La Combatiente
*Del nº 32 de la Revista Shukran
Me han destrozado, se ensañaron conmigo. Querían quitarme de la circulación y casi lo han conseguido. Sé que lo que realmente se proponían era herir a Hmad Hamad, porque yo he sido su fiel compañera durante muchos años. Sé que a quien realmente querían aporrear, machacar y eliminar era a él. Pero los tiempos han cambiado y ya no pueden golpearle impunemente como antes. Hmad es demasiado conocido ya, y si ocurriera no pasaría desapercibido como sucedía años atrás. Ellos lo saben y, aunque querrían quitarlo de en medio, de momento esperan, aprietan los dientes y la pagan con otros, por ejemplo conmigo.
La última gran paliza que propinaron a Hmad fue en 2005, en plena Intifada pacífica en El Aaiun. Le molieron el cuerpo a golpes, todavía me estremezco al recordar aquellas terribles imágenes, el cuerpo del gigante molido a golpes, sus gritos de dolor desgarradores, su cuerpo doliente tendido sobre el suelo de su casa, lleno de heridas y moratones. Malditos. Ahora ya no pueden actuar con la impunidad de antes, mucha gente nos mira y denuncia al instante lo que nos hacen. Nos siguen pegando, deteniendo y matando, pero ya no a escondidas. Qué pena que aún les salga gratis.
Así que esta vez lo pagaron conmigo. Empezaron con puñetazos y patadas, me tiraron piedras e incluso me golpearon con un mazo. Metieron arena en mis partes interiores e incluso orinaron sobre mí. Su intención era mancillarme, degradarme. Pinchazos y golpes me cayeron por todos lados. Querían asegurarse de que el daño fuera irreversible.
A mi modesta manera yo también he sido un símbolo. Cuando nuestro hermano Mohamed Daddach fue liberado en 2001, después de pasar 25 años de su vida en una cárcel marroquí, yo estaba allí para recibirle y acompañarle junto con otros muchos compañeros. Habíamos ido a visitarle en ocasiones en los últimos años de cautiverio en la cárcel de Kenitra, y parecía que nunca íbamos a vivir el día en que por fin estaría libre. Pero ese día llegó, y allí estaba yo, inseparable, al lado de Hmad y los demás.
Me pusieron como apodo La Combatiente[1]. Me siento orgullosa de haber estado en tantos recibimientos de compañeros salidos de la cárcel. De haber viajado a tantas cárceles en las visitas a nuestros presos. Orgullosa de acompañar a tantas delegaciones extranjeras llegadas a los territorios ocupados.
Recuerdo en especial una en la que pusimos tantas esperanzas y preparamos con tanto detalle… y es que fue algo histórico, se trataba de un viaje de europarlamentarios a nuestra ciudad. En enero de 2009 cuatro parlamentarios europeos viajaron hasta El Aaiun, entre ellos dos españoles, Carlos Iturgaiz y Carlos Carnero, de los dos partidos españoles más votados, PP y PSOE. Bien que se estudió todo por parte de los activistas y se prepararon las intervenciones y testimonios. Estaban representadas todas las organizaciones saharauis de derechos humanos, la ASVDH, CODAPSO, CODESA, las madres de los 15 desaparecidos, activistas de Dajla y Smara. Allí estaban mis hermanos Brahim Dahan, Sukeina Idrissi, Naama Sfari, Brahim Sabar, Ahmed Sbai, Galia Djimi o Ali Salem Tamek. Tres de los activistas de Dajla fueron torturados y detenidos, los valientes Hamia Ahmed Musa, Ualad Chej Mahyub y Rachid Sghyar. Y la policía marroquí intentó por todos los medios que Aminetu Haidar no pudiera encontrarse con los parlamentarios, pero fue en vano, allí estuvo nuestra hermana. Acompañé a todos en los desplazamientos de esta visita que tanto esperábamos y con la que conseguimos hacer mucho ruido. Hicimos ruido, sí, aunque al final el resultado no fue el que tanto esperábamos, lo demuestra la indulgencia que sigue teniendo el Parlamento Europeo con Marruecos. Una pena.
He acompañado a Aminetu en muchos momentos malos, por desgracia ella tiene demasiados en su vida. En junio de 2005 tuve que trasladarla junto a Hmad al hospital de El Aaiun. Le habían abierto la cabeza de un golpe en una de las manifestaciones de la recién nacida y gloriosa Intifada pacífica de ese año. Cuando vimos la melhfa amarilla de Aminetu roja por la sangre que manaba de la herida, decidimos llevarla a toda prisa al hospital. Desgraciados ocupantes, aprovecharon entonces para detenerla, estuvo varios meses en prisión donde inició una huelga de hambre, qué terribles fueron aquellos días.
Sentimos mucho dolor también por el fallecimiento de Mohamed Fadel Ismail, Allah yarhmak[2]. En El Aaiun también organizamos por él el rezo del ausente. Ayudé como pude acompañando a muchos compatriotas a participar en el rezo. Cuánto dolor sentimos por la pérdida de ese gran luchador de nuestra causa, representante saharaui en Reino Unido cuando le llegó la muerte.
He acompañado, de la mano de Hmad, a muchos estudiantes saharauis en sus manifestaciones en las universidades marroquíes. Porque he recorrido Marruecos en más de una ocasión. Marraquech, Assa, Casablanca, Agadir y Rabat, en todas las ciudades fui vista y perseguida por la policía marroquí.
Sí, soy demasiado conocida por la policía y los servicios secretos marroquíes, mi presencia les enerva y me la tenían jurada. Muchos periodistas han viajado conmigo, corresponsales de diferentes medios a los que los defensores de derechos humanos querían enseñar las manifestaciones en la ciudad, o llevarles a visitar activistas. El director de cine Carlos González vino con nosotros a grabar imágenes para un documental. Carlos tenía una idea estupenda y entonces muy novedosa. Quería hacer algo que hasta ese momento apenas se había visto, grabar imágenes y testimonios de los territorios ocupados para completar un documental. Por lo que contó al llegar, su proyecto era aún más ambicioso, pero tuvo que conformarse con lo que le permitieron las circunstancias. Acompañé junto con Hmad a Carlos por diferentes lugares de El Aaiun y él pudo grabar imágenes de manifestaciones y persecución policial. Gracias a la pericia de Hmad se colaron en muchos sitios, al límite de lo prudente, sorteando las dificultades. Carlos grabó además testimonios de nuestro hermano Luali Ameidan, antes de su última entrada en la cárcel, o el de una jovencísima Nguia El Haoisi, cuando todavía estaba en el colegio. Al final los marroquíes pillaron a Carlos y, tras someterle a interrogatorios y acoso psicológico, le expulsaron de El Aaiun. Dijeron estupideces como que era un “espía de Chávez”. Por suerte, todo el trabajo de Carlos vio la luz en el documental Hijos de las nubes, que se ha exhibido en diferentes partes del mundo e incluso en EEUU. Es uno de los acompañamientos de los que me siento más orgullosa por lo que supuso para todos nosotros.
Esta es la vida de los saharauis en los territorios ocupados. Yo, llamada Mugátila, la Combatiente, un Mercedes Benz 240, llevado a Marruecos desde Dinamarca en 2001, trasladada posteriormente a El Aaiun, soy el mítico coche de Hmad Hamad, su fiel compañera[3]. En julio de 2010 los marroquíes me destrozaron, me tiraron enormes piedras chafando por completo toda la chapa, echaron arena en mi motor, estallaron las lunas, pincharon mis cuatro ruedas, rompieron mis faros, me quemaron en algunas partes, orinaron sobre mí. Hmad ha prometido recuperarme, a mí, su fiel compañera, me ha asegurado que pronto saldremos de nuevo por las calles de El Aaiun, para que los marroquíes, cuando nos vean sepan, una vez más, que el Sahara no se vende.
*NOTA: El 19 de julio de 2010, en El Aaiun, la policía marroquí cargó brutalmente contra un grupo de defensores saharauis de derechos humanos y población civil saharaui. Un grupo de activistas saharauis regresaban a los territorios ocupados tras un viaje a los campamentos de Tinduf. Varios cientos de personas, incluidos varios españoles, se habían congregado para el recibimiento del grupo de activistas, cuando fueron atacados con brutalidad por las fuerzas de represión marroquíes. El resultado fue de 30 heridos, entre ellos 2 españoles y varios detenidos. El coche del respetado activista saharaui Hmad Hamad fue destrozado. Un año después, el Mercedes de Hmad, todo un símbolo para la población saharaui vuelve a desplazarse por los territorios ocupados.
Conchi Moya
1 comentarios:
La mugatilina estupenda. Montado en ella H'mad es como un centauro.
Un relato bellísimo.
Publicar un comentario