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'Las acacias del éxodo', de Conchi Moya un libro sobre la memoria y la esperanza de los saharauis


Conchi Moya escribe historias sobre personajes reales, célebres y anónimos
“Quiero que se conozca a los saharauis y denunciar la injusticia cometida con un pueblo digno y valiente”, asegura
*Fuente: RTVE. Por JESÚS JIMÉNEZ (@vinetabocadillo) 13.06.2019 
El pueblo saharaui lleva casi medio siglo pidiendo la autodeterminación, que se le deje vivir en paz en su tierra. Pero sus esperanzas de conseguirla parecen cada vez más lejanas por la ocupación marroquí y la indiferencia internacional. Ahora la escritora Conchi Moya (Madrid, 1971) da voz a personajes famosos y anónimos en una serie de relatos que ha escrito sobre el tema: Las acacias del éxodo (Sílex ediciones), y que nos permiten conocer mejor los sueños y esperanzas de los saharauis.
“Todos los relatos tienen en común que giran en torno a los saharauis –asegura Conchi-. He elegido el tiempo como forma de estructurarlos. Así hay tres partes: el ayer, donde recojo historias de la época en que España estaba todavía en el territorio y del momento del abandono y posterior invasión marroquí; el hoy, con relatos inspirados en el periodo actual de impasse, una situación de ni paz ni guerra muy peligrosa para los saharauis, y una tercera parte situada en el mañana, donde reflejo el anhelo de lo que espero que pronto suceda en el Sáhara a través de un relato relacionado con los músicos saharauis de todos los tiempos”.
“Las acacias del éxodo –continúa la escritora- es un libro de relatos sobre la memoria y la esperanza que ha sido definido como “no neutral”, que “no deja indiferente” o como “un puñetazo en la mandíbula de la política internacional española”. A nivel literario se ha destacado la dulzura con la que Las acacias del éxodo describe situaciones muy duras y la capacidad de extraer material literario y llegar al corazón del lector a partir de historias cotidianas y detalles en apariencia insignificantes".
“Con estos relatos –añade- pretendo que se conozca a los saharauis, que se sepa quiénes son los causantes de la situación tan terrible que están viviendo y denunciar la injusticia cometida con un pueblo digno y valiente que está defendiendo su derecho a existir como lo que son, saharauis”.
“Mi aspiración con el libro es en especial llegar a lectores que no saben nada sobre el pueblo saharaui, que estas historias les interesen y que, tras leerlos, se queden” –añade la autora-.
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Un libro inspirado por la represión de 2010
La escritora madrileña nos cuenta cómo nació el libro: “Mi escritura de temática saharaui tiene mucho que ver con mi día a día, con el seguimiento a la actualidad diaria de lo que sucede en el Sahara Occidental, con lo que percibo en charlas con amigos saharauis, lo que recojo del contacto con activistas de derechos humanos, con refugiados saharauis en la diáspora, con mi familia. Las duras circunstancias que viven los saharauis han hecho que sean protagonistas de experiencias vitales que merecen ser contadas. De la intención de dar a conocer a través de la literatura esas historias que atesoran los saharauis nace Las acacias del éxodo.
“En 2010 –continúa- comencé a escribir algunos relatos inspirados en lo sucedido en el campamento saharaui de Gdeim Izik, un levantamiento pacífico de la población saharaui en territorio ocupado que fue brutalmente desmantelado por el ocupante marroquí. Aquellos días vertiginosos me impresionaron hondamente y necesitaba plasmar todo lo que se vivió entonces”.
“Hace un par de años –añade Conchi- decidí juntar varios de aquellos relatos y otros nuevos que habían ido surgiendo y a partir de ese momento sí pensé que podía haber un libro. Tuve la suerte de que le interesara a Ramiro Domínguez de Sílex Ediciones y gracias a ellos he podido verlo publicado en una editorial de gran solvencia y larga trayectoria”.
Basados en hechos y personajes reales
Aunque son relatos, todos están inspirados en personas y acontecimientos reales, como nos comenta Conchi: “Todos los relatos están basados de alguna forma en hechos y personajes reales. A partir de una historia, de una anécdota, de una conversación, de una vivencia personal o de un detalle que me conmueve, escribo el relato”.
“En otros casos –añade-, he buscado escribir sobre un hecho en el que yo personalmente estaba interesada. Es el caso de la mítica foto de la combatiente saharaui con un bebé en brazos realizada por la foto reportera Christine Spengler o la visita de Felipe González a los campamentos de refugiados saharauis en noviembre de 1976. En ambos casos he entrevistado a algunos de sus protagonistas y he ficcionado los hechos para convertirlos en literatura”.
“El lector debe tener en cuenta que no es un libro de historia, mi aproximación a los hechos reales que narro es literaria” -asegura Conchi-.
“La mujer sigue en la vanguardia de la lucha saharaui”
Las mujeres saharauis tienen gran protagonismo en estas historias y también en el pueblo saharaui. ”La mujer saharaui ha sido un pilar en su sociedad desde tiempos inmemoriales –asegura Conchi Moya-. Durante los años del éxodo y la guerra su papel fue fundamental. Ellas pusieron en pie los campamentos mientras los hombres estaban en la guerra, fueron albañiles, sanitarias, educadoras, organizaron el estado saharaui en el exilio”.
“Hoy en día siguen en vanguardia de la lucha saharaui –continúa-, como se puede ver en los territorios ocupados donde las mujeres encabezan las manifestaciones y donde hay reputadas activistas de derechos humanos que sufren persecución, torturas y cárcel. Todo ello se refleja en mis relatos, muchos de ellos protagonizados por mujeres. Lo que no quita que las mujeres saharauis continúen luchando hoy en día por tener un papel más decisivo e igualitario en su sociedad”.
El paisaje humano y natural
El paisaje humano tiende a confundirse con el natural la sociedad saharaui. “La naturaleza del desierto, inclemente y extrema, moldea e interviene en el carácter de sus habitantes –nos cuenta Conchi-. Los saharauis son un pueblo curtido, digno y paciente. Dice un proverbio saharaui que “a quien aguanta le llega la sombra”. Desde la causa nos animamos unos a otros para continuar el camino con una palabra “seguimos”, hay que endurecerse para que la situación desfavorable no pueda contigo. En esa forma de ser tiene mucho que ver la dureza del paisaje que rodea a los saharauis”.
“Ese paisaje del que les han desposeído injustamente, esa tierra añorada, ha sido cantada desde siempre por los poetas saharauis –añade-. Es cierto que en cada saharaui habita un poeta, bien por componer versos o bien por memorizarlos y saber reproducirlos en la ocasión más adecuada. La tierra es la principal inspiradora de la poesía saharaui; como dice Ebnu, uno de los poetas saharauis en español, la poesía saharaui es un atlas geográfico que evoca montes, ríos, colinas, dunas o valles. La poesía es sin duda uno de los grandes patrimonios que tienen los saharauis”.
La cultura y la música saharauis
Y es que una de las cosas que Conchi ha querido destacar en el libro es la cultura saharaui, destacando la música. “La cultura –nos comenta- es uno de los frentes que han elegido los saharauis para denunciar ante el mundo su situación. Cine, literatura, arte y por supuesto música. Desde el inicio de la revolución saharaui, cuando luchaban para conseguir su independencia de España, el Frente Polisario se sirvió de la música para agitar la conciencia del pueblo y difundir eslóganes. Los poetas componían letras revolucionarias que luego eran cantadas por las primeras voces que surgieron en la música saharaui”.
“Con la invasión mauritano marroquí se crearon grupos musicales como Mártir Luali, que llevaron la causa a muchos países a través de la música –continúa-. Eso es lo que he querido recordar y homenajear en el relato que cierra el libro “Canciones para una revolución”, en el que además hago un juego con el tiempo para invocar ese “anhelo que ya no espera más”, como dice el poema de Chejdan Mahmud”.
“La música saharaui –concluye- ha vivido momentos de enorme esplendor con Mariem Hassan, la gran voz saharaui que lamentablemente nos dejó demasiado pronto. Como ella decía, los simpatizantes de las causas vienen y van pero la cultura, la música, la literatura, la poesía generan “fans” para siempre porque un fan no te va a abandonar nunca. Esas palabras las recordaba el sobrino de Mariem en la presentación de Las acacias del éxodo en Madrid”.
"No dejes que ensille tu rahla (montura) quién no viaje contigo"
En la portada del libro puede leerse una frase que ha inspirado a la autora en este viaje literario: ‘No dejes que ensille tu rahla (montura) quién no viaje contigo’. “La frase es un proverbio saharaui y la ha recordado el escritor e investigador Bahia Awah en la contraportada del libro –asegura Conchi-. Es una frase muy poderosa como todo lo que viene del saber popular. El significado está claro, sólo entiendo el acompañamiento a una causa, en este caso la saharaui, como un viaje diario, un esfuerzo diario al que debemos comprometernos de manera directa”.
“Este libro es una forma más de acompañar a los saharauis en este largo viaje hacia la libertad, que para ellos dura ya más de cuarenta años. Yo llevo diecinueve acompañándoles y espero que llegue a su buen fin lo más pronto posible” –concluye-.
“La esperanza se mantiene intacta”
Como comentábamos, el libro también se preocupa por el futuro de los saharauis, tras un conflicto tan largo y que no parece tener una solución a corto plazo. “El problema saharaui es político pero se ha dejado en manos de la ONU, una organización que se ha mostrado incapaz para resolverlo –asegura Conchi-, empezando porque Francia, principal valedor del ocupante marroquí, ejerce toda su influencia para que las cosas no se resuelvan”.
“España, que aún es potencia administradora del territorio, se ha desentendido de sus obligaciones con los saharauis y se ha entregado a Marruecos por intereses personales, los atávicos miedos al incómodo vecino del Sur y por la falta de visión de los dirigentes españoles”.
“Sin embargo, hay vida más allá de los mediocres políticos de la vieja Europa –asegura Conchi-. La causa sigue viva, continúa ganando adeptos, la República Saharaui avanza con fuerza en el continente africano donde es activo miembro fundador de la Unidad Africana y las relaciones con los gobiernos latinoamericanos son fluidas gracias entre otras cosas al idioma español que tienen en común”.
“La situación actual es de impasse, desde el alto al fuego de 1991 se vive una situación de “no paz, no guerra”, que sólo beneficia al ocupante -añade la escritora-. Marruecos deja pasar el tiempo, mientras continúa esquilmando los recursos naturales saharauis y el Sahara ocupado se llena de colonos marroquíes. Por eso digo en el libro que “nada es tan violento como esta paz de hoy”. El pueblo saharaui sigue dividido y disperso, pasando por muchas penalidades en los campamentos de refugiados y sufriendo una terrible represión en los territorios ocupados”.
“Sin embargo, la esperanza se mantiene intacta, los saharauis luchan por lo que es suyo, su causa es completamente legal y justa y se acabará imponiendo” –concluye Conchi-.
“Varias generaciones de saharauis no conocen su tierra”
Uno de los problemas a los que se enfrentan los saharauis es que muchos jóvenes ni siquiera conocen su tierra natal. “A causa de estos más de cuarenta años de ocupación ya han nacido varias generaciones fuera del territorio que no conocen su tierra –asegura Conchi-. Unos viven bajo una durísima ocupación, otros como refugiados en los campamentos y otros en la diáspora, a veces con sus familias y otras con familias de acogida. Hay un gran problema no sólo de olvidarse de la causa sino directamente de olvidarse de su cultura, de desarraigarse”.
“Es un tema realmente preocupante –continúa-. Pero lo cierto es que tarde o temprano los jóvenes que están fuera de la causa la acaban asumiendo como suya. Poco a poco las nuevas generaciones van ocupando puestos de responsabilidad en las instituciones saharauis, toman posiciones en el activismo saharaui en territorios ocupados o trabajan por su causa desde el activismo cultural, informativo o solidario”.
En cuanto a sus proyectos, Conchi Moya asegura que: “De momento mi idea es seguir escribiendo a mi ritmo, sobre los temas que me interesan, principalmente el Sahara y la música. En la actualidad estoy centrada en la escritura de relatos cortos de narrativa rock, tengo una novela acabada y estoy empezando otra. La radio, que es otra de mis pasiones, la tengo aparcada, aunque ahora estoy muy contenta por una colaboración con el podcast literario A qué huelen los libros de Valeria Surcis, donde puedo combinar esas dos pasiones”.

Las acacias del éxodo, de Conchi Moya. La literatura como necesaria aproximación para conocer a un pueblo olvidado



Dice Bahia Mahmud Awah en la contraportada del libro que “el saharaui por naturaleza no cuenta sus éxitos, evita ser presumido”. Eso que me consta es cierto, hace que pasen desapercibidas muchas historias de saharauis por su pudor.
Nada más leer la contraportada me vino a la cabeza la historia de un amigo saharaui al que yo le recriminaba que no quisiera poner por escrito esa cantidad de historias que me contaba de la guerra, del exilio… Recordaba a Mohamed Cas Cas y como sufrió para huir de la ocupación marroquí, como fue a Paris a juntarse con otros saharauis para después ir a la guerra. Recordaba como ese buen hombre murió en un trágico accidente en Huesca después de llevar varios años en España, como decía él de forma provisional, hasta que su, nuestro Sahara, fuera libre.
El libro prometía y solo había leído la contraportada.
Ya en el segundo relato te encuentras de bruces con una de las mayores traiciones que se han producido al pueblo saharaui de manos del otrora secretario general de un partido que gobernó España durante muchos años.
Y lees en ese relato como el ínclito traidor lloraba al ver los estragos que la guerra estaba causando el pueblo saharaui en los campamentos de población refugiada en su visita en 1.976. Recordaba el vídeo donde se comprometía con la historia y decía que su partido no abandonaría nunca al pueblo saharaui.
En menos de 10 minutos de lectura de “Las acacias del éxodo” había podido comprobar como es el pueblo saharaui recordando la figura de mi amigo y como si fuera la otra cara de la moneda, la de un traidor que cambia de opinión, traiciona sus “principios” y los de su partido a saber muy bien por qué intereses.
“Las acacias del éxodo” nos acerca con relatos cortos y amenos a lo que es la historia del pueblo saharaui. Nos habla del abandono de España, de la esperanza del regreso o de la represión que sufren en silencio mediático la población saharaui en los territorios ocupados del Sahara Occidental. Nos habla de la esperanza de un pueblo y la dureza que sufre por culpa un proceso inconcluso de descolonización y de la ocupación posterior de un estado feudal y salvaje que ya dura demasiados años.
Nos habla de cómo España nunca se creyó de verdad que los saharauis eran españoles y cómo éstos y éstas descubrían gracias a esa dejación su propia identidad.
Son relatos de muy fácil lectura que por lo menos en mi caso no he podido leer seguidos. No ha habido un relato que me haya dejado indiferente. Son muchos los recuerdos de personas que conoces, algunas están en el libro, otras en mi imaginario. Gente a la que han torturado, han encarcelado durante años, han desaparecido, ha dejado su vida por una causa…
A lo largo del libro se trata el papel determinante de la mujer saharaui en todo el proceso de la breve historia de liberación del Sahara Occidental. Ese papel silencioso pero imprescindible para levantar de la nada unos campamentos de población refugiada, mantener la esperanza del regreso a su país y luchar bajo el opresor por defender su identidad como pueblo.
Se habla de muchas mujeres valientes y dignas en el libro, algunas veces desde el recuerdo, otras desde la añoranza y otras con simpatía como cuando habla de la figura femenina de “la combatiente” compañera inseparable del bueno de Hmad Hamad.
Dice Conchi que “Las acacias del éxodo” pretende “dar a conocer la causa saharaui a un público fundamentalmente que no la conozca demasiado”. Estoy de acuerdo en la afirmación, pero yo lo extendería. El libro también ayuda a dar a conocer la causa saharaui, a aquellas personas que llevan muchos años de acompañamiento al pueblo saharaui. A veces los que nos movemos en la solidaridad con el Sahara lo hacemos con ideas y discursos absolutamente previsibles por repetitivos.
Se hace necesario en muchos casos echar el freno de mano y reflexionar sobre nuestra causa y la forma de lucha para conseguir los objetivos de libertad e independencia.
En ese sentido “Las acacias del éxodo” nos trae aire fresco y sirve para cargar las pilas para seguir acompañando a este pueblo que tanto se lo merece.
Enrique Gómez
Um Draiga
P.D. Sería fantástico que este libro lo pudieran leer todas las familias que acogen a menores saharauis en el programa de Vacaciones en paz. Sería una magnífica forma de hacerles una introducción al por qué vienen esos jóvenes a pasar un verano con nuestras familias de acogida.
Datos del libro:
ISBN: 978-84-7737-959-1
120 páginas
Editorial Silex
Se puede comprar en: El Corte Ingles, FNAC

Presentación en Madrid de “Las acacias del éxodo” de Conchi Moya. Un libro necesario



El pasado sábado 25 de mayo la librería Sin Tarima acogía la presentación de “Las acacias del éxodo”, libro de cuentos sobre el Sahara Occidental de Conchi Moya. A través de una serie de historias basadas en hechos y vivencias reales convertidos por la autora en relatos literarios se hace un recorrido a través del pasado y el presente del pueblo saharaui y una pequeña incursión en el futuro, imaginando la consecución de ese “anhelo que ya no espera más”, como dice el verso del poeta saharaui Chejdan Mahmud.
La presentación del libro escrito por Conchi Moya y publicado por Silex Ediciones, corrió a cargo de Pilar Adón, reconocida poeta, narradora, traductora y editora. Adón destacó que leyendo este libro ha descubierto “una realidad terrible, muy dolorosa, que nos toca muy de cerca a pesar de que no seamos muy conscientes de ella”. Según sus palabras, “cuando te roza el Sahara” es cuando nos damos cuenta de la enorme injusticia cometida con el pueblo saharaui, aumentada por “la injusticia que supone a día de hoy el olvido” en que se ve sumido este pueblo. Pilar señaló que “Las acacias del éxodo” narra “con dulzura, con serenidad y con un peso literario importante” hechos terribles que, narrados de otra forma habrían perdido la capacidad “de penetrarnos de una manera tan directa”. Calificó el libro de “necesario desde un punto de vista político e histórico” y “por lo que significa en cuanto a aportación literaria”, y a la autora de “valiente”.
Pilar Adón subrayó que Conchi Moya ha hecho una “aproximación distinta” a cada relato. Además de las evidentes aproximaciones histórica y política, destaca las aproximaciones “muy literarias” que, según Adón, “tienen un fondo de denuncia, de penetración histórica y política”, y también de “maestría literaria”.
En palabras de la escritora madrileña, Conchi Moya ha logrado con “Las acacias del éxodo” que al lector “entre en los textos y crezca con ellos”. Este libro, resalta Adón, “lleva a lugares muy duros pero también a lugares de esperanza, a lugares de evolución y de aprendizaje”. La escritora concluyó afirmando que “Las acacias del éxodo es un libro “sobre la memoria, sobre la historia, sobre el paisaje y es un libro sobre la cultura y sobre cómo influye el paisaje geográfico en el paisaje humano”. 
Durante la presentación se habló sobre la tradición oral y la poesía saharaui y la influencia que ha podido tener en “Las acacias del éxodo”. Pilar destacó la importancia de la acacia que da título al libro, no sólo geográficamente, sino también “desde un punto de vista casi poético como generador de vida”. Conchi Moya explicó que se trata de un árbol muy importante para los saharauis, un árbol que se podría poner en su bandera a la manera del cedro en la bandera del Líbano, como reflexiona el escritor Bahia Awah. En el desierto no hay apenas árboles, pero la acacia resiste ese clima extremo, proporciona una sombra que en circunstancias tan adversas es vida, de ella se obtiene madera y su resina es usada en la medicina verde. La autora recordó que una de las formas de culturicidio que utiliza a Marruecos en el Sáhara ocupado es la tala indiscriminada de la talha (acacia).
Conchi Moya explicó que los relatos han surgido de testimonios recogidos entre los saharauis. “Te cuentan sus testimonios con total normalidad, sin dramatizar y sin ira”, algo que ha influido en la forma en que ha escrito el libro. “Esa dulzura al contar proviene de cómo me han llegado las historias, ellos me las han transmitido así”. La autora explicó que comenzó a escribir los primeros relatos hacia 2011. Al principio eran escritos desordenados pero hace un par de años empezó a pensar que podían convertirse en un libro y comenzó a trabajar en él. 
Durante la presentación se destacó que en “Las acacias del éxodo” se hace una rememoración de la tierra, a la manera que hacen los saharauis en su literatura. El territorio saharaui es protagonista de muchos de los relatos, por ejemplo la costa protagoniza el relato “Ballenas en el Sahara”, uno de los que han llamado la atención de Pilar. Con este relato se habla además de la separación de las familias y del desarraigo en el que han caído muchos jóvenes que han nacido fuera del territorio y que no lo conocen. La autora explicó que con su geografía los saharauis hacen literatura. Un poema puede componerse a base de recitar una serie de nombres de montes del territorio saharaui, y todos los accidentes geográficos y los pozos guardan historias que se transmiten oralmente. 
Pilar Adón calificó “Las acacias del éxodo” como un libro sobre el paisaje y sobre “cómo influye el paisaje geográfico en el paisaje humano”. La nostalgia de los saharauis es también la nostalgia de ese paisaje”, concluyó Pilar. La autora observó que el paisaje también ha influido en la forma de ser de los saharauis. “La dureza de la vida, la falta de agua y la inclemencia de la naturaleza les ha convertido en un pueblo paciente”. 
Como reflexión final, llegada desde el público, “Las acacias del éxodo” fue calificado como un libro escrito con tono poético, influido sin duda por la forma saharaui de contar historias, eminentemente oral. Un libro que además puede hacer desde el frente cultural una "gran contribución" a que se conozca al pueblo saharaui.




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Pilar Adón y “Las acacias del éxodo”, de Conchi Moya. Cuando te roza el Sahara



Mientras escribo la crónica de la presentación en Madrid de “Las acacias del éxodo”, no he podido resistirme a compartir la lectura que realizó Pilar Adón, escritora, poeta, traductora, editora y, sobre todo, mi gran amiga. Es curioso para una autora descubrir lo que los lectores piensan de su obra. Los comentarios de una autora de la talla de Pilar me aportan, además, una mirada nueva hacia lo que yo escribí.
Pilar Adón. Madrid, 25 de mayo de 2019. Sin Tarima.
¿Qué es lo que pretende la autora, a qué aspira a la hora de escribir este libro?, un libro que puede iluminarnos, desnudar muchas realidades que no conocemos. Leyendo este libro, a pesar de mis conversaciones con Conchi Moya y con Bahia Awah y lo que he podido leer en prensa, he descubierto una realidad absolutamente terrible, muy dolorosa, que nos toca muy de cerca a pesar de que no seamos muy conscientes de ella. En cuanto la rozamos, en cuanto se nos pega de alguna forma, nos damos cuenta de la injusticia que supuso en su momento a nivel histórico y segundo, la injusticia que supone a día de hoy el olvido. Esta es la impronta que se me ha quedado a la hora de leer los textos y sobre todo como con dulzura, con una serenidad, con un peso literario importante pero a la vez con un acercamiento muy sutil está narrando hechos francamente terribles, que la autora podía haber narrado de una manera mucho más agresiva y quizá habría perdido esa capacidad de influirnos, de penetrarnos de una manera tan directa. Nos está enfrentando a unos hechos que, insisto, fueron injustos en su día y ahora siguen siendo injustos porque la situación sigue siendo la misma y doblemente injustos porque están olvidados. Escuchamos todo tipo de tragedias pero del pueblo saharaui realmente no se habla. Esa injusticia que supone el olvido viene a ser suavizada y reivindicada por este “Las acacias del éxodo”, un libro necesario desde un punto de vista político e histórico y también me parece necesario por lo que significa en cuanto a aportación literaria.
A mí me han surgido muchas preguntas leyendo este libro. Y sobre todo me he sentido en ocasiones profundamente ignorante, me ha dado mucha rabia y me he sentido muy triste, porque algo tan cercano, que tiene tanto que ver con nuestra propia historia, que esté tan olvidado, mi propia ignorancia me ha hecho sentir muy triste. La ignorancia en general sobre este tema es excesiva.
“Las acacias del éxodo” además de estar narrado con dulzura es un texto muy valiente. Mi amiga es una persona valiente. Habla directamente y da nombres de personalidades muy conocidas en este país y los textos están inspirados en personas reales.
Con tantos datos, con tantos testimonios y con cierta ira en prácticamente todos los textos la forma de enfrentarse a la hoja en blanco debe ser difícil. Con tanto dentro y con tanto que contar la aproximación a cada relato es distinta, lo que hace que el libro sea muy rico. Porque podría haber tenido una aproximación idéntica en cada uno de ellos, una aproximación histórica o desde el posicionamiento político pero se hace unas aproximaciones muy literarias que hace que los textos, que tienen un fondo de denuncia y tienen un fondo de penetración histórica y política, tienen también esa maestría literaria. Me da la impresión de que la autora ha querido hacer una aproximación global, y de hecho hay varias voces.
La dulzura y la poesía que hay en este libro son muy importantes. Es evidente que estamos hablando de literatura y el literatura esencial lo que se cuenta pero desde mi punto de vista es casi más esencial cómo se cuenta. Y vengo insistiendo en ello porque me parece muy importante, la autora ha logrado, de manera voluntaria o involuntaria, que al lector entre en los textos y crezca con ellos. Se produce un cambio en el lector desde que comienza el libro hasta que lo acaba. Con la buena literatura siempre sucede que cuando uno lee un buen libro es otra persona cuando sale de ese libro. Creo que una de las pruebas más manifiestas de si un libro es bueno o no es que el lector ha cambiado con ese libro.  Es algo que como lectores os va a pasar con “Las acacias del éxodo”, de una manera u otra. Bien porque vais a aprender cosas que hasta el momento no sabíais, como me ha pasado a mí, lo reconozco, o bien porque los textos os llevan a otros lugares. Os saca de aquí totalmente, que es otra de las funciones esenciales de la literatura. Este libro te lleva a lugares muy duros pero también a lugares de esperanza, a lugares de evolución y de aprendizaje. Es un libro sobre la memoria, es un libro sobre el presente y es un libro que se atreve a hacer una incursión en el futuro. Es un libro sobre la historia, sobre el paisaje y es un libro sobre la cultura y sobre cómo influye el paisaje geográfico en el paisaje humano. La nostalgia de los saharauis es también la nostalgia de ese paisaje.

“Las acacias del éxodo”, un viaje para conocer al pueblo saharaui



*Fuente: Mugalari Kultura. Por Conchi Moya. 06/05/2019
Si me preguntan cómo se gestó mi libro “Las acacias del éxodo” debo referirme a dos momentos relevantes. Uno fue noviembre de 2010, cuando las fuerzas de represión marroquíes arrasaron el campamento saharaui de Gdeim Izik llevándose por delante de manera brutal las miles de jaimas que componían el llamado Campamento de la Dignidad saharaui. Lo sucedido en aquel mes desde que la población saharaui de la ciudad ocupada de El Aaiun levantó el campamento hasta su destrucción me dejó hondamente impresionada y fue probablemente el momento más decisivo y lleno de fervor que he vivido en estos casi veinte años de caminar al lado de los saharauis. El otro momento fue la visita a Madrid en 2012 de Ahmed Mohamed Fadel “Rubio”, un histórico de la causa desde el frente cultural, joven yeyé en su Villa Cisneros natal, combatiente con el Ejército saharaui durante la guerra de liberación y hombre del libro que hoy en día vive refugiado en los campamentos del sur de Argelia, en espera del ansiado regreso a la tierra que lo vio nacer. Las charlas con Rubio sucedidas durante aquellos días calaron hondo en mi memoria, porque cuando Rubio habla de su boca salen flores. Es un hombre de palabra pausada y profunda, con hondas convicciones e integridad irrevocable. Sus reflexiones siempre llevan el perfume de la poesía de su pueblo y es una fuente inagotable de memoria y recuerdos. Aquellas historias prendieron en mí y poco a poco se fueron convirtiendo en relatos y en personajes. Como el combatiente que pinta la señal de la paz en un proyectil, el revolucionario Salama o el soldado que recuerda la visita de Felipe González a los campamentos. Todos llevan su inconfundible voz.
A los saharauis les llaman “los hijos de la nube”, siempre en busca de la lluvia que traiga pasto y respiro en el inclemente desierto. También son un pueblo que derrama poesía. Pocos enclaves en el territorio saharaui pueden ser más venerados que los pozos y pocos tesoros más apreciados que la memoria. Rubio dice que quienes escribimos sobre el Sáhara Occidental construimos “pozos culturales” para saciar la sed del pueblo y cada vez que terminamos de construir uno de esos pozos lo entregamos al pueblo “para que recupere su cultura y no pierda su identidad”. Efectivamente, “Las acacias del éxodo” es un libro del pueblo saharaui y al mismo que espera acercar a la causa a muchas personas que no la conocen.
Los saharauis me convirtieron en escritora. La adolescente que fui escribía cartas a sus amigos contando las historias que les sucedían como forma de atesorarlas y guardarlas para siempre. El viaje que realicé a los campamentos de refugiados saharauis me llevó a emprender una tarea más ardua: narrar aquella increíble experiencia que metió al pueblo saharaui y su causa en mi corazón. Mi encuentro con Bahia Awah y los poetas saharauis que más tarde se unieron en torno a la Generación de la Amistad me animaron a escribir y a convertir aquel taco de folios grapados en mi primer libro autoeditado, “Los otros príncipes”. Las historias que escuchaba a mi familia y amigos saharauis se convirtieron poco después en un segundo libro, también autoeditado, “Delicias saharauis”.
Pero cuando vives el Sahara todos los días, nunca hay bastante escritura para contar todo lo que aprendes, escuchas, vives y descubres. Gdeim Izik y Rubio fueron el detonante de los primeros relatos. Pronto vinieron más, inspirados en las palabras, la vida y el ejemplo de mujeres y hombres saharauis. Como la militante Nueina Djil, protagonista de la mítica imagen de la fotorreportera Christine Spengler con un fusil al hombro y su bebé en brazos; Moina Chejatu, la joven saharaui que acompañó a Felipe González en su visita a los recién creados campamentos de refugiados saharauis; los activistas saharauis de derechos humanos Brahim Dahan y Hmad Hamad, cuyas historias de lucha y sacrificio por el Sahara son constante fuente de inspiración para mí; el escritor y diplomático Ahmed Muley Ali o el poeta nacional Bachir Ali, quien me descubrió la existencia de Graret Lantilagha, las acacias del éxodo, lugar que da nombre al libro. Sus testimonios y los de familiares y amigos fueron conformando esta colección de relatos donde pretendo huir de orientalismos para reflejar una visión realista de los saharauis. Porque creo firmemente en la literatura comprometida como una de las mejores vías para difundir ideas y causas. “Las acacias del éxodo” pasa a formar parte de la bibliografía de poemarios, novelas, libros de relatos y ensayos que acompañan al pueblo saharaui en su camino hacia la libertad.
Espero que los lectores viajéis al Sáhara a través de sus páginas, conozcáis a su gente y entendáis su realidad.
Sahara Libre.

ENTREVISTA Conchi Moya, escritora: Todos los saharauis son héroes



Conchi Moya es autora del libro "Las acacias del éxodo", una obra que versa sobre el Sáhara Occidental. La presentación será el sábado 4 de mayo en 'Libros Traperos' (Murcia)
"Del PSOE sólo se ha recibido traición. Lo que se puede esperar de este partido en relación al pueblo saharaui es nada positivo, como han seguido demostrando a lo largo de estos años"
"Que la mujer es un pilar de la sociedad saharaui desde siempre es algo evidente. De alguna manera la sociedad saharaui es matriarcal, son mujeres libres y que ocupan un lugar muy importante en su familia y en la sociedad"
*Fuente: el diario.es Por Paco Paños. 03/05/2019
Nacida en Madrid en 1971 se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. Antes de "Las acacias del éxodo", ha escrito otros dos libros, con el Sáhara Occidental como tema de fondo, "Delicias saharauis" y "Los otros príncipes". Junto con Bahia Mahmud Awah ha escrito el ensayo "El porvenir del español en el Sahara Occidental". Antóloga de varios libros de poesía saharaui "Um Draiga", "Aaiún, gritando lo que se siente", "La primavera saharaui" y "Poetas saharauis (Generación de la Amistad)". En diciembre de 2015 se publicó su primera novela, "Sin pedir permiso'".
Correaliza el espacio informativo Poemario por un Sahara Libre, dedicado a las actualidades informativas y culturales de la causa saharaui.
"Las acacias del éxodo", es un libro de relatos que tienen como protagonista el Sahara Occidental, el Pueblo Saharaui. No es tu primer libro con este tema y parte de tu actividad, la dedicas a hacer visible la Causa Saharaui. ¿Cuál es tu vinculación con El Sahara, con su gente?
Conocí al pueblo saharaui en abril de 2000, cuando viajé a los campamentos de refugiados saharauis con compañeros de una radio libre en la que colaboraba. El impacto por lo vivido allí fue tan fuerte que me comprometí a ayudar a este pueblo con lo que sabía hacer, contar, escribir, informar. Con el tiempo conocí al que hoy es mi compañero, el escritor e investigador saharaui Bahia Awah, y los dos decidimos hacer juntos este camino. Es mi causa, es mi pueblo, tengo una enorme familia dispersa por los campamentos, varios países en la diáspora y en territorio ocupado. Muchos de mis mejores y más queridos amigos son saharauis. Desde mi primer viaje no ha habido un solo día en que haya dejado de pensar en el Sahara, y son ya diecinueve años. Literariamente esto se ha traducido en que tuve el honor de participar en el congreso fundacional del grupo de escritores saharauis en el exilio Generación de la Amistad Saharaui. También he sido antóloga de varias de sus publicaciones. "Las acacias del éxodo" es mi tercer libro de narrativa centrado en el Sahara Occidental.
En uno de los relatos cuentas la visita de un "joven político español", la esperanza que despertó entre los activistas saharauis y, finalmente su traición. Ese político era Felipe González. Ahora que otro joven político socialista está en la Moncloa y seguirá siendo presidente después de las elecciones del 28A ¿Qué expectativa despierta esto entre la población? ¿Tienen los saharauis esperanza de que Sánchez mire hacia los campos de refugiados, que retome la responsabilidad que España tiene como potencia colonizadora y cumpla con el mandato de la ONU hasta que el Sahara consiga su independencia y recupere su territorio?
La historia de la visita de Felipe González en 1976 a los campamentos de refugiados para apoyar al pueblo saharaui "hasta la victoria final" y su posterior traición, que perseguirá a Felipe para siempre, me impresiona mucho. Los saharauis no lo olvidan y se encargaron de recuperar y difundir aquellas imágenes y el audio de su discurso. La cantante saharaui Mariem Hassan incluso le dedicó una cantata llamada "Shouka" (La espina), que es escalofriante. Pude hablar con alguna de las personas que le acompañaron y quise reproducir cómo fue aquella visita.
El programa socialista para estas elecciones de 2019 incluía una frase referida al pueblo saharaui, que el partido trabajará "para alcanzar una solución del conflicto que sea justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui". Es cierto que Pedro Sánchez se ha desmarcado de alguna manera de la "vieja guardia" socialista pero habrá que ver hasta dónde se atreve a llegar. La cercanía del PSOE a las tesis marroquíes en relación con el Sahara Occidental es histórica y es difícil que eso cambie. Hay que recordar que en la pasada legislatura llegó al Congreso Mohamed Chaib, diputado por el PSC y considerado como "el hombre de Mohamed VI en España".
Sólo hay que ver que Zapatero es uno de los valedores de la ocupación marroquí del Sahara. Como muestra, el expresidente ha llegado a participar en diferentes actos en los territorios ocupados del Sahara, organizados por las autoridades marroquíes, como el Foro Crans Montana en la ciudad saharaui ocupada de Dajla, con Mohamed VI abriendo el acto y recibiendo a los participantes con la frase "Bienvenidos al Sahara marroquí". Esto lo recogió la Agencia EFE en marzo de 2015, se puede consultar en la hemeroteca. Y durante el gobierno de Zapatero el PSOE tuvo una vergonzosa actuación durante dos hechos determinantes como fueron la huelga de hambre de la activista saharaui Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote y el violento desmantelamiento del campamento saharaui de Gdeim Izik, donde el gobierno del PSOE dio por válida la versión marroquí y llegó a recibir en el Ministerio de Interior al general marroquí Hosni Benslimane, sobre el que pesa una euroorden de busca y captura por el asesinato del opositor Ben Barka. La respuesta del Ministerio del Interior de Pérez Rubalcaba fue que su nombre "no estaba en las bases de datos del Ministerio".
Del PSOE sólo se ha recibido traición. Lo que se puede esperar de este partido en relación al pueblo saharaui es nada positivo, como han seguido demostrando a lo largo de estos años.
En un libro como "Las acacias del éxodo" debe ser fácil caer en la tentación de limitarlo a glosar la figura de los héroes y de los dirigentes del pueblo saharaui. Tú hablas con admiración de algunos de esos personajes, pero centras tus relatos en las gentes que sufren el éxodo, en los niños, en las familias, en las cosas sencillas y básicas que han perdido. Y sobre todo hablas de la mujer saharaui, de su papel en la organización de la vida civil en los campamentos, en cómo son ellas las encargadas de la sanidad, de la educación, de la organización, en suma, de la vida cotidiana. ¿Qué papel tiene la mujer en la causa saharaui?
En realidad todos los saharauis son héroes y heroínas. Y todo el pueblo es el Frente Polisario, que es un movimiento de liberación nacional que existirá hasta que los saharauis recuperen su tierra. En el caso saharaui hay dirigentes que dieron su vida por la causa, literalmente, como Luali Mustafa, uno de los fundadores del Frente Polisario y líder de la revolución saharaui, que murió en el campo de batalla cuando no se había cumplido un año de la guerra con Marruecos. Muchos otros han sido un ejemplo por su esfuerzo y sacrificio a lo largo de estas décadas. Al igual que el pueblo, que ha sufrido y todavía sufre tanto. Y con "Las acacias del éxodo" pretendo de alguna manera que nos pongamos en la piel de esas personas que de la noche a la mañana se vieron expulsados de su tierra, a quienes se les arrebató todo y se vieron sometidos a la mayor de las injusticias, ante la indiferencia de la comunidad internacional. Me gustaría que entendiéramos que esto nos puede pasar a cualquiera, a pesar de que nos creamos a salvo por vivir en la burbuja de nuestro supuesto "primer mundo".
Que la mujer es un pilar de la sociedad saharaui desde siempre es algo evidente. De alguna manera la sociedad saharaui es matriarcal, son mujeres libres y que ocupan un lugar muy importante en su familia y en la sociedad. Ellas levantaron los campamentos, y por tanto el estado saharaui en el exilio, cuando los hombres estaban en el frente de batalla. Fueron madres, médicos, constructoras, maestras, cuidadoras, diplomáticas en el exterior. Y en los territorios ocupados las mujeres aún hoy encabezan muchas manifestaciones de protesta, y hay numerosos nombres femeninos entre los más destacados activistas de derechos humanos. La mujer saharaui tiene su puesto en la vida política a nivel nacional e internacional. Hay ministras, gobernadoras, parlamentarias o diplomáticas, como ejemplo la Representante Saharaui en España es una mujer.
Pero todo esto no quita para que las mujeres saharauis también sufran el patriarcado, tengan la preocupación de la pérdida de poder desde que los hombres regresaron a los campamentos tras el alto el fuego y pidan una mayor participación en la vida pública. Ahora hay una interesante generación de mujeres saharauis muy jóvenes que luchan por sus derechos y por su espacio, sin abandonar su causa, y eso es tremendamente interesante en mi opinión.
Todo tu libro es un hermoso canto de esperanza, lleno de amor por las gentes de las que escribes. Es también un grito de rabia, de rebeldía ante la situación que, desde hace 50 años, vive el pueblo saharaui. Pero es además un llamamiento contra el olvido, contra la posible pérdida de identidad de parte de las generaciones que han nacido ya en el éxodo. ¿Hay peligro de agotamiento, de desánimo en los más jóvenes?
Ese peligro existe, es evidente. Yo tengo sobrinos que han nacido en los campamentos de refugiados y que a su vez tienen hijos que han nacido en los campamentos también. Dos generaciones que no han podido pisar jamás su tierra o que sólo conocen la ocupación. Eso es un drama terrible. Y hay un tercer desarraigo, el que se vive en la diáspora. Hay un peligro de pérdida de identidad, de olvidar por qué se está luchando y de desesperación. ¿Cómo decirle a un joven saharaui que siga teniendo fe en la ONU o en la comunidad internacional?
Pero al mismo tiempo la identidad saharaui es tan fuerte que hay mucha esperanza depositada en los jóvenes. Hay una generación muy bien preparada, que conoce la causa y que se va incorporando a puestos de responsabilidad o colabora desde activismo informativo intelectual, cultural y artístico. En los territorios ocupados los defensores de derechos humanos son cada vez más jóvenes, están tomando el testigo de los activistas veteranos. Marruecos no ha logrado borrar la identidad saharaui de estas nuevas generaciones, ni siquiera de los universitarios, obligados a estudiar en universidades marroquíes. Hay un movimiento estudiantil saharaui muy importante en territorios ocupados, que sufren acoso, detenciones y cárcel. Pero siguen adelante.
El gran problema puede ser que el desánimo les lleve a tomar posturas a favor de un conflicto armado. Algunos jóvenes piden que se acabe con esta situación de "impasse" y se comience la guerra. Están hartos de esperar y es comprensible.
Tú eres escritora, pero también eres periodista. ¿Por qué has elegido el relato, la literatura para hablarnos de los saharauis y no la crónica o el reportaje periodístico?
Son dos formas de escribir que están presentes casi por igual en mi creación. Mi literatura es muy narrativa y en ella me gusta contar. Y a la vez mis artículos periodísticos siempre tienen un punto literario. En cualquier caso, Bahia Awah y yo llevamos haciendo activismo informativo desde el año 2001, cuando empezamos con Poemario por un Sahara Libre, nuestro programa de radio que más tarde se convirtió en blog y con el que aún seguimos. La literatura vino después y fue en parte una consecuencia de la cantidad de testimonios y de historias que escuchábamos cada día. Yo siempre he escrito, desde pequeña, y si me atreví a ir más allá fue por mi convencimiento de que la literatura y el arte son un arma tremendamente poderosa para la difusión de ideas, y por supuesto de causas. Y por tanto debían serlo para una causa tan justa como es la saharaui.
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Tlaxcala ha traducido al francés la entrevista sobre "Las acacias del éxodo" en el diario.es Por Paco Paños. Fecha de publicación en Tlaxcala: 05/05/2019
La agencia de prensa saharaui SPS también se ha hecho eco de la entrevista

“Atardecer en Waterloo”, un libro de Iñaki García y Manuel Recio. Algunas canciones. (II)


“Atardecer en Waterloo” es un libro inmenso en el que se detalla la carrera de más de treinta años de un grupo prolífico y complejo. La carrera de The Kinks siempre estuvo repleta de decisiones equivocadas, problemas y altibajos, porque “con los Kinks la situación siempre era susceptible de agravarse”. Pero si algo les salvó fueron ese buen puñado de canciones, verdaderos diamantes desperdigados a lo largo de toda su extensa carrera. Me apetece repasar mis preferidas, algunas descubiertas gracias a este magnífico libro.
Sus primeros discos se inscribieron en los ritmos que triunfaban entonces, beat rock, aunque ya dejaban caer destellos de su sonido propio y genial, como “You really got me” de 1964, una canción que se considera un antecedente del hard rock gracias a su inmortal riff de guitarra distorsionada, conseguido por Dave trasteando con alfileres y hojas de afeitar en su ampli “little green” Elpico. Gracias al libro de Manuel e Iñaqui he descubierto que los primeros en introducir elementos hindúes en una canción pop fueron The Kinks en “See My Friends” (1965), lanzada unos meses antes que el “Norwegian Wood” de los Beatles. Según ha contado Ray en ocasiones, la compuso durante una gira del grupo en Asia, al escuchar cantar a unos pescadores en Bombay.
Ray desde joven sentía que “era más viejo y más inteligente que el resto. Buscaba inspiración en la gente mayor que me rodeaba”. Esa forma de enfrentarse a la vida la plasmó en varias canciones, una de las más destacadas es “Where have all the good times gone”, editada en 1965 en el álbum The Kink Kontroversy. En palabras de Ray, se trata de una “crítica al hedonismo de la época, cuando la generación joven lo había tenido mucho más fácil que la de sus padres”. Escribió la canción “para la que yo llamo la gran generación, la generación de mis padres, que vivieron guerras mundiales y recesiones”. Esa generación que no estaba de moda homenajear en el despreocupado Londres de la segunda mitad de los 60. “Cuando los Kinks tuvieron éxito, estábamos en la época del Technicolor y el Swinging London pero nuestro hogar era aún un documental en blanco y negro”.
Otra preciosa canción de su etapa en Pye Records es “Sunny Afternoon”, (1966) canción del disco, Face to Face”, un tema donde se empiezan a introducir los toques de music hall que tanto aparecerán en posteriores obras de Ray. Fue publicada en el caluroso verano de 1966, cuando la selección de Inglaterra consiguió su primer y único Mundial de Fútbol. Su maravillosa cara B es “I’m not like everybody else”, compuesta en un principio para The Animals. Una canción escrita por Ray pero donde la voz principal corre a cargo de Dave, quien contribuyó con su interpretación a crear una “pieza llena de furia y autoafirmación”. En palabras de Ray este tema resume de alguna forma la esencia de los Kinks, “todo el mundo esperaba que hiciéramos cosas maravillosas y de alguna manera lo echábamos todo a perder”. Dave también opina que “es muy Kinks, porque los Kinks no son como ninguna otra banda”. Ese deseo de mantener su esencia y hacer en cada momento lo que le dio la gana, a pesar de fama, problemas, peleas o dinero es algo que define a Ray por encima de todo, “haber sido escolarizado a mediados de los 50 de algún modo implantó en mí ese sentimiento de luchar por mantener mi propia personalidad”.
“Dead end street” es una de mis canciones preferidas de los Kinks. Compuesta en 1966, no apareció en ningún álbum oficial pero es una canción que tiene mucha historia. También está influenciada por el music hall británico, la música que sonaba en las fiestas nocturnas que se celebraban en la casa familiar y que tanto calaron en los hermanos desde niños. En un momento chispeante en el que triunfaba el Swinging London, Ray escribió una canción que expone de manera cruda la pobreza y miseria en que vivía la clase obrera todavía en aquellos días. La banda grabó un videoclip, adelantándose a su época, algo en lo que sin duda tuvieron que ver los estudios de arte de Ray. Rodado en blanco y negro, muestra a los Kinks vestidos como trabajadores de pompas fúnebres y portando un ataúd. Sin embargo, la BBC rechazó el video al considerarlo “de mal gusto”. Little Green Street, la callejuela situada en el norte de Londres donde se grabó, estuvo a punto de ser derribada en 2007. Por suerte se pudo parar gracias a un grupo de fans de la banda y a la implicación del propio Dave. Esta canción fue la primera que produjo Ray, aunque aún aparezca Shel Talmy como productor, y coincidió con un tiempo en que el bajista, Pete Quaife, abandonaba temporalmente el grupo por un accidente de tráfico.
“Death of a clown”, de 1967, fue una de las más exitosas canciones de Dave, y de la banda. La idea surgió frente al piano de la vieja casa familiar, que tanto tuvo que ver en los inicios musicales de los dos hermanos. La canción reflexiona sobre el bajón que llega tras los excesos, “Yo me iba de fiesta, Ray escribía sobre ello”, diría Dave en una ocasión. Tras tres años de juergas, sexo, drogas y borracheras el joven Dave se paraba a reflexionar y lo que veía no le gustaba en absoluto. “Todos esperaban que fuera el alma de la fiesta, en los pubs, los clubes, o donde fuera. Estaba deprimido. Desencantado. Me molestaba que la gente se aprovechara constantemente de mí, de mi generosidad, de mi manera de ser, esperando que actuara y fuera de una manera determinada. Sin tener en cuenta mis verdaderos sentimientos”. Y así surgió la canción, “Me sentía como un payaso sin sonrisa, con la cara pintada, dispuesto para su actuación pero triste por dentro”. El piano desafinado del inicio, ideado por Ray al tocar una melodía con una púa sobre las teclas, doblarla y meterle eco, es una muestra de la experimentación, a partir de elementos en apariencia sencillos, de la que tanto gustaba el grupo.
Si por algo se caracteriza Ray Davies es por ser autor de melodías bellísimas y letras con un lirismo muy especial. En realidad, el músico nunca fue en su vida personal muy bueno “en las cuestiones emocionales, las proyectaba mejor en los personajes de las canciones”, reflexionaba Dave. Un ejemplo es su canción de 1967 “Waterloo Sunset”, con una letra que, en palabras de su autor, fue pulida hasta ser “una perla redondeada por el mar en una perfecta suavidad”. En su momento supuso un éxito para los Kinks pero con los años la canción se ha situado en el verdadero lugar que le corresponde como la obra maestra que es. Esta composición “sobre la soledad y el desapego, sobre no querer formar parte del mundo”, es la canción pop perfecta y con el tiempo se ha considerado como un auténtico himno a Londres, el mejor homenaje del músico a su ciudad. Ray actúa una vez más como un “observador preciso, con una mirada romántica que convertía lo cotidiano en poesía”. La canción narra la historia de una pareja con el escenario del río Támesis y el puente de Waterloo. Según explican Manuel e Iñaqui en el libro, la imagen le llegó a Ray cuando a los trece años estaba ingresado en el hospital donde le practicaron una traqueotomía. Desde su habitación veía la escena que describe en la canción. Se ha hablado sobre que los protagonistas pudieran ser los actores Julie Christie y Terence Stamp, aunque Ray ha explicado en alguna ocasión que se trataba de una “fantasía” sobre sus hermanas. Las armonías vocales, en las que una vez más interviene Rasa, junto con la maravillosa guitarra de Dave completan la atmósfera tan especial y evocadora del tema. Descrita como “la canción más bella en inglés” o “la canción más hermosa de la era del rock and roll”, fue interpretada en vivo por Ray Davies en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos Londres 2012, un momento que supuso para mí la recuperación de la música rock, pasión que tenía un poco olvidada en aquel momento por diferentes circunstancias.
“Days”, aparecida en 1968, es otra de las obras maestras de Ray, una canción que ha ido teniendo más éxito con el paso de los años. Durante su grabación tuvo lugar una enésima pelea entre Ray y el bajista Pete Quaife. La relación entre ambos, amigos desde la escuela, siempre fue bastante explosiva. Al igual que la de Dave con Mick Avory, batería que estuvo en la banda entre 1964 y 1984. Los dos llegaron incluso a las manos en actuaciones, siendo su pelea más sonada cuando el batería abrió la cabeza de Dave con el pie del charles, necesitando el guitarrista dieciséis puntos de sutura. Como curiosidad, en 2010 durante el Festival de Glastonbury, Ray dedicó a su amigo Pete, que acababa de fallecer, la canción de la gran bronca, la preciosa “Days”. Para mí es también muy preferida la versión de la tristemente desaparecida Kirsty MacColl, con la que alcanzó un gran éxito en 1989.
A finales de 1968 llegó el que es uno de los estandartes de la banda pero que en su momento fue un fracaso, el disco “The Village Green Preservation Society”. Convertido en el defensor de las tradiciones y la vida bucólica, un Ray “solo contra el mundo”, contraataca con vuelta a las raíces. En pleno verano del amor y del comienzo de la psicodelia, cuando aún no se les permitía tocar en EEUU, Ray miraba hacia las tradiciones inglesas, algunas en peligro de extinción. Durante la grabación de “The Village Green Preservation Society” por primera vez toda la banda participa en la grabación del disco. El maniático (por decirlo suavemente) Ray se relajaba y permitía a sus compañeros hacer aportaciones. Las sesiones desprendieron una química inusual en la banda. Es la obra conceptual que tanto ansiaba Ray, definida como un disco de “paisajes emocionales que van más allá de puntos geográficos concretos, época o moda”. Tiene partes psicodélicas, en especial por el uso del melotron. En este disco Pete realizó magníficas aportaciones con el bajo. Lo más revolucionario está en las letras, en las que hay influencia de George Orwell.
El disco contiene canciones maravillosas como la que da título al álbum o la delicada “Village Green” con una profusa instrumentación orquestal de oboe, chelo, viola y flautín. Pero la que es para mí la joya de la corona es la poderosa y metafísica “Big sky”. Se ha dicho que es una metáfora sobre Dios, aunque Ray nunca ha querido aclarar el significado de la canción. En alguna ocasión ha admitido que tal vez él no era el más indicado para cantarla y que, para las partes habladas habría querido contar con Burt Lancaster. Como curiosidad, Fran G. Matute me descubrió que el escritor Rodrigo Fresán dedica una buena parte de su novela “La parte inventada” a “Big Sky”.
Uno de sus indiscutibles éxitos, una de esas canciones cuyo estribillo conoce todo el mundo, un arma indiscutible ganarse en los directos la complicidad del público es su canción de 1970 “Lola”. Perteneciente al disco “Lola versus Powerman and the Moneygoround, Part One”, le rodean diferentes anécdotas, como que está inspirada en la historia del, digamos, coqueteo entre uno de los managers de la banda y un travesti, o el cambio que tuvo que hacer Ray en la letra, con viaje transoceánico incluido, para cambiar la alusión a la “Coca Cola” en el single por “cherry cola”. Para entonces estaban inmersos, por fin, en una gira por EEUU, y les llegó el éxito repentino gracias a una canción que se adelantó al glam. Se dice también que este tema les ganó una troupe de seguidores compuesta por travestis y drag queens.
“Lola versus Powerman and the Moneygoround, Part One” es un gran disco, rockero, poderoso y divertido. Destaca también “Powerman”, una potente canción que empieza con un sitar, en la que Ray hace una estupenda interpretación vocal y Dave se luce una vez más con la guitarra. Qué gran guitarrista es Dave. Precisamente una de las canciones compuestas por él en este disco, “Strangers”, es otra de mis joyas. Según confesó Dave está dedicada a un amigo de la escuela, muerto por sobredosis. Nunca salió como single pero es una canción muy estimada por los fans de la banda. O “This Time Tomorrow”, otra de esas delicadas piezas de joyería que Ray ensambla como un orfebre. El sonido de avión da paso a la slide guitar y el banjo, que anteceden la melancólica voz de Ray, que va subiendo hasta llegar el estribillo con precisos toques de piano a cargo de John Gosling, en lo que fue uno de sus primeros trabajos con la banda. Bella hasta doler, una canción que habla del sentimiento de pérdida, de la desconexión con los suyos.
En 1971 salió su primer disco con RCA. Para su debut con una multinacional de EEUU hicieron un disco sobre la vida cotidiana de la clase obrera del norte de Londres, donde estaban sus orígenes y zona que se estaba demoliendo en aquella época. “Muswell Hillbillies” es el nombre del disco y del barrio del norte de Londres donde Ray y Dave se criaron. A pesar de su temática “inglesa”, el disco tiene raíces musicales blues y country. “20th Century Man” es una brillante canción aparecida en el disco, con un gran trabajo vocal de Ray y unos deliciosos toques de slide guitar a cargo de Dave. Una maravilla de canción y de letra, donde Ray se queja amargamente del mundo moderno, una auténtica pesadilla. “I'm a twentieth century man but I don't want to be here”.
Del disco de 1972, “Everybody's in Show-Biz” es la magnífica “Celluloid Heroes”. Una absoluta preciosidad, una de esas canciones melancólicas y delicadas que tan bien se le dan a Ray Davies. La compuso en un tiempo muy convulso para él (cuando no), cumpliendo esa máxima de combatir la incertidumbre y la tormenta creando belleza. Por entonces su matrimonio con Rasa se desmoronaba, entre otras cosas por las prolongadas estancias del grupo en EEUU. En Los Angeles Ray conoció a una bailarina de striptease con la que se enrolló. Solían pasear por Hollywood Boulevard y la reflexión sobre los nombres que aparecían en las estrellas, el éxito, el fracaso, el olvido, inspiró a Ray esta canción, que como solía ocurrirles, no tuvo buenas ventas ni repercusión en su momento, pero se revalorizó con el tiempo. Hay que destacar la magnífica versión de este tema que aparece en su disco en directo de 1980 “One for the Road”, con una larga introducción instrumental.
Acabo esta selección personal con “Come dancing” (1982), una canción del disco “State of Confusion” que está inspirada en una de las hermanas de Ray y Dave, Rene, que murió de un ataque al corazón mientras bailaba en uno de aquellos ballroom o “salones de baile” tan típicos en los cincuenta y sesenta, donde la juventud inglesa iba a bailar. Fue el único éxito de los Kinks que por edad conocí en el momento de salir editado y recuerdo haber visto alguna actuación suya tocando esta canción en alguno de los estupendos programas musicales que disfrutábamos en los 80 en Televisión Española. Imagino que fue en la época de la gira del 86, que les trajo a varias ciudades españolas. La canción supuso un gran éxito para la banda, a lo que ayudó el video de Julian Temple, un realizador que trabajaría con los Kinks en más ocasiones. La historia que aparece en el video se articula a partir de la letra de la canción. En el video de Temple un trajeado Ray interpreta a un tipo de los bajos fondos, lo que en jerga se conoce como “spiv”, según los Davies inspirado en su tío Frank. Un niño, que representaría al pequeño Ray observa desde las escaleras de la casa familiar cómo el tipo espera en la entrada a la hermana mientras ella se arregla y también les ve bailar escondido entre bambalinas. Por su parte, los miembros de The Kinks interpretan a la banda que toca en el salón de baile. Temple fue también autor de los documentales “Imaginary Man” sobre Ray Davies y “Kinkdom Come” sobre Dave.
Faltan muchas, “All day and all of the night”, “Tired of waiting”, “Victoria”, “Arthur”, “Autum almanac”, canción con la que muchos chicos hicieron sus pinitos con la guitarra, o “Father Christmas”, descubierta las pasadas navidades.
Y esto es lo que ha dado de sí mi grata lectura de “Atardecer en Waterloo”, una biografía tan completa y tan bien escrita que me ha hecho pasar de seguidora del grupo a auténtica Kinki. Sigamos disfrutando.

“Atardecer en Waterloo”, un libro de Iñaki García y Manuel Recio. Kinkeando (I)


“The Kinks: Costumbrismo británico con orgullo de clase” (Onoffree)
Durante varias semanas he tenido el placer de devorar “Atardecer en Waterloo” la biografía sobre The Kinks escrita por Iñaki García y Manuel Recio y publicada por la Editorial Silex. Gracias al titánico esfuerzo de los autores por levantar esta obra enorme y definitiva sobre la banda de los hermanos Davies he cantado, he reído y he llorado siguiendo sus peripecias.
Dos hermanos inquietantes. Los pequeños de la casa, nacidos tras varias hermanas que les llevaban bastantes años. Ray se sentía “viejo” siendo aún un veinteañero y tenía una capacidad increíble para escribir canciones que eran pura poesía. Dominaba la melodía como tal vez ningún otro músico inglés de la época. Dave, tres años menor, bebedor y juerguista, era un gamberro redomado a la altura de Keith Moon o Brian Jones. Tenía un gran talento con la guitarra y fue capaz de componer algunas joyas a pesar de competir con un músico de la talla de su hermano. Se adelantó al hard rock con algunos de sus solos de guitarra en los sesenta. Los dos hermanos se odiaron con saña, no se ayudaron ni tuvieron piedad en sus críticas hacia el otro. The Kinks siempre reivindicaron el orgullo de clase. A la más británica de las bandas de la “invasión inglesa” sus compatriotas también le dieron la espalda en ocasiones por considerarles demasiado americanos. Una pura contradicción. Salvajes, sus discusiones en los estudios e incluso en conciertos, con insultos y puñetazos incluidos, forman parte de lo más bestia del anecdotario rock. Capaces de lo peor y lo mejor, se hundieron y resucitaron varias veces. Cambiaron de formación en demasiadas ocasiones. Apenas conocieron la placidez o la estabilidad. Por todo ello y por mucho más, la carrera de los Kinks es pura dinamita. La lectura de la cariñosa y extensa revisión de la banda realizada por Manuel e Iñaki me han llevado como lectora a vivir un auténtico síndrome de Stendhal o un “kinkope”, como me dicen en redes sociales.
The Kinks siempre estuvieron a la sombra de los Beatles, los Rolling o los Who, sin embargo en los últimos años se ha empezado a reconocer la verdadera dimensión de la banda. A esa “revisitación Kinki” contribuye “Atardecer en Waterloo”, un libro que está por encima de todo muy bien escrito. Los autores no se dejan llevar por su evidente amor por la banda y en ningún momento la ingente cantidad de datos, anécdotas, grabaciones, discos, conciertos y canciones se come la impecable narración, escrita con “mano de hierro y guante de seda”.
Nacidos en los suburbios del norte de Londres, Ray disfrutó de tres años en los que fue el auténtico príncipe de una familia obrera. Sus cinco hermanas, ya mayores, mimaron a aquel niño tan deseado. Todo se vendría abajo con la llegada del último hijo, otro varón al que llamaron Dave. Así empezó una rivalidad que forma parte de la leyenda del rock.
El paso de Ray por la escuela de arte tuvo mucha importancia en su obra posterior. “Convertir lo volátil y lo cercano en arte acabaría siendo una de las señas de identidad de Ray Davies”. En la escuela se interesó por el cine y en concreto por el realismo social y los angry young men, que triunfaban entonces en la literatura y cuyas obras fueron llevadas a la gran pantalla. Formaron parte de esa generación de jóvenes de clase trabajadora rabiosos porque el sistema no les daba ninguna oportunidad y esa conciencia de clase nunca abandonaría a la banda. En la época de la escuela de arte Ray empezó a interesarse por el blues, aunque la música siempre había estado muy presente en la casa familiar.
Aparte de las rivalidades entre hermanos y las explosivas relaciones que condicionaban la estabilidad del grupo, otro de los grandes problemas con los que tuvieron que enfrentarse los Kinks fueron los años en que no pudieron tocar en EEUU, los diferentes managers y productores que marcaron su carrera hasta que Ray se hizo con los mandos y el complejo entramado legal creado alrededor de sus canciones.
La pelea de Ray con un tipo que más tarde se supo que pertenecía al sindicato de músicos, se saldó con cuatro años sin poder tocar en EEUU. Aquella desgraciada gira de 1965 fue resumida por Ray con las siguientes palabras: “engominados conductores de limusina italianos, rabia, furia, una pistola en cada guantera, problemas con los sindicatos, demandas”. Los americanos les provocaban preguntándoles si eran chicos o chicas y pretendían sacarles de quicio llamándoles comunistas. Así se produjo el veto a los Kinks en EEUU hasta 1969, coincidiendo con la época de gran triunfo de los grupos británicos. Muchos de ellos realizaron giras tremendamente exitosas y que reportaban mucho dinero, como sucedió con los Who. Sin embargo los Kinks se perdieron las giras, el “verano del amor” y Woodstock. Un desastre que fue una mezcla de “mal management, mala suerte y mala conducta”, reflexionarían.
Aquella hecatombe a nivel comercial supuso la introspección de Ray hacia lo inglés. “La vida de barrio es y siempre será una de las mayores influencias en mis composiciones”, afirmaba. Y es que la fama y el éxito jamás borraron “su orgullo de clase obrera”. El agudo observador que siempre fue Ray introducía en sus canciones elementos de ironía y crítica social, mostrando los puntos débiles del sistema de clases inglés.
La banda, oficialmente en activo entre 1964 y 1996, pasó por diferentes etapas y formaciones, siempre liderados por el incombustible Ray Davies. Comenzaron su carrera como uno de aquellos grupos beat que protagonizaron el Swinging London y la llamada invasión británica. Sin embargo, siempre diferentes, los Kinks fueron a su aire, como un grupo con conciencia de clase, situado en los márgenes, fuera de lo que marcaba la norma. Precursores, introdujeron toques de music hall desde sus primeros discos, fueron los primeros en explorar los sonidos hindúes, los americanos les consideraban demasiado británicos pero en los 70 sacaron el disco “Muswell Hillbillies”, que reflexionaba sobre la pobreza de la clase obrera inglesa y la destrucción de los barrios del norte de Londres, con un sonido muy “americano”.
Una de las cimas de la carrera de los Kinks fue el disco conceptual “The Village Green Preservation Society” que además fue el último grabado por la formación original. Pete Quaife, compañero de escuela, abandonó The Kinks tras la grabación. Se incorporó como bajista John Dalton, cuyo carácter afable y su compromiso ayudaron a que se recuperara el espíritu de grupo. “The Village Green Preservation Society”, un álbum enorme que ha ido ganado prestigio y adeptos con el paso de los años, tuvo que competir en su salida con gigantes como el “White Album” de los Beatles o el “Beggars Banquet” de los Rolling Stones. En un momento en que estaban de moda el ácido, la psicodelia y se imponía el lema “paz y amor”, los Kinks cantaban a “la cerveza de barril, las amistades perdidas, motoristas, brujas malvadas y gatos voladores”, en palabras de Ray. Pero los Kinks tenían una ventaja sobre sus contemporáneos, ellos eran libres, “teníamos derecho a fracasar”. “Fracasamos pero intentamos algo realmente radical”, decía Ray. El disco pinchó en ventas pero recibió muy buenas críticas.
Sin menospreciar la figura de Dave, los Kinks son el gran proyecto vital y profesional de Ray Davies, alma mater del grupo. Una persona muy complicada que “Era incapaz de relajarse, su mente estaba funcionando siempre. Estaba inmerso en sus asuntos la mayor parte del tiempo. Era un solitario”. Tras pasar por las manos de varios managers, hacia mediados de los 60 Ray empezó a intervenir cada vez más en la producción de sus discos. Una muestra es la canción “Waterloo Sunset”, donde prescindió de Shel Talmy, su productor hasta esa fecha, quien no renovaría su contrato con los Kinks. A medida que fue ganando control y poder Ray se fue sintiendo cada vez más más solo. Su figura emerge en el libro como la de un hombre con carácter complicado, torturado en muchos momentos de su vida, pero que conseguía salir siempre a flote gracias a la música y a los Kinks, su proyecto personal desde su juventud. Sus canciones han sido además reflejo de muchas de las situaciones y sensaciones de más de cincuenta años de su vida.
Ray Davies hizo pasar a The Kinks a lo largo de su extensa carrera por diferentes etapas y estilos. La que confieso que me resulta más extraña es la de principios de los 70. Ray añadió una sección de viento y coristas, mientras que él empezaba a dar sus primeros pasos como showman, llevando a la banda por esa etapa conceptual durante varios discos. Realizaban actuaciones en recintos reducidos, con formato de teatro musical y utilizaban disfraces. El grupo se había ampliado pero los otros Kinks no estaban muy contentos con estos cambios. Los hermanos Davies pasaban en aquella época por malos momentos personales. Dave tocó fondo, empezó a escuchar voces y a padecer graves desórdenes psíquicos. La primera esposa de Ray, Rasa, le abandonó por entonces llevándose a sus dos hijas. Ray cayó en el alcohol y en una grave depresión. Sus canciones describían su vida y al mismo tiempo “erosionaban su alma”, como “Acute schizophrenia paranoia blues”. La respuesta a tantos vaivenes fue seguir haciendo música, “Cuando siente que el mundo se desmorona sube el volumen de su equipo de música al máximo”. Aquella etapa sí pasó factura a su popularidad, con discos y actuaciones que no eran del gusto de los miembros del grupo y que tampoco fueron entendidos por la mayoría del público. La vuelta a los sonidos rockeros fue recompensada con mayores éxitos.
Durante su dilatada carrera The Kinks recalaron en diferentes discográficas de los dos lados del charco con desigual fortuna. Debutaron en la inglesa Pye Records, donde estuvieron entre 1964 y 1970 y en la que editaron discos enormes como el conceptual “The Kinks Are the Village Green Preservation Society”, aunque en aquella discográfica siempre les consideraron como “un grupo de singles”. Entre 1971 y 1976 fueron artistas de la estadounidense RCA, donde pasaron la etapa conceptual. En 1977 fichan por Arista y regresan al rock, publicando en 1983 “State of Confusion”, con la que consiguieron el que tal vez fue su último gran éxito, la deliciosa “Come Dancing”. Abandonaron la compañía en 1984 y entre 1986 y 1989 editaron un par de discos con MCA Records. “Phobia”, publicado en 1993 con Columbia, fue su último álbum de estudio. Tres años después, en 1996, la banda se separaba.
La vida personal de los Davies también ocupa su espacio en “Atardecer en Waterloo”. Sin caer en ningún momento en chismes, Manuel e Iñaki incorporan detalles de la vida privada de los hermanos, profundamente marcados desde su infancia por las mujeres. Primero por su madre, una de aquellas heroínas de posguerra que tuvo que sacar adelante a una enorme familia, y por sus hermanas mayores, siempre presentes en la vida de ambos. Ray se casó muy joven y su primera mujer, Rasa, hizo los coros de los grandes éxitos de la banda en los sesenta (escuchad por ejemplo la preciosa segunda voz de “Death of a clown”). A Rasa le dedicó la canción “Sweet Lady Genevieve” del disco conceptual “Preservation Act 1”, en lo que se dice que fue un intento de reconciliarse con ella. La relación más mediática de Ray fue la que mantuvo con Chrissie Hynde, líder de los Pretenders y fan de los Kinks desde su juventud. Para la historia quedaron sus airadas peleas y las dos versiones de los Kinks que grabaron Pretenders, “Stop Your Sobbing” y “I go to sleep”. Dave se vio marcado por el hecho de haber dejado embarazada en el colegio a su novia adolescente, Sue. Las familias los separaron y no le contaron que era padre de una niña. No se reencontraría con ambas hasta décadas después. Aquella historia tuvo un fuerte impacto en Dave, inspirando varias canciones como “Funny Face” o “Suzannah's Still Alive”.
Este libro enorme finaliza con un exhaustivo trabajo sobre las visitas a España de los Kinks y de Ray en solitario. Desde los primeros y lejanos conciertos en la sala Yulia de Madrid en julio de 1966, para los que los autores han conseguido interesantes testimonios y gran cantidad de fotos, algunas inéditas, hasta la exitosa gira por España y Portugal de 1986. En aquella visita tocaron gratis en el Rockódromo de Madrid, y pasaron por Cascaes, Sevilla, Barcelona, Gijón y San Sebastián. Ray ha vuelto en ocasiones en solitario a nuestro país, la última en San Sebastián en julio de 2014. “Atardecer en Waterloo” finaliza con la discografía completa del grupo comentada por el periodista musical Luis Lapuente, experto en The Kinks.
Por suerte los Kinks siguen en el candelero. En 2018, mi año de lectura de “Atardecer en Waterloo”, su maravilloso álbum “The “Village Green Preservation Society” ha cumplido 50 años y se ha celebrado con una edición especial con entrevistas, remasterizaciones, mezclas alternativas y un libro, además de publicar una canción inédita, “Time Song”. A esto se unen rumores de la vuelta a los escenarios de los hermanos Davies. ¿Tendré aún oportunidad de ver en directo a los fabulosos Kinks?