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“Psicodelia en la cultura visual de la era beat 1962-1972” de Zdenek Primus. Colorida explosión lisérgica en el Círculo de Bellas Artes de Madrid


“El arte en cualquier circunstancia y ante las dificultades es capaz de encontrar siempre su camino para ver la luz y presentarse al mundo”. Zdenek Primus
Debo reconocer que lo primero que pensé la otra tarde al visitar en el Círculo de Bellas Artes la exposición “Psicodelia en la cultura visual de la era beat 1962-1972” fue que me suspenderían la cuenta de Facebook si subía a las redes algunos de los carteles que aparecían en la exposición. Casi sesenta años después no sólo apenas hemos avanzado sino que hemos retrocedido en muchos aspectos.
La muestra, que se puede visitar hasta el 20 de enero en la Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes, recoge una importante colección comisariada por Zdenek Primus, coleccionista checo e historiador del arte. La exposición está compuesta fundamentalmente por carteles, pero también hay discos, revistas, libros y folletos y es obligatoria para cualquier amante del rock, teniendo en cuenta además que la música funcionó como un “elemento clave de formación vital, sentimental e incluso ideológica” para la juventud de aquella época, como reza la información sobre la exposición. En ella aparece también una extensa muestra de material de la Checoslovaquia de la época, marcada por la frustrada Primavera de Praga y a donde también llegaban los ecos de lo que estaba sucediendo en el universo del rock y la psicodelia.
Presentada en 2005 con el título “The Pope Smoked Dope” en la Galería Ciudad de Praga, nada más acceder a la exposición nos encontramos con una pared pintada en un intenso color verde botella, completamente forrada de cartelería. Algunos carteles son en blanco y negro pero la mayoría destaca por sus colores brillantes, en los que la grafía tiene gran protagonismo. Observo imágenes art decó incorporadas en algunos posters; juegos visuales de “op art”; desnudos femeninos sobre los que se proyectan palabras y consignas; me gustan especialmente los carteles donde se combina el fucsia con el naranja y un tercer color, que puede ser morado, azul o amarillo. Ojos, flores, arcoíris, cuerpos femeninos, collages, incluso juegos y portadas troqueladas. En muchos carteles predomina la grafía, jugando con letras rectangulares estiradas, retorcidas o encogidas pintadas de brillantes colores.
Me emociona encontrarme con la icónica imagen del perfil de Bob Dylan con un revuelto pelo de colores, poster realizado por el diseñador gráfico Milton Glaser en 1966; o el famoso poster “War is over! (If yoy want it)”, el conocido deseo de paz y amor de John y Yoko, situado al lado de la icónica imagen de Ché Guevara tomada por Alberto Díaz “Korda”. También revisamos los carteles de dos míticos acontecimientos de la época, el festival de la Isla de Wight en su edición de 1970, donde actuaron The Who, Ten Years After, Joni Mitchell, Miles Davis o Leonard Cohen, entre otros y el cartel rojo de Woodstock (3 Days of Peace & Music) en agosto de 1969, con la icónica imagen de la paloma posada en el mástil de una guitarra. Encontramos varias fotos de Frank Zappa, en uno de los posters el músico aparece sentado en un wáter; hay magníficos dibujos dedicados a Marc Bolan y T. Rex o un bonito poster con un retrato en negro, rojo y blanco del cantante Alexis Korner, uno de los pioneros del rhythm and blues británico.
Una parte importante de la exposición está dedicado a una amplia muestra de carteles de San Francisco, de “una sencilla pureza gráfica” y una “explosión incontrolada de formas y colores”, como se recoge en la información del Círculo de Bellas Artes.  Entre 1966 y 1968 floreció en la ciudad una tendencia visual que dio como resultado el cartelismo psicodélico, liderado por cinco artistas, conocidos como los “Big Five”: Wes Wilson, Rick Griffin, Alton Kelley, Stanley Muse y Victor Moscoso. Este grupo de artistas, conocidos como los “posters guys”, formaron parte de Family Dog, la compañía creada por el promotor musical y figura de la contracultura Chet Helms para promover conciertos de música rock, y cuyos posters promocionales les eran encargados habitualmente.
En la exposición del Círculo de Bellas Artes se recogen unas trescientas portadas de discos. Si bien en los primeros años solían resolverse con una foto del grupo en cuestión, a mediados de los sesenta se empezó a utilizar el diseño gráfico para muchas portadas, convirtiéndose en un elemento más, en ocasiones realmente destacado, de la propia obra musical. La exposición nos ofrece el lujo de revisitar portadas como la inmortal “In the Court of the Crimson King” del disco de 1969 de King Crimson, la única creación gráfica de Barry Godbe, artista y programador gráfico que murió con 24 años, poco después de editarse el disco; la pintura original es propiedad de Robert Fripp. Pero hay mucho más, en la muestra encontramos portadas psicodélicas de Pink Floyd, aún con Syd Barret; el “Flowers” de los Rolling Stones, álbum recopilatorio lanzado en EEUU en 1967; Cream y su “Disraeli Gears”, segundo disco de la banda editado en 1967; el “Surrealistic Pillow”, segundo álbum de Jefferson Airplane, publicado en 1967; “At home”, publicado en 1969 por la banda de la maravillosa Mariska Veres, Shocking Blue. Hay muchas más portadas, como la de “Layla” de Derek and the Dominos; la del único disco de aquel supergrupo que fue Blind Faith; de Led Zeppelin; diferentes portadas de The Beatles; “The Kink Kontroversy”, “Sunny Afternoon” y “Kinda Kinks”, todos ellos magníficos discos de la primera etapa de The Kinks, además portadas de álbumes de The Who, The Yardbirds, Crosby, Stills & Nash, The Doors, Jimi Hendrix o los 13th Floor Elevators, entre muchos otros.
Otro elemento significativo de la exposición son las revistas musicales. Es el caso de la Musik Express, con portada dedicada al Concierto por Bangladesh de George Harrison. O diferentes ejemplares del New Musical Express, longevo semanario musical británico que empezó a editarse en 1952, con portadas dedicadas al “I’m a boy” de The Who, “Lady Madonna” y “The Inner Light” de The Beatles o al “Dead End Street” de The Kinks. Muchas de estas portadas del conocido semanario están realizadas en blanco y negro con tipografías características de la época.
La colección de Zdenek Primus también incluye libros. Muy completa es la vitrina dedicada a los Beatles, con el libro escrito por John Lennon en 1965 “A Spaniard in the Works”, lleno de historias y dibujos hechos por el desaparecido beatle, un libro dedicado al Yellow Submarine, libros con las letras de las canciones de la banda editados en varios países… una completa maravilla que nos pone los dientes muy largos. Y de The Beatles también hay posters de diferentes países y portadas dedicadas a los “cuatro fabulosos” en las revistas Bravo y Life.
Apenas hay material en español, salvo discos de Los Brincos y Los Bravos, quienes consiguieron enorme éxito internacional gracias al pelotazo que dieron con “Black is black”. No era la España franquista el mejor lugar para la música rock, la psicodelia y la revolución juvenil. Sólo hay que recordar el bochorno que rodeó a los conciertos que ofrecieron The Beatles en Madrid y Barcelona.
La colección de Zdenek Primus conforma una colorida explosión lisérgica que hará las delicias de los amantes de la cultura rock.








Safari Urbano de MADRID STREET ART PROJECT. Un recorrido por la historia del arte urbano en Lavapiés



(21/02/2018) Cuando vimos la convocatoria del Safari Urbano (Arqueológico Artístico) por el barrio de Lavapiés, corrimos a apuntarnos. Habíamos vivido una estupenda jornada la pasada primavera en  C.A.L.L.E. Lavapiés y teníamos ganas de repetir una actividad similar.
La convocatoria, realizada por MADRID STREET ART PROJECT, una asociación que tiene el objetivo de difundir y promover el arte urbano en Madrid, consiste en un “paseo guiado por el barrio de Lavapiés en el que se muestran intervenciones a arte urbano, creando un diálogo con los asistentes en torno a distintos temas relacionados con él”.
Nuestro guía, Guillermo, atesora desde el año 2000 un amplio archivo fotográfico de diferentes muestras del arte efímero en Lavapiés de artistas de todo el mundo. Así, haremos paradas en diferentes muros que se han convertido en auténticas galerías en la calle en un barrio que empezó sufriendo los efectos de una gentrificación que ha derivado actualmente en la turistificación salvaje. Jamás habríamos imaginado en los 90 que las calles de Lavapiés estarían repletas de turistas acarreando maletas hasta los hostales y edificios de apartamentos que están despoblando el barrio de sus habitantes. Durante todo el recorrido nos acompañó el sonido de las ruedas los trolley sobre las aceras, ¿imparable?
Graffiti, intervenciones artísticas, espejos, madera, placas de calle, pegatinas, posters, arte “legal e ilegal”, relaciones con el Ayuntamiento, profesionalización. Estos son algunos de los términos que escucharemos durante el interesante recorrido, donde se hablará de artistas como Diana Larrea, Defays, Matt Curran, Laparesse, Eltono, Nano 4814, Nuria Mora, DosJotas, RallitoX, BLU, Sakristan, E1000, Alberto de Pedro, Neko, Parsec, Sfir, 1UP. Visualizaremos sus trabajos gracias al documento que nos habían facilitado con anterioridad desde MADRID STREET ART PROJECT.
Comenzamos nuestro paseo en la calle Ministriles, en la denominada Plaza de Xosé Tarrío (1968-2005), un activista político anarquista, libertario y autor del libro "Huye, hombre, huye. Diario de un preso FIES" publicado en 1997; cumplió 17 años de prisión, de los cuales 12 fueron en aislamiento, sin tener un sólo permiso o tercer grado. La plaza fue inaugurada en enero de 2009 por compañeros y familiares de Xosé y desde entonces el ayuntamiento ha retirado las placas en repetidas ocasiones, sin embargo estas siempre vuelven a ser repuestas. Se trata de una iniciativa artística para la que se hizo una placa de calle a la manera de las oficiales. Renombrar las calles es una intervención en la ciudad, que tiene un componente de activismo más allá de lo meramente artístico. Como curiosidad, entre la documentación que nos pasa Guillermo, me llama la atención una placa romboidal color crema (siguiendo el estilo de las que hay en Madrid y que rememoran habitantes ilustres de los edificios), y que reza: “Barrio rehabilitado (1998) Sin abuelitas morosas. Sin agitadores disconformes. Sin ocupantes insolventes”, una clara denuncia contra la gentrificación que comenzó a sufrir el barrio hacia mediados de los 90.
Volviendo a la Plaza de Xosé Tarrío, en la enorme pared de uno de los edificios de la plaza siempre ha habido diversas intervenciones artísticas. En la actualidad vemos un mural “legal”, encargado por el ayuntamiento. En los últimos años hay menos actividad “ilegal” o sin permiso en las calles del barrio. Guillermo reflexiona que se debe a diferentes causas, artistas que estaban de paso, otros se han profesionalizado, algunos se han centrado en la ilustración, para otros el paso de los años les ha llevado a reducir la posibilidad de realizar intervenciones en la calle.
Otra de las paredes nos lleva a la calle Lavapies, donde hablamos sobre Eltono, todo un referente del arte urbano. Su trabajo se inspira e un objeto musical, el diapasón, adaptándolo al espacio donde interviene. Guillermo nos habla de una intervención que consistía en un espejo en el que había aplicado unas cintas basadas en la forma del diapasón, que reflejaban la imagen en la pared de enfrente, mediante un juego de luz. Todavía se puede ver el espejo pero ya no refleja la imagen. También recordamos otras obras realizadas sobre chapas metálicas de la pared. Se trata de un espacio que durante un tiempo atrajo a artistas como Eltono, Nuria Mora o Mano 4814. Todos ellos han reducido su presencia en la calle, trabajando en la actualidad en diferentes formatos.
Seguimos adentrándonos en el barrio hasta llegar a la Calle de la Cabeza. Nos apostamos en una esquina y allí Guillermo nos habla de lo que se denominó “La galería de Cabeza, 6”. En ese número de la calle, cuyo nombre proviene de una curiosa leyenda, varios artistas urbanos realizaron pintadas e instalaciones sobre el muro de un edificio abandonado. Así, entre 2003 y 2010 artistas como Eltono, RayitoX, Pincho, Flix, o Diana Larrea fueron dejando diferentes obras “efímeras”; en algunos casos se trataba de variaciones sobre el tema de la cabeza. En 2011 la casa se rehabilitó y el muro se pintó de un vivo color mostaza, que es como luce actualmente. Como curiosidad, hay una placa de calle de azulejo, hecha por Diana Larrea que, cuando se hizo la obra en la casa, quedó fijada en la fachada y que reproduce lo que fuera la galería Cabeza, 6. El espacio ha cambiado y ya no se hacen intervenciones como antes. Hay una especie de fetichismo de los autores con las zonas donde pintan, durante un tiempo les resultan atractivas y en un determinado momento dejan de interesarles.
También encontramos una cabeza pegada a una pared que se mimetiza con el muro, pintada del mismo color. Es una obra de DosJotas. Guillermo nos cuenta, como curiosidad, que en visitas guiadas por el barrio se incluye esta cabeza como parte de las curiosidades de la calle, aunque entiendo que sin darle el enfoque de que se trata de una pieza reciente de arte urbano.
Otro muro que se nos muestra, lleno de anécdotas y vida, es el que se encuentra en la calle Jesús y María, pegado a una casa que estuvo deshabitada y en muy mal estado, que fue posteriormente okupada durante un breve tiempo y que en la actualidad luce rehabilitada y con un colorido mural. Allí documenta Guillermo desde 2010 intervenciones de artistas como Borondo, E1000, De Pedro, BLU, Neko, Parsek o Matt Curran. En este muro tuvo lugar en otoño de 2010 una curiosa batalla entre Neko y el Ayuntamiento de Madrid, cuando los operarios de limpieza pasaban todos los días para borrar las pintadas que dejaba Neko por la noche. Otras pinturas recogidas por Guillermo son la de un colectivo pro bici del barrio (noviembre 2010), el “Hoy es tu día” de Neko y Nuria Mora (diciembre 2010), “Go Grey” (marzo 2011) y “Mismo día, diferente gris” (mayo 2011), ambos de Neko, o las mujeres abrazadas de de Jana&Js (septiembre 2011), además de una firma de 1UP (enero 2014). Neko se hizo de alguna manera durante un tiempo “dueño” de este muro, lo que limitó un poco la participación de otros artistas. En 2015 se abrió un agujero en la pared del edificio abandonado, detrás del muro, y se okupó. Desde abril 2017, cuando se rehabilita el edificio, el muro pierde la actividad. Aprovechado el andamio que se levantó para las obras, Suso33 pintó un mural en la pared lateral del edificio, como proyecto personal.
Finalizamos nuestro recorrido en la Calle Encomienda, donde hay una esquina que ha conocido mucha actividad a lo largo de los últimos años, con cartelismo, graffiti, y otras intervenciones. Recordamos las caras de Matt Curran; algún trabajo de Uno, artista y músico que dejaba CDs con su música pegados a lo largo de la ciudad; PorFavor y su conocida recreación de la enfermera pidiendo silencio; Ciryl; Ruby, con sus caras con grandes barbas. También vemos una instalación con un crucifijo. En este espacio se ubicó desde 1912 el Cine Odeón; después, hasta 2010, había un plató de cine y televisión, quedando posteriormente abandonado. En la actualidad está tapado por un andamio y la fachada se encuentra cubierta por una malla. Lo están transformando en un enorme hostel, como una muestra más de la turistificación del barrio. Así, el 7 de enero de 2018 un artículo de Patricia Rafael en El Diario.es se hacía eco de la noticia: “Turistificación en Lavapiés: de cine abandonado a hostel en una zona con casi 1.000 plazas para turistas. La construcción de un albergue juvenil de cuatro plantas en el barrio madrileño alarma a los vecinos por la existencia de otros tres en apenas 800 metros, que se suman a las cerca de 350 camas ofertadas en la zona en Airbnb”.
El final del recorrido nos lleva a reflexionar sobre este fenómeno. Así hablamos de artistas como DosJotas, que utiliza el arte urbano para transmitir mensajes de denuncia, suele recurrir para ello a señales y letreros. Nos recomienda Guillermo al respecto el ensayo sobre la gentrificación de los núcleos urbanos, “First we take Manhattan” de Álvaro Ardura y Daniel Sorando. En este libro los autores analizan las consecuencias de un fenómeno “que destruye la vida en los barrios”, y hablan de lo sucedido en Manhattan (Nueva York), El Raval (Barcelona), Ruzafa (Valencia), Malasaña y Lavapiés (Madrid) o el SoHo (Londres). Durante el pequeño debate que se genera en la calle se menciona la injusticia de que se culpe a los artistas de la gentrificación.
En relación a este tema, Guillermo saca el caso BLU, un artista urbano de Bolonia, cuya identidad se desconoce. No pinta con spray, sino que lo hace con brocha y rodillo, creando bellos murales de gran tamaño en fachadas y que suelen llevar implícitos mensajes de crítica social y denuncia de situaciones injustas. BLU no quiere que se comercie con su trabajo y no usa grúa. Leo en la red el caso de un mural que pintó el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, que fue censurado y borrado por la organización; la obra reflejaba ataúdes cubiertos de billetes de dólar frente a un Hospital de veteranos. Se comenta cómo BLU borró en 2016 todos sus murales en Bolonia como respuesta a un magnate de la ciudad que mandó arrancar pinturas suyas de edificios y llevarlas a un museo, lo que fue considerado por el artista como una privatización sin su permiso de un bien que él realizó para la comunidad. O el mural que borró BLU de un edificio en Kreuzberg, considerado el barrio turco de Berlín, como forma de no contribuir con la vertiginosa gentrificación que sufre la zona.
Un recorrido absolutamente apasionante. Os animamos a participar en este tipo de convocatorias, que no debéis dejar escapar.
Más información
Urbanario, plataforma de publicación y divulgación sobre graffiti yarte urbano, fundada por Javier Abarca en 2008. (Página de referencia).

Federico Guzmán plasma el “tiempo de desamparo” del pueblo saharaui en una exposición en el Ayuntamiento de Madrid


Foto: Federico Guzmán

Las llamadas primaveras árabes desembocaron en finales abruptos en los diferentes países donde se desarrollaron aquellos levantamientos de las poblaciones civiles y que tuvieron su inicio, aunque casi siempre se obvia, en el campamento saharaui de Gdeim Izik a las afueras de El Aaiun ocupado.
Según se cuenta en el catálogo de “Tiempos de alegría /Tiempos de desamparo” que se puede visitar en CentroCentro Cibeles (Ayuntamiento de Madrid) hasta el 28 de mayo, la génesis de esta exposición está en la realizada en 2012 para celebrar la alegría que supusieron aquellas revueltas. Cinco años después, el resultado de los levantamientos son refugiados, desplazados, muerte, presos, guerras y falta de libertades. Llegaron los tiempos de desamparo.
El Sahara Occidental está presente en la exposición con tres obras del artista sevillano Federico Guzmán, autor de la monumental exposición “Tuiza”, jaima levantada en el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid (2015) y en el Museo de San Telmo en Donostia (2016).
‘El mapa de la resistencia de El Aaiun’ es una de sus obras expuestas. Impresión digital sobre lona, 150x230 cm. Es, según Federico, “un trabajo en proceso con activistas saharauis en la capital del Sáhara Occidental ocupado”. Se trata de una obra que me atrae especialmente, compuesta por una cartografía central de la ciudad saharaui ocupada de El Aaiun, rodeada por dibujos de activistas y protagonistas de la resistencia pacífica saharaui. Así lo describí en un texto que publiqué en el blog de El País ¿Y dónde queda el Sahara?, del que se reproduce un fragmento en la exposición: “El Aaiun es hoy una ciudad doliente; palpita en los corazones de todos los que amamos al pueblo saharaui. La entrada del ocupante lo cambió todo. Varió la demografía, los nombres de las calles, hasta el color de los edificios, hoy pintados de un rojo extraño, odioso para la ciudad. Introdujo torturas, muerte, detenciones, desapariciones, terror… Violó el habla, la historia, la identidad. Separó familias, esquilmó recursos, abolió la jaima, maltrató al camello, extinguió la talha… ‘El mapa de la resistencia en El Aaiun’ está dibujado por José Fernández Ruiz y Federico Guzmán. Los dibujos están realizados a partir de entrevistas con saharauis víctimas de violaciones de derechos humanos en la ciudad ocupada. Alrededor de un gran mapa de El Aaiun Federico ha colocado una serie de ilustraciones con diferente temática, siguiendo el trazado de las calles conocemos los testimonios de las víctimas. Los saharauis renombran las calles, avenidas y barrios en las ciudades ocupadas, otra forma de resistencia y memoria. Hoy, Barrio Maatala, Eskeikima, Avenida de Smara; ayer, Casa Piedra, Barrio Cementerio, Barrio Colomina… Los orgullosos barrios saharauis forman el Mapa de la Resistencia de El Aaiún. Sobre el mapa de la ciudad se ubican los lugares donde se suceden protestas, represión, secuestros, cárceles secretas, detenciones ilegales, fosas comunes, asesinatos… la cartografía de la barbarie cometida por el invasor marroquí. Alrededor del mapa de El Aaiun se ubican los protagonistas de la resistencia pacífica”. (Conxi Moya).
Otra de las obras expuestas es ‘La Piedad Saharaui. Takbar Hadi y su hijo Haidala Mohamed Lamin’. (2016). Técnica mixta / lienzo. El cuadro, de gran tamaño, ocupa completa una de las paredes de la espectacular arquitectura del edificio de Correos donde se ubica actualmente el Ayuntamiento de Madrid. Impresiona plantarse frente al sufrimiento de la madre a la que el régimen marroquí le arrebató a su hijo. Así lo ve el propio Federico Guzmán: “Este cuadro colectivo representa a Takbar Hadi sosteniendo entre sus brazos el cuerpo de su hijo Haidala Mohamed Lamin. Las figuras evocan la escultura de La Piedad de Miguel Ángel representando la compasión de una madre por su hijo muerto. El 15 de mayo de 2015 Takbar Hadi empezó una huelga de hambre fuera del consulado marroquí en Las Palmas de Gran Canarias por el asesinato de su hijo Haidala Mohamed Lamin de 21 años. Haidala fue agredido por colonos marroquíes, con el respaldo de las autoridades de ocupación y la negligencia médica intencionada. Después de la muerte violenta de su hijo, Takbar decidió investigar y esclarecer las circunstancias de su muerte hasta las últimas consecuencias, denunciando y reivindicando frente a las autoridades. Takbar sólo consiguió el refuerzo del asedio policial y los asaltos a la casa de su familia, con agresiones dentro de la vivienda, torturas y destrucción de bienes; por no doblegarse ante el diluvio de presiones y sobornos (90.000 euros) a cambio de firmar el entierro de su hijo en silencio y abstenerse de cualquier demanda de autopsia e investigación. Las graves circunstancias que han rodeado la muerte de Haidala Mohamed Lamin y el convencimiento de que su madre está en su legítimo derecho de pedir el cuerpo de su hijo, cuyo lugar de enterramiento desconoce, para que se haga justicia, han motivado el apoyo de cientos de personas que se sumaron a la huelga de hambre en cadena de manera indefinida. La lucha de Takbar Hadi no sólo reclama justicia para su hijo, sino por extensión para todo el pueblo saharaui en su conjunto, por la descolonización, la justicia y el derecho a vivir en su tierra libre y en paz”.
Y finalmente podemos ver la obra ‘Ciudad del viento. Sobre un poema de Fatma Galia Mohamed Salem’ (2016). Monotipos/papel. Se trata de imágenes a partir de la animación en arena realizada por Federico sobre el poema ‘La ciudad del viento’ de la poeta saharaui Fatma Galia. El texto se dibujó colectivamente en el taller de Poesía en arena de la Tuiza, en el Museo de San Telmo de Donostia, como parte del proyecto Entre arenas / Hondar artean de la Capitalidad Cultural de la ciudad. “En la ciudad del viento /veo lo que nadie ve, /siento lo que nadie siente. Lo digo, lo repito /con el viento y /no me arrepiento. El desierto me hace sentir /como una princesa /en la ciudad del viento” dice Fatma Galia en su poema.
Os animamos a visitar la exposición en la que aparecen obras de los artistas Claire Angelini (Francia), Monika Anselment (Alemania), Antonia Bisig (Alemania), Dragana Brancović (Serbia), Christine Bruckbauer (Austria) y Patricia K. Triki (Túnez), Hommarus W. Brusche (Holanda), Wojciech Cieśniewski (Polonia), Carlos Correia (Portugal), Selim Gribaa (Túnez), Federico Guzmán (Sevilla), Peter Hauenschild (Austria), Alfredo Igualador (Madrid), Sofía Jack (Madrid), Annie Kurkdjian (Líbano), Hela Lamine (Túnez), Yasemir Nur (Turquía), Gisele Ribeiro (Brasil), Simeón Saiz Ruiz (Madrid), Belén Sánchez Albarrán (Madrid), Rafael Sánchez-Mateos Paniagua (Madrid), Marek Szymański (Polonia) y Wolfgang Wirth (Austria). Se puede visitar hasta el 28 de mayo de 2017.





Presentación de la carpeta “Trío en Super 8” con grabados de Alberto Pina y texto de Andrés Barba. Editorial El cañón de Garibaldi


En la tarde del viernes 16 de diciembre desvelamos por fin de qué trataba la sugerente invitación que habíamos recibido a través de una red social. Nos convocaban en una dirección del centro de Madrid para la presentación de la carpeta “Trío en Super 8” con grabados de Alberto Pina y texto de Andrés Barba, que además se supone la publicación inaugural de la editorial El cañón de Garibaldi, creada por ambos y con logotipo de Carmen Cáceres.
En realidad este “Trío en Super 8” es el segundo proyecto de la editorial, cuyo nombre remite a la Academia de España en Roma, lugar donde los editores se conocieron. Como explicó Alberto, en la colina de Roma, desde donde tomó la ciudad, hay un monumento en honor de Garibaldi. Cada día se escuchaba a las 12 un cañonazo “que siempre nos asustaba”. El proyecto editorial quiere recuperar aquellos años en Roma, “un lugar donde no paramos de divertirnos, un patio de juegos, de diversión total”, afirman. La idea, dicen, es “recuperar aquel espíritu”, la editorial es una excusa para seguir haciendo cosas juntos, “cosas diferentes, que nos entretengan” Ambos quieren mantener viva la creación artística, fuera de lo más normalizado.
“Trío en Súper 8” está compuesto por una pequeña carpeta con un texto de Andrés Barba y los grabados de Alberto Pina, con colores basados en la tonalidad extraña de los colores de las películas y fotos de aquellos años. Explican que el contenido de la carpeta está inspirado en las imágenes de las películas familiares de Súper 8 de los años 70, “películas que nuestros padres grababan, que se quedaban por ahí muchas veces sin haber llegado a verlas y que ahora, muchos años después, hemos digitalizado y hemos podido visionar por primera vez”.
Andrés Barba se ha encargado del texto. “Todas las familias de Súper 8 se parecen”, comparten un “imaginario común que acaban teniendo las fotos y películas de familia”. En este caso el texto surge de una película de infancia de Andrés, en la que aparecen sus padres muy jóvenes y él de bebé. Se vio además inspirado por “Niebla” de Unamuno, donde una pareja espera un hijo, el “intruso”. Ya nunca más serán dos, con la llegada del hijo serán tres para siempre. Andrés explicó que al mismo tiempo el texto está basado en los recuerdos que tenía de esas imágenes.
El anterior proyecto de la editorial, que también combinó literatura y arte, fue “Crónica familiar” a partir de un poema de Andrés Barba, dedicado a la muerte de su padre, con un grabado de Alberto Pina.
Durante la presentación se sirvió un Spritz al Aperol “en honor a la sangre derramada por todos los italianos caídos junto al gran Garibaldi”. Gracias a Alberto y Silvia, siempre.
Andrés Barba y Alberto Pina

El punk (no) ha muerto. Viva el Punk. Exposición ‘Punk. Sus rastros en el arte contemporáneo’


Contracultura. Perfomance. Música. Moda. Videoinstalaciones. Muralismo. Fanzines. El artista como obra de ¿arte? “La cultura no me interesa”. “El diseño es el mal de este mundo”. Lo escatológico. El mal gusto. Lo inadecuado. Anarquismo. Nihilismo. Provocación. Eslóganes vomitados. Horror vacui. Alienación. Destrucción. Terror. Pánico. Arrogancia. Insulto. Oposición. Desmantelar. “I fought the law”. Insatisfacción. Inconformismo. PUNK
1974 Ramones tocan en el CBGB de Nueva York. 1976 Sex Pistols la lían en la televisión británica. 1978 Último concierto de Sex Pistols en San Francisco, “¿Alguna vez os habéis sentido estafados?”, Johnny Rotten. Aquella explosión no sólo fue determinante en la música sino también en el arte, originando una auténtica conmoción social y cultural en todo el planeta.
Un joven armado (Gavin Turk como Sid Vicious) nos recibe en el inicio de la exposición ‘Punk. Sus rastros en el arte contemporáneo’, que presenta el trabajo de más de sesenta artistas.
“Kill your idols”. La desacralización de los ídolos. Destruye los iconos. De material altamente inflamable. Quema a tus ídolos. Douglas Gordon. Los artistas punk como iconos y objetos de consumo. El arte es mierda. La mierda como arte. Colectivo Gelitin. El artista es una prostituta.  El arte es una práctica sexual remunerada.
Do It Yourself. El Hazlo Tú Mismo como vía de escape a la rabia, la frustración y el malestar. “Para decir algo la primera premisa es tener algo que decir”. Antonio Ortega.
Poner en duda el sistema. Burlarse del sistema. Cuestionar el sistema. Salirse del sistema. El sistema injusto y represor hace germinar la violencia. “Der samen der radikalitat”, las semillas del radicalismo. Jonathan Meese. Herramientas de la destrucción.
En los billetes de 5 libras la Reina de Inglaterra lleva nariz roja de payaso. Hans-Peter Feidmann. En los billetes de 10 libras la Reina de Inglaterra se enfrenta a su calavera. Carlos Aires. La Reina Isabel con esvásticas nazis. La Reina Isabel con imperdibles. Jamie Reid. God Save The Queen. No al poder opresor. No al sistema establecido. No a la imposición. “There's NO FUTURE for you.
“Feel lucky, punk?”. Clint Eastwood fue el primero en pronunciar la palabra punk en el cine. Christopher Draeger.
Huye de la madurez. Huye de la responsabilidad. “Don't Trust Anyone Over Thirty”. Dan Graham, Tony Oursier, Laurent P. Berger.
Violencia: una constante. El cuerpo como lienzo de golpes, moratones y heridas. Sangre, contusiones. Jordi Mitjá y Jimmie Durham. La sexualidad extrema y las adicciones como intento de escapada. Nan Goldin. Dientes apretados. Rabia. Rechinar de mandíbulas. Las paredes hablan, de rabia. Jean-Michel Basquiat.
Violencia: Praying for… Libia, Irak, Siria, por el mundo. Balas. Patria o muerte. Ikea o muere. Valentin Duceac.
Punk y discos. Música punk. Punk en las portadas de discos. Raymond Pettibon. Black Fag y Sonic Youth.
Y Viviane Westwood. Valerie Solanas. Killing Joke. Mabel Palacín. Johnny Rotten. Joâo Onofre. The Clash. Dead Kennedys. Tracey Emin. Charles Manson. Eskorbuto. Sex Pistols. Fugazi. Johan Grimonprez. Kortatu. Martin Arnold. Suicide. Paul McCarthy. Sid Vicious.
Exposición ‘Punk. Sus rastros en el arte contemporáneo’. Centro de Arte Dos de Mayo. Móstoles, Madrid. Comisariada por David G. Torres.





Bienvenidos a Tuiza, la gran jaima de Federico Guzmán


Esta entrada ha sido escrita por la periodista y escritora Conchi Moya.
¡Marhaban1, sean todos ustedes bienvenidos a nuestra jaima lekbira2!
Al Palacio de Cristal del Parque del Retiro en Madrid se accede a través de caminos protegidos por la acogedora sombra de centenarios árboles y rodeados de fresco césped. Desde el 16 de abril la silueta del delicado palacio ha experimentado un cambio. En su interior se ha levantado una majestuosa jaima saharaui, integrada con amor en este edificio emblemático. Se trata de la exposición “Tuiza. Las culturas de la jaima”, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.  Su artífice, el artista sevillano Federico Guzmán, se inspiró en las primeras jaimas levantadas con melhfas3  por las mujeres saharauis durante la huida del territorio tras la invasión marroquí en 1975. “En el desierto, para proteger a su familia, las mujeres colgaban las melhfas atadas a las ramas de los árboles. Se pueden considerar las primeras jaimas levantadas en tierra ajena, por esas mujeres que luego levantaron los campamentos en Argelia. Me pareció una imagen tan poderosa, tan humana, tan llena de protección y que significaba esta idea de las mujeres como refugio, como fundamento de la familia y de toda la familia humana. De todo ello salió la idea de una jaima que se convirtiera en una obra de arte”, explica Federico.
Jaima refugio, lugar de bienvenida, de encuentro, de conservación de las tradiciones y la cultura, rincón donde encontrarse, charlar y aprender. Cada vez que una jaima se levanta fuera del territorio saharaui el Sahara está presente en ese espacio encantado. El de Tuiza, según Federico Guzmán, ha sido levantado con “idea de transmitir belleza, tranquilidad, unión, una experiencia estética”, de abrir un espacio “donde podamos imaginar un nuevo lenguaje, un nuevo vocabulario, unas nuevas perspectivas para abordar unos conflictos que son muy duros y muy profundos y que los llevamos dentro como heridas, pero creemos en la posibilidad de que se abran nuevos espacios y nuevas visiones”.
Levantar una jaima tradicional saharaui, no las tiendas de refugiados que se usan hoy en día en los campamentos de Argelia, es una ardua tarea que requiere de muchas manos. Este trabajo colectivo, mediante el cual un grupo de mujeres se unen para tejer las tiras de pelo de cabra o camello con las que se realizará la jaima, es lo que se denomina tuiza. Este importante elemento de la antropología saharaui inspiró a Federico: “La jaima como espacio femenino, como espacio común y la tuiza como acción colaborativa, como la solidaridad que invita, que organiza y que pone en acción a la comunidad, mediante el trabajo colectivo. Con estos dos parámetros hemos construido el espacio y la acción que se desarrolla en este proyecto”.
Efectivamente, la gran protagonista es la enorme y colorida jaima, que provoca que el huésped (mucho más que un mero visitante) que accede a ella se sienta dentro de un enorme cuadro de colores, una “especie de pintura habitable”, explica el artista. La jaima está realizada con delicadas melhfas dibujadas y teñidas, en un trabajo dirigido por Federico y realizado por un grupo de mujeres saharauis del Taller de Anna Lind durante dos meses en el campamento de Bojador. Ellas han elegido los motivos que decoran las melhfas de Tuiza: “elementos que significan la paz, la belleza, las tradiciones de la jaima, elementos de la hospitalidad saharaui como la tetera, el perfumador, las sillas de montar antiguas, la henna4, los paisajes del campamento con niños jugando, el louh5, los collares, los rosarios, los elementos tradicionales que significan los valores de una vida que ha estado en equilibrio con el entorno durante miles de años, y los valores femeninos de paz y de compartir, que son precisamente lo opuesto al expolio, a la dominación, al pillaje, a todos los valores negativos en que se basa la explotación”. La espectacular “cúpula” de la jaima, cuenta con una serie de triángulos fabricados con tela de benia6, cosidos por Antonio Guisado, del taller de velería Sun Sails del puerto de Sevilla. Las melhfas colgadas todas unidas, se funden con total armonía con las benias, con las propias columnas del Palacio de Cristal que hacen las veces de los palos de la jaima, y con las alfombras, las esteras, los cojines, las colchonetas y todo el diseño de un salón saharaui para una gran celebración, en un espectacular conjunto levantado  por las arquitectas gaditanas Charo Escobar y Maripi Rodríguez.
Pero hay algo aún allá en Tuiza. Mediante la jaima, integrada en el interior del Palacio de Cristal, el colonizado invade el terreno de colonizador, no de manera violenta ni intrusiva, si no con la elegancia y la fuerza de las melhfas, que es la de las mujeres y todo el pueblo saharaui. La jaima, símbolo tradicional y cultural de un pueblo colonizado, se impone a una construcción colonial. En efecto, el Palacio de Cristal se construyó en 1887 con motivo de la Exposición General de las Islas Filipinas. Tuiza es, en palabras de Joao Fernandes, subdirector del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, “un espacio dentro de un espacio”. Como afirma Fernandes, en esta instalación “hay un diálogo y una provocación a la arquitectura colonialista del siglo XIX, símbolo del capitalismo industrial, del mundo organizado alrededor del discurso colonial”. En palabras de Federico Guzmán, al levantarse Tuiza “ha desaparecido ese símbolo de la arquitectura colonial eurocéntrica imperial y se ha elevado de la tierra, a través de la jaima y de su arquitectura, la voz de los propios colonizados, que somos todos en la actualidad, para plantar cara a esa fuerza colonizadora e imperialista que quiere acabar con nuestra sociedad”.
Tuiza no es una mera experiencia estética. La jaima grande de Federico Guzmán “invita a profundizar, a compartir y a construir entre todos algo nuevo”. La verdadera obra de arte es la jaima en sí, pero a la jaima se está uniendo mucha más gente, artistas, músicos, poetas, pensadores, antropólogos, activistas y público visitante que aportan sus propias capacidades y experiencias y en una gran tuiza “toman el acogedor espacio de la jaima para compartir, para construir”.
Así Tuiza, la jaima grande del Palacio de Cristal, es un espacio efímero, pero profundo, de pensamiento, activismo y creación. Bienvenidos todos, queridos huéspedes, a este espacio para conocer y difundir la voz y la cultura del pueblo saharaui.



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  1 Bienvenidos.
  2 En la cultura saharaui es aquella jaima destacada entre las otras por la generosidad, hospitalidad y caballerosidad de sus dueños.
  3 El colorido y fino manto que visten las mujeres saharauis.

Intento de escapada, de Miguel Ángel Hernández. Desilusión al abrir los ojos a lo que sólo se intuía


Me gusta seguir actualidades de Murcia y una de las fuentes para hacerlo es el periódico El Noroeste Digital. Recientemente me llamó la atención la reseña de un libro, “Intento de escapada”, a cargo de Basilio Pujante publicada en El Noroeste. Si la reseña de Pujante me resultó atractiva, el hecho de que soy seguidora en twitter desde tiempo del autor del libro me llamó a leerla. Y desde luego ha merecido la pena esta novela de Miguel Ángel Hernández, profesor de arte contemporáneo en la Universidad de Murcia, escritor y bloguero. “Intento de escapada” es su primera novela larga, está publicada por Anagrama y fue mención especial del Premio Herralde.
La novela de Miguel Ángel Hernández tiene como tema central el arte contemporáneo, en concreto el arte social que se manifiesta a través de performances, a veces extremas. Es también una historia de crecimiento y aprendizaje, en la que el protagonista vivirá una serie de circunstancias que le cambiarán para siempre. Se trata de una novela sobre el arte, el poder, la humillación, la dignidad, la fascinación y posterior desilusión cuando se abren los ojos, que estuvieron cerrados a lo que no se quería ver pero se intuía. Al mismo tiempo, “Intento de escapada” es una novela que expone numerosas opiniones relacionadas con el arte contemporáneo. Sin embargo esta “novela de ideas” no resulta pesada, hay una trama muy bien llevada que llega a ser trepidante en algunos momentos, generando gran inquietud y desasosiego en el lector.
Marcos es el joven protagonista. Estudiante de arte, es un chico ingenuo, poco sociable, que apenas ha vivido. Prefiere observar y pensar a experimentar. Estudia Bellas Artes pero no quiere ser artista; según su opinión la obra no tiene por qué ser producida. A Marcos le gusta hablar, teorizar, discutir sobre las cosas, no llevarlas a cabo. Es de ese tipo de personas a las que la gente confía sus secretos y sus problemas pero a él le cuesta entablar relaciones, tampoco tiene éxito con las mujeres. Se siente fascinado y entregado a las clases y la personalidad de una de sus profesoras, Helena. Marcos se dice que no tiene ninguna posibilidad con ella pero no se la puede quitar de la cabeza.
A través de Helena, Marcos conocerá a un gran artista, Jacobo Montes, toda una figura del arte contemporáneo considerado como social. Ambos ofrecen a Marcos colaborar con el artista como asistente. Helena se encuentra en total sintonía con Montes; Marcos, al igual que se siente fascinado por Helena, se sentirá subyugado por Montes, quien con su arte pretende romper la abstracción y las ideas puras y llevarlas a su realización.
El brillo emanado de la fascinación no nos deja ver lo que hay en verdad detrás de determinadas personas y situaciones. Eso le sucede al protagonista con su profesora Helena y con el reconocido artista Jacobo Montes. Al empezar a trabajar con Montes, el joven Marcos siente que forma parte de algo importante, aunque en ciertos aspectos le dé miedo. Porque Montes se implica en su obra artística hasta dañar su integridad. Pero en realidad asume un riesgo calculado; es un artista reconocido, admirado, que gana mucho dinero con su trabajo. “En el fondo todo se hace por dinero. El arte es lo más importante. Pero el arte es dinero”, afirma Montes. Él, a pesar de parecer un artista “kamikaze”, está en realidad resguardado. Aunque arriesgue su cuerpo el único que está realmente a salvo es él. Una pregunta que planea durante toda la trama es ¿hasta dónde se puede llegar en nombre del arte? Montes expone su integridad en nombre de su arte, pero ¿hasta qué punto es lícito exponer la vida de los demás?
Montes se siente impaciente ante la creación. Cuando tiene en la mente lo que quiere hacer, no puede esperar. Argumenta que así es como nacen las obras, “con la intensidad del momento, cuando lo demás no importa. Eso es arte verdadero, el que ofusca, el que no deja pensar en otra cosa más que en él”. Para Montes las obras de arte se modifican al contacto con la realidad, se van creando poco a poco. Legitima sus argumentos en nombre del arte.
La acción se pone en marcha a partir de una perfomance que prepara Montes para una sala de la ciudad de Marcos. Para ello necesitan contactar con inmigrantes. Este es uno de los aspectos de la novela que para mí mejor ha tratatado el autor. En la ciudad donde transcurre la acción (puede ser Murcia, con el río y la huerta a las afueras, devorada por polígonos industriales y urbanizaciones) los inmigrantes se instalan en los barrios de la periferia, se arremolinan en las calles que rodean las estaciones de tren y autobús, se reúnen alrededor de los locutorios, como sucede en todos los lugares de “acogida” para estas personas que llegan de otros países. La de los inmigrantes es una “realidad invisible”. O es visible pero en realidad nadie quiere verla. “Vosotros creéis que no hablamos español y no sabemos nada, que estamos ahí quietos como árboles. Pero los árboles son sabios”. Marcos empieza a abrir los ojos ante la dura situación de los inmigrantes. Piensa que la dignidad debe estar por encima de todo pero pronto entiende que sólo puede permitirse el lujo de la dignidad el que tiene para vivir. En la novela vemos la cara más real y amarga de la inmigración. De los países del tercer mundo también llegan inmigrantes cultos, que hablan varios idiomas, con inquietudes, están apresados por la marginalidad y precariedad de su situación como “ilegales”, viviendo situaciones límite. Sin embargo, esos inmigrantes son para Montes meramente materiales. “Un material perfecto, no lo dejes escapar”, dice sobre el inmigrante que quiere usar para una extrema perfomance. “No menosprecies la potencia de la desesperación”. Montes se aprovecha de esa desesperación para llevar adelante sus propósitos. Helena consiente en que la de los inmigrantes es una tragedia cotidiana, Montes la transformará en arte y la hará visible. “Una historia no es nada si nadie la cuenta”.
Pero el arte de Montes, supuestamente transgresor, en realidad no pretende cambiar nada, sólo “arroja más mierda al mundo”. “(…) nunca podemos solucionar las cosas; sólo repetirlas. El artista, como el resto de las personas, sólo puede reproducir la lógica del sistema en el que se halla inserto. Por eso él no intentaba nunca demostrar nada, sino tan sólo mostrar algo que no podía ser cambiado. Él simplemente mostraba”. ¿Tiene sentido un arte que sólo muestre, que no denuncie, que no pretenda mejorar las cosas? ¿Es lícito un arte que se aprovecha de la debilidad de los demás?
Marcos comienza a pensar que la propuesta de Montes es denigrante. Cuando expresa su desaprobación, Helena empezará a mirarle mal. La lectura nos plantea más preguntas: ¿qué es realmente denigrante?, ¿la propuesta o las condiciones en que malviven los inmigrantes, su brutal explotación laboral, la sociedad que lo consiente? El inmigrante responde a Marcos que se presta a aquello por necesidad; toma su decisión libremente y sin ser coaccionado por el artista. Pero en realidad se trata de una elección dictada por la necesidad, no es en verdad libre para tomarla.
Cuando comienza la performance Marcos tiene otra impresión de Montes, le considera un ser perturbado, oscuro, peligroso, carente de humanidad, terrorífico. Sobre Marcos planea entonces la incomodidad, la duda sobre la necesidad de aquella acción, de si eso puede ser considerado arte.
Le resulta repugnante lo que antes le fascinó. Le había interesado la teoría, las palabras, pero la puesta en escena de todo aquello le repele. Marcos “se siente desbordado por la realidad”. Desmonta ese llamado arte social que en realidad no soluciona nada y se aprovecha de la necesidad de los más desvalidos. Entiende que Montes plantea el arte como algo desquiciado, como un sacrificio; detrás de las más grandes obras hay historias terribles. “La cultura es también barbarie”, afirma. “Montes, más que un gran artista, en el fondo era un maltratador social”. “El artista puede ser un hijo de puta. El artista no tiene por qué ser buena gente. Que el arte no tuviera que ser necesariamente bueno no quería decir que tuviera que ser obligatoriamente malo”.
Montes juega a ocultar algo que en realidad está a la vista de todos. De aquí surgen nuevas reflexiones. Nadie se atreve a profanar una obra de arte. El arte tiene secretos y enigmas, no podemos pretender entenderlo todo. El espectador no se atreve a tocar nada, siempre hay una barrera invisible entre obra de arte y espectador. El artista contemporáneo es un ilusionista, un prestidigitador, no un alquimista como en la antigüedad.
No voy a desvelar más aspectos de la novela ni por supuesto el trepidante final, en el que el autor plantea nuevas reflexiones sobre la integridad y las contradicciones que dominan al ser humano. Sólo quiero animaros a que leáis este libro que ha sido uno de los que más me han gustado en 2014, un año lleno para mí de lecturas más apasionantes que muchas vidas. Gracias a Miguel Angel Hernández por escribirlo.

*“Intento de escapada”. Miguel Angel Hernández. Editorial Anagrama.2013. ISBN 978-84-339-9760-9 Nº DE PÁGINAS 248

Colaboración en el blog de El País ¿Y dónde queda el Sahara? ‘El mapa de la resistencia en El Aaiun’. Federico Guzmán



"Encontramos alegría en la solidaridad de otros y en ese lugar dentro de nosotros donde nada nos puede hacer daño". Federico Guzmán
Cómo resumir cuarenta años de resistencia saharaui, la mayoría de ellos pasados en la más absoluta oscuridad, en el más negro de los olvidos; silenciados por un muro, tan eficaz, que no dejó pasar observadores internacionales, que no dejó pasar la solidaridad, que no dejó pasar ni un rayo de esperanza. Hasta que en mayo de 2005 la Intifada pacífica que se inició en la ciudad de El Aaiun comenzó a socavar este muro y se empezó a conocer la verdad.
Al contrario de lo que suele suceder, la fundación de las ciudades saharauis es reciente. A pesar de lo extraño que resulta el concepto de permanencia para un pueblo radicalmente nómada, sobre la fundación de El Aaiun (los manantiales) tenemos numerosos testimonios. Sucedió a finales de los años treinta del pasado siglo; su fundador fue el militar español Antonio de Oro Pulido, a partir de un pequeño asentamiento próximo al río Saguia. Las primeras construcciones de las que se tienen constancia son la propia casa de Antonio de Oro, hoy derruida. O la de los hermanos Attaf y Moyan Uld Bachir Uld Endufy, que aún se mantiene en pie: una entrañable placa de piedra recuerda la importancia de esta casa, que de momento ha escapado al afán marroquí por borrar la memoria saharaui.
Ni siquiera un siglo ha pasado desde entonces y El Aaiun es hoy una ciudad doliente; palpita en los corazones de todos los que amamos al pueblo saharaui. La entrada del ocupante lo cambió todo. Varió la demografía, los nombres de las calles, hasta el color de los edificios, hoy pintados de un rojo extraño, odioso para la ciudad. Introdujo torturas, muerte, detenciones, desapariciones, terror… Violó el habla, la historia, la identidad. Separó familias, esquilmó recursos, abolió la jaima, maltrató al camello, extinguió la talha…
Los saharauis mantienen la resistencia gracias a su Intifada pacífica. Nos piden que les entendamos, que nunca dejemos de mirarlos, que hablemos de su causa, que no dejemos de contar lo que sucede. Nuestras armas son la observación internacional, la denuncia, romper el bloqueo informativo y tomar las armas que ofrece el arte. El arte por el Sahara es un arte libre y puesto al servicio de los que sufren, de las víctimas, de los olvidados. El artista Federico Guzmán ha puesto gran parte de su enorme talento al servicio de los padecimientos de los saharauis en diferentes proyectos.
Su obra ‘El mapa de la resistencia en El Aaiun’, en colaboración con el cartógrafo José Fernández Ruiz, está realizada a partir de entrevistas con saharauis víctimas de violaciones de derechos humanos en la ciudad ocupada. Alrededor de un gran mapa de El Aaiun Federico ha colocado una serie de ilustraciones con diferente temática, siguiendo el trazado de las calles conocemos los testimonios de las víctimas. Los saharauis renombran las calles, avenidas y barrios en las ciudades ocupadas, otra forma de resistencia y memoria. Hoy, Barrio Maatala, Eskeikima, Avenida de Smara; ayer, Casa Piedra, Barrio Cementerio, Barrio Colomina… Los orgullosos barrios saharauis forman el Mapa de la Resistencia de El Aaiún. Sobre el mapa de la ciudad se ubican los lugares donde se suceden protestas, represión, secuestros, cárceles secretas, detenciones ilegales, fosas comunes, asesinatos… la cartografía de la barbarie cometida por el invasor marroquí. Alrededor del mapa de El Aaiun se ubican los protagonistas de la resistencia pacífica.
Aminetu Haidar. Una imagen inolvidable, su melhfa amarilla teñida por la sangre de la activista. Era junio de 2005 y había sido golpeada en la cabeza por la policía del ocupante en las primeras manifestaciones de la Intifada pacífica. El gesto de Aminetu conmovió a los poetas saharauis y al mundo, que conoció por primera vez la entereza de una mujer, de apariencia frágil pero dura como sólo puede serlo una rosa de piedra. Aminetu, tu rostro ensangrentado /emergió de una bruma /iracunda, /sereno y firme, /una promesa de paz. (Bahia Mahmud Awah). Sin embargo /más allá de tus labios rotos, /del hermoso rostro desfigurado, /de la mirada oscura y ausente, /se adivina tu laudable sonrisa de gloria. /Tu firmeza de acacia solitaria. /Tu fiel esperanza de libertad y primavera. (Ebnu)
Brahim Dahan relata el torrente de palos de la policía sufrido en una de sus múltiples detenciones, como si fueran lluvia bajo una farola. “El viaje más largo es al interior de uno mismo”; años de desaparición forzada, cárcel, torturas, vejaciones, frío, falta de alimentos, palizas, insultos, muerte, terror… le llevaron a vivir esa frase en todo su hondo significado.
Gdeim Izik. La llama que encendió La primavera árabe en octubre de 2010. En aquella explanada a las afueras de la ciudad de El Aaiun, veinte mil saharauis acamparon para protestar por las condiciones económicas y sociales. El Campamento Dignidad fue destruido por las autoridades de ocupación el 8 de noviembre de 2010. El mundo no condenó, siguió en silencio, poniéndose de parte de quien nunca tendrá la razón. Ayer, hoy y mañana / Gdeim Izik / será la vergüenza, / de los que no hablaron / ni miraron / ni condenaron. (Ali Salem Iselmu)
Nayem Elgarhi. Catorce años, asesinado por las balas marroquíes mientras participaba en el Campamento de la Dignidad saharaui. Los verdugos arrancaron la tierna flor que aspiraba a ser libre. Una vida segada cuando empezaba a despuntar. Pocos crímenes pueden ser más abyectos. “Te vas… /Te vas de nosotros, engañando a la muerte / para renacer con la primavera cada ocho de noviembre” (Zahra Hasnaui); "La voz inocente de un niño / es culpable de la muerte, /culpable del odio de los verdugos, / de la ausencia de su ciudad" (Ali Salem Iselmu).
Mohamed Daddach. Durante su cautiverio, el segundo más largo después del de Nelson Mandela, Daddach pudo hacer salir de la cárcel una carta que se leyó en la Radio Nacional Saharaui. Pedía una manta y medicinas para una herida en la pierna que le dolía mucho. Sus ojos, llenos de ternura, no pueden ocultar los años de encierro, primero esperando la muerte, más tarde condenado a reclusión perpetua.
Sukeina Yedehlu. Los saharauis no tienen derecho a conservar el nombre de su familia. A Sukeina quisieron borrarle la identidad cambiando el nombre de su padre, un gran poeta saharaui, por el apellido Idrissi, desconocido en la cultura saharaui. Imposible explicar con palabras por todo lo que ha pasado Sukeina. Detenida, desaparecida, separada de sus hijos, torturada….
Said Dambar. Una noche de diciembre, en las calles de El Aaiun se celebra la victoria de un equipo de la Liga española que siguen los saharauis. Balas marroquíes hieren de muerte a un joven saharaui. El cuerpo de Said Dambar permaneció meses en un congelador de la morgue de El Aaiun, mientras su familia reclamaba una autopsia. Cuarenta y cuatro meses después de su asesinato su familia sigue reclamando justicia y exigen que se sepa la verdad.
El mapa de El Aaiun es también el de las cárceles y los centros de desaparición y tortura. La siniestra Cárcel Negra donde los presos se tienen que turnar para sentarse mientras otros duermen hacinados. En septiembre de 2005 las fotos de aquel inmundo agujero saltaron a la prensa occidental. La maldad del ser humano no conoce límite. En las cárceles marroquíes se practican brutales torturas a los presos políticos saharauis. Se arrojan cubos de agua sucia de fregar con azufre y sal, cuando el  preso empieza a ahogarse le abofetean para que vuelva a respirar. Se ata a los presos manos y pies y luego el cuerpo a una mesa. Les golpean en la planta de los pies. Palizas, abusos, suciedad, malnutrición, insultos, violaciones. El mapa del horror en El Aaiun.
Lo que no ha podido ni podrá borrar el invasor es la llama de la resistencia, latente en cada centímetro cuadrado del mapa de El Aaiun.

La amante de Matisse


Conocí a Enrique en la escuela de artes y oficios allá por 1980. Yo intentaba entonces aprender todo lo posible sobre escultura. En aquellos días, recién cumplidos mis veinte años, me consideraba una joven radical, aunque el tiempo, que todo lo pone en su sitio, me devuelve la imagen de una jovencita muy pagada de sí misma. Tenía fama de indomable y loca pero como era atractiva y abierta, podía conseguir sin esfuerzo todos los hombres que quisiera, ya saben. No suponían para mí más que un entretenimiento, así que muchos compañeros de la escuela y algún que otro profesor pasaron por mi buhardilla.
Independiente y emancipada, libre de hacer con mi vida lo que quisiera. Era admiradora y defensora a ultranza de Camille Claudel, la víctima del depredador Rodin, y en mis sueños más desquiciados me imaginaba como una vengadora de la artista, y de todas aquellas mujeres válidas devoradas por los genios. Estábamos en los años 80, las mujeres nos habíamos liberado hacía décadas y el poder estaba en nuestras manos. Solamente teníamos que perder el miedo y tomar lo que era nuestro. Por mi parte pensaba ser una artista importante, valorada por mi trabajo y que no dependería de ningún hombre.
Enrique era un chico callado, muy tímido pero vestido siempre de manera extravagante. Camisas de vivos colores, rojos, verdes, azules y amarillos combinados con descaro con todo tipo de estampados, hojas, rayas, círculos, figuras geométricas y dibujos psicodélicos. Sus pantalones y sus zapatos seguían el mismo estilo, lo que le daba un aire descuidado, de ropa vieja y usada mil veces. En un lugar donde todo el mundo se trabajaba su imagen a conciencia y donde encontrábamos demasiados bohemios estudiados, Enrique suponía un soplo de aire fresco porque estaba claro que no era una pose. Aquel joven, que parecía un auténtico cuadro andante, era tal y como le veíamos. Sin imposturas.
Enrique pintaba cuadros tan coloristas como su aspecto, los mismos colores y los mismos dibujos se repetían en su ropa y en sus lienzos. Y pasó. Yo andaba por entonces enfrascada en unas delirantes esculturas móviles pintadas siempre de azul, no olvidaba mi papel de vengadora de Camille Claudel pero su estilo ya no me llenaba, demasiado realista. Ese era nuestro problema, estábamos influidos por tal o cual artista pero ninguno teníamos voz propia. Ninguno, excepto Enrique. Enrique Matisse, el chico que acudía todos los días a la escuela en un estrambótico Escarabajo de color fucsia, con la tapicería manchada de pintura. El joven que cambiaba el olor a colonia por un inconfundible olor a trementina, el que siempre se limpiaba la pintura de las manos con alguno de los enormes pañuelos que llevaba al cuello. Matisse, con su timidez, su aspecto desvalido y su voz suave fue ganándome poco a poco la partida antes de que yo me diera cuenta de que la estábamos jugando. Empecé a seguirle a todas partes, adapté mis horarios y mis compromisos a los suyos, me pasaba las horas viéndole trabajar. Descuidé las clases, abandoné mis esculturas, dejé a mis amigos y los profesores dejaron de frecuentar mi buhardilla.
Enrique jamás sugería nada, mucho menos imponía nada, yo me limitaba a vivir para él. Y terminé por posar para Matisse en el estudio que tenía cerca de la escuela. Jamás posé antes para nadie a pesar de que muchos compañeros me lo habían pedido. Yo era una artista, no una de aquellas muchachas que seguían a los pintores, esas esclavas que acababan devoradas por supuestos genios.
Pero Enrique me cazó, literalmente caí en una trampa. Me desnudó sobre un sillón tapizado en una tela verde con rayas amarillas, al lado de un biombo oriental. La ventana abierta dejaba ver la noche oscura y una gastada alfombra roja protegía uno de mis pies del suelo helado. Me hizo que pasara uno de mis brazos por detrás de la cabeza, enmarcándola y el otro sujetaba mi pierna, subida encima del sillón. Enrique cubrió mi cuello con uno de los pañuelos que usaba para limpiarse las manos. Trabajaba muy rápido, en unas horas había conseguido un estupendo boceto. Le bastaba, después continuaría su trabajo en la soledad de su estudio. Posé para él y pensé con rencor en el resto de mujeres que habían pasado por aquella habitación porque Enrique tenía una bien ganada fama de estupendo pintor de desnudos. Y ya no volví a saber más de él. Una vez tuvo mi retrato salió de mi vida regalándome la más helada indiferencia.
Así la aspirante a genio de la escultura, la artista que quería tener voz propia, se convirtió en una modelo más de las decenas que habían posado para sus cuadros de desnudos, esas a las que Enrique paseaba en su Escarabajo, del estudio a los lugares donde exponía ocasionalmente. Una más. Y así me convertí simplemente en la amante de Matisse. Había conseguido borrar mi identidad.
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