoxos pero bastante academicistas, en el sentido
de que siempre están estudiando, bebiendo y recuperando desde muchas fuentes ya
perdidas”.
Curiosos como somos, no hemos perdido
detalle del despliegue de instrumentos que han traído los murcianos, laúd,
guitarra, guitarro (instrumento anterior a la implantación de la guitarra
española, de diferente afinación y con diferentes tamaños y número de cuerdas), bandurria, platillos, cañas (las llaman castañetas), violín,
castañuelas (en Murcia se llaman postizas) y pandereta. Preciosas las blusas y
esparteñas, elementos del traje regional murciano, que han traído Alfonso y
Javi.
Hemos tenido el privilegio de escuchar la
música en directo, sin amplificación, con los músicos intentando, y finalmente
consiguiendo, implicar al público para que saliera a bailar jotas, y bailes
“agarraos” como mazurcas y pasodobles, estos dos últimos ritmos se introdujeron
a finales del siglo XIX, e incluso nos han ofrecido un foxtrot. Con los bailes
la sala se ha venido arriba, así como en la improvisación final de Pedro, donde
nos ha nombrado a los asistentes en unas coplas que iba inventando.
Antes nos habían expuesto un amplio
repertorio de esa música “sin concesiones”. Comenzaron con las Parrandas,
composición del sureste español que tiene su origen en las seguidillas, como la
parranda del Tío Perete de Puerto Lumbreras, municipio de Murcia que linda con
Almería, y que suenan por tanto con cierto aire flamenco. Desconocedores de
estos sones, las explicaciones de Pedro nos han resultado tremendamente útiles.
Así nos ha contado que hay parranda “sordas”, que no se cantan, o que hay dos
tipos de Malagueñas murcianas, las “antiguas” y otras más movidas que tienen
otras denominaciones, casi tantas como cantantes que introduzcan su
individualidad y su matiz. De nuevo la influencia del flamenco. Cuando ha
llegado el turno de una Malagueña “cartagenera” el grupo ha sacado unas cañas
de río convertidas en instrumento de percusión. Incluso han ofrecido una sevillana
sin letra, cuya melodía me ha recordado a aquel “Arenal de Sevilla y olé, Torre
del Oro”.
Los cuatro músicos se juntaban por primera
vez como “grupo” al uso para ofrecer este concierto, único en cuanto a
concepción, de música de amigos y cuadrillas, de fiestas populares, de recuperación
de la tradición oral, lleno de la improvisación y la genialidad que mandan en
esta música. Así un tema no suena igual dos veces aunque lo ejecute el mismo
músico o una nueva tonalidad para una canción se encuentra por pura casualidad
tras varios días tocando de fiesta y sin apenas dormir. Una auténtica joya.
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