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Presentación de “Las órdenes” de Pilar Adón, el deseo de escapar del refugio


En la mañana del sábado 14 de abril nos hemos reunido un grupo de lectores de la poesía de Pilar Adón para acompañarla en la presentación de “Las órdenes”, su nuevo libro de poemas. La cita ha tenido lugar en La semillera, una preciosa librería-hogar, como dice su editora Elena Medel.
Elena y Pilar han mantenido la “tradición” de presentar el libro a través de un diálogo entre ambas sobre esos poemas “valientes”, como los define la editora. “Las órdenes” es el tercer poemario que Pilar publica en La Bella Varsovia, tras “La hija del cazador” y “Mente animal”.
En palabras de Elena, la escritura de Pilar “se asemeja a una colmena, con celdas que van llenándose de historias y pequeñas conversaciones y diálogos que van forjándose entre sus libros”. La editora considera que “Las órdenes” es “el mejor libro de Pilar”, teniendo en cuenta que la poesía es el eje fundamental de su escritura. Si bien, los anteriores poemarios de Pilar están relacionados entre sí y también con la novela “Las efímeras” y “La vida sumergida”, su último libro de relatos, en “Las órdenes” hay intenciones que no estaban en sus otros libros.  Elena cree que con este poemario la autora “ha abierto una línea nueva”.
Pilar Adón se muestra de acuerdo con la opinión de su editora. “Ha habido un cambio”, reconoce, aunque no ha sido fruto de una intención previa a la hora de escribir. “Lo hice obedeciendo a la experiencia y la evolución”. De nuevo se repiten algunos de sus temas recurrentes, como el miedo, la dependencia o la naturaleza. Pero “la búsqueda consciente de la verdad” que ha acometido en este libro ha desembocado en “el texto más desnudo que he escrito en mi vida” con una desnudez que, en palabras de la autora, “roza la pornografía”. Pilar reconoce que es un poemario “sin ningún artificio” que la ha llevado a quedar “demasiado expuesta, he puesto toda la carne en el asador”. Sobre “Las órdenes”, que ya va por su segunda edición a pesar de su reciente salida al mercado, ya se ha dicho que es el mejor libro de Pilar Adón, incluyendo su trabajo en prosa. Ella se muestra satisfecha con el resultado pero al mismo tiempo avanza que no va a volver a exponerse de tal manera.
A la pregunta de Elena Medel en relación al título del poemario, Pilar explica que tiene que ver con “un miedo concreto, específico, muy centrado en mi experiencia con la familia”. El título remite a las órdenes familiares, “de las que quieres huir pero no puedes, estás anclado de por vida a esa unión, a ese anclaje emocional, que crea dependencia”. También remite, según explica Pilar, al “orden jerárquico en las familias”, en el que se encuentran “los padres en la cima, luego el hermano y luego la mujer, en un orden piramidal”. Estas relaciones se basan en el “esto es lo que hay”, lo que genera “una rebeldía callada”. Esa rebeldía es la que “te hace perseverar para poder salir, para quitar esos obstáculos”. Esas luchas “son las que nos han hecho más fuertes pero al mismo tiempo generan una sensación de culpabilidad por no ser la hija perfecta”.
Uno de los temas que se repiten en el nuevo poemario de Pilar es la percepción de que en el lugar “donde crees que estás seguro, en realidad no lo estás”. Así, la familia y el hogar son entendidos como algo contrario al refugio. Hay además una reflexión sobre los cuidados.
Pilar explica que las relaciones de cuidado y dependencia son “el gran tema” del poemario, “junto con el miedo y el deseo de huir”. Ese querer y no querer estar “es paradójico y difícil de explicar”. Recuerda que el escritor “es el gran ausente, debido al afán por estar en nuestra realidad”. La autora recuerda que decidió desde muy joven no ser madre pero aun así siempre hay alguien a quien cuidar. El hogar como lugar acogedor “es contradictorio porque a la vez es un lugar del que queremos salir pero del que al final no podemos escapar”. El amor a la familia se ve a la vez como “doloroso”.
Como novedad en este poemario está presente una honda reflexión por la preocupación sobre el lenguaje y la manera de nombrar. “No sé muy bien por dónde voy a tirar ahora”, reconoce Pilar. “Actualmente me veo obsesionada por encontrar las palabras justas, por la depuración del lenguaje”. En esta obsesión por encontrar el significado de las palabras se corre el peligro que la literatura “deje de ser creación e imaginación” y pase a convertirse “en un proceso de cincelado y escultura”. Un proceso que a Pilar le da la impresión de que puede ser “peligroso”, concluye.
EL AMOR EN BRUTO no sirve.
Hay que dosificarlo.
Saber domarlo y repartirlo
hasta que se extinga.




“La vida sumergida” de Pilar Adón, maestría en el relato


“Los seres salvajes no han nacido para ser felices”. Así finalizaba la escritora Pilar Adón la presentación en Madrid de su nuevo libro de relatos, “La vida sumergida”, una colección de cuentos, que retoman los temas que obsesionan a la escritora madrileña: la dependencia, la sumisión, la naturaleza asfixiante y cruel, el aislamiento como forma de refugio, la utopía que acaba desencantado, o las relaciones de interdependencia. Temas que protagonizaban sus dos trabajos anteriores, la novela “Las efímeras”, también editada por Galaxia Gutemberg y el poemario “Mente animal” de La Bella Varsovia, editorial de su buena amiga Elena Medel. Se trata de relatos que Pilar escribió mientras trabajaba en “Las efímeras” durante un largo período de trece años. Ambos libros se han contagiado, inevitablemente, y comparten universo común.
Nos reunimos en la veterana librería Alberti, escenario de tantas presentaciones de Pilar y de Impedimenta, la editorial que dirige junto a Enrique Redel, para dar la bienvenida al nuevo trabajo de Pilar. La acompañaba Joan Tarrida, editor de Galaxia Gutemberg, que definió la obra de Pilar Adón como “coherente, exigente, con una mirada propia, con mundos muy particulares, lugares donde uno a buscar refugio y que al final se convierten en meras cárceles”. Consideró una “suerte” editar a Pilar.
A continuación la periodista de ABC Cultural, Inés Martín Rodrigo, inició una entrevista  con la autora, “una de sus debilidades literarias”. Pilar Adón es poeta, cuentista, editora, traductora y novelista y “todo lo hace bien”, aunque Inés se decanta por “sus relatos”, género en el que Pilar “es una maestra”, a la altura de Cristina Fernández Cubas, en palabras de la periodista.
La escritora reconoció repetir en su obra una serie de temas, que son “los que me gustan como escritora y como lectora”. Explicó su interés por la gente que se aísla, que busca refugio, igual que hace ella misma para leer y para escribir. Así mete a sus personajes en lugares cerrados “donde aparentemente quieren estar”, en busca de unas utopías que tampoco acaban siendo lo que esperaban. Otro de sus temas recurrentes es la vida en la naturaleza, con la inevitable referencia a Thoreau y a Emerson. Pilar no acaba de estar de acuerdo con la idea de Emerson de que “La naturaleza está ahí para que la contemplemos y nos hagamos mejores”. En su opinión, “La naturaleza no está ahí para nada y su contemplación tampoco nos hace mejores. La naturaleza tiene un componente salvaje, donde sobreviven los fuertes a costa de los débiles”.
Los personajes favoritos de Pilar Adón son seres que viven aislados, entre los que hay enfermizas relaciones de interdependencia. Esa dependencia es la excusa que los personajes se ponen para no hacer lo que creen que quieren hacer. “Eso genera insatisfacción en muchos de mis personajes”. Pero cuando desaparece ese impedimento tampoco se liberan “porque no tienen el valor para hacerlo”.
A Pilar le gusta plantear las historias de manera lateral, ir presentando poco a poco y de manera abstracta lo que les va a pasar a los personajes. Ahí reside gran parte de su maestría en la construcción de las historias, que suelen tener una carga psicológica muy fuerte. “Yo analizo mucho, hay mucha reflexión en mi escritura y muchas referencias a mi realidad, a mi manera de ver el mundo”.
En cuanto a sus referencias, Martín Rodrigo mencionó a Angela Carter, una escritora actualmente revisitada, de quien aparece una cita en uno de los relatos de “La vida sumergida”. Sin embargo, la cita de Carter la incluyó después de haber escrito el cuento y se trata de una escritora que ha leído recientemente. Ese cuento, “La primera casa de la aldea”, contiene referencias a Caperucita roja, y es que los cuentos infantiles sí tienen influencia en la escritura de Pilar. En cuanto a Tolstoi, también nombrado por la periodista, el proceso de escritura de “Las efímeras” le llevó a interesarse por las comunidades tolstoianas, pero tampoco reconoce a este autor como influyente en su literatura, “sí lo es Chejov”. Pilar señaló que “hay escritores que te influyen en una época pero luego esa influencia se va diluyendo”. Es lo que le sucedió con los autores ingleses que fueron referencia en su juventud. “Pensaba que mi día a día no era un motivo literario”. Pero llegó el momento en que se dio cuenta de que lo que quería contar iba más allá de los libros. “Me di cuenta de que podía hablar de muchas cosas. Ese era mi mundo y lo conocía tan bien que podía dedicarle mucho espacio literario”. Un espacio literario absolutamente personal.
Pilar “reivindica a la mujer libre mediante una reflexión muy profunda”, en palabras de Inés Martín Rodrigo. “Casi todos mis personajes son mujeres. En muchos casos las mujeres se defienden atacando, de manera activa y violenta”. Sobre las diferentes polémicas en relación a la escasa presencia de mujeres en festivales y congresos, Pilar opina que todavía nos falta la tradición. De alguna manera todavía hay quien entiende que escribir “es para las mujeres un capricho, aún hay una visión infantil de las mujeres, todavía hay un deseo de protección por parte del patriarcado”.
Pilar Adón, que confiesa tener una mentalidad es “de aspirante”, es un espejo donde mirarnos las que queremos escribir, seguir sintiendo curiosidad y avanzar.

“La vida sumergida”. Pilar Adón. Narrativa. Galaxia Gutenberg, 2017. 153 páginas. 17,90 euros

‘Las efímeras’, de Pilar Adón. Una envenenada delicia


Las apariencias engañan. Y cuánto. Una mujer lánguida, tumbada en un bosque presumiblemente plácido nos recibe en la bonita portada de ‘Las efímeras’. En la solapa encontramos a una autora sonriente, de aspecto amable y más que juvenil, la escritora madrileña Pilar Adón. Pero lo que nos espera durante la lectura del libro no puede estar más lejos de lo apacible y lo amable.
‘Las efímeras’, novela de Pilar Adón, nos reunió en el cierre del Gabinete de Lectura de La Central de Callao (Otoño’15) con Jesús Casals y la autora. La hora y media de la que disponíamos se nos quedó corta, en un gabinete que transcurrió con agilidad e interacción entre lectores y autora, una Pilar Adón que supo ganarse a su público, que debatió, cuestionó, y atendió a todas nuestras preguntas, que reflexionó con nosotros sobre lo que cada uno habíamos sacado del libro. Porque se trata de una novela llena de posibles lecturas, repleta de pistas y de sugerencias, de caminos intrincados y de meandros por explorar.
Escuchamos durante toda la sesión la repetición de términos como “violencia”, “salvaje”, “dependencia”, “miedo” o “dominación”, envueltas, eso sí, en un rico, rítmico y sutil lenguaje. El de Pilar es un lenguaje muy medido, en absoluto violento a pesar de la violencia de la historia; lo que en mi opinión aumenta la sensación que provocan en el lector los hechos que tendrán lugar a lo largo de la trama. Esa apariencia amable no deja totalmente desprevenidos ante lo que está por venir.
Pilar nos habló sobre la conexión entre ‘Las efímeras’ y su poemario ‘Mente animal’ (La bella Varsovia, 2014). “Están vinculados porque su escritura coincidió en el tiempo”, explicó. Pilar ha escrito dos novelas anteriormente ‘El hombre de espaldas’ (Ópera Prima, 1999) y ‘Las hijas de Sara’ (Alianza, 2003). Mientras tanto ha publicado dos libros de cuentos ‘Viajes inocentes’ (Páginas de espuma, 2005. Premio Ojo Crítico 2005 al Mejor Libro de Narrativa) y ‘El mes más cruel’ (Impedimenta, 2010), dos poemarios, el mencionado ‘Mente animal’ y ‘La hija del cazador’ (La bella Varsovia, 2014); también ha sido traductora de varias obras. “Mi intención era escribir otra novela, pero me di cuenta de que, de alguna manera, estaba escribiendo de nuevo ‘Las hijas de Sara’, en cuanto a recursos, paisaje, personajes, repitiendo el motivo de un personaje que viene de fuera a trastocarlo todo. Al darme cuenta, corté con la novela y seguí con los otros trabajos”. Sin embargo Pilar ya tenía un esquema argumental, que iba evolucionando y se iba convirtiendo en ‘Las efímeras’.
Pilar tiene una teoría que ya le he escuchado en alguna ocasión y con la que, modestamente, estoy bastante de acuerdo: todos los escritores repiten (repetimos) de alguna manera la misma historia: “En mi caso se repite el deseo de huir, el aislamiento, el deseo de ser diferente y el miedo a lo que eso conlleva. También la presencia de la naturaleza, para mí es esencial. Se trata de un personaje más que les envuelve y atrapa. Lo que más me interesa es crear la atmósfera y de ahí nacen los personajes”.
El bosque, la naturaleza amenazante, tiene una enorme presencia en gran parte de la escritura de Pilar. Se trata de una naturaleza salvaje, desbocada, que nadie controla. “Conozco el campo desde pequeña, su dureza, la dificultad de labrar la tierra, de tener animales”. A la autora también le interesan los insectos (abejas, garrapatas, reznos, arañas), como seres presentes en esa naturaleza. Precisamente “las efímeras” son unos insectos que sólo viven un día, en ese día de vida incluso les da tiempo a reproducirse.
El otro gran escenario de ‘Las efímeras’ es esa comunidad donde viven los personajes, La Ruche (la colmena), rodeada por el bosque, y basada en una escuela cooperativa libertaria francesa que existió a principios del siglo XX y en una residencia para artistas ubicada en el distrito de Montparnasse, en Paris. Las comunidades utópicas respondieron a un intento de organizarse, de dar respuesta a una serie de inquietudes de la sociedad, buscando una forma de vivir más conectada con la naturaleza. “Me interesa mucho el tema de las utopías que se destrozan al entrar en juego las pasiones humanas”. Eso sucede en esta comunidad, llena de odios, frustraciones, equívocos y aislamiento. Pilar está de acuerdo con lo que le han señalado muchos lectores en diferentes encuentros, ‘Las efímeras’ es una historia deudora de los cuentos de hadas.
Otro tema muy presente y que interesa especialmente a Pilar es el lastre de nuestros antepasados que llevamos con nosotros. Eso implica arrastrar una carga, generación tras generación, repitiendo errores, fracasos, miedos, odios…
Me interesaba conocer la ubicación de la novela, así se lo pregunté a Pilar. Nos confirmó que está ambientada en un espacio indefinido, en un tiempo actual pero, al tratarse de personajes que se encuentran aislados, el tiempo aparece también indefinido. En la novela aparecen coches, pero no hay móviles, ni internet, aspectos que marcan actualmente la vida en cualquier parte del mundo.
 “Al comenzar a escribir mis novelas necesito tener la primera línea y el final”, nos explicó Pilar. Pero no está todo claro desde el principio. “Parto de una estructura pero en el medio, durante el proceso de escritura, hay un margen para la improvisación, aunque no dejo que se me rebelen los personajes”.  Los personajes principales de ‘Las efímeras’ son las hermanas Dora y Violeta. Ambas mantienen una relación extraña y enfermiza, con tintes sexuales que se sugieren muy sutilmente en la historia. Pilar nos explicó que imaginó a Dora como una Diana Cazadora, que maneja la casa y los perros, abastece a la familia, se encarga del hogar. Tira de uno de los protagonistas masculinos, Tom, para las tareas pesadas que ella no puede realizar. Para la autora Violeta es una especie de Ondina, una mujer lánguida, supuestamente débil, que escribe poesía.
Violeta encontrará en Denis a un ser con quien compartir sus frustraciones, ambos “se sienten excluidos de los privilegios de los otros”. Denis se obsesiona con la joven y vive para estar con ella. Se trata de un personaje lleno de rabia y rencor. Violeta, con sutileza, malmete a Denis contra los demás, en especial contra su hermana: “Tú no tienes ni idea de lo que me gustaría hacer a mí con mi hermana”. Denis es un personaje que arrastra el pesado fardo de un hecho trágico que le sucedió a su bisabuelo y señaló a su estirpe en la comunidad. No es capaz de escapar de ese “destino”, al que él de alguna manera se aferra con testarudez.
Anita es la líder de la comunidad, de manera impuesta, “dinástica”. Es un líder protegida, que tiene poder por herencia y se mantiene encerrada en “su torre”, su casa en la Ruche. Ella permanece aislada voluntariamente, prefiere estar a sus cosas y no relacionarse demasiado con la comunidad. Pronto mostrará su faceta cruel y despótica al salir de su fortaleza. No quiere soltar su poder pero a la rehúye sus obligaciones, haciendo dejación de sus funciones. Cuando aparezca Tom sentirá que hay algo más. Él es un hombre joven, el personaje que viene de fuera y llega para a trastocarlo todo, a llevar problemas e inquietud a una comunidad, por otra parte llena de imperfección.
En apariencia los personajes más fuertes en ‘Las efímeras’ son las mujeres, aunque según avanzamos la lectura empezamos a dudar sobre quiénes verdaderamente detentan el poder. En definitiva, y en palabras de la propia autora “no hay en la novela un personaje que no sea violento”. Así lo demostrarán, de palabra y hechos.
Para finalizar hablamos de la traducción, otra de las facetas que cultiva con mimo Pilar, lectora infatigable, “Ante todo somos lectores y luego llegamos a la escritura”. Su último trabajo como traductora es “El árbol”, de John Fowles, que acaba de publicar Impedimenta. Se trata de un ensayo que comienza con un tinte biográfico, sobre la relación del autor con su padre, pero poco a poco se adentra en la relación de Fowles con la naturaleza y la mezcla con su relación con la creatividad. Se trata de unas relaciones “salvajes”, el libro parece no tener un propósito ni un esquema determinado. Esto se refleja también en la manera en que está escrito, de hecho se ha definido el libro como un “argumento contra la censura de lo salvaje”.
En definitiva, ‘Las efímeras’ es un libro de impecable factura, incómodo, trabajadísimo, que no nos deja indiferentes. Lleno de claves (esa sonrisa del final), recovecos y múltiples lecturas, requiere una lectura activa e inteligente, alejada de la falta de concentración y reflexión a las que nos enfrentamos en la literatura (y la vida) actual. Una envenenada delicia.
Pilar Adón y Jesús Casals

“La retirada no es una opción”. Presentación del poemario Mente animal de Pilar Adón.


“En Toledo también llueve a veces”, ironizaba la poeta Pilar Adón durante la presentación de su último poemario en la tarde del jueves 22 de enero en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Callao. Se había comparado 'Mente animal' con la obra del Nobel sueco Tranströmer. El libro de Adón transcurre en la naturaleza sí, pero una naturaleza cainita y nada sublimada, ese mundo rural español crudo y muy real. Los años han llevado al autora a abandonar esos espacios idealizados de sus inicios, “jardines ingleses, espacios idílicos”, y a aterrizar en un escenario muy duro, aunque pasado por el filtro de la literatura.
Acompañaron a Pilar en la presentación de ‘Mente animal’, publicado por la editorial cordobesa La bella Varsovia, Elena Medel, poeta y editora y la periodista Inés Martín Rodrigo, del Área de Cultura de ABC.
Elena Medel se declaró editora de poesía en estos tiempos que corren por pura “militancia”.  “La editorial es el proyecto de mi vida”, afirmó. ‘Mente animal’ está siendo un libro de largo recorrido, salió en mayo pero “un año después sigue teniendo vida, con una segunda edición a punto de salir”. Lectores y libreros siguen entusiasmados con el libro.
Posteriormente tomó la palabra la periodista Inés Martín Rodrigo, que se refirió a 'Mente animal' como un “poemario crudo, latente, intenso, con capacidad de sacudir al lector”. Según Inés “la senda de Pilar en la poesía ha estado plagada de retos, todos ampliamente superados”.
Comenzó entonces una presentación en ese formato entrevista que tan bien funciona. Inés y Pilar se complementaron perfectamente. Pilar estaba de acuerdo en las apreciaciones de la periodista, muchas de ellas incluso novedosas; a pesar de que es difícil ser sorprendida cuando se llevan muchas presentaciones de un libro, la autora parecía estarlo. Ambas coincidieron en destacar que ‘Mente animal’ es, curiosamente, un poemario narrativo y con personajes, una búsqueda de un lugar donde refugiarse, búsqueda infructuosa, porque ese lugar no se encuentra, es más, probablemente no existe.
Pilar explicó que ante sus libros siente algo parecido a lo que debe sentir una madre ante un hijo. Siente pudor al hablar de sus libros, pero ese pudor no está presente mientras está escribiendo. Se habló mucho sobre creación y literatura durante la tarde, de escritura y de necesidad de escribir como un sentimiento físico, “cuando estoy sin escribir siento hambre”, afirmó Pilar. También de los libros como refugio y como cobijo. A pesar de que la literatura ha llevado a la autora a renunciar a muchas cosas no podría dejarla jamás, “la retirada no es una opción”, concluyó.
A pesar del lirismo Adón trata en el poemario temas muy duros. Como el suicidio. Inés hizo mención al verso “Qué mejor reclamo para el suicida que el cielo azul”. La autora recordó que muchas de sus escritoras de referencia, como Silvia Plath o Virginia Woolf, “las dramas de la tragedia”, acabaron suicidándose. “En la época juvenil se tiende a confundir el genio con la locura, lo que es muy peligroso. No hay nada peor que llegar a una conclusión así, no hay que llegar a tal grado de sufrimiento mental y físico para alcanzar el genio artístico y literario”.
Hablábamos de Tranströmer al inicio de esta crónica, con quien se ha comparado a Pilar por tratar temas muy hondos tras una aparente frialdad en la forma, por sus versos afilados. Pilar explica ese estilo descarnado y directo, necesario para un libro en el que “se hace un enfrentamiento brusco y desnudo con la realidad, por tanto la forma debía ser igual”. La autora confiesa que trabajó especialmente para quitar el mayor número posible de adjetivos, “buscando la dureza de fondo y de forma. Así me forcé a encontrar el sustantivo exacto que explicase lo que quería contar sin adjetivos”. 
Adón nos abre los ojos a puñetazos (poéticos). No da opción a la amabilidad, la autocomplacencia, la idealización o la piedad. Aspereza, crudeza pero, a pesar de todo, emoción. Pilar huye de la idealización de la infancia “no la recuerdo como un tiempo especialmente feliz. Rechaza una naturaleza sublimada, esa corriente “muy Disney” (como ha afirmado en alguna entrevista), de reflejar la naturaleza como “un ente benévolo”; “ante la naturaleza hay que mostrar admiración pero sin engaños”, afirma. También nos baja de la nube en lo referido a  la creación, “no existen las musas, todo es fruto de un duro trabajo”.
‘Mente animal’ es un avance en el camino de Pilar Adón. Inquietante, maldita, afilada, incisiva, una lectura que no puede dejar indiferente a nadie.

‘Mente Animal’. Pilar Adón. Ed. La Bella Varsovia. Córdoba, 2014. 47 páginas. 10 euros

Tinta roja. Recital de las poetas Pilar Adón y Concha García




No he sido nunca lectora asidua de poesía, tampoco sé escribirla. Gracias a la suerte de haber conocido a los poetas saharauis que escriben en español empecé a apreciar este inmortal género literario. Y una cosa que me sorprendió fue descubrirme disfrutando en recitales poéticos. La poesía recitada por sus autores gana muchos enteros, un poema bien recitado nos transporta al mundo donde te quiere llevar autor, supone un disfrute que no podía imaginar. Recuerdo con especial placer un recital poético en el festival Valiente Inverso en octubre de 2012; fue un mano a mano entre Luis Alberto de Cuenca y Roger Wolfe, en el que cada uno leía los poemas del otro. Los buenos poetas tienen tanta potencia que un recital desnudo, sin música, efectos especiales, vestuario o adornos, puede dejar a la audiencia clavada en el sitio, sin respiración. Eso me sucedió aquella noche. Otros recitales inolvidables para mí son uno de Ana Rossetti en un colegio mayor de Ciudad Universitaria o la gran Laura Casielles recitando sus poemas en la Biblioteca Nacional hace unos meses.
El pasado miércoles me embarcaba en una nueva actividad poética. La cita era en La Central de Callao, dentro del ciclo de poesía Tinta Roja, coordinado por Ana Cibeira, que convocó a las poetas Pilar Adón (Madrid) y Concha García (Barcelona).
Pilar comenzó reflexionando sobre la creación y el por qué de escribir. Ella lo dice todo de manera suave, comedida, con voz pausada y en tono bajo, pero lo que dice no es cualquier cosa, a mí al menos me hizo reflexionar. Y es que se dijeron muchas cosas interesantes. Pilar recordó las palabras de Pessoa: “el arte sirve porque te saca de aquí”. La creación como una huida.
Pilar Adón, que escribe novela y poesía, explicó que “la poesía es un estado del ser, una manera de estar, de asimilar lo que te rodea”. En la narrativa se habla de una realidad, que tampoco tiene que ser personal, en palabras de la escritora. En la novela “hay una realidad impuesta, necesaria, redonda, unos personajes, un universo interno”, hay que estar “con los pies en el suelo”, ser “obediente”, según Adón. Sin embargo, cuando escribe poesía, Pilar confiesa ser “desobediente”, forzando la realidad y la coherencia de la historia. “En poesía me desubico, me dejo llevar”, confiesa, “es un estado del ser distinto”.
Pilar es autora de dos poemarios “Con nubes, animales y fantasmas”, y “La hija del cazador”. El primero lo define como un libro muy narrativo, escrito en un momento “de huida”. Con “La hija del cazador”, editado en 2011, Pilar Adón busca regresar a sus raíces, “al terruño” como contrapunto a esa indudable influencia anglosajona que reconoce la autora.
Escondites
Huida al bosque, la hija
se alimenta de animales silvestres.
Duerme, bebe.
Respira como un pez.
Separa los labios. Baila en círculos.
Cansadas las piernas, reposa.
Anhela temas sutiles, sensatos.
Un más allá del universo negro.
No ser árbol
ni permanecer.
De La hija del cazador (La Bella Varsovia, 2011)
Concha García, de largo e intenso recorrido poético, llegaba desde Barcelona. Leyó poemas de sus poemarios “Acontecimiento” y por primera vez de “El día anterior al momento de quererle”, libro recién editado. Según explicó entre ambos hay cinco años, pero hay un cierto engarce entre los dos. Concha García, nos dejó bellas imágenes: habló de “el amor como viaje” o cómo “lo mágico cabe en la realidad”. La poeta afirmó que el acto de creación es muy curioso, tiene que ver “con el devenir del propio autor, no es nada exacto”.
Sensación en el labio
Me da sorpresa bajar
por la ventura de mis emociones
porque para qué haber estado alta
si la fiebre la produce el recorrido.
Tengo un beso junto a la boca
y un tiempo para que dure
la sensación del beso que recibo
y la inscripción de la sinceridad.
Otro tiempo no lloraré sin saberlo
que es como ahora que por encima
de la conciencia está la voluntad
de sentir un beso junto a la boca.
Si ese beso se parte y va al labio
una senda del beso que se fue
se irá sin mí también
y no será simétrico.
Por eso es gran cosa.