Antonio Vega. De afanes temibles y obsesivos
“A cada día, su afán”, dice Manuela, la
madre de Marga del Río en ‘Tu voz entre otras mil’, documental sobre la vida de
Antonio Vega que vimos hace unas semanas en los cines Renoir de Madrid. Escribo
esta reseña, que no sé ni por dónde va a salir, sintiendo respirar a mi lado ese afán que
tanto me atrae y que tanto temo, yo me entiendo.
Después de varios años de duro y complicado
trabajo, el pasado mes de mayo la periodista Paloma Concejero finalizaba por
fin su documental sobre Antonio Vega ‘Tu voz entre otras mil’, una estrofa de una
canción de Vega, ‘Persiguiendo sombras’. El documental pudo llevarse a cabo
finalmente gracias a la microfinanciación y ha conseguido llegar a la gran
pantalla y estrenarse en mayo en cines de diferentes ciudades españolas,
aguantando incluso varias semanas en Madrid y Barcelona, casi una proeza.
El documental indaga en especial sobre la
vida y personalidad del gran Antonio Vega, ese maravilloso y siempre inspirado
letrista y compositor, exquisito poeta, cantante hondo, guitarrista más que
competente, que sólo se parecía a sí mismo. Antonio, de arrebatadora belleza,
hacía bien todo lo que se proponía, solo que se dejaba llevar. Antonio marcó la
juventud de los que nacimos entre las décadas de los 60 y los 70, primero con
Nacha Pop y luego en solitario. En mi juventud más juvenil se mezclan recuerdos
de los conciertos de despedida de los Nacha en Jácara (en los que no estuve),
el doble álbum en directo que se grabó entonces (que me grabaron en cinta) y la
versión del ‘Romance de Curro el Palmo’, aquella versión de Serrat que conocí
en mis prácticas de radio en el verano del 95. Antonio se zampó la versión
original de Serrat con su dolorosa interpretación. Como devoró a Antonio
Carmona cuando su voz aparecía en la segunda estrofa de ‘Se dejaba llevar’, en
el archiconocido ‘De akí a Ketama’. Antonio, con su pelo largo, su delgadez y
fragilidad, su camisa blanca y su inconfundible forma de interpretar se llevaba
en aquella canción al público de calle. O aquel video de ‘Relojes en la
oscuridad’ con un Antonio gamberro y divertido que recuerdo haber visto en ‘La
Bola de Cristal’. Antonio está presente cada vez que andamos por Malasaña,
pasamos ante el Penta, o frente a su plazuela en el barrio. Flashes, muchas y eternas
imágenes, melodías y poesía.
‘Tu voz entre otras mil’ se ha estrenado
precedido de cierto escándalo por los follones que ha habido con la familia de
Antonio, dolida con la imagen del cantante que se ha ofrecido finalmente en el
documental. La directora se ha defendido alegando que se les había informado
con detenimiento de cómo discurría su trabajo y que la propia familia colaboró
con el equipo prestando material inédito y apareciendo en entrevistas. ¿Se
cuenta algo que los que seguimos a Antonio no supiéramos? Creo que realmente
no, lo más novedoso son algunos testimonios aportados, como los de la familia
Vega Tallés, de su ex mujer Teresa, que nunca había hablado en público, y de la
madre de Marga… Lo que sí resulta demoledor es asistir en primera fila,
pantalla grande, durante dos horas y sin posibilidad de escape, a la
autodestrucción de una persona tan bella, brillante, talentosa y prometedora,
una destrucción asumida, meditada, aceptada y promovida por el propio Antonio
Vega y a la que se consagró con casi tanta pasión como la que dedicó a la
música. “Es imposible sacar a nadie del sitio en el que quiere estar”, afirma
su hermano Carlos Vega. Nadie es más consciente de eso que ellos mismos.
En estos casos siempre me planteo una
cuestión, ¿necesitamos saber cómo eran / son personalmente, en su vida
cotidiana, nuestros ídolos, aquellos creadores (artistas, músicos, escritores,
actores) a los que admiramos? ¿Hasta qué punto necesitamos conocer su vida? ¿Realmente
necesitamos saber sus miserias? ¿Con esas disecciones de sus personas entenderemos mejor sus obras? Sí y
no diría yo. ¿Dónde está el límite, dónde parar?, ¿qué es conocimiento y qué
mero chismorreo o malsana obsesión? A nuestros mitos les podemos exigir que
sean grandes artistas pero eso no implica que sean buenas personas. ¿Por qué
tienen que ser buenas personas?, ¿qué es ser una buena persona? De Antonio Vega
yo lo quiero saber todo de sus canciones, tantas (tiene tantas canciones
perfectas e inolvidables Antonio Vega)
que forman parte de la vida y son patrimonio de muchísimas personas.
“Las canciones salen de uno para que formen parte de la vida de otros”, como
decía Antonio, “un día las canciones te dicen adiós y se van a vivir con los
demás”. Amamos a Antonio Vega desde hace más de treinta años por sus canciones. Sobre el hombre que habitaba en él, sus tristezas y alegrías, anhelos, aspiraciones, su dolor y su ambición, sólo saben quienes le trataron de cerca. Para ellos queda la íntima historia de Antonio, para el resto, su música y su poesía, su afán por seguir adelante pese a todo, y esa ardiente vitalidad de sus últimos dos años.
Siendo la vida de Antonio como fue, por ahí
han llegado la mayoría de críticas al documental. Hay quien habla de decepción,
de que no se le hace “justicia musical”; se critica que no se hable apenas de
sus canciones, de su virtuosismo con la guitarra, de su potencia para componer
letras. Se reprocha a la directora que se haya centrado en la vida personal de
Antonio y en sus adicciones, que terminaron marcando el devenir de su vida. En
definitiva que en ‘Tu voz entre otras mil’, hay un “desequilibrio entre el tema
musical y personal”. Porque es cierto que se escuchan sus canciones, varias de
las más grandes canciones de Antonio, que proyectadas en toda la amplitud y
fuerza de un cine resultan si cabe aún más bellas, completas y desgarradoras.
Ciertamente se cuentan las circunstancias de la composición de ‘Chica de ayer’,
aquella canción que llegó a odiar durante un tiempo, o ‘El sitio de mi recreo’,
pero al mismo tiempo se echa de menos más información sobre su música, cómo
componía o cómo grababa Antonio, sus guitarras, su afán obsesivo (como todos
sus afanes) por ser un virtuoso de la guitarra o componer la letra perfecta.
El documental, que sin duda está hecho
desde un enorme amor a Antonio, deja al borde de las lágrimas al espectador en
muchas ocasiones, demasiadas, e incluso crea un gran desasosiego. Resulta muy doloroso
asistir al desarrollo de la azarosa vida del músico, su brutal deterioro
físico, las penurias por las que pasó, los testimonios de las mujeres que más
le amaron (su madre, que está espléndida, su primera mujer, Teresa, y Marga, su
último gran amor, recreada a través de Manuela, su madre), y lo que cuentan de
Antonio sus amigos y compañeros; desgarradoras para mí en especial todas las
intervenciones de Nacho Béjar, que tanto le quiso y cuya amistad por desgracia
no acabó bien.
Hombre de una profundidad extrema, como
decía precisamente Nacho Béjar “A Antonio se le quedaba pequeño el mundo”, su
vida me hace reflexionar cómo es posible que un ser tan destructivo realizara
tanto esfuerzo por construir (por crear), incluso en los momentos en que peor
se encontraba. Y decir “peor” en la tormentosa vida de Antonio Vega es decir
muy, muy mal. La directora Paloma Concejero afirma que “no era un ser
atormentado pero sí vivió una vida llena de tormentos, aunque lo compensaba con
su enorme vitalismo”. De su vitalismo dice su constante lucha por vivir, componer,
seguir dando conciertos y sobreponerse a todas las penurias que le tocaron
vivir hasta el final de su existencia.
Con todo mi respeto y amor, declarándome
admiradora absoluta de la obra de Antonio Vega, atraída desde siempre por su
figura, después de leer mucho sobre él y tras ver el documental, creo que
Antonio fue una de esas personas en extremo inteligentes, con posibles
desequilibrios; uno de esos seres atrayentes, con personalidades complejas
y que crean adicción (las mujeres y amistades de Antonio bien supieron de ello),
capaces de lo mejor y de lo peor. Fue un hombre con mucho carisma y a la vez
muy cercano, como puede desprenderse de los testimonios de los fans que
siguieron a Antonio, como si fuera una religión, a lo largo de las tres décadas
que duró su carrera. “Era muy raro, con un carácter muy complicado”, explica su
madre en el documental, cuando relata cómo le llevaron de niño a un psiquiatra
amigo de la familia, quien les dijo: “No os puedo dar la enhorabuena. Porque
tiene un cociente intelectual, que son todos conflictivos” (sic). Así era
Antonio y, como dice Carlos Zanón sobre él: “Todo va en el paquete, lo compras
o no lo compras”.
Para acabar, no dejéis de escuchar esta
entrevista a la directora de ‘Tu voz entre otras mil” Paloma Concejero que le
hace Javier Gallego en Carne Cruda. Como dice nuestro crudo y preferido
presentador, en su documental se exploran “Todos los rincones, los oscuros y
los luminosos de la poliédrica personalidad de Antonio Vega”, es un “descenso a los infiernos, a los abismos y también
a las cimas del personaje”.
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