Vuelta a la radio de la mano de A qué huelen los libros, el podcast literario de Valeria Surcis

11:33 p. m. Conx Moya 0 Comments



Hace unas semanas recibí la propuesta de mi amiga Valeria Surcis de participar con reseñas literarias en su podcast “A qué huelen los libros”. Por supuesto dije que sí de inmediato, la indecisión Libra sólo aparece cuando no acabamos de tener algo claro. Sin embargo, para mí estaba clarísimo que quería colaborar con Valeria, volver de su mano a la radio, en forma de podcast literario.
La primera colaboración ha sido una reseña sobre uno de los libros que más me gustaron el pasado 2018 “Manual de jardinería para gente sin jardín”, de Daniel Monedero. Un libro que huele a pimienta molida, como la buena literatura, editado por RELEE. Muy recomendable.
Y esta ha sido mi lectura:
“Manual de jardinería (para gente sin jardín)”, de Daniel Monedero ha supuesto un gran éxito para la editorial RELEE, Red Libre de Escritura y Edición. El autor ha elegido un título que, como él mismo reconoce, ha causado “desorientación” entre algunos lectores, creando incluso algunas anécdotas divertidas entre quienes pensaban que estaban comprando un libro de jardinería.
Este libro de relatos vio la luz hace dos años y ya ha alcanzado su cuarta edición. Daniel ha logrado con su libro un artefacto poderoso, mágico, con cuentos que se paladean y disfrutan gracias en gran parte a un lenguaje depurado y bellísimo pero a la vez muy accesible, alejado de cualquier ampulosidad, de esa pretenciosidad que muchas veces aqueja a la “alta literatura”. Desde el primer cuento me he sentido volar leyendo a Daniel. Con él sucede que te vas emocionando a medida que avanzas en la lectura para llegar a un final en el que se siente una reacción casi física, como de plenitud. Al leer a Daniel siento que lo que me ha contado me gusta, pero me gusta más aún cómo me lo ha contado y lo bien que lo ha resuelto.
“Un idioma es una manera de respirar” dice en uno de los cuentos y, ciertamente, con la manera en que Daniel maneja el idioma español se respira mejor. El libro comienza con un bellísimo relato sobre una relación de pareja “Universos paralelos”. Desde el mismo momento en que finalicé este primer cuento fui consciente de no estar frente a un libro cualquiera.
La literatura y el lenguaje son objeto de constante reflexión por parte del autor. “Hay que ser cuidadoso con el nombre que ponemos a las cosas, para que al levantar la alfombra del lenguaje no nos demos de bruces con toda la basura que cabe debajo de las palabras”, dice en el libro. Daniel cree en el poder de la literatura para trascender y de alguna forma librarnos del olvido, “La literatura fijará alguno de esos momentos, los rescatará del olvido y del polvo, los cobijará para siempre, porque quizá sea ese uno de sus cometidos: resguardar algunas cosas valiosas para que el olvido no se las lleve a ese lugar sin nombre y sin llave. Tan raro y tan oscuro”, dice en otro de los cuentos.
“Manual de jardinería” está lleno de personajes desorientados desenfocados que buscan su lugar en el mundo. Así, uno de sus temas recurrentes es la futilidad de la vida cotidiana. “Somos seres que forman parte de un baile de planetas que giran y estrellas que estallan, pero olvidamos nuestra condición concentrados en la mayor de las insignificancias. Vivimos al borde del milagro para nada”, dice otro de los relatos.
En el libro sorprende la profusión de imágenes muy potentes, Daniel tiene gran facilidad, o acierto, para crearlas: “la vieja cama que chirría igual que un gato dolorido”, “la vida es una sucesión de lavadoras de ropa sucia”, “tu boca, donde siempre es verano”, “un beso lleno de lluvia y preguntas”, “la vida es una manta pequeña y uno siempre se deja alguna parte del cuerpo a la intemperie”.
Y muchas de estas imágenes las crea usando colores para la adjetivación: “abatimiento amarillo”, “marrón Stradivarius”, y en especial el color azul, “sumamente azul”, “azul naufragio”, “todo es confuso y azul”, “un restaurante íntimo y azul”, “secretos inconfesables y azules”.
Para el relato que da nombre al libro “Manual de jardinería (para gente sin jardín)” Daniel ha introducido a una escritora extraordinaria en la vida cotidiana de una persona de lo más normal. Se trata de un relato protagonizado por un joven negro de cien kilos que vive en Nueva York pero que cree ser la poeta polaca y premio Nobel Wisława Szymborska. “Ha cruzado un océano, ha cruzado un continente y ha cruzado de una vida a otra”, el protagonista hace un gigantesco viaje en el tiempo, el espacio y la condición humana para materializar su sueño. Se trata de un bello tratado sobre vida y literatura, lleno de frases para atesorar: “La literatura huele a pimienta molida”; de algunos libros sale “un polvillo de oro”, de otros “una música que adormece, como de ukulele tocado por una muchacha escuálida”; “Las palabras son capaces de agrandar la propia geografía”; “Se mete en el poema como otros entran en un cuerpo que aman pero desconocen”. Destaco la bellísima escena de la nevada que aparece en este cuento que da nombre al libro, en la que Daniel hace uso de todo su saber como guionista audiovisual, “(...) lo parecidos que son los hombres a la nieve que cae, del mismo modo todos desapareceremos, pasamos a ser algo diferente y a formar parte de un todo inabarcable, más grande que nosotros”.
De mi lectura destaco también el buen hacer del autor en el relato “Honolulu” para reflejar la vida en una oficina, “aquella existencia de cubículo, silla giratoria y quiero el archivo a primera hora en mi despacho”, y la aburrida cotidianeidad de un hombre normal, “yo nunca he sido raro, en mi vida he llevado una camisa hawaiana ni he bailado frente a un espejo una canción que hablase de la revolución”.
Otro de mis relatos preferidos es “Último verano en Seattle”, el que pasan unos jóvenes que no salen de su ciudad de provincias, en aquellos días en que la música grunge se imponía en todo el mundo. Daniel hace un retrato universal y minucioso de la juventud, “ser joven es exagerar sin tregua y tener derecho a ello”, “yo quería ser actor o poeta o algo sin corbata”, “a cierta edad, o estás obsesionado con algo o estás muerto”, “teníamos ansia de etiquetas y cada día encontrábamos una nueva con la que abrigarnos del espacio exterior”.
Del libro de Daniel Monzón se destacad su calidez y que nunca pierda de vista al lector. La de este libro no es una lectura sencilla, incluso hay experimentación en su estructura y en su escritura. Sin embargo, no se convierte en un libro frío, complejo o incómodo de leer. Es un libro amable con el lector, nunca lo pierde de vista, algo que Daniel consigue en gran parte por su gran capacidad comunicativa, muy relacionada con su trabajo de guionista, que dota además al libro de un fino sentido del humor. El libro está también lleno de referencias cinematográficas, musicales y literarias pero alejadas de cualquier elitismo.
El trabajo de Daniel como guionista de televisión y cine, sin duda marca su forma de escribir. Maneja con gran soltura los diálogos, hoy en día no muy bien vistos en determinados círculos literarios. Esa intención de proporcionar calidez al lector, de incluir el habla coloquial para llegar a los demás, de ofrecer finas pinceladas de humor en sus cuentos, son rasgos de un escritor que pretende realmente llegar a quien lo lee. Aunque como él mismo confiesa, la literatura le permite “escribir de una manera desparramada sin estructura previa” pudiendo escapar de la planificación que marca el trabajo de guionista.
“Manual de jardinería (para gente sin jardín)” es un libro delicioso y que proporciona gran felicidad literaria. Porque el final de cada relato deja satisfecho al lector, consciente de que ha leído un texto de gran calidad en el que el autor se ha sentido libre de experimentar. Una experimentación, eso sí, que no pone una barrera con el lector y que está cargada de belleza.

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