Aminetu está en El Aaiun
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Una mujer sola, con sus manos desnudas y su melfa engalanada, puede más que el estado invasor y los estados cómplices, más que la cobardía española y la vesanía francesa, más que el petróleo que quieren robar y que los fosfatos que ya han robado: la hidra de cien cabezas no puede nada frente a la sonrisa de Aminetu, el recuerdo sagrado de Gandhi, la protesta de las manos abiertas: caerán si la vuelven a encarcelar, y si no la encarcelan manarán rosas de sus huellas y cuando esparzan su aroma, también caerán. Rendíos: Aminetu está en El Aaiun.
Gonzalo Moure,
Escritores por el Sahara
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