Intento de escapada, de Miguel Ángel Hernández. Desilusión al abrir los ojos a lo que sólo se intuía
Me gusta seguir
actualidades de Murcia y una de las fuentes para hacerlo es el
periódico El Noroeste Digital. Recientemente me llamó la atención
la reseña de un libro, “Intento de escapada”, a cargo de Basilio
Pujante publicada en El Noroeste. Si la reseña de Pujante me resultó
atractiva, el hecho de que soy seguidora en twitter desde tiempo del autor del libro me llamó a leerla. Y desde luego ha merecido la
pena esta novela de Miguel Ángel Hernández, profesor de arte
contemporáneo en la Universidad de Murcia, escritor y bloguero.
“Intento de escapada” es su primera novela larga, está publicada
por Anagrama y fue mención especial del Premio Herralde.
La novela de Miguel Ángel
Hernández tiene como tema central el arte contemporáneo, en
concreto el arte social que se manifiesta a través de performances,
a veces extremas. Es también una historia de crecimiento y
aprendizaje, en la que el protagonista vivirá una serie de
circunstancias que le cambiarán para siempre. Se trata de una novela
sobre el arte, el poder, la humillación, la dignidad, la fascinación
y posterior desilusión cuando se abren los ojos, que estuvieron
cerrados a lo que no se quería ver pero se intuía. Al mismo tiempo,
“Intento de escapada” es una novela que expone numerosas
opiniones relacionadas con el arte contemporáneo. Sin embargo esta
“novela de ideas” no resulta pesada, hay una trama muy bien
llevada que llega a ser trepidante en algunos momentos, generando
gran inquietud y desasosiego en el lector.
Marcos es el joven
protagonista. Estudiante de arte, es un chico ingenuo, poco sociable,
que apenas ha vivido. Prefiere observar y pensar a experimentar.
Estudia Bellas Artes pero no quiere ser artista; según su opinión
la obra no tiene por qué ser producida. A Marcos le gusta hablar,
teorizar, discutir sobre las cosas, no llevarlas a cabo. Es de ese
tipo de personas a las que la gente confía sus secretos y sus
problemas pero a él le cuesta entablar relaciones, tampoco tiene
éxito con las mujeres. Se siente fascinado y entregado a las clases
y la personalidad de una de sus profesoras, Helena. Marcos se dice
que no tiene ninguna posibilidad con ella pero no se la puede quitar
de la cabeza.
A través de Helena,
Marcos conocerá a un gran artista, Jacobo Montes, toda una figura
del arte contemporáneo considerado como social. Ambos ofrecen a
Marcos colaborar con el artista como asistente. Helena se encuentra
en total sintonía con Montes; Marcos, al igual que se siente
fascinado por Helena, se sentirá subyugado por Montes, quien con su
arte pretende romper la abstracción y las ideas puras y llevarlas a
su realización.
El brillo emanado de la
fascinación no nos deja ver lo que hay en verdad detrás de
determinadas personas y situaciones. Eso le sucede al protagonista
con su profesora Helena y con el reconocido artista Jacobo Montes. Al
empezar a trabajar con Montes, el joven Marcos siente que forma parte
de algo importante, aunque en ciertos aspectos le dé miedo. Porque
Montes se implica en su obra artística hasta dañar su integridad.
Pero en realidad asume un riesgo calculado; es un artista reconocido,
admirado, que gana mucho dinero con su trabajo. “En el fondo
todo se hace por dinero. El arte es lo más importante. Pero el arte
es dinero”, afirma Montes. Él, a pesar de parecer un artista
“kamikaze”, está en realidad resguardado. Aunque arriesgue su
cuerpo el único que está realmente a salvo es él. Una pregunta que
planea durante toda la trama es ¿hasta dónde se puede llegar en
nombre del arte? Montes expone su integridad en nombre de su arte,
pero ¿hasta qué punto es lícito exponer la vida de los demás?
Montes se siente
impaciente ante la creación. Cuando tiene en la mente lo que quiere
hacer, no puede esperar. Argumenta que así es
como nacen las obras, “con la intensidad del momento, cuando lo
demás no importa. Eso es arte verdadero, el que ofusca, el que no
deja pensar en otra cosa más que en él”. Para Montes las
obras de arte se modifican al contacto con la realidad, se van
creando poco a poco. Legitima sus argumentos en nombre del arte.
La acción se pone en
marcha a partir de una perfomance que prepara Montes para una sala de
la ciudad de Marcos. Para ello necesitan contactar con inmigrantes.
Este es uno de los aspectos de la novela que para mí mejor ha
tratatado el autor. En la ciudad donde transcurre la acción (puede
ser Murcia, con el río y la huerta a las afueras, devorada por
polígonos industriales y urbanizaciones) los inmigrantes se instalan
en los barrios de la periferia, se arremolinan en las calles que
rodean las estaciones de tren y autobús, se reúnen alrededor de los
locutorios, como sucede en todos los lugares de “acogida” para
estas personas que llegan de otros países. La de los inmigrantes es
una “realidad invisible”. O es visible pero en realidad nadie
quiere verla. “Vosotros creéis que no hablamos español y no
sabemos nada, que estamos ahí quietos como árboles. Pero los
árboles son sabios”. Marcos empieza a abrir los ojos ante la
dura situación de los inmigrantes. Piensa que la dignidad debe estar
por encima de todo pero pronto entiende que sólo puede permitirse el
lujo de la dignidad el que tiene para vivir. En la novela vemos la
cara más real y amarga de la inmigración. De los países del tercer
mundo también llegan inmigrantes cultos, que hablan varios idiomas,
con inquietudes, están apresados por la marginalidad y precariedad
de su situación como “ilegales”, viviendo situaciones límite.
Sin embargo, esos inmigrantes son para Montes meramente materiales.
“Un material perfecto, no lo dejes escapar”, dice sobre el
inmigrante que quiere usar para una extrema perfomance. “No
menosprecies la potencia de la desesperación”. Montes se
aprovecha de esa desesperación para llevar adelante sus propósitos.
Helena consiente en que la de los inmigrantes es una tragedia
cotidiana, Montes la transformará en arte y la hará visible. “Una
historia no es nada si nadie la cuenta”.
Pero el arte de Montes,
supuestamente transgresor, en realidad no pretende cambiar nada, sólo
“arroja más mierda al mundo”.
“(…) nunca podemos solucionar las cosas; sólo repetirlas. El
artista, como el resto de las personas, sólo puede reproducir la
lógica del sistema en el que se halla inserto. Por eso él no
intentaba nunca demostrar nada, sino tan sólo mostrar algo que no
podía ser cambiado. Él simplemente mostraba”. ¿Tiene
sentido un arte que sólo muestre, que no denuncie, que no pretenda
mejorar las cosas? ¿Es lícito un arte que se aprovecha de la
debilidad de los demás?
Marcos comienza a pensar
que la propuesta de Montes es denigrante. Cuando expresa su
desaprobación, Helena empezará a mirarle mal. La lectura nos
plantea más preguntas: ¿qué es realmente denigrante?, ¿la
propuesta o las condiciones en que malviven los inmigrantes, su
brutal explotación laboral, la sociedad que lo consiente? El
inmigrante responde a Marcos que se presta a aquello por necesidad;
toma su decisión libremente y sin ser coaccionado por el artista.
Pero en realidad se trata de una elección dictada por la necesidad,
no es en verdad libre para tomarla.
Cuando comienza la
performance Marcos tiene otra impresión de Montes, le considera un
ser perturbado, oscuro, peligroso, carente de humanidad, terrorífico.
Sobre Marcos planea entonces la incomodidad, la duda sobre la
necesidad de aquella acción, de si eso puede ser considerado arte.
Le resulta repugnante lo
que antes le fascinó. Le había interesado la teoría, las palabras,
pero la puesta en escena de todo aquello le repele. Marcos “se
siente desbordado por la realidad”. Desmonta ese llamado arte
social que en realidad no soluciona nada y se aprovecha de la
necesidad de los más desvalidos. Entiende que Montes plantea el arte
como algo desquiciado, como un sacrificio; detrás de las más
grandes obras hay historias terribles. “La cultura es también
barbarie”, afirma. “Montes, más que un gran artista, en
el fondo era un maltratador social”. “El artista puede ser un
hijo de puta. El artista no tiene por qué ser buena gente. Que el
arte no tuviera que ser necesariamente bueno no quería decir que
tuviera que ser obligatoriamente malo”.
Montes juega a ocultar
algo que en realidad está a la vista de todos. De aquí surgen
nuevas reflexiones. Nadie se atreve a profanar una obra de arte. El
arte tiene secretos y enigmas, no podemos pretender entenderlo todo.
El espectador no se atreve a tocar nada, siempre hay una barrera
invisible entre obra de arte y espectador. El artista contemporáneo
es un ilusionista, un prestidigitador, no un alquimista como en la
antigüedad.
No voy a desvelar más
aspectos de la novela ni por supuesto el trepidante final, en el que
el autor plantea nuevas reflexiones sobre la integridad y las
contradicciones que dominan al ser humano. Sólo quiero animaros a
que leáis este libro que ha sido uno de los que más me han gustado
en 2014, un año lleno para mí de lecturas más apasionantes que
muchas vidas. Gracias a Miguel Angel Hernández por escribirlo.
*“Intento de escapada”.
Miguel Angel Hernández. Editorial Anagrama.2013. ISBN
978-84-339-9760-9 Nº DE PÁGINAS 248
0 comentarios:
Publicar un comentario